"Se supone que debemos conversar," dijo Belle de repente.
"¿Debemos?"
"Sí. Si no la gente pensaría que no nos gustamos el uno al otro. "
"No hay nadie aquí para formarse una opinión en uno u otro sentido," indicó John.
"Lo sé, pero te estoy enseñando a bailar el vals, después de todo, y la mayoría de las veces los valses se bailan durante una fiesta, no en un salón privado."
"Qué pena. "
Belle hizo caso omiso de su comentario. "Por eso creo que deberías aprender a hablar mientras bailas."
"¿Es que es tan difícil? "
"Puede ser. Algunos hombres tienen que contar mientras bailan el vals para llevar el ritmo, y es difícil mantener una conversación con alguien cuando todo lo que él dice es 'un-dos-tres '. "
"Bien, entonces, por supuesto, hablaremos."
"Bien." Ella sonrió. "¿Has escrito alguna poesía últimamente?"
"Tú sólo buscabas una excusa para preguntarme esto," la acusó John.
"Tal vez sí, tal vez no."
"Belle, ya te dije que no soy poeta."
"No te creo."
John gimió, y en su frustración erró un paso. "Trataré de escribirte un poema," dijo finalmente.
"¡Espléndido!" exclamó Belle. "No puedo esperar."
"Yo no esperaría demasiado, si fuera tú."
"Tonterías." dijo ella, optimista. "Me siento abrumada de la emoción."
"¿Qué es esto?" los interrumpió de repente una voz. "¿Un baile en mi propia casa y no estoy invitada?"
John y Belle se detuvieron en medio de un giro y volvieron la cabeza para ver a Emma entrar en el salón.
"Enseñaba a John a bailar el vals," explicó Belle.
"¿Sin música?"
"Pensé que era mejor no pedirte ayuda para que tocaras el piano."
Emma hizo una mueca. "Seguramente ha sido una buena idea." Echo un vistazo a John. "Todavía no conozco a nadie cuyas habilidades al piano no excedan a las mías. Incluidos los residentes de nuestros establos."
"Eso me han contado."
Emma ignoró su sonrisa sardónica. "¿Ha disfrutado de su lección, John? "
"Muchísimo. Belle es una magnífica bailarina."
"Siempre he pensado lo mismo. Aunque nunca he bailado con ella." Emma se acercó a una silla y se sentó. "¿Os importa si me uno a vosotros para el té? Me he tomado la libertad de pedirle a Norwood otra tetera. Seguramente este ya estará tibio."
"Por supuesto," dijo John, cortésmente. "Esta es su casa, después de todo."
Emma sonrió avezadamente cuando notó que John y Belle seguían todavía de pie, el uno en brazos del otro.
"No dejéis que mi presencia os haga desistir de vuestro baile," dijo con una sonrisa traviesa.
Inmediatamente la pareja farfullo embarazosas excusas, se separaron, y Belle se sentó en el sofá. John murmuró algo sobre la necesidad de regresar a casa, a lo cual Emma contestó con prontitud, "¡Ah, pero no puede!"
Belle dedico una mirada de sospecha a su prima e inmediatamente comprendió que Emma había decidido que ella y John harían muy buena pareja.
"Está diluviando," explicó Emma, a toda prisa. "Debe quedarse hasta que amaine un poco.
John no quiso señalar que la lluvia había amainado un poco ya, y que si esperara mucho más, tan sólo empeoraría de nuevo. Ofreció a las dos hermosas mujeres una sonrisa inescrutable y se sentó frente a ellas en una elegante, aunque muy incomoda, silla.
"No debe sentarse ahí," dijo Emma. "Es terriblemente incómoda, y me habría deshecho de ella si la madre de Alex no me hubiera asegurado que posee un valor incalculable. ¿Por qué no se sienta mejor en el sofá, junto a Belle?"
John enarcó una ceja.
"Odio cuando la gente hace eso," refunfuñó Emma, por lo bajo. Sin embargo, continuó alegremente, "Le aseguro que tendrá un horroroso dolor de espalda mañana si permanece en esa silla durante más de cinco minutos."
John se levantó y se acomodó al lado de Belle. "Soy su humilde servidor, su Excelencia," dijo cortésmente.
Emma enrojeció, percatándose del deje de humor y burla en su voz. "¡Vaya!," dijo en voz alta. "Me pregunto porqué tarda tanto el té. Tendré que ir a preguntar." Con notable velocidad, se puso en pie y salió del salón.
