Detrás de la ventana de la habitación ya descripta se ve un primer patio, cubierto por plantas de parra que se trepan y enroscan a un tejido de alambre colocado a modo de techo, más allá canteros con rosales y jazmineros, por último una gran higuera que sobrepasa la altura del tapial lindante con un terreno donde se construye el edificio de dos pisos destinado a la nueva Comisaría. Uno de los albañiles de la obra se protege del sol con una boina vasca de la que escapa el pelo rizado, negro como el bigote espeso sobre la boca grande y como los ojos que miran desde los andamios, por entre las ramas de la higuera en dirección al patio de rosales, jazmineros, parrales y ventanas cubiertas por cortinas de gasa blanca con motas verdes.
Agenda 1935
Marzo
Martes 14, Santa Matilde, reina. ¡Agenda vieja y peluda! Hoy te empiezo con una viuda.
Miércoles 15, San César, mártir. Pedí adelanto 15 pesos para regalo vesino viuda, regalo viuda y gastos generales.
Sábado 18, San Gabriel Arcángel. Timba en «La Criolla», pasa Perico con el auto.
Domingo 19, San José. Milonga en el club, convidé a Pepe y a los hermanos Barros, dos bueltas. Me la deben para la próxima.
Miércoles 22, Santa Lea, monja. Cita a las 19, Clarita.
Jueves 23, San Victoriano, mártir. Cita en «La Criolla», Amalia, conseguir coche.
Sábado 25, Anunciación de la Virgen María. Viuda, 2 de la mañana.
Domingo 26, Pascua de Resurrección. Promesa ir Misa con mamá y Celina, 10 hs. (¿en camilla?).
Jueves 30, Beato Amadeo. Cita en «La Criolla», Amalia, pedir coche a Perico. Anular, gripe, pedir Pancho avice Amalia. No, Pancho peligroso, que espere la gorda, sentada para que no se canse.
Abril
Martes 4, San Isidro, mártir. Cobré sueldo menos adelanto ¡ahijuna!
Jueves 6, San Celestino, mártir. Falté trabajo, gripe cama, recaída.
Viernes 7, San Alberto, mártir. Falté trabajo, gripe, cama.
Lunes 10, San Terencio, obispo. Falté trabajo, gripe, levantado entrecasa.
Martes 11, León I, papa. Vuelta al yugo.
Jueves 20, Santa Adalgisa, virgen. ¡Gané $120 timba Club!
Sábado 22, San Anselmo, obispo. Llevar Pancho timba «La Criolla», los Barros me la juraron.
Domingo 23, San Alberto, mártir. Ir salida de Misa, pedir disculpas Clarita. Clarita finiquitada que se haga rogar por su abuela. Juro por mi honor fidelidad viuda, alias la tranquila.
Jueves 27, Santas Ida y Zita. Falté cita viuda, culpa semillón «La Crio lla», Pancho papelón bomitó mesa. Recordar pedir disculpas viuda, alias la buena.
Julio
Viernes 7, Santa Rita. Llega 20:15 tren de Bs. As. con pupilas de vacaciones. Dar vistaso.
Sábado 8, San Adrián, mártir. Milonga Club Social. Prestar guita Pancho timba «La Criolla». Perdió. Me apunté un poroto en el Social.
Domingo 9, Santa María Goretti. Falté cita Misa, imperdonable. La piba más linda del mundo plantada por un pobre desgrasiado. Día entero en casa encerrado, escusa tos. La verdad de la milanesa: ¡qué lindo es dormir hasta las doce!
Lunes 10, San Félix, mártir. ¡La vi! se creyó el cuento de mi hermana ¡gracias Celina! «Se ve que sos serio, preferís quedarte el domingo en casa para curarte el resfrío y trabajar el lunes.» Se ve que sos presiosa…
Jueves 13, San Anacleto, papa. Van tres días que no la veo. Cita viuda 23:30 horas.
Viernes 14, San Buenaventura. ¡Gracias San Buenaventura! La encontré a la salida de la novena. Mabel, Mabel, Mabel, Mabel. A las 22 cita con Celina y su hermanito (un servidor) para cine. La película que menos entendí en toda mi vida.
Sábado 15, San Enrique, emperador. Milonga íntima en casa de Mabel, despedida zaguán. El mundo es mío.
Domingo 16, Virgen del Carmen. Se me volvió a Buenos Aires. Puedo hacerme monja y entrar al internado. ¿Quién me lo impide? Es mi vocasión.
Septiembre
Martes 10, San Casimiro, mártir. Faltan 10 días.
Miércoles 11, San Germán, rey. Faltan 9 días.
Jueves 12, San Serafín, obispo. Faltan 8 días.
Viernes 13, San Eduardo, rey. Faltan 7 días.
Sábado 14, San Calixto, obispo. Faltan 6 días. Me pelaron $ 97 en «La Criolla».
Domingo 15, Santa Teresa, virgen. Cumplir promesa, ir Misa. Faltan 5 días.
Lunes 16, San Gallo, mártir. Faltan 4 días. Cita Amalia en «La Criolla» conseguir auto Perico. Martes 17, Santa Eduvigis, mártir. Faltan 3 días.
