їMe he llevado a tu compaсera de juegos, pequeсo?, pensу Cordelia con remordimiento. Eso parecнa. Gregor comenzу a negociar con Kareen para que Drou fuese allн una vez por semana a darle «lecciones de judo». Acostumbrada al ambiente de la residencia, Drou no parecнa tan intimidada como Koudelka, quien parecнa algo tenso tratando de disimular su torpeza.
Cordelia se encontrу sentada entre Vortala y el Portavoz, con quienes mantuvo una conversaciуn razonablemente cуmoda; Vortala resultaba encantador con su estilo directo. Cordelia probу un poco de todos los alimentos elegantemente servidos, exceptuando las tajadas de un bovino asado, presentado entero. Por lo general era capaz de no pensar en el hecho de que las proteнnas barrayaresas no eran criadas en cubas, sino extraнdas de verdaderos animales muertos. Se habнa enterado de sus primitivas prбcticas culinarias antes de viajar allн, despuйs de todo, y ya habнa probado la carne animal en misiones de Estudios Astronуmicos. Los barrayareses aplaudieron a la bestia decorada con frutas y flores. Al parecer, la encontraban apetitosa, no horrible, y el cocinero que la habнa seguido con ansiedad se inclinу en una reverencia. Los primitivos circuitos olfativos en el cerebro de Cordelia debieron convenir en que el aroma era delicioso. Vorkosigan se sirviу una porciуn casi cruda. Cordelia bebiу agua.
Despuйs del postre y de algunos brindis formales ofrecidos por Vortala y Vorkosigan, al fin el pequeсo Gregor se fue a la cama acompaсado por su madre. Kareen hizo seсas a Cordelia y a Droushnakovi para que la siguiesen. Cordelia sintiу que la tensiуn de sus hombros se aflojaba cuando abandonaron el gran salуn para subir a las silenciosas habitaciones del emperador.
Gregor fue despojado de su pequeсo uniforme y vestido con un pijama, con lo cual dejу de ser un icono para convertirse de nuevo en un niсo. Drou lo acompaсу a cepillarse los dientes y acabу accediendo a jugar «sуlo una vez» a algo a lo cual solнan jugar a la hora de acostarse. Kareen lo permitiу con indulgencia, y despuйs de besar a su hijo se retirу con Cordelia a un salуn contiguo suavemente iluminado. Las ventanas estaban abiertas y por ellas entraba una fresca brisa nocturna. Las dos mujeres se sentaron con un suspiro y se relajaron; en cuanto vio que Kareen se quitaba los zapatos, Cordelia la imitу. Desde los jardines llegaba el sonido apagado de voces y risas.
— ї Hasta cuбndo se prolongarб la fiesta? — preguntу Cordelia.
— Hasta el amanecer, para los que aguanten mбs que yo. Me retirarй a la medianoche, despuйs de lo cual se comenzarб a beber en serio.
— Algunos ya parecнan haberlo tomado bastante en serio.
— Por desgracia. — Kareen sonriу -. Antes de que haya finalizado la noche, podrб ver lo mejor y lo peor de los Vor.
— Me lo imagino. Me sorprende que no hayan importado drogas menos letales para animar el espнritu.
La sonrisa de Kareen se tornу irуnica.
— Pero las riсas entre borrachos son una tradiciуn. — Suavizу su tono de voz -. En realidad, esas cosas estбn entrando, al menos en las ciudades con bases de lanzamiento. Como de costumbre, en lugar de sustituir nuestras antiguas costumbres les agregamos otras nuevas.
— Tal vez sea la mejor manera. — Cordelia frunciу el ceсo. їCуmo lo preguntarнa con delicadeza…? — їEl conde Vidal Vordarian es de los que acostumbran a emborracharse en pъblico?
— No. — Kareen alzу la vista hacia ella -. їPor quй lo pregunta?
— He mantenido una conversaciуn muy peculiar con йl. Pensй que una sobredosis de etanol podrнa explicarla. — Recordу la mano de Vordarian posada suavemente sobre la rodilla de la princesa, casi como una caricia нntima -. їLo conoce bien? їQuй opiniуn tiene de йl?
— Es rico… y orgulloso — dijo la princesa -. Permaneciу leal a Ezar durante las ъltimas intrigas de Serg. Leal al imperio y a la clase de los Vor. En el distrito de Vordarian hay cuatro importantes ciudades industriales, ademбs de bases militares, depуsitos de provisiones, la principal base de lanzamiento militar. Sin duda su zona es la de mayor relevancia econуmica de todo Barrayar. La guerra apenas la rozу. Ubicamos allн nuestras primeras bases espaciales porque aprovechamos instalaciones construidas y abandonadas por los cetagandaneses, y a partir de entonces se iniciу el desarrollo econуmico.
— Eso es… interesante — dijo Cordelia -. Pero me preguntaba cуmo serнa personalmente. їA usted le gusta?
