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Julia Quinn

Bailando Al Anochecer

Dancing at midnight

Capítulo Uno

Oxfordshire,

Inglaterra, 1816.

Si, uno a uno, cazara a todo el mundo-

Arabella Blydon parpadeó. Eso no tenía sentido. No salía ningún cazador en el Cuento de Invierno. Se alejó el libro de la cara. Peor aún. Se acercó el libro de nuevo. Las letras de la página se reenfocaron lentamente.

Si, uno a uno, casara a todo el mundo-

Belle suspiró y se recostó contra el tronco del árbol. Eso tenía más sentido. Parpadeó un par de veces más, obligando a sus brillantes ojos azules a concentrarse en las palabras de la página frente a ella. Se negaron a obedecer, pero no estaba dispuesta a dejar de leer, así que pegó el libro a su rostro, y bizqueando, continuó lentamente con su lectura.

Un viento frío la hizo estremecer, y echó un vistazo al cielo nublado. Iba a llover, sin duda, pero con suerte disponía de otra hora hasta que las primeras gotas cayeran. Era todo el tiempo que necesitaba para terminar el Cuento de Invierno.

Y esto marcaría el final de su Magna Odisea Shakesperiana, un esfuerzo pseudo-académico que había ocupado casi todo su tiempo en los últimos seis meses. Había comenzado con Bien esta lo que bien acaba y continuado, alfabéticamente, con Hamlet, todos los Henry, Romeo y Julieta, y un montón de obras más de las que no había oído hablar anteriormente. No estaba muy segura de por qué lo había hecho, además de por la simple razón de que le gustaba leer, pero ahora que el final de su odisea estaba tan cerca, que la condenaran si iba a dejar que unas gotas de lluvia se interpusieran en su camino.

Belle carraspeó y miró alrededor, como si temiera que alguien hubiera oído su maldición mental. Echó un vistazo al cielo. Un rayo de sol se coló a través de un diminuto hueco entre las nubes. Tomó esto como una buena señal y sacó un emparedado de pollo de su cesta de picnic. Lo mordió delicadamente y cogió el libro de nuevo. Las palabras estaban tan desenfocadas como antes, así que se acercó el volumen a la cara, y guiñó los ojos varias veces hasta que encontró un bizqueo que funcionó.

"Allá vamos, Arabella," refunfuñó. "Si te las apañas para mantener esta postura tan incómoda durante otros cuarenta y cinco minutos, no deberías tener ningún problema para terminar con el libro. "

"Aunque, por supuesto, para entonces, sus músculos faciales estarán bastante agarrotados," dijo una voz tras ella, arrastrando las palabras.

Belle dejó caer el libro y giró la cabeza. Unos metros más allá un caballero estaba parado de pie, ataviado con un informal, aunque elegante, atuendo. Su pelo era de un brillante y profundo tono castaño y sus ojos eran exactamente del mismo color. La contemplaba a ella y a su solitario picnic con expresión divertida, y su perezosa postura indicaba que llevaba en esa posición algún tiempo. Belle lo fulminó con los ojos, sin que se le ocurriera nada que decir, pero esperando que su desdeñosa mirada lo pusiera en su lugar.

No funcionó. De hecho, él pareció incluso más divertido. "Necesita gafas," dijo, en cambio.

"Y usted ha traspasado el límite de la propiedad," replicó ella.

"¿Si? Más bien creo que ha sido usted quien lo ha cruzado. "

"Estoy segura de que no. Esta tierra pertenece al Duque de Ashbourne. Mi primo." añadió, para enfatizarlo.

El forastero señaló hacia el Oeste. "Aquella tierra pertenece al Duque de Ashbourne. El límite está en aquella roca de allí. Así que es usted quien está en propiedad privada. "

Belle entrecerró los ojos y colocó un mechón de su ondulado cabello rubio detrás de su oreja. "¿Está seguro?”