John y Belle se giraron el uno hacía el otro, Belle sonrojada hasta la misma raíz de su dorada cabellera.
"Tu prima no domina el arte de la sutileza." indicó John, con sequedad.
"No."
"No estoy exactamente seguro de lo que espera conseguir. Probablemente se tropezará con una criada trayendo el té a dos pasos de este salón. "
Belle carraspeó, recordando avergonzada cuando ella y la hermana de Alex, Sophie, habían logrado dejar a solas a Emma y a su futuro marido juntos durante unos cinco minutos con el pretexto de ir a inspeccionar un clavicordio inexistente. "Supongo que pensará en algo. "
"A pesar de lo mucho que me gustaría tomarte en mis brazos otra vez, no tengo el menor deseo de ser interrumpido por tu prima que regresa con el té. "
"Oh, yo no me preocuparía por eso," masculló Belle. "Encontrará el modo de alertarnos de su inminente presencia. Es muy ingeniosa."
Como si hubiera sido una señal, oyeron la exclamación de Emma al otro lado de la puerta cerrada. "¡Qué sorpresa!"
Belle frunció el ceño. "Juraría que nos habría dado un poquito más de tiempo."
La puerta se abrió. "Mira con quién me he tropezado en el vestíbulo," dijo Emma, cogida de la mano de Alex. "No esperaba que hoy regresara hasta mucho más tarde."
"Sus cuidadosamente trazados proyectos frustrados por un marido atento," murmuró John, mientras se ponía en pie.
Belle sofocó una risita y dijo, "Es estupendo verte, Alex."
"Solo he salido a inspeccionar los campos," contestó él, un ceño de perplejidad adornaba sus facciones.
"Sin embargo, es estupendo tenerte de vuelta," dijo Emma, en tono poco convincente.
"¿Encontró el té? " preguntó John.
"¿El té? Oh, sí, el té. Bien, no, no lo hice, en realidad. "
"¡Ejem!"
Emma se sobresaltó cuando Norwood se aclaró la garganta justo detrás de ella.
"¿El té, su Excelencia? "
"Oh. Gracias, Norwood. Póngalo ahí sobre la mesa."
"Un poco de té suena realmente agradable después de haber estaba cabalgando toda la tarde bajo la lluvia," dijo Alex, con placer. "Aunque parece que va a amainar."
Belle no estaba segura, pero creyó haber oído a Emma emitir un gemido.
Emma sirvió una taza para Alex, y después de que él hubiera tomado un saludable trago, dijo, "Van a celebrar una feria mañana cerca del pueblo. Vi como empezaban a montarla mientras estaba fuera."
"Oh ¿de verdad? " respondió Emma, encantada. "Adoro las ferias. ¿Iremos? "
"No estoy seguro," dijo Alex, frunciendo el ceño. "No me atrae la idea de que seas zarandeada por la muchedumbre."
El comentario fue recibido con una mirada de sublevación por parte de Emma. "Oh, no seas pelmazo," replicó ella. "No puedes mantenerme encerrada para siempre."
"Bien. Pero debes prometerme llevar cuidado." Alex se giró hacia John y Belle, quiénes contemplaban el intercambio desde sofá con expresiones divertidas. "¿Os uniréis a nosotros?”
Una respuesta negativa se elevó automáticamente a los labios de John, pero antes de que pudiera expresarla, una imagen de Belle en sus brazos cruzó por su mente. Estaban bailando el vals… Los ojos de ella brillaban de felicidad. Su corazón se llenó de ternura y su cuerpo de deseo. Tal vez pudiera tener un poco de felicidad en su vida. Tal vez cinco años de infierno eran pago suficiente por sus pecados.
Se giró hacia Belle. Ella ladeó la cabeza y le sonrió, alzando las cejas invitadoramente. "Por supuesto," dijo él, "vendré después del almuerzo, y nos marcharemos juntos desde aquí."
"Espléndido." Alex tomó otro trago de té y echó un vistazo hacia fuera por la ventana donde el cielo se oscurecía siniestramente. "No lo digo para ser grosero, Blackwood, pero yo en tu lugar, me marcharía a casa ahora, mientras la lluvia aún es ligera. Parece que pronto va a diluviar otra vez."