– Eso ya lo esperaba -dijo Joe-. Se basan en las estadísticas y, si Aldo sigue el perfil del asesino en serie, es poco probable que vuelva.
– ¿Debería sentirme halagado por que estés prestando más atención a mis advertencias que a las estadísticas?
– No, sólo le presto atención a mantener a Jane con vida y al cuerno con las estadísticas. -Le miró a los ojos-. Bueno, dime qué es lo que puedes hacer que justifique el hecho de que estés cerca de Jane.
La sonrisa de Trevor se esfumó.
– Por una parte mi mera presencia es un factor disuasorio menor. Aldo me conoce y será algo más cauteloso respecto a acercarse a ella.
– ¿Sólo algo más cauteloso?
– Eso es lo que hay. A veces un momento de duda puede salvar una vida. Deberías saberlo -añadió crispado-. También me han dicho que has contratado más protección para Jane. Podrías dejarme la coordinación del equipo de seguridad. Sé algo de labores de reconocimiento y vigilancia.
– Eso tengo entendido.
– De ese modo no me tendrías tan cerca y no te molestaría demasiado. Además, eso te facilitaría trabajar más de cerca con tu departamento para seguirle la pista a Aldo. -Su tono era suave pero enérgico-. Y te garantizo que nadie se dormirá en su guardia si yo estoy al mando. ¿Cuándo han de llegar?
– En un par de horas.
– Entonces, he llegado a tiempo para domarlos ¿verdad?
Joe le estudió detenidamente y asintió lentamente con la cabeza.
– Pero recuerda que son ciudadanos, no mercenarios. No son tíos bragados.
– Seré bueno con ellos -dijo Trevor sonriendo-. Tanto como lo serías tú si les pillaras distraídos. Vosotros los SEAL [1] siempre estáis más dispuestos a razonar y a persuadir que a llevar a cabo una acción violenta.
– Eres un hijo de puta. -Jane pudo ver cómo le temblaban los labios-. Eso fue hace mucho tiempo.
– No tanto. -Se giró antes de dirigirse a la puerta-. Por cierto, voy a poner a un hombre mío ahí delante para vigilar la cabaña. Se llama John Bartlett e intentará no estorbar.
– Has dicho que Bartlett ya estaba en el caso. Pero ¿por qué debería aceptarle porque tú me lo digas? -preguntó Joe.
– No tienes por qué. Consulta a Scotland Yard sobre él. Descubrirás que tiene una motivación que habla por sí misma.
– ¿Qué motivación?
– Su ex mujer era Ellen Carter. Fue una de las primeras mujeres que Aldo asesinó en Londres. No soportaba vivir con ella, pero todavía la amaba. Saber que la había asesinado quemándola viva le destrozó hasta tal punto que estuvo dispuesto a soportarme a mí para tener la oportunidad de encontrar a Aldo. -Giró la cabeza para mirar a Jane-. Él es quien descubrió tu foto en el periódico. Tenía un interés especial en ti, puesto que me trajo el recorte. Averiguó todo lo que pudo sobre ti, Quinn y Eve. No es exactamente un guardaespaldas, pero no dejaría que se te acercara si no creyera que es el mejor hombre para este trabajo. No permitirá que se le pase por alto nada sospechoso. Pero si no le quieres, envíamelo de nuevo a mí.
– Lo haré.
Pero no le oyó. Ya había abandonado la cabaña y estaba bajando los escalones.
– Ha estado haciendo todo lo posible para controlar la situación, ¿no es cierto? -preguntó Jane-. Tendrás que vigilarle.
Eve la miró sorprendida.
– Pensaba que querías que le trajéramos aquí.
– Así es. Y sigo pensando que ha sido una buena idea. -¿Cómo podía explicarles la dicotomía de sus sentimientos respecto a Trevor? Mientras una parte de ella se había divertido y admirado a Trevor mientras se estaba insinuando para entrar en el juego, ella todavía conservaba el instinto de interponerse entre él y Eve y Joe. Nunca había perdido la conciencia de la vulnerabilidad y el peligro que la acechaban desde el primer momento que le conoció-. Sólo vigílale.
– ¿Señorita MacGuire? -El hombre que había llamado a la puerta sonrió-. Soy John Bartlett. Soy la persona que investigó sobre usted y su familia. Y luego tuve el honor de vigilarla para asegurarme de que estuviera a salvo. Siento como si ya la conociera.