Miércoles 18, San Lucas, evangelista. Pasado mañana…
Jueves 19, San Pedro de Alcántara. ¡Mañana!
Viernes 20, Santa Irene, virgen. Tren procedente de Buenos Aires llega 20:15 horas. ¡¡¡Es más linda de lo que me acordaba!!! Nos dimos la mano. Delante de la vieja.
Sábado 21, San Mateo, apóstol. Día de la Primavera, Día de los Estudiantes ¡cómo tardás en llegar! Excursión a picnic en estancia «La Carola».
Cita 7:30 frente Confitería «La Moderna». Celina lleva comida… Soy el ser más felis de la tierra y prometo ante dios comportarme como un hombre de verdad, juro no contarlo a nadie y casarme con ella.
Domingo 22, San Mauricio, mártir. Salida tren 10,30 horas. Qué lejos está diciembre… Me tiró un beso con la mano delante de la madre. A estas horas ya estará en el colegio.
CUARTA ENTREGA
…sus ajos azules muy pandes se abrieron…
Alfredo Le Pera
El día jueves 23 de abril de 1937 el sol salió a las 5:50. Soplaban vientos leves de norte a sur, el cielo estaba parcialmente nublado y la temperatura era de 14 grados centígrados. Nélida Enriqueta Fernández durmió hasta las 7:45, hora en que su madre la despertó. Nélida tenía el pelo dividido en mechones atados con tiras de papel, mantenidos en su lugar por una redecilla negra que ceñía el cráneo entero. Una enagua negra hacía las veces de camisón. Calzó un par de alpargatas viejas sin talonera. Tardó 37 minutos en componer el peinado diario y maquillarse, interrumpida por cinco mates que le alcanzó su madre. Mientras se peinaba pensó en los entredichos del día anterior con la cajera de la tienda, en la inconveniencia de desayunarse con café con leche acompañado de pan y manteca, en la languidez de estómago que habría de sentir a las once de la mañana, en la conveniencia de tener en el bolsillo un paquete de pastillas de menta, en el paso siempre animado y rápido de la caminata a mediodía de vuelta a su casa, en los forcejeos consabidos con Juan Carlos la noche anterior junto al portón de su casa, y en la necesidad de quitar las manchas de barro de sus zapatos blancos con el líquido apropiado. Al maquillarse pensó en las posibilidades seductoras de su rostro y en las distintas opiniones escuchadas sobre el efecto positivo o negativo del sombreado natural de las ojeras. A las 8:30 salió de su casa. Vestía uniforme de algodón azul abotonado adelante, con cuello redondo y mangas largas. A las 8:42 entró en la tienda «Al Barato Argentino». A las 8:45 estaba en su puesto detrás de la mesa de empaquetar, junto a la cajera y su caja registradora. Los demás empleados, veintisiete en total, también se dispusieron a ordenar sus puestos de trabajo. A las 9 horas se abrieron las puertas al público. La empaquetadora compuso su primer paquete a las 9:15, una docena y media de botones para traje de hombre. Entre las 11 y las 12 debió apresurarse para evitar que los clientes esperasen. Las puertas se cerraron a las 12 horas, el último cliente salió alas 12:07. A las 12:21 Nélida entró a su casa, se lavó las manos, notó que su padre -en el galpón del fondo afilando tijeras de podar- la había visto llegar y había agachado la cabeza sin saludarla. Se sentó a la mesa, de espaldas a la cocina a leña. Su padre entró a lavarse las manos en la pileta ocupada por una cacerola sucia y le reprochó que la noche anterior se hubiese despedido de Juan Carlos casi a medianoche, pese al viento frío, conversando junto al portón desde las 22:00. Nélida tomó la sopa sin contestar, su madre sirvió papas hervidas e hígado saltado. Cada uno tomó tres cuartos de vaso de vino. Nélida dijo que la cajera no la había saludado al entrar a la tienda, cortó algunos granos de un racimo de uvas y se recostó en su habitación. Pensó en el gerente de la tienda, en el cuello duro desmontable que usaba siempre, en la vendedora señalada como su amante, en la conveniencia de encontrarlos en el sótano en actitud comprometedora para así poder asegurarles su total discreción y hacerse acreedora a un favor, en el doctor Aschero y su atractiva camisa médica de mangas cortas y martingala en la espalda, en cómo le desfavorecía quitarse la camisa, en el batón de seda china importada de la señora Aschero, en el uniforme gris de la sirvienta Rabadilla, en el frente de la casa del doctor Aschero con zócalo de mármol negro de un metro de altura contrastando con el revoque blanco del resto de la pared, en el frente de ladrillos de la casa de Juan Carlos y en el patio con palmeras que se divisaba desde la calle, en el cuello almidonado de la camisa a rayas de Juan Carlos, en su queja de que el almidón le había irritado la piel del cuello, en su pedido de que ella le besara la piel afectada, en los forcejeos que siguieron, en la posibilidad de que Juan Carlos la abandonara en caso de comprobar que había habido otro hombre en su vida, en la posibilidad de dejar que Juan Carlos lo comprobara sólo pocas semanas antes