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— Creo que Kou querнa probarse a sн mismo. Pero su remordimiento era sincero.

— Sincero, pero un poco presuntuoso. Creo que ya lo hemos mimado demasiado debido a sus dificultades. Tal vez sea hora de darle una buena patada en el trasero.

Aral dejу caer los hombros con fatiga.

— Estб en deuda con ella, no cabe duda. Pero yo no puedo ordenarle que cambie su actitud. No servirб de nada si no lo hace por iniciativa propia.

Cordelia estuvo de acuerdo.

Cordelia no notу que faltaba algo en su pequeсo mundo hasta el almuerzo.

— їDуnde estб el conde? — le preguntу a Aral al ver que el ama de llaves sуlo habнa puesto la mesa para dos personas, en una sala del frente con vista al lago. El dнa era muy frнo. La niebla matinal se habнa elevado para formar nubes bajas y grises, y soplaba un viento helado. Cordelia se habнa puesto una vieja chaqueta negra de Aral sobre la blusa floreada.

— Me dijo que irнa a las caballerizas a ver cуmo entrenaban a uno de sus animales — respondiу Aral, quien tambiйn observу la mesa con inquietud.

El ama de llaves acababa de entrar con la sopa.

— No, seсor. Se fue en un vehнculo terrestre esta maсana, con dos de sus hombres.

— Oh. Discъlpame.

Aral se levantу y abandonу la habitaciуn en direcciуn al pasillo trasero. En la parte posterior de la casa, uno de los depуsitos habнa sido convertido en un centro de comunicaciones, con una consola de alta seguridad y un guardia de Seguridad Imperial en la puerta. Los pasos de Aral resonaron por el pasillo en aquella direcciуn.

Cordelia tomу una cucharada de sopa, que bajу por su garganta como plomo lнquido, dejу a un lado la cuchara y aguardу. Oнa la voz de Aral en el silencio de la casa, y las respuestas de sonido algo electrуnico en la voz de un desconocido, demasiado apagadas para que pudiese distinguir las palabras. Despuйs de lo que a ella le pareciу una eternidad, a pesar de que la sopa aъn estaba caliente, Aral regresу con el rostro sombrнo.

— їFue allн? — le preguntу Cordelia -. їAl Hospital Militar?

— Sн. Estuvo y se fue. No te preocupes. — Estaba muy serio.

— їQuieres decir que el bebй estб bien?

— Sн. Se le negу el acceso, discutiу un rato y se marchу. Nada mбs. — Comenzу a tomarse la sopa.

El conde regresу unas horas despuйs. Cordelia escuchу el zumbido de su vehнculo que se detuvo en el extremo norte de la casa, una pausa, una cubierta que se abrнa y se cerraba, y el coche que continuaba su marcha hacia los garajes situados sobre la colina, cerca de las caballerizas. Ella estaba sentada con Aral en la habitaciуn del frente, con las grandes ventanas nuevas. Йl estaba absorto en cierto informe gubernamental en su visor manual, pero al escuchar que se cerraba la cubierta pulsу «pausa» y aguardу con ella mientras unos pasos se acercaban rбpidamente por la escalinata principal. La expresiуn de Aral estaba tensa y preocupada. Cordelia se reclinу en el sillуn y tratу de controlar sus nervios.

El conde Piotr entrу en la habitaciуn y se plantу en la puerta. Iba vestido formalmente con su antiguo uniforme con las insignias de general.

— Estбis aquн. — El hombre de librea que lo seguнa les dirigiу una mirada inquieta y se retirу sin esperar que lo despidiesen. El conde Piotr ni siquiera se dio cuenta de ello.

Piotr se concentrу primero en Aral.

— Tъ. Te has atrevido a humillarme en pъblico. A tenderme una trampa.

— Tъ mismo te has humillado, me temo. Si no hubieras cogido por ese camino, no te habrнas encontrado con esa trampa.

Piotr digiriу sus palabras. Las arrugas de su rostro se profundizaron. La ira y la vergьenza luchaban contra el orgullo. Parecнa avergonzado como los que se saben equivocados.

Duda de sн mismo, notу Cordelia. Un hilo de esperanza. No perdamos ese hilo; puede ser nuestra ъnica guнa para salir de este laberinto.

El orgullo predominу.

— En realidad yo no tendrнa por quй hacer esto — gruсу Piotr -. Es tarea de mujeres custodiar nuestro genoma.

— Fue tarea de mujeres en la Era del Aislamiento — replicу Aral en tono sereno -. Cuando la ъnica respuesta a la mutaciуn era el infanticidio. Ahora hay otras salidas.

— Quй sensaciуn tan extraсa debieron de tener esas mujeres respecto a sus embarazos, sin saber jamбs si al llegar a tйrmino se encontrarнan con la vida o con la muerte — reflexionу Cordelia. Un sorbo de esa copa a ella le habнa bastado para toda la vida, y sin embargo las mujeres barrayaresas la habнan vaciado hasta el fondo una y otra vez… lo extraсo no era que sus descendientes tuviesen una cultura caуtica; lo raro era que no fuese completamente demente.

— Nos defraudas a todos nosotros con tu incapacidad para controlarla a ella — dijo Piotr -. Crees que serбs capaz de dirigir un planeta, y ni siquiera puedes dirigir tu casa.

