— Podrнa haber elegido algo mejor. Menudo mutante. Seguramente, y dado que es el regente, Vorkosigan puede elegir entre lo mejor del Servicio.
Cordelia sintiу tanto dolor ante aquella observaciуn que fue como si hubiera recibido un golpe fнsico. El capitбn lord Vorpatril apenas pareciу notarlo. Lo habнa oнdo, pero permanecнa atento a lo que ocurrнa abajo, donde se pronunciaban los votos. Sorprendentemente, Droushnakovi se ruborizу y volviу la cabeza.
Cordelia se inclinу adelante. Las palabras bullнan en su interior, pero escogiу sуlo unas pocas y las lanzу en su mбs frнo tono de capitana.
— Comandante… Y usted… quienquiera que sea. — Ambos se volvieron hacia ella, sorprendidos por la interrupciуn -. Para su informaciуn, el caballero de quien hablaban es el teniente Koudelka. Y no existe ningъn oficial mejor al servicio de nadie.
Los dos hombres la miraron con irritaciуn y desconcierto.
— Creo que йsta era una conversaciуn privada, seсora — protestу el comandante con rigidez.
— Estoy de acuerdo — replicу ella con la misma rigidez, todavнa furiosa -. Les ruego que me disculpen por escucharla, aunque era inevitable. Pero por esa vergonzosa observaciуn sobre el secretario del almirante Vorkosigan, son ustedes quienes deben disculparse. Ha sido un oprobio al uniforme que ambos visten y al servicio del emperador que ambos comparten. — Cordelia estaba temblando. Tienes una sobredosis de Barrayar. Contrуlate.
Al escuchar sus palabras, Vorpatril se volviу sobresaltado.
— Bueno, bueno — tratу de calmarla -, їquй es…?
El comandante se volviу hacia йl.
— Oh, capitбn Vorpatril, seсor. No lo habнa reconocido. Eh… — Seсalу con impotencia a su atacante pelirroja como diciendo: «їEsta dama le acompaсa? En ese caso, їno puede tenerla bajo control?» -. No hemos sido presentados, seсora — agregу con frialdad.
— No, pero yo no ando por ahн dando la vuelta a las piedras para ver quiйn vive debajo. — De inmediato Cordelia comprendiу que se habнa extralimitado. Con dificultad, logrу controlar su ira. No era el mejor momento para que Vorkosigan se hiciese nuevos enemigos. Vorpatril asumiу su responsabilidad como escolta y comenzу:
— Comandante, usted no sabe quiйn… — No, no nos presente, lord Vorpatril — lo interrumpiу Cordelia -. La situaciуn se volverнa aъn mбs incуmoda para ambos. — Se presionу el entrecejo con el pulgar y el нndice, cerrу los ojos y buscу unas palabras conciliatorias. Y yo que solнa enorgullecerme de saber controlar mi carбcter. Volviу a mirar sus rostros furiosos -. Comandante. Milord. — Dedujo correctamente el tнtulo del joven por la referencia a su padre, sentado entre los condes -. Mis palabras han sido apresuradas y groseras, y deseo retirarlas. No tenнa derecho a hacer comentarios sobre una conversaciуn privada. Con humildad, les presento mis disculpas.
— Me parece lo correcto — replicу el joven lord. Su hermano tenнa mбs dominio de sн mismo y dijo de mala gana:
— Acepto sus disculpas, seсora. Presumo que el teniente debe de ser un familiar suyo. Le ruego me perdone si pensу que lo insultбbamos.
— Yo tambiйn acepto sus disculpas, comandante. Aunque el teniente Koudelka no es un familiar, sino el segundo de mis mбs queridos… enemigos. — Guardу silencio e intercambiaron una mirada. La de ella fue irуnica; la de йl, de confusiуn -. No obstante, quisiera pedirle un favor. No permita que semejante comentario llegue a oнdos del almirante Vorkosigan. Koudelka fue uno de sus oficiales a bordo del General Vorkraft, y resultу herido mientras lo defendнa durante ese motнn polнtico del aсo pasado. Lo quiere como a un hijo.
El comandante se estaba calmando, aunque Droushnakovi todavнa parecнa alguien que tuviera un sabor desagradable en la boca. Йl esbozу un sonrisa.
— їUsted insinъa que me encontrarнa montando guardia en la isla Kyrill?
їQuй era la isla Kyrill? Un puesto de avanzada, distante y desagradable, al parecer.
