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– Iba a herir a Toby. -Jane no le miró-. Nadie hace daño a mi perro. -Pero alguien se lo había hecho, pensó desconsolada mientras le miraba las heridas de la pata. Parecían superficiales, pero una de ellas todavía sangraba-. Dame algo para vendarle la pata. Todo lo que llevo encima está empapado.

– No tengo tiempo para primeros auxilios caninos. He de largarme de aquí antes de que regrese Quinn. No tengo intención de acabar en la cárcel mientras Aldo anda por ahí suelto.

– Cuando me hayas dado algo para poder vendar la pata de Toby. -Ella le miró-. Sácate el jersey.

La miró incrédulo y se empezó a reír.

– Se nota que te estás helando. Tú lo necesitas más que él. -Se sacó el jersey y se lo lanzó-. ¿Alguna cosa más?

– No. -Se giró hacia Toby-. Si vas hacia el sur cruzando la colina, encontrarás un colector que te conducirá a la autopista. Les diré que te has ido hacia el norte. Puede que eso te dé suficiente tiempo para huir. -Le vendó la pata a Toby con la manga del jersey-. Vete.

– Me voy. -Se detuvo un momento mientras se giraba para irse-. ¿Puedo preguntarte por qué me estás ayudando?

– Yo tampoco quiero que vayas a la cárcel. -Le acarició la cabeza a Toby-. No estoy segura de que Joe pueda atrapar a Aldo; nadie ha podido atraparle en todos estos años. Si Aldo escapa, quiero que el mundo entero le busque. Puede que seas todo lo que Eve sospecha que eres, pero quieres atraparle. Esta noche me he dado cuenta y sabes cosas…

Toby giró la cabeza y le lamió la mano, casi le parte el corazón.

– Pobrecito…

Miró a Trevor y añadió furiosa:

– Voy a atraparle, Trevor. No va a herir a ningún animal ni a ninguna mujer. Ahora lárgate de aquí para que puedas ayudarme.

Trevor sonrió y asintió con la cabeza.

– Desde luego. -Corrió hacia el sur a través de los árboles.

Jane todavía podía oír a Joe y a los policías caminando por el bosque mientras hacía compresión sobre la herida de Toby. Puede que le atraparan. ¡Señor!, eso esperaba. Cualquiera que fuera capaz de torturar a un animal indefenso era un monstruo despiadado. En cierto modo imaginaba la maldad de Aldo, pero había sido necesaria esa crueldad para que se diera cuenta de su verdadero alcance.

– Deja que le eche un vistazo.

Giró la cabeza para ver a Eve que estaba de pie a unos pasos de ella.

– Ese bastardo no le ha cortado ninguna artería. Creo que se pondrá bien.

– Yo no estaba segura de que tú estuvieras bien. -Eve se giró hacia Gunther que venía corriendo detrás de ella-. Todo bien, Mac. Ve con Joe y los demás.

Asintió con la cabeza y salió corriendo.

Eve se arrodilló al lado de Jane y miró la pata de Toby.

– Cuando vi que levantaba ese cuchillo, casi me da un infarto. Y cuando vi que no te había matado, me entraron ganas de hacerlo yo misma. -Le temblaban las manos mientras apretaba más el vendaje-. ¿Por qué no nos has avisado? ¡Maldita sea! No nos vuelvas a excluir como lo has hecho hoy.

– Me dejó una nota diciendo que mataría a Toby. Es mi perro. He sido estúpida. Debería haberle tenido dentro de casa. Jamás se me hubiera ocurrido que le haría algo. Es culpa mía. Yo soy responsable él.

– Y tú eres responsabilidad nuestra. ¿Cómo crees que nos habríamos sentido si te hubiera matado?

– Fatal. -Miró a Eve-. Pero tú habrías hecho lo mismo.

Eve apartó la mirada.

– Quizá. ¿Fue Trevor quien redujo a Aldo? Estaba muy oscuro, pero creo que le reconocí.

Eve se puso tensa.

– ¿Y Joe?

– Probablemente. Y debe haberse dado cuenta de que te estaba ayudando.

– Salvó a Toby.

– Pero, ha huido.

– Sabía que Joe le habría arrestado.

– Como es su obligación.

– Salvó a Toby -repitió Jane-. Y nos será mucho más útil fuera de la cárcel.

