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– ¿Qué?

– Se la compré al coleccionista inglés al que se la vendió Aldo. Le hice una oferta que no pudo rechazar.

– ¿Por qué?

– La quería. Bueno, el caso es que tenemos la estatua para utilizarla en el artículo del Archaeology Journal si es que van a usarla.

– Me sorprende que estés dispuesto a prestarla. ¿No es peligroso para tus planes de encontrar el oro? Es probable que atraiga más la atención sobre Cira y su vida. Un artículo es una cosa, pero vivimos en un mundo orientado hacia la vista y una foto despierta la imaginación. Mira todo el revuelo que despertó el busto de Nefertiti.

– Corro mis riesgos, pero te aseguro que el lugar que elegiré para presentar la reconstrucción de Cira no estará cerca del túnel de Julio Precebio.

– No lo pongo en duda. -Jane guardó silencio y luego le hizo una pregunta-. ¿Por qué la querías?

– Era mía, maldita sea. Era mi busto favorito de Cira y había negociado con Guido que sería una parte de mi trozo del pastel. Aldo me la robó. Era mía.

– El gobierno italiano supongo que tendría algo que decir.

– Era mía -repitió él-. Te llamaré mañana por la noche. Buenas noches, Jane.

– Buenas, noches. -Colgó el teléfono y miró pensativa al lago. Otra vez Cira.

La quería. Era mía.

– ¿Jane? -dijo Eve-. ¿Has terminado de hablar?

– Sí. -Se giró y se dirigió a la cabaña-. Pero no me ha dicho mucho más de lo que sabemos después de revisar la web site. Le preocupa el Archaeology Journal, pero me ha dicho que se las arreglaría.

– Entonces, estoy segura de que así será. No puedes poner en duda su habilidad y dedicación.

Era mía. Aldo me la robó.

– Creo que la palabra es «obsesión», no «dedicación» -murmuró-. De todos modos me va a llamar mañana por la noche y quizás sepamos algo más.

Dahlonega, Georgia. Dos días después

¿Cira?

Aldo se puso en guardia al ver esas palabras en el diario de Florencia. Eran sólo unas pocas líneas, pero suficientes para captar su atención y dejarle sin respiración.

El esqueleto de una mujer sepultado y conservado durante miles de años.

Cerró los ojos al notar que el miedo se apoderaba de él como una oleada gélida.

Su peor pesadilla.

Si era cierto. Si la mujer era Cira.

Pero podía ser Cira. Hallada en una antesala del antiguo teatro y ¿cuántas actrices tenían tantas estatuas?

Abrió los ojos, revisó el artículo a conciencia. Para asegurarse. Revisó todas las fuentes. Luego empezó a saltar de una web site a otra.

Allí estaba de nuevo. Roma.

Quizá. No te excites demasiado. Este artículo hace referencia a rumores de un hallazgo, pero no habla de detalles. Nada en el Archaeology Journal.

Quizá no fuera cierto.

Pero si lo era tenía que enfrentarse a ello. No se trataba sólo de unos frágiles huesos que llevaban siglos esperando a que les dieran un lugar de descanso. Era esa Medusa la que había atrapado a su padre en sus mortales tentáculos. Tenía que romperla. Utilizarla. Humillarla. Dominarla. Luego trituraría sus huesos hasta hacerlos cenizas, para que nadie pudiera volver a resucitarla.

Más tarde se encargaría de matar al abominable engendro que se había atrevido a desafiarle hacía tan sólo unos días.

Calma. Podía esperar. Tenía tiempo para asegurarse de que el esqueleto era el de Cira. Podía estudiar e investigar para encajar todas las piezas del rompecabezas. Podía tratarse de una trampa.

Quizá no fuera el desastre que había pensado en un principio. Quizás el destino le estaba dando una oportunidad. La destrucción final de esa zorra.

Y estaba en su derecho, pensó enfurecido. Podía imaginarse dirigiéndose al sarcófago y mirándola triunfal. Alargando el brazo y tocándola. Era una imagen tan clara que empezó a temblar.

Espera. Observa. No hay prisa.

No importaba lo que estuviera sucediendo en Herculano, él todavía tenía a otra Cira en Jane MacGuire.

