– ¡Bingo! -murmuró Trevor.
– Eso espero -respondió ella con una mueca-. Y una de sus webs favoritas es una página porno especializada en necrofilia. No sería extraño que quisiera humillarla de ese modo.
Eve se estremeció.
– Es difícil creer que podría… -Sacudió la cabeza-. ¡Qué bestia!
– Pero hemos de asegurarnos que sea una tentación a la que no pueda resistirse. -Jane volvió a detenerse-. Hemos de hacer carambola.
Eve se puso en guardia.
– Sigue.
– Yo he de estar allí. Cira y yo hemos de estar juntas.
– ¡No! -exclamó Joe.
Eve estudiaba su expresión.
– ¿Por qué?
– Porque no estoy segura de que la atracción por la Cira actual no sea más fuerte que por la Cira del pasado. Pero si estamos juntas creerá que podrá tenernos a las dos por el mismo precio. Podrá destruir los restos de Cira de una vez para siempre y matarme a mí.
– Y el considerará una amenaza que Jane vaya al lugar donde se encontraron los huesos de Cira -dijo Trevor-. Tras la reconstrucción eso daría más credibilidad a la historia y más publicidad, más rostros en los medios.
– Reconstrucción -repitió Eve lentamente.
– No le he dicho nada -dijo Jane enseguida-. Sólo me está leyendo el pensamiento.
– Y yo ahora te sigo -dijo Eve-. Rebuscado.
– Tú eres la clave. Tú serás la amenaza final para convertir a Cira en una imagen mundialmente famosa si hicieras una reconstrucción de su esqueleto.
– Sigue.
– ¿Cuántas veces te han invitado gobiernos y museos a hacer una reconstrucción forense? No sería tan extraño que se pusieran en contacto contigo para verificar que se trata del esqueleto de Cira.
Trevor asintió.
– Y tú irías, teniendo en cuenta el hecho de que Aldo sabrá que yo te he dicho que Cira es su motivación.
– Y todos sabemos cuál es la tuya, Trevor -dijo Joe sin miramientos.
– Y vosotros deberíais estar bastante contentos de que sea tan fuerte -respondió él-. Os vais a adentrar en mi terreno y necesitáis toda la ayuda que os pueda dar.
– ¿Tu terreno?
– El arte de engañar -dijo Trevor sonriendo-. Un sofisticado, retorcido y gran engaño.
– Y estás ansioso por empezar.
– Apuesta lo que quieras -le dijo a Eve-, pero Jane tiene razón: todo girará en torno a ti. Ha de haber un hilo de verdad en toda mentira para hacerla creíble y tú eres ese hilo.
– ¿Debo sentirme halagada?
– ¿Crees que soy tonto? Te conozco lo suficiente como para no darte jabón. Sólo lo estoy exponiendo tal como lo veo.
Eve se quedó en silencio durante un momento.
– ¿Crees que funcionará?
– Creo que tiene probabilidades. Jane ha encontrado la manera de utilizar la obsesión de Aldo. Siempre y cuando se le presente de la manera adecuada.
– ¿Y ése es tu trabajo?
– No se me ocurre nadie más cualificado.
– Ni a mí tampoco -dijo Jane-. Por eso estás aquí.
– Me parece muy arriesgado -dijo Joe.
– No me importa lo que parezca -dijo Jane-. Siempre que nos dé la oportunidad de sacar a Aldo de la sombra.
– ¿Y qué vamos a hacer exactamente cuando hayamos conseguido la atención de ese bastardo?
Jane movió la cabeza.
– Tendremos que improvisar y salir del paso. Pero por difícil que sea hallar la forma de atraparle, seguiremos jugando con ventaja. Jugaremos con ventaja siempre y cuando piense que tenemos algo que él quiere. Quiere a Cira y me quiere a mí. Estará en nuestro terreno de juego y cabe la posibilidad de que podamos pillarle cometiendo algún error si le enfurecemos lo bastante. -No podía leer la expresión de Joe, ¡maldita sea!-. Eso es lo que intentabas hacer cuando le seguiste hasta Charlotte y Richmond, ¿no es cierto? Sólo esto le hará perder su centro. Eso nos dará una oportunidad y, al final, será más seguro para mí.
– Chorradas.
