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[Recién a las ocho y treinta de la mañana de ayer, es decir del día dieciséis, la imputada se despertó y fue atendida por la Srta. Sáenz. A las nueve y cuarenta y cinco el Dr. Malbrán consideró que la imputada podía responder al cuestionario policial. Del mismo surgieron las siguientes declaraciones.

Antonia Josefa Ramírez, de veinticuatro años de edad, confesó haber dado muerte al Suboficial de Policía Francisco Catalino Páez con una cuchilla de cocina. La confesión fue interrumpida varias veces por crisis de llanto y a cada rato la Srta. Sáenz debió sujetar a la imputada en su intento repetido de golpearse la cabeza contra la pared. La Srta. Sáenz, a quien ya la imputada había referido los sucesos ni bien se despertara, la ayudó a colmar las lagunas que su memoria presentaba a cada momento. Los hechos se precipitaron en la madrugada del día dieciséis al ver entrar la imputada al occiso en su habitación, vistiendo su uniforme de suboficial. Éste la amenazó con su revólver y dijo que se le entregara allí mismo, pese a la proximidad de los patrones. La imputada, plena de rencor por haber sido abandonada con un hijo natural después de haber sido seducida en base a vanas promesas, se resistió y alegó tener miedo de despertar a los patrones, y como oportunamente acotó la Srta. Sáenz, era costumbre de la Sra. Sáenz levantarse en medio de la noche atacada de acidez y dirigirse a la cocina. Detalle: dicha cocina comunica con el cuarto de la sirvienta sin puerta, sólo una cortina de género negro las separa, pues dicho cuarto estaba construido como despensa originariamente. Con ese argumento la imputada convenció al occiso a salir al patio donde haría lo que él le ordenara. Él no aceptaba pero la imputada finalmente lo amenazó con gritar. Entonces el occiso, pese a la borrachera -detalle éste revelado en la autopsia- accedió y juntos se dirigieron al patio. Pero antes debieron pasar por la cocina y fue allí que la imputada subrepticiamente tomó de pasada la cuchilla y la ocultó. El occiso la quería conducir hasta el fondo de la casa, con el propósito de vejarla una vez más. Cuando la imputada creyó llegado el momento oportuno, ya en el patio, le mostró la cuchilla para ahuyentarlo, pero Páez, ebrio, no dio importancia a la amenaza, por el contrario…]

[…se procedió a investigar el acta de nacimiento del niño Francisco Ramírez, nacido el día 28 de enero de 1938 en el Hospital Regional de Coronel Vallejos, y en él figura como de padre desconocido. A renglón seguido fue convocada la tía de la imputada, señorita Augusta Ramírez, de cuarenta y un años, de profesión lavandera. Ésta bajo juramento declaró haber recibido dinero de Páez para mantenimiento del niño en más de una oportunidad, y agregó que en más de una ocasión, es decir siempre que lo veía al occiso, le llevaba a la criatura para que lo viera bajo la condición, impuesta por el occiso, de que no dijera nada a la madre del niño que él lo veía. Según la citada lavandera, el mismo era muy cariñoso con el hijo pues se le parece mucho, y se encontraban de mañana temprano en zonas alejadas de la población, puesto que el occiso temía ser visto con el niño. Dicho occiso amenazaba a la lavandera con no darle más dinero si le contaba a la imputada que él veía al niño. En una oportunidad el occiso se presentó con una pelota de goma de regalo para el niño, a condición de que la lavandera dijese que la había comprado ella con el dinero dado por él, pero la lavandera prefirió decir a la imputada que la había encontrado por la calle en una alcantarilla pues la imputada habría visto de mal grado ese gasto.]

[…en casa de vecinos de la lavandera y fue conducido, junto con la pelota de goma, al edificio de la Comisaría para ser observado por el Oficial que refrenda y por el que suscribe. Se declaró el parecido con el occiso como contundente. En cuanto a la pelota, tras urgente pesquisa, se comprobó que fue adquirida en el Bar-Almacén «La Criolla» por el occiso en fecha no determinada, entre el mes de diciembre y enero próximo pasados, tal vez en ocasión del Día de los Reyes Magos, según declaró bajo juramento el dueño del comercio, Sr. Camilo Pons.

Se procedió a continuación a pedir datos a ciertos convecinos sobre la moralidad de la imputada, y sus anteriores patrones, la Maestra Nor mal señora…]

[En cambio una curiosa observación del Cabo Lonati arroja dudas sobre la no premeditación del hecho sangriento: recuerda haber visto al ex-suboficial Páez saltar el tapial en dirección al solar propiedad del Sr. Sáenz otra noche, pocos días atrás, así como recuerda ciertas bromas o chistes del ex-Suboficial sobre unas presuntas diversiones secretas en horas de guardia, bromas que nunca terminaba de aclarar y nadie dilucidaba. De ello se deduce que el occiso podría haber ya visitado a la imputada otras veces, lo cual destruiría la coartada de la misma, aunque también se puede inferir que el occiso saltó el tapial pero se encontró siempre cerrada la puerta de acceso a los cuartos, hasta que, para su brutal castigo, la encontrara abierta en la madrugada de ayer.

Tampoco fue posible hallar en las dependencias de la comisaría el recipiente de la bebida alcohólica ingerida por el occiso, al cual…]

[Con estos datos consideramos completa la información recogida referente al caso que nos ocupa. La imputada se halla actualmente bajo cuidado médico en la Celda N ° 8 de esta Comisaría, con carácter de incomunicada a no ser por las necesarias entradas y salidas del médico forense.

Juran la presente declaración a los efectos de la ley,

Celedonio Gorostiaga Benito Jaime García

Comisario Sub-Comisario

*

Policía de la Provincia de Buenos Aires

Comisaría o Seccionaclass="underline" Coronel Vallejos

Destino de expediente: Archivo local

Fecha: 19 de junio de 1939

Fueron detenidos los menores de edad Celestino Páez, de diecisiete años, y Romualdo Antonio Páez, de catorce, ambos hermanos del difunto ex-Suboficial de esta Comisaría Francisco Catalino Páez, por arrojar piedras contra la acusada de homicidio Antonia Josefa Ramírez en momentos en que ésta subía al tren con destino a la ciudad de Mercedes, donde la espera juicio por homicidio, acompañada por el agente Arsenio Linares. La acusada fue alcanzada por una piedra y herida en la base del cráneo, aunque no de gravedad, pero fue atendida enseguida por el servicio de primeros auxilios del mismo tren, el cual partió con atraso debido a haberse escondido los mencionados menores detrás de uno de los vagones. Tan pronto fueron aprehendidos partió el tren. Ambos menores quedan a disposición del Juez de Paz del Partido de Coronel Vallejos.

Benito Jaime García

Sub-Comisario a cargo

– ¿Se puede? el estómago se me revuelve

– Sí, pase por favor. La estaba esperando, qué arreglada se vino la petisa

– Qué lindas tiene las plantas… pero la casa da asco

– Es lo único que me daría lástima dejar, si me voy de Vallejos… ¿qué mirás tanto los mosaicos rotos del piso? se vino impecable, la lana del tapado es cara, el sombrero de fieltro