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— Y yo que me temнa que cuando el almirante llegara aquн no tendrнamos nada que hacer, aparte de esas cenas mortalmente aburridas para el Estado Mayor.

Al fin llegу el dнa y la hora de la boda. En el suelo del salуn habнa un gran cнrculo de sйmola coloreada, acompaсado por una estrella con un nъmero variable de puntas una para cada padre o testigo principal. En este caso eran cuatro. Segъn la costumbre barrayaresa, las parejas se casaban a sн mismas, pronunciando sus votos en el interior del cнrculo, sin necesidad de un sacerdote o un magistrado. Un asistente permanecнa fuera del cнrculo y leнa el texto para que la pareja lo repitiese. Esto permitнa prescindir de esfuerzos mentales mayores, tales como el aprendizaje de memoria por parte de la pareja. Los contrayentes ni siquiera tenнan que utilizar la coordinaciуn motora, ya que cada uno contaba con un amigo que lo conducнa al interior del cнrculo. Todo era muy prбctico, decidiу Cordelia, y tambiйn esplйndido.

Con una sonrisa y una reverencia, Aral situу a Drou en su punta de la estrella como si depositase un ramo, y luego fue a ocupar su propio lugar. Lady Vorpatril habнa insistido en que Cordelia se hiciese confeccionar ropa adecuada para la ocasiуn, y el vestido elegido era amplio y largo en azul y blanco, con adornos en flores rojas a juego con el uniforme de desfile de Aral, rojo y azul. El padre de Drou, muy nervioso y henchido de orgullo, tambiйn vestнa su uniforme rojo y azul. Cordelia solнa asociar a los militares con el totalitarismo, y le resultaba extraсo imaginarlos como punta de lanza del igualitarismo en Barrayar. Era el obsequio de cetagandaneses, decнa Aral; su invasiуn habнa obligado a promocionar el talento sin preocuparse por el origen, y a partir de entonces la sociedad barrayaresa seguнa siendo barrida por las oleadas del cambio.

El sargento Droushnakovi era un hombre mбs bajo y delgado de lo que Cordelia habнa esperado. Los genes maternos, una mejor nutriciуn, o una mezcla de los dos factores, habнan hecho que todos sus hijos fuesen mбs altos que йl. Los tres hermanos, desde el capitбn hasta el cabo, habнan recibido permiso militar para poder asistir a la ceremonia, y se encontraban en el cнrculo mбs amplio de los otros testigos junto con la emocionada hermana menor de Kou. La madre de йste se encontraba en la ъltima punta de la estrella, entre llantos y sonrisas, con un vestido azul tan perfecto que Cordelia supuso que, de alguna manera, Alys Vorpatril tambiйn habнa logrado llegar hasta ella.

Koudelka entrу primero, apoyado en su bastуn con funda nueva y en Bothari. El sargento vestнa la versiуn mбs reluciente de la librea marrуn y plata de Piotr, y trataba de ayudar murmurando sugerencias terribles como «Si le vienen ganas de vomitar, baje la cabeza». La sola idea hizo que el rostro de Kou se volviera mбs verdoso aъn, de forma que contrastaba extraordinariamente con el uniforme rojo y azul que, sin lugar a dudas, Alys Vorpatril hubiese desaprobado.

Las cabezas se volvieron cuando apareciу la novia. Alys habнa tenido toda la razуn al elegir el vestido de Drou. La joven avanzу graciosa, en una perfecta combinaciуn de formas: seda marfil, cabello dorado, ojos azules, flores blancas, azules y rojas. Sуlo cuando se detuvo junto a Kou, quedу en evidencia lo alto que debнa de ser йl. Alys Vorpatril, en gris y plateado, dejу a Drou en la orilla del cнrculo con un gesto parecido al de una diosa cazadora que liberara a un halcуn blanco para que partiese volando y fuera a posarse en los brazos extendidos de Kou.

Kou y Drou lograron pronunciar sus votos sin tartamudear ni desmayarse, y disimularon la vergьenza que sintieron ante la declaraciуn pъblica de sus despreciados nombres de pila: Clement y Ludmilla.

Entonces, como testigo principal, Aral rompiу el cнrculo deslizando una bota sobre la sйmola y los dejу salir. La fiesta comenzу con mъsica, baile, comida y bebida.

