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Miró las dos rayitas y comparó con las instrucciones.

¡Estaba embarazada!

Diecisiete

Charity se quedó mirando el palito un largo rato y después lo envolvió en un pañuelo de papel y se lo guardó en el bolsillo. Tendría que librarse de él en alguna parte que no fuera su habitación porque la doncella se lo contaría a todo el mundo si lo veía.

Después de pasearse por la habitación varias veces, comprendió que no podía quedarse allí, no cuando la cabeza estaba dándole vueltas, el estómago estaba dando saltos y le temblaban las manos. Tal vez la ayudaría salir a caminar; no tenía ningún sitio a donde ir, pero no le importaba.

Una vez salió a la calle y comenzó a caminar con aire decidido empezó a sentirse mejor. Se dirigió hacia su oficina sin saber muy bien qué haría allí, pero después de girar en un par de calles, se vio delante de la casa de Marsha. Tal vez era el mejor lugar por donde empezar.

Caminó hasta el porche y la puerta delantera se abrió antes de que pudiera llamar.

– Me encanta tu pelo -dijo Marsha sonriéndole.

Charity casi se había olvidado de su nuevo y desenfadado look.

– Me lo ha hecho Julia.

– Te sienta genial y los reflejos son preciosos. Estás incluso más guapa que antes.

– Gracias.

Marsha cerró la puerta cuando Charity entró.

– Qué sorpresa. Justo ahora estaba pensando en lo que me apetecía cenar. ¿Te apetece acompañarme? Podemos salir fuera, a Angelo's. Me encanta el pan que hacen -se dio unas palmaditas en las caderas-. Aunque no debería.

Charity respiró hondo.

– Estoy embarazada.

No había querido decirlo así, pero ya no había vuelta atrás.

Los ojos de Marsha se abrieron de par en par y se quedó boquiabierta.

– ¿Embarazada? -susurró.

– Eso parece. He hecho pis en el palito y todo. Es de Josh, por si te lo preguntas. Es el único con el que… Ya sabes…

Aunque no tenía mucha experiencia como nieta, suponía que a su abuela no le interesaría saber más detalles sobre sus relaciones íntimas.

– No sé cómo ha pasado -continuó dejándose llevar por la frustración-. Bueno, sí que sé cómo ha pasado, pero no sé cómo he dejado que pase. ¿Por qué ahora? Acabo de llegar, estoy encontrando mi sitio aquí y me encanta este lugar. Estar embarazada lo cambiará todo y encima tenía que ser de Josh, el rey del ensimismamiento. No quiero parecer dura, pero ya sabes lo que quiero decir. Él también tiene su vida y lo único que le interesa es volver a las carreras. Volverá a ser un atleta famoso y me alegro por él, pero ¿un bebé? No le va a hacer gracia.

Se preguntó si pensaría que ella era como todas las demás mujeres que hacían todo lo posible por atraparlo. Pensó en Emily y quién sabía cuántas más se habrían presentado en su habitación diciendo lo mismo. Seguro que pensaría lo peor de ella. ¿Qué otra opción le quedaría? ¡Qué desastre!

Abrió la boca para seguir relatando y entonces se fijó en que Marsha estaba mirándola con una expresión casi de dicha absoluta.

– Vas a tener un bebé -dijo la mujer antes de abrazarla.

Y ese cálido abrazo de apoyo derritió el estado de ansiedad de Charity y al instante empezó a respirar mejor.

– Supongo que sí -dijo comprendiendo que la única opción que veía era tener el bebé. Estuviera o no lista, iba a ser mamá-. Voy a tener un bebé. Yo.

Marsha se apartó ligeramente.

– Voy a ser bisabuela. Es impresionante. Qué vieja soy.

– No eres vieja, sino una mujer experimentada.

Marsha se rió.

– Creo que eso de experimentada hace que parezca una prostituta entradita en años -agarró a Charity del brazo y la llevó al salón-. ¿Sigues impactada?

– Sí y no creo que eso vaya a cambiar en mucho tiempo. No me parece real. Acabo de enterarme hace cinco minutos.

