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El martes insistí hasta que lo convencí a Massa de que me llevara a un teatro de revistas, caímos al Maipo, daban Good bye obelisco, acá tengo el programa, con Pepe Arias, la esposa de él Aída Olivier que no la conocía porque no trabaja en el cine, es una bailarina muy buena, Sofía Bozán que es regia, la Alicia Barrié y esa morocha tan bonita que siempre hace de mala, Victoria Cuenca. ¡Qué raro me parecía verlas en persona! Pero me arrepentí tanto de haber ido, porque es todo de chistes verdes que no sabía dónde ponerme. Para colmo por ahí hacían bromas de recién casados, sudé como una negra. Después el miércoles vimos en el teatro Nacional la compañía de Muiño-Alippi en La estancia de papá, muy buena, con fiesta campera al final, en el programa decía 80 personas en escena, me parece que sí. Anoche a mi marido le habían hablado tanto de los títeres de Podrecca que fuimos, pero estaban en un teatro de barrio, el Fénix, del barrio de Flores, que queda en el camino que va a Vallejos. No te cuento, Mabel, la tristeza que me daba de pensar que dentro de unos días vamos a tomar ese camino… hasta el final. Qué ingrata dirás vos, toda la vida viviendo en Vallejos y ahora no querés volver. Pero Mabel ¿qué me dio Vallejos? nada más que desilusiones. De los títeres te guardé el programa, algo divino, te voy a contar todo cuando vuelva. Y esta noche si te digo no me lo creés ¿sabés quién debuta en el teatro Smart en una obra que se llama Mujeres? La Mecha Ortiz, ni más ni menos. Enseguida me acordé de vos, que es la única artista argentina que tragás. Si conseguimos entradas vamos esta noche misma, acá en el hotel llamaron por teléfono y no les quieren reservar, pero si me la pierdo me muero. Dice el empleado de la portería que van a ir artistas de cine, que es un estreno importante.

Bueno, Mabel, ojalá la pudiéramos ir a ver juntas, yo te deseo que estés bien y que tu papá no esté demasiado preocupado por lo que le pasa, los negocios son los negocios, dice Massa. Él dice que por eso a la noche hay que divertirse, y olvidarse de todo, claro que si por él fuera se quedaría a cenar en el hotel y después enseguida a dormir, pero ya me estoy dando maña para aprovechar la noche viendo tantas cosas que hay en este Buenos Aires de locura. Mañana Massa quiere ver a Camila Quiroga en Con las alas rotas, a él le gustan mucho los dramas fuertes. A mí no tanto, para eso basta con la vida ¿verdad?

Como ves he cumplido, te doy un beso fuerte, y hasta muy prontito.

Nené

Consulta el reloj pulsera -que le fuera regalado por sus padres el día del compromiso matrimonial-y comprueba que faltan varias horas hasta que regrese su marido. Con agrado piensa en todas las cosas que podrá hacer, en total libertad, sin que nadie la espíe, en una ciudad como Buenos Aires. Busca el diario para ver la dirección del teatro Smart. En los titulares de la primera página se detiene sin proponérselo, «ITALIA Y GRAN BRETAÑA NO PUEDEN AÚN PONERSE DE ACUERDO PARA EL RETIRO DE VOLUNTARIOS DE ESPAÑA - En Londres se considera insuficiente la partida de 10.000 combatientes dispuesta por Mussolini. Londres (Reuter). Durante la tarde de ayer…» Piensa que su padre seguramente leerá esa noticia, cuando el diario llegue a Vallejos, al día siguiente. Él está enfermo y lee todas las noticias de España. Tal vez la alegría de saberla bien casada lo ayudará a soportar la enfermedad. Se oyen ruidos en la cerradura, piensa con agrado que será la mucama -de tan amable compañía- a cambiarle toallas como acostumbra a esa hora, la única mujer con quien puede conversar en Buenos Aires, siempre rodeada de hombres. Pero en cambio ve aparecer a su marido, sonriente y desanudándose la corbata. Lo mira y al comprobar que él se dispone a desvestirse para dormir una posible siesta, ella sin perder tiempo le pide dos aspirinas para calmar un fuerte dolor de cabeza. Él saca del bolsillo la billetera, donde siempre tiene la precaución de guardar un sobre con aspirinas.

DÉCIMA ENTREGA

…vos tenés el alma inquieta de un gorrión sentimental…

Alfredo Le Pera

– Hola…

– ¡Es la Raba!

– Hola? ¿Quién habla?

– ¡Es la Raba! ¿la señora Nené no está por ahí?

– Sí ¿pero quién habla?

– ¡Es la Raba! la Rabadilla. ¿Habla la Nené?

– Soy yo, ¿cómo estás, Raba? Son las diez y media de la noche, me asustaste.

– He venido a Buenos Aires a trabajar ¿te acordás de mí?

– Cómo no me voy a acordar ¿estás con tu nene?

– No, se lo dejé a mi tía en Vallejos, porque ella ya no trabaja más de sirvienta, lava ropa para afuera como hacía yo y está todo el día en la casa de ella, y me lo tiene al nene.

– ¿Qué tiempo tiene ya tu nenito?

– Hace poco tiempo, una semana que no lo veo, pero no me voy a poder estar sin ver al negrito, señora Nené.

– No, yo te pregunto qué tiempo tiene, si ya cumplió un año.

– Ah, sí, cuando se cumpla un año que estoy acá yo voy a verlo…

– No me entendés ¿de dónde hablás?

– Estoy con el teléfono del bar de la esquina, y andan todos gritoneando.

– Tapáte una oreja con la mano, así vas a oír mejor, hacé la prueba.

– Sí, yo le hago caso, señora Nené.

– Raba, no me digas señora, sonsa.

– Pero usted ahora está casada.

– Escucháme, ¿qué tiempo tiene ya el nene?

– Anda para un año y tres meses.

– ¿Cómo era que se llamaba?

– Panchito, ¿le parece que hice mal de ponerle el nombre? Usted sabe porqué…

– Qué sé yo, Raba… ¿Y a él no lo volviste a ver?

– Se está haciendo la casa ahí mismo donde tiene el rancho, que se la hace él mismo, vos sabes Nené que el Pancho es muy trabajador, él lo que quiere antes de casarse o cualquier cosa es hacerse la casa, todo cinchando como los burros porque después que termina de suboficial se va al rancho a hacerse la casa.

– ¿Y cuando la tenga terminada él te prometió algo?

– No, nada, él no me quiere dirigir más la palabra porque dice que yo anduve contando por ahí que él era el padre de la criaturita. Porque yo le había jurado que no lo iba a decir a nadie hasta que él se quedara fijo en la Policía.

– ¿Y es cierto que vos anduviste contando?

– Ni yo ni mi tía contamos nada. ¿Y usted no espera familia?