– Supongo que así es. -Bartlett definitivamente no era como ella esperaba. Era rellenito, no mediría más de un metro setenta, mejillas sonrosadas, pelo castaño poco abundante y unos grandes ojos azules que la miraban con una especie de inocencia preocupada que le recordaban los de… alguien.
Su expresión se apagó con la sequedad del tono de Jane.
– Sé que he violado su intimidad. Sólo pretendía ayudar y ahora no quiero ser indiscreto. Intentaré no molestarla. Pero Trevor cree que puedo ayudar como guardaespaldas… -Hizo una mueca de apuro-. Bueno, no realmente como guardaespaldas. Eso implica cierto arte en la violencia del que yo carezco. Eso es el fuerte de Trevor y lo hace muy bien. Pero puedo ayudar de otras formas.
– ¿De qué formas?
– Tengo un gran talento para la observación -añadió con entusiasmo-. Le prometo que no se me pasa nada ni nadie por alto.
Winnie-the-Pooh, se dio cuenta de pronto. Le recordaba a Winnie-the-Pooh. Esa misma mirada con los ojos muy abiertos y una adorable franqueza.
– Es muy reconfortante.
Él asintió con la cabeza.
– Es una de mis mejores cualidades. No es muy espectacular, pero reconfortante es suficiente. Tengo tres ex mujeres que podrían atestiguarlo. -De pronto su expresión volvió a ensombrecerse-. Dos ex mujeres. Ellen ya no está viva para poder recomendarme a nadie. -Empezó a darse la vuelta-. Sólo quería comunicarle que voy a estar por la labor.
– Espere.
Se giró para mirarla.
– ¿Quiere una taza de café?
– No, gracias. -Su sonrisa iluminó su redondeado rostro con una especie de resplandor infantil-. Es usted muy amable pero tengo que ir a trabajar.
Ella también le sonrió mientras le observaba bajando los escalones.
– ¿Ése era Bartlett? -preguntó Eve poniéndose a su lado.
– Eso creo -respondió moviendo la cabeza-. O quizás era Peter Pan o Winnie-the-Pooh.
– ¿Qué?
– ¿Por qué no vas a comprobarlo por ti misma? Llévale una taza de café. Está de servicio y no entrará -añadió solemnemente.
Eve observó a Bartlett mientras éste cogía una piedra y la lanzaba al lago haciéndola deslizar.
– Quizá lo haga. -Se dio la vuelta y se marchó a la cocina.
Jane no volvió a ver a Trevor durante el resto del día salvo a distancia. Parecía muy ocupado y resuelto cuando hablaba con Singer y sus hombres. A pesar de los temores de Joe, no veía ningún signo de que Trevor se estuviera excediendo en sus dotes de mando con el equipo de seguridad. No cabía la menor duda de que estaba al frente, pero parecía tratarles con respeto y humor.
Ya era noche oscura cuando regresó a la cabaña. Habló un momento con Bartlett antes de salir del SUV iba cargado con catálogos y paquetes.
– Te he traído el correo -dijo mientras subía los escalones del porche-. He mirado el buzón antes. ¿Siempre llega por la tarde?
Ella asintió con la cabeza.
– A eso de las cuatro. -Apartó el ordenador y extendió la mano para recibir el paquete-. Gracias. Pero no tenías por qué preocuparte.
– Sí, creo que sí. Tu buzón está a cinco kilómetros de distancia en la carretera principal. Quería asegurarme de que no hubiera sorpresas. Puesto que Aldo estaba acampado en el bosque, probablemente revisaría algunas veces tu buzón. Es lo que yo habría hecho. Nunca sabes qué puede serte útil cuando estás al acecho. -Se sentó junto a ella en el balancín-. Pero no me ha parecido ver nada de lo que preocuparse. La mayor parte es para Eve.
– Suele ser así. Eve es muy famosa y está muy solicitada. Y no le gustaría que miraras su correo.
– Como te he dicho no quiero sorpresas.
– ¿Qué esperabas? ¿Encontrar una cobra en el buzón?
– No, eso no encajaría en los patrones de Aldo. Pero Julia Brandon fue asesinada con gas venenoso. Hay formas de hacer que un sobre sea letal.