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– Unas quince veces.

– ¿Quieres que sean dieciséis?

Estaban en su cama viendo el programa de deportes; la entrevista de Josh vendría a continuación.

– Si eso te hace feliz -dijo ella-. Comprendo que sintieras que necesitabas protección.

– No necesitaba protección.

Ella sonrió y lo besó en el hombro.

– Claro que sí. Melrose daba miedo. ¿En qué estabas pensando?

«¡Qué pregunta tan estúpida!», se dijo ella. No había duda de que había estado pensando que Melrose era preciosa y sexualmente agresiva, justo lo que él necesitaba después del divorcio. Si pensaba en la ridícula conversación que habían tenido en el estudio no pasaba nada, pero si se paraba a pensar en Melrose y Josh en la cama, le entraba el pánico. No necesitaba más pruebas de que pertenecían a mundos distintos y que posiblemente llevaban direcciones distintas.

Ella no quería eso, pero si Josh lo quería, eso era exactamente lo que él debía hacer.

La presentadora del programa anunció la entrevista haciendo una breve introducción y al instante apareció la imagen de Melrose con Josh.

– Estoy aquí con Josh Golden, que nos dejó maravillados durante años ganando todas las carreras importantes incluidas un par de victorias seguidas en el Tour de Francia.

Charity lo había visto todo en directo, pero era peor verlo en la pantalla plana de televisión.

– ¡Oh, Dios mío! Quiere acostarse contigo. Lo sabía antes, pero mira sus ojos, fíjate cómo te mira.

Josh agarró el mando a distancia.

– No puedo ver esto.

Y apagó la televisión.

– Ya me lo contarán mañana. Steve, mi antiguo entrenador, me contará cómo ha ido.

– Seguro que lo que querrá saber es si tienes todas las vacunas puestas.

Josh se giró hacia ella y sonrió.

– Me parece que alguien se ha puesto a la defensiva.

– Al parecer alguien necesita interponerse entre todas las solteras del planeta y tú. No estoy segura de si esto debería parecerme gracioso o estar aterrorizada.

– ¿Puedo votar?

Ella miró sus ojos verde avellana y le acarició la mejilla.

– Me río por dentro. ¿Estas cosas te pasaban siempre antes?

Él vaciló.

– Algunas. Antes de estar casado. Era joven y ellas también.

Charity se preguntó si podría darle una cifra aproximada del «ellas». ¿Cien? ¿Mil? ¿De verdad quería saberlo?

– Pero una vez que tenía una relación, las reglas cambiaban. Yo siempre soy fiel.

Ella enarcó las cejas.

– ¿En serio?

– Jamás he engañado a ninguna mujer, ni me he sentido tentado a hacerlo. Siempre he pensado que si me interesaba mucho acostarme con otra persona entonces había algún problema en mi relación. Por eso, o las solucionaba o les ponía fin. Fui fiel durante mi matrimonio e incluso durante el divorcio. Esperé hasta que todos los papeles estuvieran firmados. Angelique no hizo lo mismo.

– Metió la pata hasta el fondo dejándote escapar.

Él sonrió.

– Gracias por decirlo, pero no te creería. Fue para mejor, jamás habríamos durado. Ella quería lo que yo era, el chico que aparecía en la caja de cereales, quería ver nuestros nombres en las revistas, que nos siguieran los fotógrafos. Yo quería algo distinto.

– ¿Os seguían los fotógrafos?

– A veces -admitió poniéndole la mano en la cintura. Ella sintió la calidez de sus dedos a través de la camiseta extra grande que llevaba-. Pero eso siempre se puede evitar; si vives una vida normal, acaban ignorándote.

– Entonces, ¿qué era lo mejor de tu antigua vida?

Josh se quedó pensativo un segundo.

– Formar parte de un equipo. Trabajar duro y dejarte la piel en una carrera. Esperar al ranking, querer ser el número uno y saber que, si no lo era, tendría que trabajar más. A veces echo de menos los gritos de las fans, pero no tanto como todo lo demás. Sobre todo echo de menos ser aquel tipo.

– Sigues siendo él. ¿Y qué me dices de los viajes? ¿De no tener un hogar?

