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Entonces, mientras la contemplaba, paralizado y con los ojos muy abiertos, la puerta chirrió y comenzó a abrirse. Dio la vuelta para echar a correr, y gritó muy alto su terror cuando algo lo aferró en un apretón irresistible…

CINCO

No es que Bill no tratara de resistirse, pero era imposible. Se agitó entre las garras de esquelético blancura que lo aferraban, y trató fútilmente de arrancárselas de sus brazos, mientras todo el rato daba débiles gemidos de desesperación, como un borrego apresado por las garras de un águila. Agitándose sin efectividad, fue arrastrado hacia atrás a través del tremendo pórtico que se abrió sin intervención de mano humana.

— Bienvenido… — dijo una voz sepulcral, y Bill se tambaleó cuando el apretón inmovilizador fue soltado, y luego se giró para enfrentarse con el gran robot blanco, ahora inmóvil. Al lado del robot se alzaba un hombrecillo de chaqueta blanca, que llevaba puesta una enorme cabeza monda y una sena expresión.

— No tiene por qué decirme su nombre — dijo el hombrecillo —, a menos que lo desee. Pero yo soy el Inspector Jeyes. ¿Ha venido en busca de asilo?

— ¿Acaso lo ofrece? — preguntó Bill, dubitativo.

— Es un punto interesante, muy interesante — Jeyes se frotó sus arrugadas manos con un sonido seco y áspero —. Pero no debemos meternos ahora en argumentos teológicos, a pesar de lo tentadores que puedan ser, se lo aseguro. Así que creo que lo mejor será que haga una declaración de hecho, sí, realmente. Encontrará asilo aquí… ¿Ha venido para obtenerlo?

Bill, ahora que se había recobrado de su primitiva emoción, estaba comportándose cautelosamente, recordando todos los follones en que se había visto envuelto por abrir su boca.

— Escuche, no sé ni quien es usted ni donde estoy, ni qué me pedirá a cambio de eso del asilo.

— Muy correcto, aunque le aseguro que el error fue mío, ya que le tomé por uno de los desplanados de la ciudad, a pesar de que me doy cuenta de que los harapos que lleva puestos fueron en otro tiempo el uniforme de paseo de un soldado, y que el trozo de latón oxidado en su pecho es lo que resta de una noble condecoración. Bienvenido a Helior, el Planeta Imperial. Y ¿qué tal va la guerra?

— Bien, gracias… Pero ¿a qué viene todo esto?

— Soy el inspector Jeyes, del Departamento Municipal de Limpieza. Puedo ver, y sinceramente espero que perdonará mi indiscreción, que se halla usted en dificultades, mal uniformado, sin Plano, y tal vez hasta le habrá desaparecido su tarjeta de identidad. — Contempló el inquieto agitarse de Bill con ojos astutos, de pájaro —. Pero no tiene por qué ser así. Acepte el asilo. Proveeremos por ustedes, le daremos un buen trabajo, un nuevo uniforme, y hasta una nueva tarjeta de identidad.

— ¡Todo lo que tengo que hacer es convertirme en un barrendero! — resopló Bill.

— Preferimos la apelación de Agentes de Saneamiento — contestó humildemente el inspector Jeyes.

— Ya me lo pensaré — dijo fríamente Bill.

— ¿Puedo ayudarle a llegar a una decisión? — preguntó el inspector, apretando un botón en la pared. El pórtico a la oscuridad total se abrió de nuevo, chirriante, y el robot agarró a Bill y comenzó a empujarle.

— ¡Asilo! — chilló Bill, y luego resopló cuando el robot lo soltó y la puerta se cerró de nuevo —. Iba a pedirlo de todas maneras, no tenía por qué empujarme.

