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Йl la mirу y comenzу a decir algo tranquilizador y vacнo, pero de pronto cambiу de idea.

— Alguien cometiу un atentado contra el vehнculo del regente. Vienen hacia aquн. — їCayу cerca? — No lo sй, seсora.

Probablemente era verdad. Pero si el coche aъn funcionaba… Impotente, Cordelia le indicу que volviese a su trabajo y se volviу para regresar al vestнbulo. La estancia estaba custodiada por un par de hombres del conde Piotr, quienes no le permitieron permanecer muy cerca de la puerta. Ella se aferrу a la baranda de la escalera y se mordiу el labio.

— їCree que el teniente Koudelka estaba con йl? — preguntу Droushnakovi en voz baja.

— Probablemente. Siempre lo estб — le respondiу

Cordelia distraнdamente. Sus ojos estaban fijos en la puerta, esperando…

Oyу el coche que se detenнa. Uno de los hombres abriу la puerta. El personal de seguridad se abalanzу sobre el vehнculo plateado en el pуrtico. Por Dios, їde dуnde salнa tanta gente? La pintura del coche estaba araсada y oscurecida, pero no habнa ninguna abolladura profunda; la cubierta trasera no estaba rajada, aunque el frente se habнa mellado. Las puertas traseras se elevaron, y Cordelia se estirу para ver a Vorkosigan detrбs de los uniformes verdes de seguridad. Al fin se apartaran para dejar paso. El teniente Koudelka estaba sentado en la apertura, con expresiуn aturdida, y la sangre le chorreaba por el mentуn. Un guardia lo ayudу a levantarse. Finalmente emergiу Vorkosigan, quien rechazу toda ayuda. Ni el mбs preocupado de los guardias se atreviу a tocarlo. Vorkosigan entrу en la casa con el rostro sombrнo y pбlido. Koudelka, apoyado en su bastуn y en un cabo de Seguridad Imperial, le siguiу. Le sangraba la nariz. Los hombres del conde Piotr cerraron la puerta, dejando afuera a las tres cuartas partes del caos. Aral la mirу a los ojos, por encima de los hombres, y la expresiуn de tristeza que habнa en su rostro se iluminу sуlo un poco. La saludу con un imperceptible movimiento de cabeza como diciendo «estoy bien». Ella apretу los labios. Por amor de Dios, espero que sea, cierto… Kou estaba hablando con voz temblorosa. -… el agujero que quedу en la calle es enorme! Podrнa haberse tragado a una nave de carga. Los reflejos de ese chуfer son asombrosos… їquй? — Sacudiу la cabeza al que le habнa formulado una pregunta -. Lo siento, me zumban los oнdos… їquй ha dicho? — Escuchу con la boca abierta, como si pudiese absorber el sonido en forma oral. Entonces se tocу el rostro y observу con sorpresa la sangre en su mano.

— Sus oнdos sуlo estбn aturdidos, Kou — dij o Vorkosigan. Su voz era calma, pero demasiado fuerte -. Maсana volverбn a la normalidad. — Sуlo Cordelia comprendiу que la voz alzada no era en consideraciуn a Koudelka… Vorkosigan tampoco oнa bien. Sus ojos se movнan de un lado a otro demasiado rбpido, el ъnico indicio de que estaba tratando de leer los labios.

Simуn Illyan y un mйdico llegaron casi al mismo tiempo. Vorkosigan y Koudelka fueron llevados a una sala tranquila, dejando atrбs a todos los guardias que, segъn la opiniуn de Cordelia, resultaban bastante inъtiles en ese momento. Ella y Droushnakovi fueron tras ellos. Por orden de Vorkosigan, el mйdico comenzу por examinar al ensangrentado Koudelka. — їUn disparo? — preguntу Illyan. — Sуlo uno — le confirmу el almirante, mirando su rostro -. Si hubiesen permanecido allн para un segundo intento, podrнan haberme atrapado.

— De haberse quedado, podrнamos haberlo atrapado a йl. En este momento hay un equipo forense en el lugar de los hechos. El asesino ha huido hace mucho, por supuesto. Escogiу muy bien el lugar, ya que allн hay docenas de rutas de escape.

— Cambiamos de camino todos los dнas — dijo el teniente Koudelka, quien habнa seguido el diбlogo con dificultad, apretбndose el rostro con un paсuelo -. їCуmo supo dуnde debнa tender la emboscada?

— їInformaciуn interna? — Illyan se alzу de hombros y apretу los dientes ante la idea.

— No necesariamente — intervino Vorkosigan -. Hay una cantidad determinada de caminos posibles. Puede haber estado aguardando varios dнas allн.

— їJusto en el perнmetro de nuestro lнmite de seguridad mбxima? — preguntу Illyan -. No me convence. — A mн me molesta mбs que haya fallado — dijo Vorkosigan -. їPor quй? їHabrб sido una advertencia?

їUn atentado contra mi equilibrio mental, y no contra mi vida?

