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Miró a Jeremiah como en busca de apoyo. El anciano apartó la mirada.

– Si queremos abrazarlos, amarlos igual que lo hace Justin, debemos permitirles que se identifiquen con nosotros. Debemos ser más tolerantes con sus costumbres. Debemos pensar en usar métodos que sean más aceptables para ellos.

– ¿Como cuáles? -averiguó Thomas.

– Como abrir el Círculo a encostrados que no se hayan ahogado.

– Ellos nunca serán como nosotros sin ahogarse. Ni siquiera pueden comer nuestra fruta sin escupirla.

Thomas hablaba de la fruta que crecía alrededor de los estanques rojos. Aunque el agua roja era dulce para beber, no tenía valor medicinal conocido. Por otra parte, la fruta que crecía en los árboles alrededor de los estanques rojos era medicinal, y algunas no eran distintas de las del bosque colorido. Unas frutas curaban; otras aportaban nutrientes con un solo mordisco. Otras más producían en las personas una sensación irresistible de amor y alegría; a esta clase la llamaban woromo, la cual se había convertido rápidamente en la más valiosa entre las frutas. Esta fruta en particular tenía un sabor amargo para cualquier encostrado que no hubiera entrado a los estanques rojos.

– Eso es correcto; a ellos no les gusta nuestra fruta -concordó Johan-. Y no pueden ser como nosotros… ese es mi punto. Si no pueden ser como nosotros, entonces podríamos pensar en ser más como ellos.

Thomas no estaba seguro de haberlo oído bien. Johan no sugería que el Círculo cambiara radicalmente lo que Justin había ordenado. Debía haber diferencias sutiles en lo que él estaba sugiriendo.

– Sé que parece extraño, pero consideren las posibilidades -continuó Johan-. Si nos pareciéramos más a ellos, si oliéramos como ellos, si vistiéramos como ellos, si dejáramos de hacer alarde de nuestras diferencias, quizás ellos estarían más dispuestos a tolerarnos. Tal vez hasta vivirían entre nosotros. Podríamos presentarles lentamente las enseñanzas de Justin y ganarlos.

– ¿Y qué acerca del ahogamiento? -preguntó Ronin.

Johan titubeó, luego respondió sin mirar al hombre.

– Quizás si ellos siguieran a Justin en principio, él no les exigiría que se ahogaran de veras -manifestó, luego miró a Ronin-. Después de todo, amar es un asunto del corazón, no de la carne. ¿Por qué no puede alguien seguir a Justin sin cambiar quién es?

Thomas sintió que le acrecentaba el frío en las venas. No porque la sugerencia fuera tan absurda, sino porque tenía tremendo sentido. Parecería que al haber salido del engaño como miembro de las hordas, Johan, más que nadie, se mantendría firme en la doctrina del ahogamiento. Pero el joven ya le había expuesto una vez sus argumentos a Thomas… y la sugerencia la motivaba la compasión de Johan por las hordas.

La sobrevivencia de los mil que habían seguido a Justin dependía de lograr huir de las hordas en cualquier momento. Pero las pequeñas comunidades nómadas se estaban cansando de pasarse la vida huyendo. Thomas no tenía ninguna duda de que algunos de ellos aceptarían esta enseñanza de Johan.

– No participaré en esto -expuso Ronin escupiendo a un lado, agarrando la cartera de cuero y empezando a alejarse-. El Justin que conocí nunca habría aprobado tal blasfemia. ¡Él dijo que nos odiarían! ¿Estás sordo? Nos odiarían.

– Entonces ve ante Justin y pregúntale qué debemos hacer -objetó Johan-. Por favor, no deseo ofender, Ronin. Solo estoy tratando de hacer que las cosas tengan sentido para mí mismo.

– Yo tengo otra manera -declaró William dando un paso adelante y hablando por primera vez.

Todos lo miraron, incluyendo Ronin, quien se había detenido.

– Johan tiene razón. Tenemos un grave problema. Pero en lugar de adoptar las costumbres de las hordas sostengo que sigamos a Justin separándonos de ellas como él mismo sugirió. Me gustaría llevar a mi tribu a lo profundo del desierto.

Esta no era la primera vez que William sugería huir más al interior del desierto, pero nunca había hecho una petición formal al respecto.