Jane no esperó a que Trevor la llamara. A las 22:45 del día siguiente le llamó ella.

– Sontag se ha negado a cooperar. Carpenter nos ha dicho que ha sido muy arrogante y que no podía comprometerse admitiendo una conexión con un hallazgo que no era suyo. No estaba dispuesto a arriesgar su maravillosa reputación si se trataba de un fraude, y ha amenazado a Carpenter con descubrirle si intentaba desvelar su hallazgo. Carpenter cree que no está dispuesto a compartir su pequeño imperio con nadie que pueda obtener mayor publicidad que él.

– ¡Mierda! ¿Puede Eve convencer a Carpenter de que haga un segundo intento?

– Se te ha adelantado. Ha estado hablando con él durante una hora, pero no lo ha conseguido. Nos ha dicho que no puede hacer nada más respecto a Sontag y que no está dispuesto a volver a hablar con ese cabrón. Es evidente que Sontag no ha sido muy agradable.

– Sí, ya he hecho averiguaciones. Ni siquiera su equipo le tiene en muy alta estima. Los estudiantes internos se echan a suertes quién va a trabajar con él.

– ¿Cómo has averiguado eso?

– No estaba dispuesto a sentarme a esperar a que Carpenter nos dijera si teníamos alguna posibilidad de que eso sucediera. Fui al yacimiento y fisgoneé un poco.

– ¿Qué más has descubierto?

– ¿Aparte de que no es precisamente un ser maravilloso? Le encanta la publicidad; tiene un ego que le desborda. Le encanta el dinero y que le adulen.

– ¿Algo que puedas utilizar?

– Posiblemente. Estoy revisando algo de su pasado. Pronto lo sabré.

– ¿Cuándo?

– Te lo diré cuando lo sepa.

Jane dejó de presionarle. Había hecho muchos más progresos de lo que ella esperaba.

– ¿Algo más?

– No, en cuanto a Sontag. Pero pude hablar con un par de estudiantes sobre la erupción. No me fue muy difícil puesto que están entusiasmados con su trabajo. Viven ese día en cada pala de tierra que levantan.

– ¿Te hablaron del teatro? -preguntó ella entusiasmada.

– No llegamos tan lejos. Estaban demasiado absortos en el tema de la erupción.

– No puedo entenderlo.

– Pero estás decepcionada. Me sorprende. Debió ser una explosión infernal. Primero, el sol brillaba con normalidad y luego el final de su mundo.

Noche asfixiante.

– ¿El sol? Pensé que había sucedido durante la noche.

– ¿A sí? Entró en erupción a las siete de la mañana hora local. Pero para alguien que estuviera en algún túnel debió ser como si fuera de noche. O cuando la ceniza y el humo cubrieron el cielo… Tal como te he dicho, el final de su mundo.

– Pero he leído que en todos estos años sólo se han encontrado menos de una docena de cuerpos en Herculano. Quizá la mayor parte de la población logró huir.

– Últimamente se han encontrado más cuerpos en una zona que han drenado debajo del puerto deportivo. Hay la teoría de que cientos de personas intentaron llegar al mar y murieron en las playas o a causa de la ola sísmica que les engulló.

– ¡Dios mío!

– Pero los esqueletos y cuerpos estaban casi en perfecto estado de conservación, lo que da mucha credibilidad a nuestra historia de la conservación del esqueleto de Cira en la antesala del teatro. Estoy seguro de que Aldo debe conocer todos los detalles que se han descubierto sobre la erupción.

Jane se había quedado tan atrapada en la visión de esas pobres gentes huyendo aterradas hacia el mar que se había olvidado de Aldo.

– Yo también estoy segura de que los conoce, dado que según parece dominan su vida. -Se humedeció los labios-. Entonces, podría ser cierto. Todavía podría estar sepultada allí.

– Posiblemente. Los expertos todavía no saben a ciencia cierta qué les sucedió a todas esas personas. La ciudad entera quedó sepultada en material volcánico a más de dieciocho metros de profundidad. Y el tremendo calor de la lava produjo efectos sorprendentes. En algunos casos carbonizó lo que halló a su paso y en otros conservó los objetos intactos. En algunas casas había placas de cera intactas. Es alucinante.