Santo Dios, pero a él le encantaría ver sus piernas. Gimió.
"¿Se encuentra mal? " Belle lo contemplaba tratando de no parecer preocupada.
"Estoy bien," dijo él, cortante. Hasta olía bien, a un fresco y primaveral aroma que parecía envolverlo. Ni siquiera era digno de pensar en ella, no después de haber cometido un delito tan imperdonable contra el sexo femenino.
"Bueno, gracias por ocuparse de mi ampolla," dijo Belle de repente. "Ha sido muy amable por su parte. "
"No ha sido ninguna molestia, se lo aseguro. "
"Para usted, quizás," dijo Belle, sonando tan alegre como le era posible. "He tenido que permanecer tumbada boca abajo al lado de un hombre a quien hace tan solo tres días que conozco." Por favor, por favor no digas algo desagradable, imploró ella mentalmente. Por favor sé tan burlón, y bromista y adorablemente imperturbable como eras hace tan solo unos minutos.
Como si sus pensamientos hubieran viajado por el aire y hubieran aterrizado sobre él como un beso, John sonrió. "Puede estar segura de que disfruté enormemente de la visión de su trasero," bromeó, su vacilante sonrisa transformándose rápidamente en una mueca libertina. Esto iba en contra de su buen juicio, pero se sentía incapaz de no ser amable con ella cuando ella intentaba con tanto esfuerzo que fueran amigos.
"¡Oh, usted! " gimió Belle, golpeándole juguetonamente el hombro. "Decir eso ha sido terrible por su parte. "
"¿No ha admirado nunca nadie su trasero antes?" Sus manos se deslizaron hacia arriba y cubrieron las de ella.
"Le aseguro que nunca nadie ha sido lo suficientemente grosero para mencionarlo." Hablaba sin aliento. No la acarició, solamente dejó sus manos reposar ligeramente sobre las suyas, pero el calor de su roce se filtró por ellas, viajó por sus brazos, y se deslizó peligrosamente cerca de su corazón…
John se inclinó hacia delante. "No quería ser grosero," murmuró él.
"¿No? " Belle se humedeció con la lengua el labio inferior.
"No, solamente sincero." Él estaba muy cerca, a tan solo un soplo de aire.
"¿De verdad? "
John contestó algo, pero Belle no lo entendió porque sus labios ya estaban rozando suavemente los suyos. Ella gimió bajito, pensando que esto era lo que siempre había querido, dando gracias en silencio a Dios y a sus padres (aunque no necesariamente en aquel orden) por aconsejarle que no se sintiera obligada a aceptar a cualquiera de los hombres que habían pedido su mano durante los dos años anteriores. Esto era lo que había estado esperado, lo que apenas se había atrevido a esperar. Esto era lo que compartían Emma y Alex. Esto era por lo que siempre se estaban mirando el uno al otro, sonriéndose constantemente, y soltando risitas tras las puertas cerradas. Esto era…
John deslizó delicadamente su lengua a lo largo de la suave piel de su labio inferior, y Belle perdió toda la capacidad de raciocinio. Tan solo sentía, pero, oh, cómo sentía. Su piel hormigueaba… cada centímetro de ella, aunque él apenas la estaba tocando. Belle suspiró, dejándose arrastrar por las sensaciones, sabiendo por instinto que él sabría cómo actuar, cómo conseguir que esta maravillosa sensación continuara para siempre. Se derritió contra él, su cuerpo buscando el calor del suyo. Y entonces, repentinamente él se apartó, murmurando una fuerte maldición, con la respiración áspera y entrecortada.
Belle parpadeó confusa, sin entender porqué se había detenido y sintiéndose completamente desamparada. Se tragó su dolor y se abrazó las piernas contra el cuerpo, esperando que él dijera algo amable o gracioso, o al menos algo que explicara sus acciones. Y si no lo hacía, al menos esperó que no pudiera ver cuánto le dolía a ella su rechazo.
