— Confнo en que no planearбs defenderla — le dijo Piotr.
— Por supuesto que no — respondiу Vorkosigan con una sonrisa de lobo -. Hassadar serб mi primer obsequio al comodoro Vordarian.
Piotr asintiу con un gesto, satisfecho. A Cordelia la cabeza le daba vueltas. A pesar de lo de Negri, ni Piotr ni Aral parecнan atemorizados. No desperdiciaban ni un movimiento, ni una palabra.
— Tъ — dijo Aral a Piotr en voz baja -, llйvate al niсo. — El conde asintiу con la cabeza -. Reъnete con nosotros… no. Ni siquiera me digas dуnde. Ponte en contacto.
— De acuerdo.
— Llйvate a Cordelia.
Piotr abriу la boca y volviу a cerrarla.
— Ah — dijo solamente.
— Y al sargento Bothari, para que cuide a Cordelia. De momento… Drou se encuentra fuera de servicio.
— Entonces me llevarй a Esterhazy — dijo Piotr.
— Quiero al resto de tus hombres.
— De acuerdo. — Piotr llamу a su asistente Esterhazy y le hablу en voz baja. El hombre partiу a toda prisa colina arriba. Los hombres se dispersaban en todas direcciones, como si las уrdenes se hubiesen ido reproduciendo a travйs de la cadena de mando. Piotr llamу a otro criado de librea, y le pidiу que cogiese su vehнculo terrestre y comenzase a conducir hacia el oeste.
— їHasta dуnde, seсor?
— Hasta donde lo lleve su ingenio. Entonces escape
si puede y vuelva a reunirse con el lord regente, їde
acuerdo?
El hombre asintiу con la cabeza y se marchу a toda
prisa, como Esterhazy.
— Sargento, usted obedecerб a la seсora Vorkosigan como si las уrdenes se las diera yo en persona — le dijo Aral a Bothari.
— Como siempre, seсor.
— Quiero esa aeronave. — Piotr seсalу el vehнculo de Negri, que aunque ya no echaba humo, no parecнa muy seguro a los ojos de Cordelia. Sin duda no era lo mejor para emprender una huida desesperada, eludiendo a cualquier enemigo que pudiese presentarse…
Estб casi en tan buen estado para esto como yo,
pensу.
— Y a Negri — continuу Piotr.
— Йl lo apreciarнa — dijo Aral.
— Estoy seguro de ello. — Piotr se volviу hacia el equipo de primeros auxilios -. Dejadlo, muchachos, ya no sirve de nada. — Entonces les pidiу que cargasen el cuerpo en la aeronave.
Al fin, Aral se volviу hacia Cordelia.
— Querida capitana… — Desde que Negri cayу de la aeronave, Vorkosigan mostraba la misma expresiуn fija en el rostro.
— Aral, їesto ha sido una sorpresa para alguien mбs aparte de mн?
— No querнa preocuparte con ello, cuando estabas tan enferma. — Apretу los labios un momento -. Descubrimos que Vordarian estaba conspirando, en el cuartel general y en todas partes. Sin duda la investigaciуn de Illyan fue muy inspirada. Aunque supongo que los principales jefes de Seguridad deben de tener este tipo de intuiciones. Pero para denunciar a un hombre con el poder y las relaciones de Vordarian, necesitбbamos pruebas contundentes. El Consejo de Condes, como cuerpo, no mira con buenos ojos que el Imperio interfiera con alguno de sus miembros. No podнamos presentarnos ante ellos con una simple sospecha de complot. Pero anoche Negri me llamу diciendo que al fin habнa encontrado una prueba, y que йsta era lo bastante decisiva para ponernos en movimiento. Necesitaba que yo emitiese una orden imperial para arrestar a un conde gobernante de un distrito. Se suponнa que esta noche yo viajarнa a Vorbarr Sultana para supervisar la operaciуn. Evidentemente, Vordarian fue advertido. No tenнa planeado dar el golpe antes de un mes, preferiblemente despuйs de consumado mi asesinato.
— Pero…
— Ahora ve. — La empujу hacia la aeronave -. Las tropas de Vordarian llegarбn en cuestiуn de minutos. Debes irte. No importa lo que tenga bajo su poder, no podrб estar seguro mientras Gregor siga libre.
— Aral… — Su voz sonу como un chillido estъpido; Cordelia tragу saliva para aclararse la garganta helada. Querнa formular mil preguntas, expresar diez mil protestas -. Cuнdate.
— Tъ tambiйn. — Una ъltima luz brillу en sus ojos, pero Vorkosigan ya mostraba un rostro distante, sumido en el ritmo interno de los cбlculos tбcticos. No habнa tiempo.
Aral cogiу a Gregor de los brazos de Drou y susurrу algo al oнdo de la joven; de mala gana, ella se lo entregу. Entonces se apiсaron en la aeronave. Bothari estaba ante los controles y Cordelia viajaba en la parte trasera, junto al cadбver de Negri, con Gregor en el regazo. El niсo estaba muy silencioso, pero temblaba sin cesar. Sus ojos la miraban abiertos de par en par, asustados. Los brazos de Cordelia lo rodearon automбticamente. Йl no la rechazу pero se rodeу el torso con sus propios brazos. Meciйndose con los movimientos del vehнculo, Negri ya no le temнa a nada, y ella lo envidiaba.
