Dobla carta y recorte en tres partes y los coloca en el sobre. Los saca con un movimiento brusco, despliega la carta y la relee. Toma el recorte y lo besa varias veces. Vuelve a plegar carta y recorte, los pone en el sobre, al que cierra y aprieta contra el pecho. Abre un cajón del aparador de la cocina y esconde el sobre entre servilletas. Se lleva una mano a la cabeza y hunde los dedos en el pelo, se rasca el cuero cabelludo con las uñas cortas pintadas de rojo oscuro. Enciende el calefón a gas para lavar los platos con agua caliente.
SEGUNDA ENTREGA
Charlemos, la tarde es triste…
Luis Rubinstein
Buenos Aires, 23 de julio de 1947
Doña Leonor querida:
¡Cuánto tiempo que me está dejando sin noticias! Ya van casi cuatro semanas que no recibo carta suya, no habrá sucedido algo malo, espero. No, yo creo que ahora tiene que cambiarnos la suerte, ¿verdad? Si me pasa algo malo no sé cómo voy a aguantar. ¿Por qué es que no me escribe?
Hoy sábado a la tarde, conseguí que mi marido se llevara a los chicos al partido que juegan aquí cerca nomás, en la cancha de River, a Dios gracias me quedé sola un poco porque si mi marido me llegaba a recriminar otra vez lo mismo no sé qué le contestaba. Dice que ando con cara agria.
¿Qué estará haciendo usted? Los sábados a la tarde en Vallejos venía siempre alguien a tomar mate a casa, las chicas. Pensar que si yo hoy estuviera de paseo por allá tampoco podría ir a su casa a tomar mate, por Celina. Y total por qué empezaron todos los líos… pavadas nomás. Todo empezó en la época en que entré como empaquetadora en «Al Barato Argentino» y como de la escuela primaria era amiga de Celina y Mabel, que ya habían vuelto recibidas de maestras, y Mabel además chica con plata, empecé a ir al Club Social.
Mire señora, yo admito que ahí hice mal, y todo empezó por no hacerle caso a mamá. Ella ni que hubiese sido bruja: no quería que yo fuera a los bailes del Social. ¿Qué chicas iban al Social? Chicas que podían ir muy bien puestas, o porque los padres tenían buena posición, o porque eran maestras, pero como usted se acordará las chicas de las tiendas iban más bien al Club Recreativo. Mamá me dijo que metiéndome donde no me correspondía iba a ser para lío nada más. Dicho y hecho. En ese mismo año, para la fiesta de la Primavera, preparaban esos números y me eligieron a mí y a Celina no. A Mabel se sabía que la iban a elegir, porque el padre hacía y deshacía en el club. La tercera chica tampoco era socia, pero ése fue otro lío aparte, no importa, pero en el primer ensayo estábamos las tres parejas elegidas y la de Pagliolo que tocaba el piano, y la de Baños que nos enseñaba los pasos con el manual especial que tenía con las ilustraciones todas indicadas. La de Baños nos mandaba de aquí para allá a todos y quiso que primero la de Pagliolo tocase los tres valses seguidos para que los escuchásemos, cuando en eso se apareció Celina y me empezó a hablar en el oído en vez de dejarme poner atención en la música. Me dijo que no quería ser más mi amiga porque a mí me habían aceptado en el Club gracias a ella y ahora no me le unía en protesta, que le habían hecho el vacío para la fiesta. A mí ya me había pedido que no aceptara, en adhesión, pero a Mabel no le pidió lo mismo, así que a mí me dio rabia, ¿por qué no se animó a decirle lo mismo a Mabel? ¿porque Mabel tenía plata y yo no? o porque era maestra y yo no había ido más que hasta sexto grado, no sé por qué Celina me quería sacrificar a mí y a la otra no. Yo le había repetido ochenta veces a Celina que no le hacían el vacío, es que era muy bajita y los trajes de alquiler encargados a Buenos Aires vienen todos en tamaño mediano. La de Baños estaba que echaba chispas porque nos veía conversar en vez de escuchar la música y desde ese momento ya me tomó entre ojos.