– Muy bien, entonces pondrá fin a esta pesadilla. Este pulso con Aldo puede durar años si no pasamos a la acción. -Miró a Eve-. Ayúdame.
Eve la miró con los ojos muy abiertos y movió lentamente la cabeza.
– No me presiones. Toda esta trama me pone los pelos de punta. Necesito tiempo. -Se puso de pie-. Venga, Joe. Vamos a dar un paseo por el lago y a charlar un poco.
– Eve…
– Te he dicho que tendrás que esperar. -Eve sacudió la cabeza con preocupación-. Según cómo eres muy adulta, pero todavía tienes la impaciencia de una adolescente. Nada de lo que digas me va a hacer cambiar de opinión. Joe y yo marcaremos las pautas y haremos lo que creamos más conveniente. -Se dirigió hacia la puerta donde Joe la esperaba-. Ya te contestaremos.
Jane apretó los puños mientras les observaba bajando los peldaños del porche.
– ¿Por qué no se dan cuenta de que eso es lo adecuado? -murmuró-. Yo lo tengo tan claro.
Trevor sonrió.
– ¡Dios mío, tienen razón! Todavía eres una niña. Me siento profundamente agradecido por este momento de revelación. Lo necesitaba.
– ¿Qué?
– No importa. Para mí también está muy claro. Es un buen plan y podemos mantenerte a salvo si trabajamos en él. Verás cómo atienden a razones. -Abrió la puerta-. Salgamos al porche a esperarles.
– Muy bien, aprobado -dijo Joe mientras subían al porche al cabo de una hora-. Pero ni se te ocurra ir a ninguna parte sin consultárnoslo antes. Va a ser una labor de equipo, de lo contrario nos echaremos atrás.
Jane se sintió aliviada.
– No tengo la menor intención de irme por ahí yo sólita -respondió-. La esencia del plan es que requiere la cooperación de todos nosotros.
– Y por eso aceptamos hacerlo -dijo Eve-. Es la única forma en que podremos estar seguros de que no te vas por la tuya.
– Muy perspicaz -dijo Trevor.
– Sabes que no me gustaría hacerlo -dijo Jane.
– Pero no nos estás negando la posibilidad. -Eve sacudió la cabeza-. ¿Crees que no te veo venir?
– No lo haría voluntariamente. -Jane se encogió de hombros-. Bueno, eso es discutible en estos momentos. -Se giró hacia Trevor-. ¿Por dónde empezamos?
– Poco a poco. -Trevor sonrió mientras Jane le miraba con frustración-. La paciencia es oro.
– La paciencia es inaguantable -refunfuñó ella-. Y estoy harta y cansada de que todo el mundo piense que ir arrastrando los talones es un signo de madurez.
Trevor se rió entre dientes.
– Ya me lo esperaba. -Miró a Eve y a Joe-. Necesito información de los dos. He puesto café a hacer. Vamos a reunirnos. -Abrió la puerta e hizo un gesto-. He pensado algunas cosas mientras hemos estado en el porche esperándoos. Me gustaría empezar. -Miró a Jane-. Y quizá yo también esté algo impaciente.
Jane se dio cuenta de que era cierto por su expresión. Impaciente, entusiasmado y excitado. Casi le perdona por haberla tratado con condescendencia.
Casi.
– ¡Qué inmaduro por tu parte! -Entró en la cabaña delante de él.
Eve no esperó a que Jane terminara de servir el café para empezar a preguntarle a Trevor.
– Veamos, ¿qué necesitas ahora?
– ¿Tienes algún contacto con algún departamento forense de Italia?
– No. He hecho algunos trabajos con el equipo forense de Dublín, pero no he trabajado en ninguna otra parte de Europa.
– ¿Has hecho algún trabajo con cráneos antiguos?
– Me enviaron un cráneo egipcio que se suponía que era el de Nefertiti.
– ¿Lo era?
– Los forenses dijeron que probablemente estuviera emparentada con ella, pero que la reconstrucción no se parecía a la estatua.
– Pero ese trabajo es una buena recomendación. Nefertiti… Eso está muy bien. -Trevor tomó la taza que Jane le estaba ofreciendo-. ¿Quién te solicitó el trabajo? ¿El museo? ¿El gobierno?