– Fool's Gold es mi hogar.

– Pero no pasabas mucho tiempo aquí.

– No tenía que estar aquí para saber que era mi sitio.

Probablemente lo decía porque había crecido allí y podía darlo por hecho, pero para ella no era igual. Ella quería tener unas raíces permanentes, unas que pudiera ver. Quería despertarse en la misma cama todos los días sabiendo que seguiría haciéndolo año tras año. Los únicos cambios que quería ver eran los colores de la pintura y de la moqueta.

– ¿Volverás a competir? -preguntó ella-. Después de la carrera, si todo va bien.

– No lo sé -le sonrió-. Pero pase lo que pase, éste será mi hogar, Charity. No pienso alejarme de ti.

– No pensaba que fueras a hacerlo. Eres la clase de persona que se aleja para alcanzar algo, no de algo. ¿Piensas en cómo será ahora?

– Un poco. Yo seré diferente, y no daré las cosas por sentado. La sensatez y el sentido común juegan un papel importante, pero no estoy seguro de que puedan suplir el hecho de que ahora soy más viejo. Un regreso supondría un gran compromiso.

Siguió hablando sobre los «¿Y si…?» del mundo de la competición, pero no mencionó la palabra «ganar» porque eso era desafiar a los dioses.

Charity escuchó e hizo lo mejor por apoyarlo, aunque en su corazón sintió un escalofrío y esa frialdad la sorprendió. ¿Es que no le importaba Josh tanto como para querer que fuera feliz?

Ya sabía la respuesta y se preguntó si habría algo más, algo mucho más aterrador que ser egoísta. Mientras barajaba las posibilidades, una de ellas se hizo más clara que las demás. Una verdad que no podía evitar.

Estaba enamorada de Josh.

¡La vida era tan irónica! Estaba enamorada de un hombre que se ganaba la vida moviéndose a gran velocidad cuando ella lo único que quería era permanecer en un mismo sitio. Había hecho todo lo posible por evitar la trampa en la que siempre había caído su madre, y sin embargo ahí estaba, completamente atrapada.

– ¿Estás bien? -le preguntó él.

– Estoy bien, pensando en el futuro.

– No es un tema muy interesante.

– Podría serlo. Imagina que te sale bien la carrera. Lo tendrás todo.

Él se encogió de hombros como si eso no le importara, pero ella sabía que no era así. Josh nunca sería feliz siendo simplemente un tipo más, un tipo normal. Él era alguien que necesitaba sentir el rugido de la multitud aclamándolo y ella era una sola persona.

Bernie Jackson celebró una reunión un lunes para informar a todo el mundo sobre la investigación. Charity pasó los primeros minutos disimulando todo lo que pudo su recién adquirida aversión por las pelirrojas atractivas y se recordó que no era culpa de Bernie tener un gran parecido con una periodista barracuda.

– Hemos seguido la pista del dinero hasta aquí. Tenemos copias de los cheques y muestran el sello de la ciudad y al parecer han pasado por el concejo municipal. Sin embargo, no hay recibos de un ingreso y lo que es más inquietante, tampoco de que se haya retirado de una cuenta.

– ¿Crees que alguien borró los movimientos del ordenador? -preguntó Marsha-. ¿Los movimientos del ingreso y de la retirada del dinero?

– Posiblemente -respondió Bernie-, pero ¿qué pasa con el banco? El dinero ni entró ni salió y eso significa que fue a otra cuenta.

– ¿Sabemos si llegó aquí? -preguntó Charity-. El cheque podría haber sido interceptado en Sacramento o antes de que llegara aquí físicamente. Era un cheque en papel, ¿verdad?

– Sí -respondió Bernie-. Si nunca llegó aquí, entonces quien sea que esté perpetrando el fraude será más difícil de localizar. Pero basándonos en lo que sé hasta el momento, esa explicación es la más probable. He contactado con otras comunidades para descubrir si alguien está teniendo el mismo problema.

– Esto no me gusta -dijo la Jefa de Policía-. Me gustan los criminales que hacen su trabajo sucio donde se les puede ver.