– ¿Cómo lo sabes?

– Quiere atrapar a Aldo. -Acarició la cola de Toby-. Y a mí no me importa que haya falsificado documentos, se haya hecho pasar por policía y todas esas cosas. Si puede encontrarle, eso es lo único que importa.

– Eso quizá sea discutible si Joe atrapa a Aldo esta noche.

– No creo que lo consiga.

– ¿Por qué?

Se encogió de hombros.

– Es una intuición. No creo que haya llegado su momento.

– Espero que estés equivocada.

– Yo también.

– ¿Dónde está Trevor? -Joe venía hacia ellas con una expresión de decepción-. ¿En qué dirección se ha ido ese bastardo?

– ¿Y Aldo? -preguntó Eve.

– Le hemos perdido por el momento. Tenía una lancha amarrada debajo de los árboles. He dado aviso a toda la zona. Puede que todavía le atrapemos. -Miró a Toby-. ¿Cómo está?

– Hemos de llevarle al veterinario enseguida, pero creo que se pondrá bien.

Miró a Jane.

– ¿En qué dirección se ha marchado Trevor?

Dudó un momento. No había pensado en lo difícil que era mentirle a Joe.

– Norte.

Notó la atónita mirada de Eve en su rostro. Vale, debe haber visto a Trevor dirigirse hacia el colector. Miró a Eve a los ojos.

– Hacia el norte -repitió.

Ella esperó.

Eve se quedó en silencio y luego miró a Toby.

– Necesitaré a un par de hombres para que me ayuden a ponerlo en unas angarillas para llevarlo al veterinario.

Jane se sintió aliviada y culpable al mismo tiempo. Era detestable mentir a alguien que quieres, pero ahora también había arrastrado a Eve.

– Le diré a Mac que se ocupe de ello. -Joe se marchó-. Voy a estar ocupado. -Se dirigió a los policías que estaban en un extremo del claro.

– Gracias -susurró Jane.

– No me las des. -Eve le lanzó una fría mirada-. Lo he hecho porque estoy de acuerdo contigo y no quería poner a Joe en un compromiso haciéndole partícipe de la mentira. -Giró la cabeza y miró a Joe sonriendo-. Además, puede que ni siquiera sirva de nada. Está dividiendo las fuerzas; también ha enviado a unos hombres hacia el sur. Deberías haber supuesto que Joe es demasiado inteligente como para no leer tus pensamientos. Puede que tengamos que dar explicaciones.

Jane suspiró con resignación; miró a Joe que estaba gesticulando hacia el sur con su habitual contundencia.

– Bueno, he hecho todo lo que he podido. Trevor está solo.

– Estoy segura de que no espera que nadie le proteja.

– Yo no he sido quien le ha protegido, sino él a mí. Puede que le necesite.

– No hables así. Sé que estás disgustada por lo de Toby, pero deja Aldo a Joe y al cuerpo de policía. Tú estás fuera de esto, Jane.

– Eso díselo a Aldo. Él no piensa lo mismo. -Acarició suavemente a Toby en la cabeza-. Sé que no lo estoy. Sólo he de esperar a la próxima vez.

– ¿La próxima vez?

– Volverá. Siempre volverá. Hasta que alguno de nosotros muera.

– ¿Cómo puedes estar tan segura? Este intento puede haberle disuadido.

– ¿Por qué estoy tan segura? -preguntó Jane. Esas palabras habían salido de sus labios y mente con absoluta certeza.

El círculo. Inevitable, siempre estaba presente, siempre se repetía.

Pero no se lo podía decir a Eve. ¿Por qué iba a entenderlo Eve cuando ella no podía?

– Un presentimiento. -Eso era tan cierto como cualquier otra explicación. Cambió de tema-. Vi su rostro. No claramente, y sólo un instante. Pero creo que podré hacer un retrato para Joe.

– Bien. Pero habría preferido tener a Trevor. -Eve levantó la cabeza-. Aquí viene Mac con unas angarillas para Toby. Tengo ganas de teneros a los dos en casa.

Estaba sangrando.

Aldo notaba la sangre que brotaba de su hombro, pero no podía pararse para ocuparse de su herida. Tenía que llegar a la orilla donde había ocultado su coche y salir de allí antes de que Quinn le cazara. Tampoco le dolía. Sentía demasiada rabia y frustración como para notar el dolor.