— Un millar de excusas, deseamos que se sienta feliz aquí. Bienvenido al DM de L. Aún corriendo el riesgo de embarazarle, ¿podría preguntarle si necesitará una nueva tarjeta de identidad? Muchos de nuestros reclutas prefieren iniciar una nueva vida aquí en el departamento, y tenemos una vasta selección de tarjetas entre las que pueden escoger. Tiene que recordar que eventualmente acabamos recogiéndolo todo, incluyendo los cadáveres y las papeleras vaciadas, y le sorprendería el número de tarjetas que recogemos de esta forma. Si me hace el favor de entrar en este ascensor…

El DM de L tenía un montón de tarjetas, cajones y cajones de ellas, limpiamente archivadas por orden alfabético. En poco tiempo, Bill encontró una con una descripción que se aproximaba bastante a la suya, emitida a nombre de un tal Wilhelm Stuzzicadenti, y se la enseñó al inspector.

— Muy bien, me alegra contar con usted, Villy…

— Prefiero que me llame Bill.

— …y bienvenido al servicio, Bill. Siempre estamos faltos de personal aquí abajo, y podrá escoger las tareas que desee, sí, realmente, dependiendo naturalmente de su talento y de sus intereses. Cuando piensa en limpieza, ¿qué es lo que le viene a la mente?

— Basura.

El inspector suspiró.

— Esa es la reacción usual, pero había esperado algo mejor de usted. La Basura es una de las cosas con la que nuestra División de Recogida tiene que enfrentarse. También hay Restos, Desperdicios y Porquería. Además, hay los otros departamentos independientes: Limpieza de los Departamentos, Reparación de Cañerías, Investigación, Eliminación de Aguas Residuales…

— Este último suena realmente interesante. Antes de que fuera alistado a la fuerza estaba cursando por correspondencia la carrera de Operador Técnico en Fertilizantes.

— ¡Pero si esto es maravilloso! Tiene que contarme más de eso. Pero antes siéntese, póngase confortable — llevó a Bill hasta un enorme sillón tapizado, y luego se giró para sacar dos recipientes de plástico de un dispensador —, y tómese una refrescante Alco-Sacudida mientras habla.

— No hay mucho que decir, nunca pude terminar mi carrera, y parece que jamás lograré satisfacer mi ambición de toda la vida de trabajar con fertilizantes. Tal vez su Departamento de Eliminación de Aguas Residuales…

— Lo siento, es algo que me destroza el corazón, visto que casi coincide con su especialidad por así decirlo, pero esa es una tarea que no nos da ningún problema, ya que está casi totalmente automatizada. Estamos muy satisfechos de nuestro récord con las aguas residuales porque es realmente grande: debe de haber ciento cincuenta mil millones de personas en Helior…

— ¡Huau!

— …tiene razón, puedo verlo en el brillo de su ojos. Sí, ese es un montón de aguas residuales, y espero en algún momento tener el honor de mostrarle nuestra factoría. Pero recuerde, donde hay aguas residuales tiene que haber comida, y con Helior importando toda su comida tenemos una operación en círculo cerrado que es el sueño de un ingeniero de Saneamiento. Las naves de los planetas agrícolas traen la comida procesada que va a la población, donde sufre lo que podríamos llamar la Cadena de Mando. Nosotros recogemos los efluvios y los procesamos, con los tratamientos usuales, físicos y químicos, bacterias anaerobias y similares… ¿No le estoy aburriendo con todo esto?

— No, por favor… — dijo Bill, sonriendo y secándose una lágrima con el puño —. Es simplemente que me siento tan feliz. Hacía tanto que no tenía una conversación inteligente…

— Ya me lo puedo imaginar; tiene que ser brutal en el servicio. — Le dio una palmada a Bill en el hombro, en un amistoso gesto de bienvenida —. Olvídese de todo eso: ahora está entre amigos. ¿Dónde estábamos? Oh, sí, las bacterias. Entonces hay la deshidratación y la compresión. Producimos uno de los mejores ladrillos de fertilizante condensado de toda la galaxia civilizada, y me enfrentaría con cualquiera que tratase de negarlo…