– ¿Y cómo puedes seguir la orden de Justin de guiarlas al ahogamiento si te adentras en el desierto? -desafió Ronin.

– Otros pueden llevarlas al ahogamiento. Pero piensa en las mujeres y los niños. ¡Debemos protegerlos!

– Justin los protegerá si lo desea -afirmó Ronin.

Thomas miró a Johan, luego otra vez a William. Ya empezaban a aparecer las primeras fisuras en el Círculo. Por más de un año habían seguido la guía de Ronin sobre la doctrina, como ordenara Justin, pero estos nuevos desafíos probarían el liderazgo del hombre.

¿Qué más les había dicho Justin ese día después de trazar un círculo alrededor de ellos en la arena?

No romper el Círculo.

– ¿Qué está sucediendo aquí? -preguntó Ronin mirándolos-. ¿Estamos olvidando ya por qué vinimos juntos? ¿Por qué es diferente nuestra piel? ¿Estamos olvidando el Gran Romance entre Elyon y su pueblo? ¿Estamos olvidando que somos su novia?

– ¿Su novia? Eso solo es una metáfora -cuestionó William-. Y aun así, somos su novia; no lo son las hordas. Por tanto, propongo que llevemos la novia a lo profundo del desierto y que la ocultemos del enemigo.

– Somos su novia, y también lo será cualquiera que salga de las hordas y nos siga -defendió Ronin-. ¿Cómo oirán alguna vez las hordas el llamado de Elyon al amor si no es por nuestras gargantas?

– ¡Elyon no necesita nuestras gargantas! -respondió gritando William-. ¿Crees que el Creador depende tanto de ti?

– Baja la voz, o despertarás al campamento -terció Thomas, poniéndose de pie; miró a Jeremiah y a Suzan, quienes aún no habían hablado-. Estamos ante una opción peligrosa.

Nadie discrepó.

– Ronin, léenos otra vez este pasaje. El que habla de que nos odiarán.

Ronin metió la mano en la cartera y sacó el libro de historia que Justin les había dado antes de irse. Todos conocían muy bien el libro, pero a veces eran difíciles de entender las enseñanzas que contenía.

Ronin le quitó con cuidado la tela y abrió la portada. Las historias escritas por el Amado. Hojeó las páginas desgastadas y con las esquinas dobladas y encontró el pasaje.

– Aquí está. Escuchen -expresó bajando la voz y leyendo con un tenebroso y habitual respeto-. Si el mundo los aborrece, tengan presente que antes que a ustedes, me aborreció a mí. Si fueran del mundo, el mundo los querría como a los suyos. Pero ustedes no son del mundo, sino que yo los he escogido de entre el mundo. Por eso el mundo los aborrece.

– Las cosas cambian con el tiempo -declaró Johan.

– ¡Nada ha cambiado! -exclamó Ronin, cerrando el libro-. Seguir a Justin podría ser fácil, pero tomar la decisión no lo es. ¿Estás cuestionando su camino?

– Calma -pidió Thomas-. ¡Por favor! Esta clase de división nos destruirá. Debemos recordar lo que sabemos cómo algo seguro. Volvió a mirar a Jeremiah.

– Recuérdanos.

– ¿Como algo seguro?

– Absolutamente seguro.

El anciano hacía que Thomas se acordara de Elijah. Se acarició la larga barba blanca y carraspeó.

– Que Justin es Elyon. Que según el libro de historia, Elyon es padre, hijo y espíritu. Que Justin nos dejó un camino de regreso al bosque colorido a través de los estanques rojos. Que Elyon está cortejando a su novia. Que Justin vendrá pronto por su novia.

– Y que la mayor parte de lo que sabemos respecto de quién es en realidad Justin lo sabemos del libro por medio de metáforas -habló ahora Suzan-. Él es la luz, la vid, el agua que da vida.

Ella hizo señas hacia el libro de historia en manos de Ronin.

– Su espíritu es el viento; él es el pan de vida, el pastor de ovejas que dejaría a todas por el bien de una.

– Bastante cierto -comentó Thomas-. Y cuando el libro nos dice que bebamos su sangre, esto quiere decir que debemos adoptar la muerte de él. Por tanto, ¿cómo podemos ocultarnos huyendo a lo profundo del desierto, o poniendo ceniza y azufre sobre nuestra piel?