– ¡Sí, regio! ¿no te enojás? Lo mismo podemos seguir charlando.
– Sí, lo más bien ¿cómo se llama la obra?
– El capitán herido, ya faltan cuatro días para terminar, y para el mes que viene anuncian La promesa olvidada. ¿Querés que te la cuente desde que empezó?
– Sí, pero después no te olvides de contarme de la Raba. ¿Cómo anda?
– Lo más bien. Bueno, te cuento cómo es el principio porque si no ya van a ser las cinco y no vas a entender nada, y después seguro que la vas a seguir escuchando.
– Pero apurate.
– Mirá, es durante la guerra del catorce, un capitán del ejército francés, un muchacho joven, de familia muy aristocrática, que por ahí por la frontera con Alemania cae herido, y cuando recobra el conocimiento en la trinchera está al lado de un soldado alemán muerto, y oye que el lugar ha caído en manos de los alemanes, entonces le saca el uniforme al muerto y se hace pasar por alemán. Y es que toda esa región de Francia ha caído en manos de los alemanes y marchan hacia una de las aldeas de por ahí, y pasan por una granja, y piden comida. El granjero es un campesino bruto y cerrado, pero la mujer es una mujer muy hermosa, que les da todo a los alemanes con tal de que sigan camino, pero por ahí lo ve a él, y lo reconoce. Resulta que ella había sido una chica de una aldea cerca del castillo en que vivía el muchacho, y cuando él recién empezaba su carrera militar y venía de descanso al castillo siempre se encontraba con ella en los bosques, que era su verdadero amor de juventud.
– ¿Pero qué clase de chica era ella? ¿era seria o era de hacer programas?
– Bueno, ella se había enamorado de él desde chica, cuando se escapaba del castillo para ir a bañarse al arroyo y juntaban flores, y de más grande seguramente ella se le entregó.
– Entonces que se embrome. Si se entregó.
– No, en el fondo él la quiere de veras, pero como es una aldeana, él se ha dejado llevar por la familia que quiere hacer un casamiento de conveniencia con otra noble. Pero Nené ¿no íbamos a tomar mate?
– Ay, con la charla me olvidé, ahora ya está listo el té ¿querés mate? ¿Y él a la noble la quiere o no?
– Y… es una chica jovencita que también está enamoradísima de él, y de tipo muy fino, a él le tiene que gustar. Tomamos el té, dejá…
– Pero de verdad puede querer a una sola.
Mabel prefirió no responder. Nené encendió la radio, Mabel la observó y ya no a través del velo de su sombrero sino a través del velo de las apariencias logró ver el corazón de Nené. No cabía duda: si ésta creía imposible amar a más de un hombre era porque al marido no había logrado amarlo, pues a Juan Carlos sí lo había amado.
– Y él vuelve con ella por la conveniencia.
– No, él la quiere a su modo, pero de veras, Nené.
– ¿Cómo a su modo?
– Sí, pero para él primero está la patria, es un capitán muy condecorado. Y después vino una parte en que el cuñado de ella, un traidor ¿me entendés? el hermano del marido bruto, que es un espía de los alemanes, viene a la granja y descubre al muchacho escondido en el granero que se ve obligado a matar al espía y lo entierra a la noche en la huerta, y el ¡perro no ladra porque la chica le ha enseñado a quererlo al prisionero.
«-LR7 de Buenos Aires, su emisora amiga… presenta… el Radioteatro de la Tarde…»
– Mientras sirvo el té… que los chicos tienen hambre.
– Sí, pero tenés que escuchar, dejame que la pongo más fuerte.
Una melodía ejecutada en violín desgranó sus primeras notas. Enseguida el volumen de la música decreció y dio paso a una modulada voz de narrador: «Aquella fría madrugada de invierno Pierre divisó desde su escondite en lo alto del granero, el fuego cruzado de los primeros disparos. Ambos ejércitos se enfrentaban a pocos kilómetros de la granja. Si tan sólo pudiera acudir en ayuda de los suyos, pensó. Inesperadamente se oyeron ruidos en el granero, Pierre permaneció inmóvil en su cubil de heno.
