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Cordelia se quedу asombrada.

— їCree que йl apostarнa la continuidad de un gobierno planetario a la posibilidad de que dos adolescentes se enamoren, dentro de quince aсos?

— їEnamorarse? — Ahora fue йl quien pareciу desconcertado.

— Ustedes los barrayareses estбn… — Se mordiу la lengua para no decir «locos». Hubiese sido una groserнa -. Sin lugar a dudas Aral es mбs… prбctico. — Aunque ella no podнa decir que no fuese romбntico.

— Esto es extremadamente interesante — murmurу йl. Sus ojos se posaron unos instantes sobre su abdomen -. їSupone que йl tiene previsto algo mбs directo?

La mente de Cordelia corrнa en forma tangencial a esa retorcida conversaciуn.

— їCуmo?

Йl sonriу y se alzу de hombros.

Cordelia frunciу el ceсo.

— їSe refiere a que si tuviйramos una niсa, eso es lo que todos pensarнan?

— Sin duda.

Ella exhalу un suspiro.

— Dios. Eso es… No imagino que alguien en su sano juicio pueda querer acercarse al imperio barrayarйs. Por lo que he visto, con ello uno se convierte en blanco de todos los maniбticos resentidos. — En su mente apareciу una imagen del teniente Koudelka, sordo y ensangrentado -. Tambiйn afecta al pobre sujeto que se encuentra cerca del poder.

Йl asintiу con la cabeza.

— Ah sн, ese desafortunado incidente del otro dнa. їLa investigaciуn ha logrado algъn resultado?

— Ninguno, que yo sepa. Negri e Illyan hablan de los cetagandaneses, principalmente. Pero el sujeto que lanzу la granada logrу escapar.

— Quй pena. — Vaciу su copa y la cambiу por otra llena que le ofreciу inmediatamente un criado de librea. Cordelia observу las copas de vino con aсoranza. Pero por el momento deberнa privarse de los venenos metabуlicos. Otra ventaja mбs del estilo betanйs de reproducciуn en rйplicas uterinas. En casa se hubiese podido envenenar libremente mientras su hijo crecнa, atendido las veinticuatro horas por tйcnicos sobrios, seguro y protegido en los bancos de rйplicas. їY si hubiera sido ella la que hubiera sufrido los efectos de esa granada sуnica…? Echу de menos una copa.

Bueno, no necesitaba el etanol para aturdir su mente. La conversaciуn con los barrayareses producнa el mismo efecto. Sus ojos recorrieron el salуn en busca de Aral. Allн estaba, con Kou a su lado, hablando con Piotr y otros dos hombres canosos con libreas de conde. Tal como Aral habнa pronosticado, su audiciуn habнa vuelto a la normalidad al cabo de un par de dнas. De todos modos, movнa los ojos de un rostro al otro, buscando seсales en cualquier gesto o inflexiуn. La copa de vino estaba intacta y no era mбs que un adorno en su mano. Estaba de servicio, sin duda. їAlguna vez volverнa a estar de permiso?

— їSe sintiу muy perturbado por el ataque? — preguntу Vordarian, quien habнa seguido la direcciуn de su mirada.

— їUsted no lo hubiese estado? — respondiу Cordelia -. No lo sй… ha visto tanta violencia en su vida, casi mбs de la que yo puedo imaginar.

— Pero usted no lo conoce desde hace tanto. Sуlo desde Escobar.

— Nos vimos una vez antes de la guerra. Brevemente.

— їOh? — Alzу las cejas -. No lo sabнa. Quй poco sabe uno de la gente, en realidad. — Se detuvo para observar a Aral, para observarla a ella mirando a Aral. Vordarian esbozу una pequeсa sonrisa y entonces frunciу los labios con expresiуn pensativa -. Йl es bisexual, їsabe? — Bebiу un sorbo de vino.

— Era bisexual — corrigiу ella de forma ausente, mirando a Aral con afecto -. Ahora practica la monogamia.

Vordarian se atragantу y comenzу a toser. Cordelia lo observу con preocupaciуn, preguntбndose si debнa palmearle la espalda o algo parecido, pero al fin йl logrу recuperarse.

— їЙl le ha dicho eso? — preguntу con asombro.

— No, fue Vorrutyer. Justo antes de sufrir su… fatal accidente. — Vordarian se paralizу; Cordelia sintiу cierta maliciosa satisfacciуn. Al fin habнa logrado desconcertar a un barrayarйs. Ojalб pudiese descubrir quй habнa hecho para lograrlo. Continuу con el rostro muy serio -. Cuanto mбs pienso en Vorrutyer, mбs me parece una figura trбgica. Obsesionado con una aventura que habнa terminado hacнa dieciocho aсos. No obstante, en ocasiones me pregunto si hubiese podido tener lo que deseaba (a Aral), si Aral hubiese conservado esa vena sбdica que consumiу la cordura de Vorrutyer… Es como si los dos hubiesen estado en alguna clase de columpio, donde la supervivencia de uno determinaba la destrucciуn del otro.

