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Belle trago con nerviosismo, incapaz de ocultar su desilusión. Esas no eran exactamente las palabras que había esperado oír. "Quizás deberíamos continuar nuestra conversación en el salón. "

Se dio la vuelta y caminó a grandes pasos a través del vestíbulo, con la espalda muy tiesa.

John suspiró y la siguió. Siempre se las arreglaba para decir lo equivocado con ella. Quiso tomarla en sus brazos y decirle que pensaba que ella era increíblemente hermosa y simpática y amable y todo lo que un hombre podía desear en una mujer. Un hombre que mereciera a una mujer, claro está. Y él sabía que nunca podría casarse, que nunca podría aceptar el amor de una mujer. No después de Ana.

Cuando John entró en el salón, Belle estaba de pie junto a la ventana, mirando la lluvia repiquetear contra el cristal. Comenzó a cerrar la puerta, luego lo pensó mejor, y la dejó abierta unas pulgadas. Se acercó a ella, con la intención de poner sus manos en sus hombros, pero cuando estaba a un par de pasos, ella se giró de improviso. "No estoy echada a perder," dijo tercamente. "No he tenido una vida difícil, lo se, pero no soy una consentida. "

"Sé que no lo es," contestó John suavemente.

"Echado a perder significa que uno es terco y manipulador," siguió diciendo Belle. "Y yo no soy ninguna de esas cosas. "

Él asintió.

"Y no sé por qué tiene que hacer siempre esos comentarios tan horribles sobre mis antecedentes. Su padre también es conde. Alex me lo dijo. "

"Era un conde," corrigió John, aliviado por que ella creyera que la pinchaba debido a un sentimiento de inferioridad social. Ciertamente era algo digno de consideración, pero esta era la menor de sus preocupaciones. "Era un conde empobrecido que no podía permitirse sostener a siete hijos, el último de los cuales fui, póstumamente, yo. "

"¿Siete hijos? " preguntó Belle, abriendo mucho los ojos. "¿De verdad? "

"Uno fue mortinato," confesó John.

"Debe haber tenido una infancia encantadora con tantos otros niños con quien jugar. "

"En realidad, no pasé mucho tiempo con mis hermanos. Por lo general estaban ocupados con sus propios asuntos. "

"Ah." Belle frunció el ceño, descontenta con el retrato de familia que él pintaba. "Su madre debió haber estado muy ocupada teniendo todos aquellos bebés."

John sonrió diabólicamente. "Y supongo que mi padre también. "

Ella se sonrojó.

"¿Cree que podríamos comenzar de nuevo la tarde?" preguntó John, tomando su mano y depositando un beso ligero como una pluma sobre sus nudillos. "Le pido perdón por presuponer que no había visto nunca un trapo de fregar. "

Belle soltó una risita. "Es la disculpa más absurda que he oído nunca. "

"¿Eso cree? Pensaba que había sido bastante elocuente, sobre todo con el beso en su mano. "

"El beso fue maravilloso, y la disculpa muy dulce. Es la parte sobre el trapo de fregar la que sonaba graciosa. "

"Olvídese del trapo," dijo John, conduciéndola a un sofá cercano.

"Mi mente ya no alberga el menor recuerdo sobre él," le aseguró.

Él se sentó en el extremo opuesto del sofá. "Noté que llevaba un volumen de poesía de Wordsworth con usted. "

Belle bajo la vista hacia su libro olvidado. "Oh, sí. Usted me inspiró, me temo. Pero lo que quiero saber es cuando va a ponerse a escribir algún verso usted mismo. Estoy segura de que sería brillante escribiendo poesía. "

John se rió de su alabanza. "Mire lo que pasó cuando traté de ser poético esta tarde. La llamé ‘nebulosa’. De alguna manera ‘nebulosa’ no es lo que me viene a la mente cuando pienso en una gran poesía. "

"No sea tonto. Alguien a quien le gusta la poesía tanto como a usted debe ser capaz de escribirla. Solo tiene que aplicarse. "

John inspeccionó su radiante rostro. Tenía tal confianza en él. El sentimiento le resultaba novedoso; después de todo, su familia nunca había mostrado demasiado interés por ninguna de sus actividades. No soportaba decirle que su confianza era inmerecida, y estaba aterrorizado por como podría reaccionar cuando descubriera la clase de hombre que realmente era.

