— ЎPues yo creнa que era un grado militar!
— Oh, la parte militar llegу inmediatamente despuйs, la primera vez que esos estъpidos trataron de extorsionar a quien no quiso contribuir. El grado adquiriу mбs encanto con el tiempo.
— No lo sabнa. — De pronto Cordelia lo mirу con desconfianza -. No se estarб burlando de mн, їverdad seсor?
Йl extendiу las manos a modo de negaciуn. Cuнdate de hacer conjeturas, se dijo Cordelia divertida.
Llegaron a la gran entrada de la Residencia Imperial. Esa noche el ambiente era muy distinto al que Cordelia viera en sus visitas anteriores, cuando Ezar agonizaba o cuando se realizaron las ceremonias fъnebres. Unas luces de colores hacнan resaltar los detalles en los muros de piedra. Los jardines y las fuentes brillaban. Habнa gente bien vestida por los jardines, en los salones formales del ala norte y en las terrazas. Habнa muchos mбs guardias uniformados que de costumbre, y el vehнculo fue sometido a un riguroso registro. Cordelia tuvo la sensaciуn de que esta fiesta serнa mucho menos animada que las que habнan visto en las calles.
El coche de Aral se detuvo detrбs del de ellos en un pуrtico, y al fin Cordelia pudo volver a coger el brazo de su esposo. Йl la mirу con una sonrisa de orgullo, y en un momento relativamente нntimo posу los labios sobre su nuca mientras aspiraba las flores que le perfumaban el cabello. Ella le apretу la mano en secreto a modo de respuesta. Juntos cruzaron el umbral y avanzaron por un pasillo. Un mayordomo con la librea de la casa Vorbarra los anunciу en voz alta, y por un momento a Cordelia le pareciу que miles de ojos barrayareses de la clase Vor se clavaban en ellos. En realidad sуlo habнa unas doscientas personas en el salуn. La experiencia no fue tan horrible despuйs de todo; peor hubiese sido que le apuntaran a la cabeza con un disruptor nervioso con la carga completa. La gente los rodeу intercambiando saludos de cortesнa.
їPor quй estas personas no usan apodos?, pensу Cordelia desalentada. Como de costumbre, con excepciуn de ella todos los demбs parecнan conocerse. Se imaginу a sн misma iniciando una conversaciуn: «Eh, usted, Vor-lo que sea…» Se aferrу al brazo de Aral con mбs firmeza, tratando de parecer misteriosa y exуtica, en lugar de cohibida y desorientada.
En otro salуn se realizaba la pequeсa ceremonia con las bolsas de oro; los condes o sus representantes formaban una fila para cumplir con su obligaciуn, pronunciando unas pocas palabras formales. A pesar de la hora, el emperador Gregor se hallaba sentado en una banqueta alta con su madre. Parecнa pequeсo y atrapado, y realizaba valientes esfuerzos para contener los bostezos. Cordelia se preguntу si las bolsas con monedas llegarнan a sus manos alguna vez, o si simplemente volverнan a circular para ser ofrecidas nuevamente al aсo siguiente. Menuda fiesta de cumpleaсos. No habнa ningъn otro niсo a la vista. Pero los condes desfilaban bastante rбpido, por lo que era probable que el pequeсo pudiese escapar pronto.
Un oficial de uniforme rojo y azul se hincу frente a Gregor y a Kareen, presentando su bolsa de seda roja oscura y dorada. Cordelia reconociу al conde Vidal Vordarian, el hombre a quien Aral describiera amablemente como «lнder del segundo partido mбs conservador». Eso significaba que sus ideas polнticas eran muy similares a las del conde Piotr, pero el tono de su esposo le habнa hecho sospechar que mбs bien era un «fanбtico del Aislamiento». No tenнa aspecto de fanбtico Sin la ira de aquella noche su rostro resultaba mucho mas agradable; el hombre se volviу hacia la princesa Kareen y dijo algo, ante lo cual ella alzу el mentуn y se echу a reнr. Con cierta familiaridad, Vordarian posу una mano sobre su rodilla, y ella la cubriу con la propia por unos instantes. Entonces йl se levantу y se despidiу con una reverencia, para dejar paso al siguiente hombre. La sonrisa de Kareen se desvaneciу en cuanto Vordarian le hubo vuelto la espalda.
La mirada triste de Gregor se posу sobre Aral, Cordelia y Droushnakovi; el niсo se volviу para hablar con su madre. Kareen llamу a un guardia y momentos despuйs un jefe de guardia se acercу a ellos, pidiendo permiso para llevarse a Drou. Ocupу su lugar un joven discreto que los seguнa a cierta distancia, sin perderlos de vista pero sin escuchar sus conversaciones.
Muy pronto Cordelia y Aral se reunieron con lord y lady Vorpatril, dos personas con quienes Cordelia se atrevнa a hablar sin tantos remilgos polнtico-sociales. El capitбn Vorpatril lucнa un uniforme de desfile rojo y azul, con el cual se veнa muy apuesto. La seсora Vorpatril estaba resplandeciente con un vestido color cornalina, con rosas entrelazadas en su cascada de cabellos negros, maravillosos contra su tez blanca y aterciopelada. Eran una arquetнpica pareja Vor, sofisticada y serena, pensу Cordelia, aunque el efecto se malogrу un poco cuando comenzу a notarse que el capitбn Vorpatril estaba ebrio.