— En una йpoca — dijo Kareen lentamente -, me preguntй si Vidal serнa lo bastante poderoso para protegerme de Serg cuando Ezar muriera. A medida que Ezar empeoraba, decidн que serнa mejor ocuparme de mi propia defensa. No parecнa estar ocurriendo nada, y nadie me decнa una palabra.
— Si Serg hubiese llegado a ser emperador, їcуmo podrнa haberla defendido un simple conde? — preguntу Cordelia.
— Tendrнa que haberse convertido en… algo mбs. Vidal tenнa ambiciones y era un patriota. Dios sabe que si Serg hubiese vivido, podrнa haber destruido a Barrayar. Quizб Vidal nos hubiera salvado. Pero Ezar me asegurу que no tenнa nada que temer. Luego Serg muriу antes que йl y… y desde entonces he dejado que las cosas se enfriaran con Vidal.
Cordelia se frotу el labio inferior con expresiуn algo ausente.
— Oh. Pero… personalmente, їa usted le gusta? їLe agradarнa retirarse de los asuntos imperiales como condesa Vordarian algъn dнa?
— ЎOh! Ahora no. El padrastro del emperador serнa un hombre demasiado poderoso enfrentado al regente. Una polaridad peligrosa, si no llegan a una alianza o a un equilibrio exacto. O si no estбn combinados en una sola persona.
— їCуmo convertirse en el suegro del emperador? — Sн, exactamente.
— Me resulta muy difнcil comprender esta forma de transmitir el poder. Pero usted tiene algъn derecho propio para reclamar el imperio, їverdad?
— Йsa serнa una decisiуn de las fuerzas armadas. — Kareen se alzу de hombros y bajу la voz -. Es como una enfermedad, їno? Estoy demasiado cerca, he sido tocada, infectada… Gregor es mi ъnica posibilidad de supervivencia. Y tambiйn mi prisiуn.
— їNo desea tener una vida propia?
— No. Sуlo quiero seguir con vida.
Cordelia se reclinу, perturbada.
ї Serg te ha enseсado ano agraviar?
— — їVordarian lo ve del mismo modo? Me refiero a que el poder no es lo ъnico que usted tiene para ofrecer. Creo que subestima sus atractivos personales.
— En Barrayar el poder es lo ъnico que importa. — Su expresiуn se tornу distante -. Admito que una vez le pedн al capitбn Negri que me entregara un informe acerca de Vidal. Normalmente йl utiliza a sus cortesanas.
Para Cordelia, esta frase no era precisamente una confesiуn de amor sin lнmites. Sin embargo, lo que habнa visto en los ojos de Vordarian un rato antes no era sуlo el deseo de poder, hubiese podido jurarlo. їLa designaciуn de Aral como regente habrнa venido a estropear por mala suerte los galanteos de Vordarian? їEso explicarнa el rencor de tinte sexual que habнa percibido en йl?
Droushnakovi regresу de puntillas.
— Se ha quedado dormido — susurrу con afecto. Kareen asintiу y echу la cabeza hacia atrбs en un momento de descanso, hasta que un mensajero de librea Vorbarra se acercу a ella para decir:
— їQuerrнais iniciar el baile con milord regente, seсora? Os aguardan.
їUna invitaciуn o una orden? Con la voz inexpresiva del criado, sonaba mбs a una obligaciуn siniestra que a algo divertido.
— La ъltima tarea de la noche — le asegurу Kareen a Cordelia mientras ambas se calzaban los zapatos. Los de Cordelia parecнan haberse encogido dos nъmeros desde el comienzo de la velada. Cojeando, abandonу el salуn detrбs de Kareen, ambas seguidas por Drou.
En la planta baja habнa una enorme sala con pavimento de marqueterнa en madera multicolor, con diseсos de flores, enredaderas y animales. En Colonia Beta la lustrosa superficie se hubiese exhibido en la pared de un museo; esta gente increнble bailaba sobre ella. La mъsica estaba suministrada por una orquesta en vivo al estilo barrayarйs, escogida mediante una reсida competencia entre los integrantes de la Banda Imperial. Hasta los valses tenнan un ligero parecido con una marcha. Aral y la princesa fueron introducidos, y йl la condujo para dar un par de vueltas alrededor del salуn en una danza formal donde ambos debнan dar los mismos pasos, con las manos alzadas pero sin llegar a tocarse. Cordelia estaba fascinada. Nunca habнa imaginado que Aral fuese capaz de bailar. Esto pareciу completar los requisitos sociales y otras parejas salieron a la pista. Aral regresу a su lado con expresiуn animada.
— їBailamos, seсora?
Despuйs de la cena hubiese preferido una siesta. їCуmo lograba mantener esa alarmante hiperactividad? Cordelia sacudiу la cabeza y sonriу.
— No sй cуmo.
— Ah. — En lugar de ello comenzaron a caminar -. Yo podrнa enseсarte — le ofreciу Aral mientras salнan a las terrazas que se fundнan con los jardines. Allн fuera estaba fresco y oscuro, con excepciуn de unas pocas luces de colores para impedir que la gente tropezase en los senderos.