— Una betanesa. — La expresiуn desconcertada comenzaba a desvanecerse. En su lugar aparecнa una que Cordelia denominу mentalmente «de atroz comprensiуn» -. Debн haberlo imaginado. Despuйs de todo, fueron ustedes quienes crearon a los hermafroditas… — Guardу silencio -. їCuбnto tiempo conociу a Vorrutyer?

— Unos veinte minutos. Pero fueron veinte minutos muy intensos. — Cordelia decidiу dejar que se preguntase quй diablos significaba eso.

— Su… aventura, como usted lo llama, fue un gran escбndalo secreto en su momento.

Ella arrugу la nariz.

— їGran escбndalo secreto? їNo es eso un oxнmoron? Como «inteligencia militar», o «fuego amigo». Tambiйn tнpicos barrayarismos, ahora que lo pienso.

Vordanan tenнa una expresiуn extraсa en el rostro. Cordelia comprendiу que tenнa el aspecto de alguien que acabara de lanzar una bomba, pero йsta habнa emitido un chasquido en lugar de estallar, y ahora trataba de decidir si debнa meter la mano dentro para probar el mecanismo.

Entonces fue el turno de Cordelia para alcanzar una «atroz comprensiуn».

Este hombre ha tratado de destruir mi matrimonio.

No… el matrimonio de Aral. Adoptу una sonrisa radiante e inocente. Al fin las piezas comenzaban a encajar. Vordarian no podнa pertenecer al antiguo partido de Vorrutyer. Sus lнderes habнan sufrido algъn accidente fatal antes de la muerte de Ezar, y el resto de los partidarios estaban dispersos y ocultos. їQuй buscaba ese hombre? Cordelia jugueteу con una flor de su cabello.

— No creн estar casбndome con un hombre virgen de cuarenta y cuatro aсos, conde Vordarian.

— Eso parece. — Bebiу otro sorbo de vino -. Ustedes los galбcticos son todos unos degenerados… me pregunto quй perversiones tolerarб йl a cambio. — De pronto sus ojos brillaron con malicia -. їSabe cуmo muriу la primera mujer de Vorkosigan?

— Se suicidу. Se disparу un arco de plasma a la cabeza — respondiу ella sin vacilar.

— Segъn los rumores йl la asesinу. Por adulterio. Tenga cuidado, betanesa. — Su sonrisa ya se habнa vuelto completamente бcida.

— Sн, tambiйn sabнa eso. En este caso, los rumores no son ciertos. — Los dos ya habнan abandonado toda apariencia de cordialidad. Cordelia sentнa que junto con ello, comenzaba a perder el control de sн misma. Se inclinу adelante y bajу la voz -. їUsted sabe por quй muriу Vorrutyer?

Vordarian no pudo evitar inclinarse hacia ella, interesado.

— No…

— Tratу de herir a Aral a travйs de mн. Eso me resultу… irritante. Quisiera que usted dejase de tratar de irritarme, conde Vordarian. Me temo que logre su cometido. — Su voz se transformу en un susurro -. Usted tambiйn debe temerlo.

El aire condescendiente de Vordarian habнa dado paso a la cautela. Hizo un gesto rбpido con las manos a modo de despedida y se retirу.

— Seсora — dijo, alejбndose con una mirada nerviosa.

Ella lo mirу con el ceсo fruncido. Vaya. ЎQuй diбlogo tan extraсo! їQuй habнa esperado? їPillarla por sorpresa con ese antiguo dato? їVordarian imaginaba realmente que ella irнa a reclamarle a su esposo por su mal gusto para escoger compaснas, veinte aсos atrбs? їUna ingenua barrayaresa reciйn casada hubiese sufrido un ataque de histeria? No la seсora Vorpatril, cuyo entusiasmo social ocultaba un бcido discernimiento; no la princesa Kareen, cuya ingenuidad habнa sido destruida hacнa mucho por ese sбdico de Serg.

Vordarian disparу, pero no dio en el blanco. Entonces pensу con mбs frialdad: їYa habrб hecho lo mismo, en otra ocasiуn? Aquйl no habнa sido un diбlogo social normal, ni siquiera segъn el modelo machista barrayarйs. O tal vez sуlo estaba borracho. De pronto Cordelia tuvo ganas de hablar con lllyan. Cerrу los ojos, tratando de aclarar su mente confundida.

— їTe encuentras bien, cariсo? — murmurу la voz preocupada de Aral en su oнdo -. їNecesitas tu medicaciуn para las nбuseas?

Cordelia abriу los ojos. Allн estaba йl, sano y salvo a su lado.

— Oh, estoy bien. — Lo cogiу del brazo con suavidad -. Sуlo pensaba.

— Nos esperan para cenar.

— Vamos. Serб bueno sentarse. Tengo los pies hinchados.

Aral pareciу querer alzarla en sus brazos y llevarla a la mesa, pero entraron normalmente en el salуn y se reunieron con las otras parejas. Se acomodaron ante una mesa elevada y un poco apartada de las demбs, junto con Gregor, Kareen, Piotr, el lord Guardiбn de los Portavoces y su mujer, y el primer ministro Vortala. Ante la insistencia de Gregor, Droushnakovi se sentу con ellos; el niсo parecнa muy feliz de ver a su antigua guardaespaldas.