Pero no quería pensar en eso. En lo único que quería pensar era en esta mujer. Una mujer que olía como la primavera. Se preguntó cuanto tiempo podría mantener la realidad de su pasado fuera de su mente. ¿Podría hacerlo algo más que unos minutos? ¿Podía regalarse a si mismo una tarde entera de su compañía?

"Oh Señor," dijo Belle, interrumpiendo sus torturados pensamientos, "me olvidé de llamar para que nos trajeran el té. " Se puso en pie y cruzó el cuarto para tirar del cordón.

John se levantó cuando ella lo hizo, apoyando la mayor parte de su peso en su pierna buena. Antes de que Belle pudiera sentarse otra vez, Norwood entró en el cuarto con rápidos y silenciosos pasos. Ordenó un poco de té y galletas, y Norwood abandonó la habitación tan silenciosamente como había entrado, cerrando la puerta tras él.

Los ojos de Belle siguieron al mayordomo cuando dejó la habitación, y luego se giró y observó a John que permanecía de pie cerca del sofá. Mientras lo miraba fijamente desde el otro lado del salón, estaba segura de que su corazón había dejado de latir. Se le veía tan guapo y tan fuerte con su ropa de montar, y no pudo por menos que notar la apreciación en sus ojos cuando él le devolvió la mirada. Recordaba sus palabras al irse el día anterior.

No soy el hombre que cree que soy.

¿Era eso cierto? ¿O era posible que no fuera el hombre que él pensaba que era? Resultaba tan obvio para ella. Por la forma en que había recitado la poesía y la firme sujeción de sus brazos cuando la había montado sobre su caballo. Necesitaba a alguien que le mostrara que era bueno y confiable. El reto que ella aguardaba-¿sería a ella a quién necesitaba?

Nerviosa, cruzó el salón, deteniéndose a un par de pasos frente a él. "Creo que es usted un hombre muy bueno," dijo suavemente.

John contuvo la respiración, cuando una oleada de deseo lo recorrió de la cabeza a los pies. "Belle, no lo soy. Cuando llamó para el té intentaba decirle…" Cristo, ¿cómo decírselo? "Quería decirle… "

"¿Qué, John? " Su voz era exquisitamente suave. "¿De qué quería hablarme? "

"Belle, yo… "

"¿Era sobre el beso? "

Esto era una pesadilla erótica. Ella estaba allí de pie, delante de él, ofreciéndose, y era tan condenadamente difícil prestar atención a su conciencia y hacer lo correcto. "Oh Dios, Belle," gimió. "No sabe lo que dice. "

"Sí, lo sé. Recuerdo cada momento de nuestro beso en el estanque. "

Dios le ayudara, John se inclinó un poco más hacia ella. Su mano se extendió por voluntad propia, cerrándose alrededor de la de ella en un cálido abrazo.

"Oh, John," suspiró ella, mirando su mano como si esta tuviera el poder de salvar al mundo de todos sus males. Semejante lealtad, tal fe, tanta belleza pura fue demasiado para él. Con un gemido a medio camino entre el placer y la agonía, la estrechó rudamente contra él. Sus labios encontraron los suyos en un beso frenético, y bebió de ella como un hombre que llevaba años sin agua. Hundió las manos en su pelo, saboreando la sedosa y suave sensación de su tacto mientras sus labios viajaban por todo su rostro, adorando sus ojos, su nariz, la línea de sus pómulos.

Y en algún momento durante el beso, comenzó a sentirse curado. La oscuridad de su corazón no desapareció, pero comenzó a resquebrajarse y a derrumbarse. El peso sobre sus hombros no desapareció por completo, pero de alguna manera, parecía menor.

¿Podía ella hacer eso por él? ¿Podía ser tan pura y buena que borrará la mancha sobre su alma? John comenzó a sentirse mareado, y la abrazó más estrechamente, depositando ligeros besos a lo largo de la línea de su cabello.