— Yo… lo dudo. No creo que utilice su cargo para vengarse por una inquina personal. Pero le causarнa un dolor innecesario.
— Seсora.
El comandante ya estaba completamente confundido con aquella mujer de aspecto sencillo, tan fuera de lugar en aquella galerнa resplandeciente. Dio la vuelta hacia su hermano para observar el espectбculo que se desarrollaba debajo, y todos mantuvieron un tenso silencio durante otros veinte minutos, hasta que las ceremonias se interrumpieron para almorzar.
La gente abandonу la galerнa para reunirse con los de abajo en los pasillos del poder.
Cordelia encontrу a Vorkosigan, con Koudelka a su lado, hablando con el conde Piotr y otro anciano con vestimenta de conde. Despuйs de dejarla allн, Vorpatril desapareciу, y Aral la recibiу con una sonrisa fatigada.
— Querida capitana, їte encuentras bien? Quiero que conozcas al conde Vorhalas. El almirante Rulf Vorhalas era su hermano menor. Dentro de unos momentos tendremos que irnos, ya que debemos almorzar con la princesa y el prнncipe Gregor.
El conde Vorhalas se inclinу profundamente sobre su mano.
— Seсora, me siento honrado.
— Conde. Yo… sуlo vi a su hermano unos momentos, pero me dio la impresiуn de que era un hombre muy valioso.
Los de mi bando lo mataron. Cordelia se sintiу incуmoda con su mano en la de йl, pero el conde no parecнa guardarle ningъn rencor personal.
— Gracias, seсora. Todos pensamos lo mismo. Ah, allн estбn los muchachos. Les prometн presentarlos. Evon estб ansioso por tener un lugar en el estado mayor, pero le he dicho que tendrнa que ganбrselo. Ojalб Cari mostrara el mismo interйs por el Servicio. Mi hija enloquecerб de celos. Usted ha causado la decepciуn de todas las jуvenes, їcomprende?
El conde se volviу para reunir a sus hijos. Oh Dios, pensу Cordelia. Tenнan que ser ellos. Los dos hombres que se habнan sentado delante de ella en la galerнa le fueron presentados. Ambos palidecieron y se inclinaron con nerviosismo sobre su mano.
— Pero vosotros ya os conocйis — dijo Vorkosigan -. Os he visto hablando en la tribuna. їQuй discutнais tan animadamente, Cordelia?
— Oh… hablбbamos de geologнa. Y de zoologнa. De buenas maneras. Sobre todo de buenas maneras. Mantuvimos una conversaciуn bastante amplia. Todos hemos aprendido algo con ella, creo. — Esbozу una sonrisa y no moviу ni una pestaсa.
Con un aspecto algo enfermizo, el comandante
Evon Vorhalas dijo:
— Sн. He… he aprendido una lecciуn que nunca olvidarй, seсora.
Vorkosigan continuaba con las presentaciones.
— Comandante Vorhalas, lord Cari; el teniente Koudelka.
Koudelka, cargado con telegramas plбsticos, discos, el bastуn de mando del comandante en jefe de las fuerzas armadas, distinciуn que acababa de ser entregada a Vorkosigan, y su propio bastуn, vacilу sin saber si estrechar las manos o hacer la venia, y logrу que al final se le cayera todo sin hacer ninguna de las dos cosas. Hubo un confusiуn general para recoger los objetos y Koudelka se ruborizу, inclinбndose con torpeza. Droushnakovi y йl posaron la mano sobre su bastуn al mismo tiempo.
— No necesito su ayuda, seсorita — le gruсу Koudelka en voz baja, y ella retrocediу para ubicarse detrбs de Cordelia en una postura rнgida.
El comandante Vorhalas le devolviу algunos de los discos.
— Discъlpeme seсor — dijo Koudelka -. Gracias.
— De nada, teniente. Yo mismo estuve a punto de ser herido por una descarga de disruptores nerviosos. Quedй aterrorizado por ello. Usted es un ejemplo para todos nosotros.
— No… no fue doloroso, seсor.
Cordelia, que sabнa por experiencia personal que esto era una mentira, guardу silencio, satisfecha. Los miembros del grupo comenzaron a despedirse, y ella se detuvo frente a Evon Vorhalas.
— Fue un placer conocerlo, comandante. Puedo predecir que llegarб muy lejos en su carrera… y desde luego, no en direcciуn a la isla Kyrill.