— Sуlo fue una vieja pieza de artillerнa — explicу Illyan -. Puede haber fallado su trayectoria… nadie detectу el impulso de un telйmetro lбser. — Se detuvo al notar el rostro pбlido de Cordelia -. Estoy seguro de que ha sido un demente solitario, seсora. Al menos sabemos con certeza, que se trata de un solo hombre.

— їCуmo es posible que un demente solitario consiga armas militares? — preguntу ella con aspereza.

luyan pareciу incуmodo.'

— Lo investigaremos. Sin duda es una pieza antigua.

— їNo destruyen los armamentos obsoletos?

— Hay tantos…

Cordelia se enfureciу ante esta declaraciуn poco ingeniosa.

— Sуlo necesitaba un disparo. Si lograba acertar un tiro directo a ese coche blindado, Aral hubiese desaparecido. En este momento su equipo forense estarнa tratando de averiguar cuбles de sus molйculas eran suyas y cuбles de Kou.

Droushnakovн tenнa la tez verdosa. La expresiуn triste de Vorkosigan volviу a ocupar su puesto.

— їQuiere que le dй un cбlculo preciso de la amplitud de resonancia refleja para ese pasajero encerrado, Simуn? — continuу Cordelia acaloradamente -. Quien haya escogido esa arma es un competente tйcnico militar… aunque afortunadamente su punterнa no es tan buena. — Se contuvo para no seguir hablando, ya que aunque nadie mбs lo notу, ella reconocнa la histeria en la velocidad de sus palabras.

— Mis disculpas, capitana Naismith. — El tono de Illyan se volviу mбs cortante -. Tiene toda la razуn. — En su actitud se notу un poco mбs de respeto.

Aral siguiу este intercambio, y por primera vez su rostro se iluminу con una expresiуn algo risueсa.

Illyan se marchу con la mente llena de teorнas referentes a una conspiraciуn. El mйdico confirmу lo que Aral habнa anticipado por su experiencia en combate: tenнa los oнdos aturdidos. Les entregу unas fuertes pнldoras para el dolor de cabeza — Aral se aferrу con firmeza a las suyas — y prometiу regresar por la maсana para volver a examinar a los dos hombres.

Cuando por la noche Illyan regresу a la Residencia Vorkosigan para conferenciar con su jefe de guardia, Cordelia tuvo que controlarse para no cogerlo por las solapas, apretarlo contra una pared y arrancarle la informaciуn que tenнa. Pero sуlo preguntу:

— їQuiйn tratу de matar a Aral? їQuien quiere matar a Aral? їQuй beneficios pretenden obtener?

Illyan suspirу.

— їQuiere la lista corta o la larga, seсora?

— їEs larga la corta? — dijo ella con morbosa fascinaciуn.

— Demasiado larga. Pero puedo nombrarle a los principales, si lo desea. — Los fue contando con los dedos -. Los cetagandaneses, siempre. Habнan contado con que despuйs de la muerte de Ezar, aquн sobrevendrнa el caos polнtico. No me extraсarнa que trataran de provocarlo. Un asesinato es barato comparado con una flota invasora. Los komarrareses, por una vieja venganza o una nueva revuelta. Algunos todavнa llaman al almirante el Carnicero de Komarr…

Conociendo toda la historia que ocultaba ese odioso apelativo, Cordelia se estremeciу.

— Los anti Vor, porque el regente es demasiado conservador para su gusto. La derecha militar, que lo considera demasiado progresista. Los miembros del viejo partido encabezado por el prнncipe Serg y Vorrutyer. Ex agentes del Ministerio de Educaciуn Polнtica, ahora suprimido. El departamento de Negri solнa entrenarlos. Algъn Vor irritado por considerar que ha quedado desplazado en el reciente cambio de poderes. Cualquier lunбtico con acceso a las armas y el deseo de hacerse famoso matando a un personaje pъblico… їdesea que continъe?

— Por favor, no. їPero quй hay de lo ocurrido hoy? Si los motivos proporcionan una gama demasiado amplia de sospechosos, їquй me dice del mйtodo y la oportunidad?

— Disponemos de cierto material con el cual trabajar, aunque la mayor parte resulta negativa. Segъn he observado, ha sido un intento muy hбbil. Quien lo haya planeado debe de haber tenido acceso a cierta clase de informaciуn. Nos ocuparemos de esos aspectos primero.

Lo anуnimo del atentado era lo que mбs la perturbaba, decidiу Cordelia. Cuando el asesino podнa ser cualquiera, el impulso a sospechar de todos se volvнa abrumador. Al parecer, la paranoia era una enfermedad contagiosa allн. Los barrayareses se la contagiaban unos a otros. Bien, las fuerzas combinadas de Negri y de Illyan tendrнan que extraer algunos hechos concretos, y pronto. Guardу todos sus temores en un pequeсo compartimiento en la boca del estуmago, y los mantuvo encerrados allн. Cerca de su hijo.