"Absolutamente. Soy consciente de que las propiedades de Ashbourne son enormes, pero no son infinitas. "

Ella se removió incómodamente. "Oh. Bien, en ese caso, siento mucho haberlo molestado," dijo en tono arrogante. "Cogeré mi montura y desapareceré. "

"No sea tonta," dijo él rápidamente. "Espero no tener tan mal carácter que no pueda permitir que una dama lea bajo uno de mis árboles. Quédese todo lo que desee, faltaría más. "

Belle pensó en marcharse de todos modos, pero la comodidad venció al orgullo. "Gracias. He estado aquí varias horas y estoy bastante cómoda.”

"Ya lo veo." Él sonrió, pero fue una sonrisa diminuta, y Belle tuvo la impresión de que no era un hombre que sonriera a menudo.

"Quizás," dijo él, "ya que va a pasar el resto del día en mi propiedad, podría presentarse. "

Belle vaciló, incapaz de determinar si él estaba siendo condescendiente o simplemente cortés. "Lo lamento. Soy Lady Arabella Blydon. "

"Encantado de conocerla, milady. Yo soy John, Lord Blackwood. "

"¿Cómo está usted?”

"Muy bien, pero usted sigue necesitando gafas. "

Belle enderezó la espalda, muy tiesa. Emma y Alex habían estado animándola a que se hiciera examinar los ojos durante todo el mes pasado, pero ellos eran, después de todo, familia. Este John Blackwood era un perfecto desconocido y ciertamente no tenía ningún derecho a hacerle tal sugerencia.

"Puede estar seguro de que tomaré su consejo en consideración," refunfuñó ella, un tanto descortésmente.

John inclinó la cabeza y una sonrisa sardónica se insinuó en sus labios. "¿Qué está leyendo?”

"El Cuento de Invierno." Belle se recostó y esperó el habitual comentario condescendiente sobre las mujeres y la lectura.

"Una obra excelente, pero creo que no es de las mejores de Shakespeare," comentó John. "Me parece mejor Coriolanus. No es muy conocida, pero me gustó bastante más que esa. Debería leerla algún día. "

Belle olvidó sentirse complacida por haber encontrado a un hombre que realmente la animaba a leer y dijo, "Gracias por la sugerencia, pero ya la he leído. "

"Estoy impresionado," dijo John. "¿Ha leído Otelo?”

Ella asintió.

"¿La Tempestad?”

"Sí. "

John se exprimió el cerebro rebuscando la obra Shakesperiana más ignota y desconocida que pudiera recordar. "¿Y el Peregrino Apasionado?”

"No es mi favorita, pero conseguí acabarla." Belle lo intentó pero no pudo detener la sonrisa que se extendía por su cara.

Él rió entre dientes. "Mis felicitaciones, Lady Arabella. Creo que ni siquiera he llegado a ver nunca una copia del Peregrino Apasionado. "

Belle sonrió ampliamente entonces, aceptando elegantemente el elogio, mientras su anterior antagonismo hacia el hombre se derretía. "¿No quiere unirse a mi un momento? " le preguntó, haciendo un gesto con la mano hacia la parte desocupada de la manta extendida bajo ella. "Todavía queda bastante de mi almuerzo, y estaría encantada de compartirlo con usted. "

Por un momento pareció como si él fuera a aceptar. Abrió la boca para decir algo, pero tan solo soltó un diminuto suspiro y la cerró.

Cuando finalmente habló, su tono era muy rígido y formal y lo único que dijo fue, "No, gracias." Retrocedió un par de pasos, alejándose de ella y volvió la cabeza de modo que se quedó mirando fijamente en dirección contraria a través de los campos.

Belle ladeó la cabeza y estaba a punto de decir algo cuando notó con sorpresa que él cojeaba. Se preguntó si había sido herido en la Guerra napoleónica. Un hombre intrigante, este John. No le importaría pasar un rato en su compañía. Y, tuvo que admitir, que verdaderamente era muy atractivo, de facciones duras y esculpidas, y de cuerpo esbelto y poderoso a pesar de su pierna herida. Sus ojos negros y aterciopelados mostraban una obvia inteligencia, pero también parecían velados por el dolor y el escepticismo. Belle, comenzaba a encontrarlo muy misterioso.