»-Pierre, soy yo, no temas…
»-Marie… tan temprano.
»-Pierre, no temas…
»-Mi único temor es el de estar soñando, despertar y no verte más… allí… recortada en el marco de esa puerta, detrás tuyo el aire rosado del alba…»
– Mabel, no me digas que hay algo más hermoso que estar enamorada.
– ¡Chst!
«-Pierre… ¿tienes frío? La campiña está cubierta de un rocío glacial, pero podemos hablar con calma, él ha ido al pueblo.
»-¿Por qué tan temprano? ¿acaso no va siempre a mediodía?
»-Es que teme no poder ir más tarde, si la batalla se extiende. Por eso he venido a cambiarte la venda ahora.
»-Marie, déjame mirarte… Tienes los ojos extraños ¿acaso has estado llorando?
»-Qué cosas dices, Pierre. No tengo tiempo para llorar.
»-¿Y si lo tuvieras?
»-Si lo tuviera… lloraría en silencio.
»-Como lo acabas de hacer hoy.
»-Pierre, déjame cambiarte la venda, así, eso es, que pueda quitarte el lienzo embebido en hierbas, veremos si esta burda medicina de campaña te ha hecho bien.
»Marie procedió a quitar la venda que envolvía el pecho de su amado. Así como en los campos de Francia se libraba una batalla, también en el corazón de Marie pugnaban dos fuerzas contrarias: ante todo quería encontrar la herida cicatrizada, como feliz conclusión de sus cuidados, aunque desconfiaba del poder curativo de esas pobres hierbas campestres; mas si la herida estaba curada… Pierre abandonaría el lugar, se alejaría y tal vez para siempre.
»-Cuántas vueltas a tu pecho ha dado este vendaje ¿sientes dolor mientras te lo quito?
»-No, Marie, tú no puedes hacerme daño, eres demasiado dulce para ello.
»-¡Qué tonterías dices! Todavía recuerdo tus chillidos el día que te lavé la herida.
»-Marie… de tus labios en cambio nunca he oído quejas. Dime ¿qué sentirías si yo muriese en la batalla?
»-Pierre, no hables así, mis manos tiemblan y te puedo dañar… Tan sólo me resta quitarte el lienzo embebido en hierbas. No te muevas.
»Y ante los ojos de Marie estaba, sin vendas, la decisión del Destino.»
Tras una cadenciosa y moderna cortina musical se oyó un anuncio comercial, correspondiente a cremas dentífricas de higiénica y duradera acción.
– ¿Te gusta, Nené?
– Sí, la novela es linda, pero ella no trabaja del todo bien. -Nené temió elogiar la labor de la intérprete, recordaba que a Mabel no le gustaban las actrices argentinas.
– Pero si es buenísima, a mí me gusta -replicó Mabel recordando que Nené nunca había sabido juzgar sobre cine, teatro y radio.
– ¿Ella se le entregó a él por primera vez en el granero o ya antes cuando era soltera?
– ¡Nené, antes! ¿no ves que es un amor de muchos años?
– Claro, ella no puede hacerse ilusiones con él porque ya se le entregó, porque yo pensé que si no se le había entregado antes cuando eran jovencitos, y en el granero él estaba herido y no podía suceder nada, entonces él volvería a ella con más ganas.
– Eso no tiene nada que ver, si la quiere la quiere…
– ¿Vos estás segura? ¿Cómo tendría que hacer ella para que él volviese a buscarla después de la guerra?
– Eso depende del hombre, si es un caballero de palabra o no… Callate que ya empieza.
«Ante sus ojos estaba, sin vendas, escrito su destino. Marie vio con alegría, con estupor, con pena… que la herida había cicatrizado. El ungüento había surtido efecto, y la robusta naturaleza de Pierre había hecho el resto. Pero si Marie lo decidía… esa cicatriz podía volver a abrirse, tan sólo le bastaba hundir levemente sus uñas en la piel nueva y tierna, todavía transparente, que unía ambas márgenes de la profunda herida.