— їSabes quй le pasу a tu madre, Gregor? — le murmurу Cordelia.
— Los soldados se la llevaron. — Su voz sonу suave e inexpresiva.
La aeronave sobrecargada se elevу a trompicones y comenzу a avanzar a pocos metros del suelo, ruidosa como una matraca. Cordelia se volviу para observar — їpor ъltima vez? — a Aral a travйs de la cubierta deformada. Йl habнa dado media vuelta hacia la calzada donde sus soldados estaban reuniendo una heterogйnea colecciуn de vehнculos, privados y oficiales.
їPor quй nosotros no nos vamos en uno de йsos? — Cuando haya superado el segundo cerro, sargento, vire a la derecha — le indicу Piotr a Bothari -. Siga el arroyo.
Las ramas golpeaban contra la cubierta, ya que Bothari volaba a menos de un metro sobre el agua y las rocas puntiagudas.
— Aterrice en ese pequeсo espacio y corte la energнa — le ordenу Piotr -. Dejad cualquier objeto cargado de energнa que llevйis. — Йl se deshizo de su cronуmetro y de un intercomunicador. Cordelia extrajo un cronуmetro.
Posando la aeronave junto al arroyo bajo unos бrboles importados de la Tierra, Bothari preguntу: — їEso incluye las armas, seсor? — Sobre todo las armas, sargento. La carga de un aturdidor brilla como una antorcha en el explorador. La cйlula energйtica de un arco de plasma aparece como una maldita hoguera.
Bothari extrajo cuatro armas de su traje, ademбs de otros artнculos ъtiles: un tractor de mano, el intercomunicador, el cronуmetro y un pequeсo aparato de diagnуstico mйdico.
— їEl cuchillo tambiйn, seсor? — їEs vibratorio?
— No, sуlo de acero.
— Consйrvelo. — Piotr se inclinу sobre los controles de la aeronave y comenzу a reprogramar el piloto automбtico -. Todos fuera. Sargento, abra la cubierta a la mitad.
Bothari logrу cumplir la orden introduciendo una piedra en la ranura por donde se deslizaba la cubierta, y se volviу al oнr un ruido entre los бrboles.
— Soy yo — dijo la voz jadeante de Esterhazy. Con sus cuarenta aсos, йste era un jovenzuelo comparado con otros de los canosos veteranos de Piotr, y solнa mantenerse en muy buena forma; debнa haberse apresurado mucho para estar tan cansado -. Ya los tengo, seсor.
Se referнa a cuatro de los caballos de Piotr, atados entre ellos mediante cuerdas unidas a la barra metбlica de la boca, objeto que los barrayareses llamaban «frenos». A Cordelia le parecнa que por tratarse de un transporte tan grande, el sistema de control era bastante limitado. Las grandes bestias se movнan inquietas y sacudнan las tintineantes cabezas, con los ollares rojos y redondos. En medio de la vegetaciуn, sus figuras parecнan imponentes.
Piotr terminу de reprogramar el piloto automбtico.
— Venga Bothari -dijo. Juntos, volvieron a colocar el cuerpo de Negri en el asiento del piloto y le aseguraron el cinturуn. Bothari activу la energнa y saltу al suelo. La aeronave se elevу por el aire, estuvo a punto de chocar contra un бrbol, y regresу en direcciуn al cerro. Mientras la miraba elevarse, Piotr murmurу -: Salъdalo en mi nombre, Negri.
— їAdonde lo envнa? — preguntу Cordelia. ї A Valhalla?
— Al fondo del lago — dijo Piotr con cierta satisfacciуn -. Eso los confundirб.
— їNo lograrбn rastrearla? їSacarla de allн?
— Sн, claro. Pero la he programado para que descienda en la zona donde hay doscientos metros de profundidad. Les llevarб tiempo. Y al principio no sabrбn cuбndo cayу, ni cuбntos cuerpos habнa en el interior. Tendrбn que registrar todo el fondo del lago para asegurarse de que Gregor no se encuentra allн. Ademбs, la evidencia negativa nunca es concluyente. Ni siquiera entonces estarбn seguros. A montar, tropa, debemos ponernos en marcha. — Se dirigiу con paso firme hacia sus animales.
Cordelia lo siguiу, desconfiada. Caballos. їHabнa que considerarlos esclavos, simbiontes o compaсeros de mesa? El que Esterhazy le seсalу medнa un metro sesenta a la altura del lomo. El hombre le colocу las riendas en la mano y se alejу. La montura se encontraba a la altura de su mentуn… їse suponнa que debнa levitar hasta allб arriba? A esa distancia el caballo parecнa mucho mбs grande que cuando pastaba a lo lejos. La piel parda del lomo se estremeciу.
Oh Dios, me han dado uno defectuoso. Esta sufriendo convulsiones. Un pequeсo gemido escapу de sus labios.