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Dios del alma, ayúdame en este momento, que se me fue mi hijito, y no aguanto más de la pena, me voy a morir yo también, y te pido que lo tengas en tu reino, porque no se alcanzó a confesar, y estará cargado de pecados, pero escuchame Dios mío querido, que yo te voy a rezar hasta que me muera, y a la Santísima Madre de Dios, Virgen María adorada, que sabe la pena de perder a un hijo joven, y mi hijo no era un santo como el tuyo, Madre de Jesús, pero no era malo, yo siempre le dije que fuera más a misa, que comulgara, y lo peor es que era tan… chiquilín, lo que él quería era divertirse siempre, ir con las chicas, ellas tienen más la culpa que él, Virgen Santa, nosotras dos somos mujeres y no podemos condenar a un muchacho porque sea así, los hombres son así ¿no es la verdad? son las malas mujeres las que tienen la culpa… y yo no lo puedo saber, pero Dios que está en las alturas y ve todo sabrá la verdad de la plata esa, Virgencita del Carmen, vos que sos Patrona de esta iglesia, ayudame en este momento, porque tengo miedo de que mi hijo no esté descansando, que esté sufriendo, por esa plata que sacó de la porquería de Intendencia, y nunca se confesó después de eso, ojalá en Córdoba se haya confesado alguna vez, pero yo le pregunté y él… porque es un chiquilín… me dijo que no. ¿Habrá sido por no dar su brazo a torcer? hay tantas lindas capillitas en Córdoba me dijo mi nene, en alguna se habrá metido para rezar y pedir perdón, pero por no darme el gusto me mintió, que a la iglesia no había entrado nunca más, y yo tengo miedo de que Dios no lo quiera por ladrón, cuando la verdad es que alguna mala mujer habrá estado tentándolo para que hiciera eso, total poco a poco la hermana fue devolviendo todo ¿lo que se roba y se devuelve sigue siendo pecado? Virgencita del Carmen hablale vos a Nuestro Señor y explicale que mi pobre hijito estaba cegado por la rabia de que no le dieran la licencia y aprovechó un descuido para llevarse esa plata, pesos roñosos, que seguro alguna se los estaba pidiendo… Virgencita del Carmen, no sé si vos habrás sido también madre, como la Virgen María, entonces sabrás lo que sufro, de pensar que en estos momentos le esté pasando algo malo, ya sufrió tanto con la tos y el ahogo en este mundo, Virgencita, ¿va a seguir sufriendo en el otro mundo también?

Dios Padre Todopoderoso, Creador del Cielo y de la Tierra, rezo por el descanso de mi difunto marido, hace tanto que me dejó sola en este mundo, y a quien tanto quise, después para sufrir sola tantos desengaños, Señor, que tan distinta habría sido mi vida si no me hubiese quedado sola. Pero ésa fue tu voluntad, tal vez para que sufriendo me diera cuenta de todo lo que había perdido, y ahora sí, lo que es un hombre bueno no lo paga nadie. Él estará en tu santa gloria, te ruego que también te acuerdes de hacer de mi hija una buena esposa y madre, que es muy buena y nunca deje de serlo, y salió buena como el padre, y a mis dos nietitos, que crezcan sanos y buenos, como te lo pido todos los días. Para mí no pido nada, si la pensión se vende que se venda, no me importa nada, si va a remate que vaya, total ya estoy cansada de estar en las sierras, lo único que pido es salud, así puedo trabajar y no ser una carga para mi hija, que no quiero que se entere que estoy en la calle… Yo pido salud, y que si me rematan la pensión me quede algo después de pagar la hipoteca, y se lo doy a mi chica, que algo le corresponde de lo poco que dejó el padre. Siento vergüenza de pedir otra cosa, para ese pobre muchacho, que viví en pecado con él, y ahora no está más. Y yo lo perdono, Dios mío, era un cabeza hueca, yo no quiero tenerle rencor, ya se murió, ya no le puede hacer mal a nadie, y yo no me quejo de nada, porque me las voy a aguantar, si hice una macana ya me las voy a aguantar, porque es el castigo que me merezco. Porque una cosa es tirar a la bartola lo que era mío, pero tirar lo de mi nena ni yo me lo perdono. Si yo sabía que él no tenía cabeza para la plata ¿por qué le hice caso de hipotecar lo que era también de la nena? Yo no pido nada para mí, nada más que salud, que no tenga que ser una carga para mi yerno, así puedo trabajar, de lo que sea. Pido nada más que para mi hija, que esté bien, y para los chicos, y para ese pobre muchacho que esté descansando, porque yo de veras no le tengo ningún rencor.

Padre Nuestro que estás en los cielos, santificado sea el Tu Nombre, vénganos el Tu reino, hágase tu voluntad así en la tierra como en el cielo. El pan nuestro de cada día dánoslo hoy, y perdona nuestras deudas así como nosotros perdonamos a nuestros deudores, y no nos dejes caer en la tentación, mas líbranos del mal, amén. Pero no puedo conformarme, no puedo, Jesús, porque él no tuvo culpa de nada, fue todo por culpa ajena, mi hermano era bueno, y ahora estamos solas mamá y yo, y cuando una enfermedad viene por voluntad del destino es distinto, pero cuando viene porque alguien lo provoca entonces yo no me puedo conformar: si aquélla no lo hubiese tentado y tentado… esto no habría sucedido. Jesucristo, yo pido que se haga justicia, que esa mujer tenga su merecido ¡un muchacho débil, resfriado, y ella lo hacía quedar en ese portón horas y horas, hasta la madrugada, lo hacía quedar con sus malas artes! yo pido que pronto esa mujer tenga su merecido, porque si no no voy a poder seguir viviendo, del odio que le tengo, y también estoy segura de que fue por ella que él robó en la Intendencia ¡se lo habrá pedido ella! para escaparse con él, por eso habrán fingido pelearse y que nunca se me cruce en mi camino porque no respondo de mis actos ¡que el cielo no lo permita! ¡no quiero saber dónde está, si vive o está muerta! pero que no se me cruce en mi camino porque la voy a despedazar…

DECIMOQUINTA ENTREGA

azul, como una ojera de mujer,

como un jirón azul, azul de atardecer

Agustín Lara

Coronel Vallejos, 21 de agosto de 1947

Querida Nené:

Espero que estas líneas te encuentren con salud. Ante todo te pido perdón por haberme demorado tanto en contestar a tus cartas, pero te puedes imaginar bien la razón, cuando se trata de alguien con mis años. Achaques, hijita, que no me dejan hacer todo lo que quiero, cada vez menos.

Resulta que estuve un poco resfriada y no podía ir al correo, y no quiero confiarme en nadie, así que recién hace pocos días retiré tus cartas de la casilla, tengo que cuidarme tanto de Celina, que no vaya a sospechar. Y cómo me apena saberte a ti también mortificada porque el inocente se nos ha ido y la culpable está viva, pero yo creo que debemos dejar que el destino se encargue de darle su merecido a esa mujer viciosa, no pensemos más en quién pudo haber sido, ¿para qué desenmascararla? el mal está hecho.

Mejor es que nos escribamos contándonos nuestras cosas y acercándonos cada vez más. Yo querida qué puedo decirte, mi vida está terminada, me ayudan nada más las amigas como tú, que son tan buenas en recordarme, y también en recordar a Juan Carlos, que Dios lo tenga en su gloria.