John se incorporó y se alejó de ella, plantando las manos sobre sus caderas. Espiándolo por entre las pestañas, Belle pensó que había algo sumamente desolado en su postura. Finalmente, él se giró y le ofreció la mano. Ella la tomó y se puso en pie, agradeciéndoselo al hacerlo.
John suspiró y se pasó una mano por su grueso pelo. Nunca había pensado besarla. Ciertamente lo había deseado, pero esto no significaba que tuviera derecho a tocarla. Y nunca había soñado lo mucho que eso le gustaría, o lo difícil que le resultaría detenerse.
¡Dios, era débil! No era mejor que Spencer, maltratando una jovencita inocente, pero lo cierto era que deseaba más.
Mucho más…
Deseaba su delicada oreja, su hombro y la parte oculta de su barbilla. Deseaba deslizar su lengua a lo largo de su cuello, arrastrando el fuego húmedo hacia abajo, hasta el valle entre sus pechos. Deseaba aferrar su trasero y apretarlo, estrecharla contra él y usarla como una cuna para su deseo.
Deseaba poseerla. Cada centímetro de ella. Infinitas veces.
Belle lo contemplaba en silencio, pero él se había girado ligeramente, y no podía verle los ojos. Cuando finalmente la miró, se quedó impresionada por la amarga expresión de su rostro. Ella retrocedió un paso, tapándose inconscientemente con la mano la boca. "¿Qué… que sucede?" jadeó.
"Debería pensárselo dos veces antes de lanzarse en brazos de un hombre, mi pequeña aristócrata." Su voz estaba peligrosamente cerca de ser un mero siseo.
Belle lo contempló, confusa, mientras el horror, el dolor y la furia, todo al mismo tiempo, estallaban en su interior. "Puede estar seguro," dijo glacialmente, mordiendo las palabras "de que el siguiente hombre sobre el que me “lance” tendrá el pedigrí suficiente como para no insultarme como usted lo ha hecho. "
"Lamento que mi sangre no sea lo bastante azul para usted, milady. No se preocupe, trataré de no corromperla con mi presencia de nuevo. "
Belle alzó una ceja y lo contempló altiva, con mirada fría. "Sí, bien, no todos podemos alardear de estar emparentados con un duque." Su tono era desdeñoso, y sus palabras crueles. Satisfecha por su interpretación, dio media vuelta y se alejó a zancadas, alejándose con tanta dignidad como su cojera le permitía.
Capítulo Cinco
John no se movió durante un largo rato, viendo a Belle desaparecer entre los árboles. No se movió hasta que hacía mucho tiempo ya que ella había desaparecido, profundamente asqueado consigo mismo y con su comportamiento. Pero, se recordó a si mismo, que sólo había hecho lo que era necesario. Ella estaba furiosa con él ahora, pero al final se lo agradecería. Bueno, tal vez no directamente a él, pero cuando estuviera confortablemente casada con algún marqués, se sentiría agradecida con quién fuera por salvarla de John Blackwood.
Finalmente dio media vuelta para dirigirse a casa cuando se percató de que Belle se había marchado sin su bota. Se agachó y la cogió. Maldición, ahora tendría que devolvérsela, y no tenía ni idea de cómo iba a poder enfrentarse a ella de nuevo.
John suspiró, llevándose el endeble calzado en su mano cuando comenzó su lento y dificultoso regreso a casa. Tendría que pensar en alguna buena excusa para tener su bota, en primer lugar. Alex era un buen amigo, pero querría saber por qué John tenía en su poder un zapato de su prima. Supuso que podría acercarse a Westonbirt esa tarde…
John maldijo entre dientes. Tenía que ir a Westonbirt esa tarde. Había aceptado la invitación de Alex para cenar.
Sus maldiciones se hicieron más fluidas cuando imaginó la agonía que lo esperaba. Tendría que ver a Belle durante toda la noche, y, por supuesto, ella estaría arrebatadora vestida para la cena. Y luego, justo cuando él no fuera capaz de aguantar ni un minuto más, probablemente ella haría algún comentario encantador e inteligente, que lo haría desearla incluso más.
Y era tan, tan peligroso desearla.