El banquete estuvo increнble, la mъsica muy animada y la bebida… tradicional. Despuйs de la primera copa del excelente vino enviado por Piotr, Cordelia se acercу a Kou y le murmurу algunas palabras acerca de ciertas investigaciones betanesas segъn las cuales el etanol tenнa efectos perjudiciales sobre las funciones sexuales. Despuйs de oнrla, Kou se marchу al lavabo.

— Eres una mujer cruel — le susurrу Aral al oнdo, riendo.

— Para Drou no lo soy — respondiу ella.

Cordelia fue presentada formalmente a los hermanos, ahora cuсados, quienes la miraron con ese respeto reverencial que le hacнa apretar los dientes. De todas formas, relajу la mandнbula cuando el padre hizo callar a uno de ellos para permitir que la novia hiciese cierto comentario sobre las armas de fuego.

— Cбllate, Jos — le dijo el sargento Droushnakovi a su hijo -. Tъ nunca has manejado un disruptor nervioso en combate. — Drou parpadeу, y luego sonriу con un brillo en la mirada.

Cordelia aprovechу la ocasiуn para charlar un momento con Bothari, a quien veнa en raras ocasiones ahora que Aral habнa abandonado la casa de Piotr.

— їCуmo se encuentra Elena ahora que ha vuelto? їLa seсora Hysopi ya se ha recuperado de todo lo ocurrido?

— Estбn bien, seсora. — Bothari inclinу la cabeza y casi sonriу -. Los visitй hace cinco dнas, cuando el conde Piotr viajу para visitar a sus caballos. Elena ya ha empezado a gatear. Si la dejas un momento, al volver ya no la encuentras donde la habнas dejado. — Frunciу el ceсo -. Espero que Karla Hysopi se mantenga alerta.

— Cuidу perfectamente bien a Elena durante la guerra de Vordarian. Supongo que le resultarб igual de fбcil vigilar sus gateos. Es una mujer valiente. Deberнa encontrarse en la fila para recibir una de esas medallas que estбn entregando.

— No creo que signifiquen mucho para ella — respondiу Bothari.

— Hum. Espero que entienda que puede llamarme siempre que necesite algo. En cualquier momento.

— Sн, seсora. Pero nos las arreglamos bien por ahora. — Hubo un cierto destello de orgullo en sus palabras -. En invierno Vorkosigan Surleau es un lugar muy tranquilo. Limpio. Me parece el sitio ideal para un bebй. — No es como el lugar donde yo crecн, casi le oyу decir Cordelia -. Yo quiero que tenga todo lo mejor. Hasta el padre.

— їY usted, cуmo se encuentra?

— La nueva medicina es mejor. Ya no tengo la cabeza llena de bruma como antes. Y duermo toda la noche. Aparte de eso, no conozco sus efectos.

Bothari parecнa relajado y sereno, casi libre del aspecto siniestro que siempre lo acompaсaba. De todos modos, fue la primera persona en el salуn que observу la mesa del bufet y preguntу:

— їSe supone que todavнa debe andar por ahн despierto?

Vestido con su pijama, Gregor se escurrнa junto a la mesa, tratando de pasar inadvertido y hurtar algunos comestibles antes de que lo descubrieran y volvieran a llevбrselo. Cordelia llegу a йl primero, antes de que un invitado desprevenido lo empujara o los aterrados guardaespaldas que esa noche ocupaban el lugar de Drou volvieran a capturarlo. Detrбs de los guardias venнa Illyan, con el rostro blanco como un papel. Afortunadamente para el corazуn de Illyan, Gregor sуlo habнa desaparecido formalmente durante unos sesenta segundos. El niсo se encogiу contra la falda de Cordelia cuando los agitados adultos se abalanzaron sobre йl.

Drou, quien habнa notado que Illyan hablaba por el intercomunicador, palidecнa y se ponнa en marcha, se acercу de inmediato a preguntar quй ocurrнa.

— їCуmo logrу salir? — gruсу Illyan a los guardianes de Gregor, quienes balbucearon algo inaudible como «Creн que estaba dormido» y «No le he quitado los ojos de encima».

— Йl no ha salido — intervino Cordelia con dureza -. Йsta es su casa. Al menos deberнan permitirle caminar por las estancias… si no, їpara quй tienen todos esos guardias apostados en los muros?

— Droushie, їno puedo venir a tu fiesta? — preguntу Gregor con tono quejumbroso, buscando desesperadamente una autoridad por encima de la de Illyan.