La rabia mía es una: Celina quiso hacerle gancho al hermano con Mabel, y usted sabe que Juan Carlos la afiló un poco pero después dejaron. Antes de noviar conmigo. Pero parece que lo mismo Celina quedó con la esperanza de emparentarse con la familia de Mabel.
En días de semana yo recién salía de la tienda a las siete de la tarde y no me veía con Celina y Mabel, pero los sábados venían las dos a casa a la siesta a tomar mate, y mamá le preparaba el pelo a Mabel para la noche, que era una chica que no se daba maña para peinarse. El primer ensayo fue ese lunes, me acuerdo patente, y a Celina no me la crucé por la calle en toda la semana que siguió, cosa rara, y cuando llegó el sábado por casa apareció Mabel sola. Si Mabel no venía yo ya tenía decidido dejar los ensayos. Ojalá no hubiese venido, pero ya estaría escrito que debía ser así, en el libro del Destino. Aunque es algo terrible pensar que en aquella tarde cuando golpeó las manos en la tranquerita Mabel y me llamó, estaba ya todo escrito. Yo creo que en ese momento largué lo que tenía en la mano, de tan contenta. Y ahora estoy tan cambiada, hoy no me peiné en todo el día de tantas ganas de morirme.
Pero para terminarla con Celina, le voy a ser sincera: en el oído lo que me dijo fue que yo si no era por ella al Social no hubiese pisado, y que todos sabían lo del doctor Aschero. Antes de «Al Barato Argentino» yo le recibía los enfermos a Aschero, y le preparaba las inyecciones, y la gente, cuando me fui de golpe, comentó que había habido algo sucio entre los dos, un hombre casado con tres hijos. Bueno, señora, yo mejor dejo ahora porque si viene mi esposo se va a poner a leer la carta, ¿se imagina? Sigo el lunes cuando él no esté.
Lunes, 25
Mi querida amiga:
Estoy sola en el mundo, sola. Los chicos si yo desaparezco los va a criar mi suegra, o cualquiera, mejor que yo. Ayer me encerré en la pieza y mi marido la forzó, yo creía que me mataba, pero no me hizo nada, se acercó a la cama y me dio vuelta porque yo tenía la cabeza escondida en la almohada, y yo como una loca le escupí en la cara. Me dijo que se la iba a pagar pero se aguantó de pegarme. Yo creí que me iba a romper la cabeza.
Hoy para colmo a la mañana se me dio por acordarme de Aschero, y me hice mala sangre de gusto, como si no hubiesen pasado los años. A él no lo quise como a Juan Carlos, al único que quise fue a Juan Carlos. Aschero fue un aprovechador. La cuestión es que ahora no lo voy a ver más en mi vida a mi Juan Carlos ¡que no me lo vayan a cremar! Entre Aschero y la Celina me lo hicieron perder, me lo hicieron morir, y ahora tengo que aguantar al cargoso de Massa para toda la vida. Fue Celina la culpable de todo, su hija que es una víbora, tenga cuidado con ella. Y ya que estoy en tren de confidencias le voy a decir cómo fue que me dejé marcar para toda la vida: yo tenía 19 años y me pusieron a aprender de enfermera con Aschero. Un día en el consultorio no había nadie y yo tenía tos y me empezó a auscultar. En seguida se le fue la mano y me empezó a acariciar y yo me escapé al bañito roja de vergüenza, me puse la blusa de nuevo y le dije que la culpa era mía, que me disculpara por haberme querido ahorrar la visita a otro médico. Mire qué estúpida. En eso quedó, pero yo me lo soñaba toda la noche, de miedo que me arrinconara otra vez.
Un día tuvimos que ir en el auto a hacer una transfusión a una chacra, de urgencia. Era una mujer con hemorragia después del parto, y se salvó, de tanto sudar nosotros. Al irnos nos convidaron con vino, todos estaban contentos y yo tomé. En la mitad del viaje Aschero me dijo que me recostara contra la ventanilla y cerrara los ojos, para descansar la media hora de viaje. Yo le hacía caso en todo y cuando cerré los ojos me dio un beso suavecito. Yo no dije nada y paró el coche. Y pensar que estoy gastando tinta en hablar de esa porquería, ¡qué caro me salió ser tonta un momento!