Aral esbozу una sonrisa amarga.

— Ya lo creo que es difнcil de controlar. Se me escapу en dos ocasiones. Su regreso voluntario todavнa me sorprende.

— ЎCumple con tu deber! Hacia mн como tu conde, aunque no sea como tu padre. Me debes lealtad bajo juramento. їPrefieres obedecer a esta mujer de otro planeta antes que a mн?

— Sн. — Aral le mirу a los ojos, y su voz se transformу en un susurro -. Йse es el orden natural de las cosas. — Piotr recibiу el impacto, y Aral aсadiу con frialdad -: Intentar desviar la cuestiуn de infanticidio a obediencia no te ayudarб. Tъ mismo me enseсaste a utilizar esa retуrica engaсosa.

— En los viejos tiempos, hubieses decapitado por una insolencia menor.

— Sн, la situaciуn presente es un poco peculiar. Como heredero de un conde, mis manos se encuentran entre las tuyas. Pero como tu regente, tus manos estбn entre las mнas. Un punto muerto. En los viejos tiempos habrнamos roto el empate con una bonita guerra. — Aral le sonriу, o al menos descubriу sus dientes.

La mente de Cordelia giraba. Hoy, ъnico espectбculo: La Fuerza Irresistible contra el Objeto Inamovible. Compren sus entradas.

La puerta del pasillo se abriу, y el teniente Koudelka asomу la cabeza con nerviosismo.

— їSeсor? Disculpe la interrupciуn. Tengo problemas con la consola.

— їQuй clase de problemas, teniente? — preguntу Vorkosigan, haciendo un esfuerzo para prestarle atenciуn -. їLa intermitencia?

— Simplemente no funciona. — Estaba bien hace unas horas. Revise la instalaciуn elйctrica.

— Ya lo hice, seсor. — Llame a un tйcnico.

— No puedo, sin la consola.

— Ah, sн. Entonces, pнdale al jefe de guardia que se la abra, y vea si el fallo se debe a algo obvio. Si no lo es, solicнtele que llame a un tйcnico con su intercomunicador.

— Sн, seсor. — Koudelka se retirу despuйs de dirigir una mirada preocupada a las tres personas nerviosas que aguardaban a que se fuese.

El conde no estaba dispuesto a renunciar.

— Juro que no lo reconocerй. Pienso desheredar a aquella cosa enlatada del Hospital Militar.

— No me parece una amenaza muy grave. Sуlo podrбs desheredarlo a travйs de mн, mediante una orden imperial, la cual tendrбs que solicitarme humildemente… a mн. — Su sonrisa brillу -. Y por supuesto, yo te la concederнa.

Piotr apretу los dientes. No eran la Fuerza Irresistible y el Objeto Inamovible despuйs de todo, sino la Fuerza Irresistible y un Mar en Movimiento; los golpes de Piotr no lograban dar en el blanco, y pasaban de largo como olas impotentes. El conde luchaba por encontrar un punto de apoyo.

— Piensa en Barrayar. Considera el ejemplo que estбs dando.

— Oh — dijo Aral -. Ya lo he hecho. — Se detuvo unos momentos -. Nosotros nunca hemos sido los ъltimos de la fila. Donde va un Vorkosigan, siempre habrб otros que quieran seguirlo. Tenemos cierto encanto personal… y social.

— Tal vez en la galaxia. Pero nuestra sociedad no puede permitirse este lujo. Apenas sн logramos sobrevivir como estamos. ЎNo podemos cargar con el peso de millones de seres disminuidos!

— їMillones? — Aral alzу una ceja -. Ahora has extrapolado de uno a infinito. Un argumento muy dйbil, indigno de ti.

— Y seguramente — intervino Cordelia con suavidad -, cada individuo sabrб decidir cuбnta carga es capaz de soportar.

Piotr se volviу hacia ella.

— Sн, їy quiйn paga por todo esto, eh? El imperio. El laboratorio de Vaagen cuenta con un presupuesto para realizar investigaciones militares. Todo Barrayar estб pagando para prolongar la vida de tu monstruo.

— Tal vez demuestre ser mejor inversiуn de lo que usted cree — replicу Cordelia.

Piotr soltу un bufido y los mirу a los dos con obstinaciуn.

— Estбis decididos a imponerme esto. En mi casa. No puedo persuadiros de lo contrario, no puedo ordenaros… muy bien. Si estбis tan entusiasmados con los cambios, aquн tenйis uno: no quiero que esa cosa lleve mi nombre. Puedo negaros eso, como mнnimo.

Aral apretу los labios, pero no se moviу. El visor brillaba en sus manos, olvidado. Ni siquiera se habнa permitido apretar los puсos aъn. — Muy bien.

— Lo llamaremos Miles Naismith Vorkosigan entonces — declarу Cordelia, fingiendo calma a pesar de que tenнa revuelto el estуmago -. Mi padre no lo rechazarб. — Tu padre estб muerto — replicу Piotr. Convertido en plasma brillante en un accidente espacial hacнa mбs de una dйcada. Al cerrar los ojos, todavнa veнa su muerte en un estallido color magenta.