Marsha se sentó a su lado y le tomó la mano.

– Entonces, ¿no se lo has dicho a Josh?

– No, he venido aquí directamente.

Un millón de pensamientos abarrotaban su cabeza, intentó centrarse en uno, pero le fue imposible.

– ¿Vas a quedarte?

Al principio Charity no comprendió la pregunta y al instante estaba abrazando a Marsha otra vez, sintiendo el miedo de la mujer de volver a perder a su familia por segunda vez.

– Voy a quedarme -le dijo Charity con firmeza-. Estar embarazada y soltera no es como quería que me conocieran por aquí, pero si a ti no te importa, a mí tampoco.

– Claro que no me importa. Estoy encantada.

Charity se puso recta y después volvió a recostarse en el sillón posando una mano sobre su vientre.

– Embarazada. Vaya forma de empezar una conversación. No te preocupes, sé que tengo que contárselo y teniendo en cuenta donde vivo, tengo que hacerlo pronto. No es un buen lugar para guardar secretos.

– ¿Habíais hablado de tener un futuro juntos? -le preguntó Marsha con delicadeza.

– No hacemos muchos planes más allá del fin de semana. Josh está centrado en la carrera y lo que significa para él. Quiere recuperar su antigua vida, eso lo sé. Sé que echa de menos la emoción de la competición.

La emoción de ser famoso…

– Y esto no va a gustarle -terminó Charity.

– Puede que te sorprenda, pero Josh siempre ha querido formar una familia.

– Pues a mí me parece que es hombre de relaciones de un solo día -miró a Marsha-. No espero ningún milagro. No va a ponerse de rodillas y suplicarme que me case con él.

– ¿Te gustaría que lo hiciera?

Charity miró a otro lado.

Amaba a Josh, ésa era la parte fácil. Pero ¿tener un futuro con él? No era posible.

– Queremos cosas distintas. Tenemos distintas visiones de la vida.

– El matrimonio se basa en el compromiso.

– Él quiere ser el centro de atención y yo quiero una vida normal en el amplio sentido de la palabra. Quiero un hombre normal.

– Pero no estás embarazada de un hombre normal. Estás embarazada de Josh.

– Y lo quiero.

Marsha le dio una palmadita en el brazo.

– Eres una chica lista. Ya sabrás qué hacer. Josh necesitará un poco de tiempo para acostumbrarse al hecho de que estás embarazada, pero creo que todo saldrá bien. Ya lo verás.

Charity esperaba que tuviera razón.

– Si no quiere formar parte de nuestras vidas, estaremos bien. Me crió una madre soltera y sé lo bueno y lo malo de la situación -agarró la mano de Marsha-. Además, sé que no estaré sola.

– No, no lo estarás. Me tendrás a mí, pase lo que pase.

Esas palabras la reconfortaron.

– Y a la ciudad -añadió Marsha.

Charity gruñó.

– Todo el mundo se pondrá como loco cuando se enteren de que estoy embarazada de Josh. ¿Qué voy a hacer?

– ¿Sinceramente? Mantenlo en secreto todo lo que puedas.

Charity se rió.

– Eso no me es de mucha ayuda.

– Es lo mejor que puedo decirte.

Dos noches después, Charity estaba sentada en su cama mientras Josh y ella veían una película juntos. Durante las últimas cuarenta y ocho horas, había tenido docenas de oportunidades de decirle que estaba embarazada y se había echado atrás cada una de ellas diciéndose que estaba buscando el momento perfecto, algo que era una absoluta mentira. Simplemente no quería que lo supiera. Porque una vez que lo supiera, todo cambiaría y ella no estaba preparada para perderlo. Aun así, cada día que pasaba había creado un problema. Guardarse la información la hacía sentirse incómoda consigo misma, así que tendría que soltarlo y decirlo.

Estaban viendo una película de espionaje internacional en la que el destino del mundo recaía sobre el guapo protagonista. Una especie de James Bond, pero sin ese acento tan delicioso. La protagonista era supuestamente rusa y el malo era de un país europeo sin nombre.