De todos modos, era un borracho alegre cuya personalidad sуlo se exageraba un poco, sin llegar a transformarse en algo desagradable.
Vorkosigan, acuciado por algunos hombres en cuyos ojos se leнa un propуsito, dejу a Cordelia con la seсora Vorpatril. Las dos mujeres se sirvieron unos canapйs de las elegantes bandejas servidas por criados humanos, y compararon sus informes obstйtricos. Lord Vorpatril se disculpу rбpidamente para ir tras de una bandeja con copas de vino. Alys planeу los colores y el corte del siguiente vestido de Cordelia.
— Blanco y negro, para la Feria de Invierno — afirmу con autoridad.
Cordelia asintiу levemente con un gesto, preguntбndose si en algъn momento se sentarнan a comer en serio o si seguirнan picoteando de las bandejas.
Alys la condujo hasta el servicio de seсoras, lugar muy concurrido por ambas en esas йpocas del embarazo, y al regresar la presentу ante varias mujeres de su refinado cнrculo social. Entonces Alys se embarcу en una animada discusiуn con una vieja amiga acerca de la inminente fiesta que la mujer organizarнa para su hija, y Cordelia se fue haciendo a un lado.
Al fin retrocediу y logrу apartarse (tratу de no pensar «de la manada») para disfrutar unos momentos de silenciosa contemplaciуn. Quй mezcla tan extraсa era Barrayar, en un momento hogareсo y familiar, y al siguiente ajeno y aterrador; el espectбculo no estaba nada mal, aunque… ЎAh! Eso era lo que faltaba, comprendiу finalmente. En Colonia Beta una ceremonia de semejante magnitud hubiese tenido una cobertura completa por holovнdeo, para que todo el planeta participara de ella en vivo y en directo. Cada movimiento hubiese sido una danza de meticulosa coreografнa alrededor de las cбmaras y los comentarios del locutor, casi hasta el punto de aniquilar el acontecimiento que se estaba grabando.
Allн no habнa un solo holovнdeo a la vista. Las ъnicas grabaciones eran las que realizaba Seguridad Imperial, quienes tenнan sus propias razones al margen de cualquier coreografнa.
Las personas de ese salуn sуlo bailaban para sн mismas, y su rutilante espectбculo serнa barrido para siempre por el paso del tiempo; al dнa siguiente la celebraciуn sуlo existirнa en los recuerdos.
— їSeсora Vorkosigan?
Cordelia se sobresaltу al oнr la voz amable a su lado. Al volverse se encontrу con el conde comodoro Vordarian. El uniforme rojo y azul denotaba que se encontraba en servicio activo en la jefatura imperial… їen quй departamento? Ah sн, en Operaciones, le habнa dicho Aral. El conde le besу la mano y le sonriу con expresiуn cordial.
— Conde Vordarian — respondiу ella, tambiйn sonriendo. Ya se habнan cruzado las veces suficientes como para dejar de lado las presentaciones, decidiу Cordelia. Y por mбs que ella lo desease, este asunto de la regencia no iba a desaparecer. Ya era hora de que comenzase a establecer algunas relaciones propias para no necesitar la guнa de Aral a cada paso.
— їEstб disfrutando de la fiesta? — le preguntу йl.
— Oh, sн. — Tratу de pensar algo mбs que decir -. Es extremadamente hermosa.
— Tanto como usted, seсora. — Vordarian alzу la copa en un brindis y bebiу un sorbo.
El corazуn de Cordelia dio un vuelco, pero ella identificу el motivo de inmediato. El ъltimo oficial barrayarйs que brindara por ella habнa sido el difunto almirante Vorrutyer, aunque en circunstancias sociales bastante diferentes.
Casualmente, Vordarian habнa repetido su gesto con exactitud. Йste no era momento para recuerdos angustiosos.
Cordelia parpadeу.
— La seсora Vorpatril me ayudу mucho. Es muy generosa.
Vordarian hizo un ligero movimiento hacia su torso. — Tengo entendido que tambiйn debo felicitarla. їEs niсo o niсa?
— їEh? Oh. Sн, un niсo, gracias. Se llamarб Piotr Miles, segъn me han dicho.
— Curioso. Hubiese pensado que el regente habrнa preferido tener una hija primero.
Cordelia lo mirу, sorprendida ante su tono irуnico. — Quedй embarazada antes de que Aral se convirtiera en regente.
— Pero sin duda ya sabнan que iba a recibir la designaciуn.
— Yo no. De todas formas, suponнa que todos los militares de Barrayar se desesperaban por tener hijos varones. їPor quй supone que йl querrнa una niсa? — Yo quiero una hija…
— Presumнa que lord Vorkosigan tendrнa en mente la continuidad de su puesto. їQuй mejor manera de conservar una posiciуn de poder cuando la regencia haya terminado, que convertirse en suegro del emperador?.