"Me parece que no se llama así."
"¿Y cómo se llama? "
Belle suspiró. "Nunca lo puedo recordar. Empieza por B. "
"Bien, independientemente de cómo se llame, no vayas allí. Tu madre pediría mi cabeza en una bandeja."
Belle asintió y apagó las velas cuando Emma salió de la habitación.
Al día siguiente, poco después de mediodía, John salió hacia Westonbirt, recordándose por centésima vez que tenía que poner fin a este encaprichamiento que sentía por Belle. Pero era tan condenadamente difícil. Ella parecía tener tanta fe en él que casi había creído ser digno de merecer la felicidad que ella le ofrecía.
Pero los sueños tenían una irónica forma de hacerse un hueco en la vida real, y John no podía quitarse de la cabeza la imagen de Belle yaciendo sobre aquella cama en España, con su cuerpo forzado y maltratado.
No podía estar con ella. Ahora estaba más seguro que nunca. Se lo diría hoy. Se juró a si mismo que lo haría, sin importar lo doloroso que le resultara. Lo haría hoy… después de la feria. Una tarde más de felicidad seguramente no le haría daño.
A caballo, tan sólo le llevó quince minutos llegar a Westonbirt. John dejó a su poderoso semental en los establos, se acercó hasta la puerta principal, y levantó la mano para llamar.
Norwood abrió la puerta antes de que sus nudillos hicieran contacto con la madera. "Cómo está usted, milord," entonó. "Lady Arabella le espera en el salón amarillo."
"No, no lo hago," exclamó Belle alegremente, emergiendo de una de las numerosas habitaciones que daban al enorme vestíbulo. "¡Hola, John! Se que se supone que debería esperarte en el salón, pero estaba demasiado impaciente. Nunca adivinaras lo que ha pasado. "
"Estoy seguro de que no."
"Alex y Emma han tenido que marcharse al amanecer. La hermana de Alex va a tener a su bebé."
"Felicidades," dijo John, automáticamente. "¿Significa eso que nuestra salida queda anulada?"
"Por supuesto que no." ¿Es que no había notado que vestía su mejor traje de amazona? "No hay ninguna razón por la qué no podamos divertirnos nosotros."
John sonrió ante su candidez, pero por dentro pensó que nadaban en aguas peligrosa. "Como desee, milady."
La pareja cabalgó en amistoso silencio, disfrutando de la ligera brisa otoñal. La feria estaba situada más cerca de casa de John que de Westonbirt, así que cruzaron el linde entre las dos propiedades y pasaron por delante de Bletchford Manor de camino a ella. Cuando dejaron atrás la majestuosa y antigua mansión, John comentó, como hacía siempre, "Maldición, tengo que pensar en otro nombre para este lugar."
"Estoy totalmente de acuerdo," contestó Belle. "Brimstone Park [9] evoca imágenes del fuego del infierno y cosas por el estilo. "
John la miró extrañado. "No se llama Brimstone Park. "
"¿No? Oh, por supuesto que no. Ya lo sabia." Belle sonrió débilmente. "¿Cómo era el nombre?"
" Bletchford Manor," contestó John, estremeciéndose al decirlo.
"Bueno, perdona, pero eso es aún peor. Al menos Brimstone Park tiene algo de carácter. Porque 'bletch' rima con 'retch,' [10] que evoca imágenes incluso más desafortunadas que el fuego del infierno. "
"Créeme, soy muy consciente de todos los desagradables matices de su presente nombre. "
"No te preocupes, ya pensaremos en algo." Belle dio a John unas consoladoras palmaditas sobre el antebrazo. "Solo dame un poco tiempo. Soy bastante buena con las palabras. "
Llegaron a los terrenos de la feria, y la atención de Belle fue inmediatamente atraída por un hombre que caminaba sobre zancos a unos metros de ellos. Rápidamente se vieron arrastrados por el espíritu festivo.
"Siempre me he preguntado como lo hacen," meditó Belle, en voz alta cuando se detuvieron ante un malabarista ataviado con prendas de alegres colores.
