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El pequeño capitán asintió.

—Al mismo tiempo teníamos otro problema, pero no fuimos capaces de resolverlo. Los alienígenas mueren con facilidad. Si se les da una oportunidad, se matan entre sí. Si eso no es posible, entonces se niegan a comer. Si son alimentados por la fuerza, no les aprovecha.

Como a casi todo el mundo, pensó Anna. Se sintió un poco mareada al pensar en personas como Hattin vendadas y conectadas a tubos. Era una especie de violación.

—Ha sido difícil mantener vivos a los pocos que logramos capturar el tiempo suficiente para enterarnos de algo.

»Tal vez los primeros, aquellos con los que no podíamos hablar, tenían información que nos habría resultado realmente útil; pero murieron antes de que pudiéramos interrogarlos; y aquellos que pudimos interrogar… —La comandante pareció frustrada—. No sabían las cosas que realmente queríamos averiguar. Esto puede deberse a la casualidad. ¿Cuántos expertos en ingeniería militar existen en una población, incluso en la tripulación de una nave FTL? ¿Y cuántos expertos en navegación? ¿Y qué posibilidades existen de mantener viva a una de estas personas?

»O tal vez, cuando supo que estábamos aquí, el enemigo puso a la gente que tenía información delicada a buen recaudo, sea donde fuere. —La comandante sonrió. Fue una sonrisa desagradable—. Hay ocasiones en las que pienso que no hago más que decir eso: “No sé. No sabemos. No saben. Nadie sabe.”

—¿Qué tiene esto que ver conmigo? —preguntó Anna.

—Después de cerca de cuarenta años de intentos, lo único que sabemos es un poco sobre su tecnología militar y un poco sobre su cultura. Ahora bien, tenemos delante de nosotros a un hombre que ha vivido entre los alienígenas durante veinte años. Sabe Dios lo que les ha contado. Sabe Dios lo que él ha aprendido.

—¿Qué va a hacer?

—Intentar recuperarlo. Se convirtió una vez. Tal vez pueda volver a hacerlo.

—Y usted quiere mi colaboración.

La comandante asintió.

—No creo que sirva para el papel de Mata Hari.

—¿Quién? —preguntó el menudo capitán.

—Una espía —aclaró la comandante—. Según la historia de Occidente, fue una mujer que conseguía información seduciendo a los hombres.

—Ah. —El capitán dejó su taza—. Creo que será mejor que le diga algo más sobre Sanders. Cosas de las que me he enterado en el curso de las negociaciones. —Guardó silencio durante un instante y reflexionó—. Tendré que decirle algo acerca de la lengua principal de los hwarhath. Espero que me disculpe. La comandante ya le ha proporcionado un montón de datos.

Tuvo la sensación de que el capitán pensaba que ya le habían dado demasiada información. ¿Por qué? ¿Pensaba que era información delicada? ¿O que no venía al caso? Por lo que podía decir, no era nada que no supiera o que no pudiera imaginar, salvo el material relacionado con los prisioneros alienígenas. No le gustaba imaginárselos en plena agonía.

—La lengua tiene cincuenta y seis formas para la segunda persona del singular —comentó el capitán—. Las variables son el sexo de la persona a la cual se habla, el rango comparativo de las dos personas implicadas y su grado de relación, si es que existe alguna. ¿Son parientes cercanos? ¿Parientes lejanos? ¿O no tienen ningún tipo de relación? Finalmente cuenta el grado de cercanía emocional. ¿Se trata de un buen amigo? ¿De una persona a la que uno ama?

»Sanders ha estado realizando la mayor parte de la traducción. Siempre es muy formal, muy respetuoso con los hwarhath. Su título, el de portador, no es muy elevado.

—Es el único detalle de su situación que me hace feliz —intervino la comandante—. Hace veinte años era capitán, y sigue siendo capitán. El cambiar de bando no hizo absolutamente nada para favorecer su carrera.

El capitán Van asintió.

—Cuando él se dirige a los hwarhath, siempre utiliza la forma «usted», que indica que está hablando a un hombre de rango más alto, que no está relacionado con él y con el que no tiene vínculos emocionales. Y casi siempre ellos responden utilizando la forma recíproca, que indica que están hablando con un hombre más joven, con el que no tienen relación y que es un desconocido.

»Sin embargo los hwar actúan con el de una forma rara. —El capitán hizo una pausa—. En este punto tengo que avanzar con cautela. Estoy hablando de algo que no son las realidades crudas. Salvo el general, los demás son demasiado corteses. Se nota en la forma en que se mueven a su alrededor. Le dejan mucho sitio, vigilan dónde se encuentra y lo que está haciendo. No esperan que se aparte; y no lo miran a los ojos. Sanders ha vivido mucho tiempo entre estas personas. Debería haber aprendido a mantener la mirada baja. Pero de vez en cuando lo olvida y el general es el único que le hace bajar la vista. Los demás apartan los ojos.

»É1 actúa, y los otros también, como si él fuera más importante de lo que parece.

»Lo que nos lleva a una segunda consideración. Él y el general hablan a veces un lenguaje que, al parecer, los otros hwar desconocen. Es casi con certeza una lengua hwarhath, aunque no está íntimamente relacionada con la que nosotros hemos aprendido. Personalmente, tengo la impresión de que es la lengua del general. No creo que la lengua que conocemos sea su lengua materna. —El capitán Van sonrió—. Es más fácil comprenderlo a él que a los otros hwarhath o a Sanders.

»Después de darme cuenta de todo esto, empecé a prestar mucha atención a Sanders y al general. Yo no soy nuestro principal traductor. No tengo que pasarme el tiempo pensando en los problemas técnicos de la lengua. En lugar de eso, pude concentrarme en los alienígenas como pueblo.

»En una ocasión, al final de un día muy largo, el general mezcló las lenguas. Dijo algo en su lengua y luego pasó a la otra, y creo que lo que ocurrió fue que no cambió con la suficiente rapidez su manera de pensar. Se dirigió a Sanders utilizando la forma íntima “tú”. La forma realmente íntima de “tú”, que no indica nada acerca del rango o de la relación familiar. Sólo indica el sexo de la persona a la que uno se dirige. El género siempre es importante para los hwarhath.

»Por lo que sabemos, esta forma es la que se utiliza para dirigirse a los miembros de la familia más próxima de una persona, para los grandes amigos, que por lo general son amigos de la infancia, y para los amantes reconocidos.

»Más tarde comprobé la grabación —explicó el capitán—. Oí al general perfectamente y luego, mirando la grabación, pude examinar a las otras personas del equipo hwarhath de negociación. Quedaron petrificados. Un par de ellos mostró una expresión que podría haber sido de incomodidad o disgusto. Me cuesta mucho trabajo interpretar la expresión de los hwarhath. Su lengua es más fácil, lo mismo que su lenguaje corporal.

»El que me llamó la atención fue Sanders. No tuvo la menor reacción, y me habría dado cuenta de si un humano se sentía impresionado o molesto; y cuando le respondió al general utilizó su título completo. No le dijo Primer Defensor, que es la forma que utiliza casi siempre, sino Defensor-de-la-Hoguera-con-el-Honor-en-Primer-Término.

—No sé si lo sigo —dijo Anna.

—Creo que el general estaba usando la forma que utiliza habitualmente con Sanders, probablemente la que había estado utilizando un momento antes en la otra lengua.

—Cuando Sanders mencionó su título completo, le estaba recordando: «Eso no es apropiado aquí.»

Anna reflexionó un instante.

—Lo que me está diciendo… lo que creo que me está diciendo es que Nicholas tiene una relación sexual con una persona cubierta de pelo gris.