del casamiento, en la posibilidad de que Juan Carlos lo comprobara la noche de bodas, en la posibilidad de que Juan Carlos la estrangulara en un hotel de Buenos Aires la noche de bodas, en el olor a desinfectante del consultorio del doctor Aschero, en el auto verde oliva del doctor Aschero, en la enferma que salvaron en una chacra, en la luz del sol que entraba por la ventana y no la dejaba conciliar el sueño, en el esfuerzo para levantarse de la cama y cerrar las persianas, en el alivio que significa para la vista la habitación en penumbra. A las 13:30 su madre la despertó con un mate dulce, a las 14 horas ya había recompuesto su arreglo personal, a las 14:13 entraba en la tienda, agitada por la caminata a paso cerrado. A las 14:15 se colocó puntualmente detrás de su mesa de empaquetadora. Descubrió con sorpresa la existencia escasa de papel en rollo mediano, buscó con la vista al gerente, no lo vio, inmóvil pensó en la posibilidad de que el gerente pasara y no la viera en su puesto mientras ella iba a buscar el repuesto necesario al sótano. La cajera no estaba sentada todavía en su banquillo, Nélida bajó corriendo al sótano y no encontró el repuesto. Al volver se enfrentó con el gerente quien inmediatamente llevó la mano a la cintura y desenfundó el reloj de bolsillo con gesto severo. Dijo a Nélida que llegaba tarde a su puesto. Nélida respondió que había ido a buscar algo al sótano y no lo había encontrado, ya en su puesto le mostró el rollo con poco papel. El gerente contestó que había suficiente papel para el día y que si se le terminaba podía usar el rollo grande y calcular el ancho del rollo como si fuera el largo del paquete a hacer. Sin mirar a Nélida agregó que era necesario emplear el ingenio y ante todo estar en su puesto a la hora debida. Esto último lo dijo de espaldas mientras se alejaba, para evitar contestación. A las 14:30 se abrieron las puertas de la tienda. Resultaron fáciles de resolver los paquetes de cortes de género y de artículos de la sección «Mercería Fina» y dificultosos los sombreros. Habitualmente el artículo que Nélida empaquetaba con mayor placer era la oferta especial de una docena de botones tintineantes cosidos a recortes cuadrados de cartón; en cambio temía a las macetas con plantas de la nueva sección anexa «Vivero Siempreverde». Cambió palabras amables con la clienta que observaba halagada su cuidado para no quebrar durante el manipuleo del empaquetado la pluma del sombrero. La cajera intervino en la conversación con observaciones lisonjeras, y al desaparecer la clienta miró la cajera a Nélida por primera vez en el día y le dijo que el gerente era una porquería. A las 18:55 comenzaron a cerrar las puertas de la tienda y a las 19:10 salió la última clienta con un paquete conteniendo un cierre relámpago y la boleta correspondiente. Antes de retirarse Nélida dijo al gerente con expresión impersonal que en el sótano no quedaban repuestos para rollo mediano y salió sin esperar respuesta. El aire afuera estaba agradable y pensó que no haría frío más tarde junto al portón de su casa. Al pasar por el bar «La Unión» miró con displicencia aparente hacia el interior. Vio la cabeza desmelenada de Juan Carlos de espaldas, en una mesa de cuatro donde se jugaba a los dados. Se detuvo un instante esperando que Juan Carlos diera vuelta la cabeza. No resistió el impulso de mirar hacia las otras mesas. El doctor Aschero tomaba un aperitivo con un amigo y la estaba mirando. Nélida enrojeció y siguió caminando. Su madre secaba el piso del baño y le dijo que quedaba poca agua caliente porque su padre se acababa de bañar. Nélida preguntó malhumorada si había limpiado bien la bañadera. Su madre le preguntó a su vez si la creía una vieja sucia de rancho y le recordó que siempre al volver de la tienda le tenía preparada la bañadera limpia. Nélida tocó con asco el pedazo de jabón para lavar ropa del cual habría de servirse para su aseo. Se sumergió en la bañadera semillena. Con sólo la cabeza fuera del agua pensó en un nuevo producto de la sección «Regalos Distinguidos»: una caja ovalada de celofán incoloro llena de tabletas traslúcidas verde esmeralda para perfumar las aguas de baño. Se alarmó ante la posibilidad de que el jabón barato le dejara su olor a desinfectante en la piel; el agua de la canilla ya salía fría cuando terminó de enjuagarse cuidadosamente. Después de secarse olió sus manos y se tranquilizó, pensó en que Juan Carlos no había querido ir más a bailar al Club Social los domingos a la tarde prefiriendo llevarla al cine, pensó en que no tenía ninguna otra amiga en el Club, pensó en Celina, en sus ojos verdes, pensó en los gatos de ojos verdes, pensó en la posibilidad de hacerse amiga de un gato, amiga de una gata, sobarle el lomo, pensó en una gata vieja con sarna, cómo curarle la sarna, llevarle de comer, elegir el plato más bonito de la alacena y llenarl