"Imagino que es tan solo cuestión de lanzar las pelotas al aire con un cronometraje impecable. "
Belle le dio un codazo en las costillas. "No seas aguafiestas. Le quitas la magia a todo. ¡Oh, mira aquellas cintas!" Soltándose de la mano de John, se apresuró hacia el vendedor de cinta e inspeccionó sus artículos. Cuando John la alcanzó, ya tenía dos cintas en la mano e intentaba decidirse entre ambas. "¿Cual prefieres, John? ¿Esta?" Sostuvo una cinta de color rosa contra su pelo. "¿O ésta?" preguntó, sustituyéndola por una roja.
John se cruzó de brazos y fingió considerar profundamente la cuestión antes de extender la mano y coger una cinta de un brillante azul de la mesa. "Prefiero ésta. Es del mismo color que tus ojos."
Belle se lo quedó mirando, atrapada por la calida caricia de su mirada, y sencillamente se derritió. "Entonces debo comprarla," dijo suavemente.
Se quedaron allí de pie, enredados cada uno en la mirada del otro, hasta que el vendedor destruyó el momento con un sonoro, "¡Ejem!" Belle despegó sus ojos de los de John y los bajó en busca de su bolsito, pero antes de que pudiera coger una moneda, John ya había pagado la cinta y la había colocado en sus manos.
"Un presente, milady. " Se inclinó y le besó la mano.
Belle sintió el calor de su beso viajando a través de su brazo, directamente hasta su alma. "La atesoraré siempre."
El romanticismo se apoderó del momento. "¿Tienes hambre?" le preguntó John, de repente, desesperado por desviar la conversación hacia temas más prosaicos.
"Estoy famélica. "
John la condujo hasta los puestos de comida donde compraron tartaletas de espinacas y de fresas. Con los platos en la mano, caminaron hasta una zona tranquila en el perímetro de la feria. John extendió su abrigo sobre el suelo, y sentándose sobre él, atacaron vorazmente los alimentos.
"Me debes un poema," le recordó Belle entre mordiscos a su tartaleta.
John suspiró. "Eso parece."
"Ni siquiera lo has intentado, ¿verdad?" lo acusó Belle.
"Por supuesto que sí. Solamente que no lo he terminado."
"Entonces dime lo que has escrito hasta ahora."
"No sé," dijo evasivamente. "Un verdadero poeta no desvelaría su trabajo hasta estar seguro de haberlo finalizado."
"¡Por favooooor!" rogó ella, con una expresión en la cara que habría resultado natural en una chiquilla de unos cinco años.
John no pudo resistirse a semejante ruego. "Oh, vale. ¿Algo así?
"Camina bella, como la noche
De climas despejados y cielos estrellados;
Y todo lo mejor de la oscuridad y de la luz
Resplandece en su aspecto y en sus ojos. " [11]
"Oh, John," suspiró Belle, emocionada. "Ha sido precioso. Me ha hecho sentirme tan hermosa."
"Eres hermosa. "
"Gracias," dijo Belle, automáticamente. "Pero creo que ser hermosa no es tan importante como sentirse hermosa, y por eso tu poema me ha emocionado tan profundamente. Era tan romántico. Era… espera un minuto." Se sentó muy erguida frunciendo las cejas en intensa concentración.
John centró, repentinamente, toda su atención en la tartaleta de espinaca que tenía en las manos.
"Yo lo he oído antes," continuó Belle. "Creo que lo he leído. Hace poco, además. "
"No sé cómo," murmuró John, muy consciente de que lo habían pillado.
"¡Eso lo ha escrito Lord Byron! ¡No puedo creer que trataras de hacer pasar una poesía de Lord Byron como tuya!"
"Me tenías arrinconado."
"Lo sé, pero eso no es excusa para un plagio tan descarado. Y aquí estaba yo, pensando que tú habías escrito unas palabras tan hermosas solamente para mí. Imagina mi desilusión."
"Imagina tú la mía," refunfuñó John. "Estaba seguro de que no lo habrías leído aún. Si tan solo fue publicado el año pasado."