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Tres guardias en la parte trasera de la casa. Dos al frente. No sería fácil acceder a Jane MacGuire mientras estuviera en la villa.

Aldo observaba las luces de la casa en Via Spagnola. Era una imagen muy acogedora. Probablemente estaban reunidos alrededor de la mesa, bebiendo vino y hablando de Cira y la reconstrucción.

¿Sabían Eve Duncan y Joe Quinn que estaban estrechando a una serpiente contra su pecho? ¿Qué Jane Mac Guire y Cira eran la misma persona? Probablemente, no. Era indudable que ella les había hechizado y hecho creer lo que ella quería. Ella quería vivir eternamente y esa reconstrucción garantizaría que al menos su rostro sería inmortal.

Eso no iba a suceder. No lo permitiría. Y cuanto más tiempo permanecía en esa ciudad, más convencido estaba de que había venido por algo. Su temor e incertidumbre iban desapareciendo paulatinamente. Encontraría la manera de atravesar la barrera de vigilancia que la rodeaba.

O ella acudiría a él como un cordero al matadero.

– Es bonito -dijo Eve, mirando las sinuosas calles de la ciudad por la ventana de la cocina-. No, eso no es correcto. Es fascinante. No puedes evitar recordar lo que sucedió aquí.

– Sus ciudadanos hacen todo lo posible para que nadie lo olvide -respondió Joe tajante-. Así es como se ganan la vida la mayoría. Y yo me muero de ganas de terminar este trabajo y largarme de aquí. -Se giró hacia Trevor-. No me ha gustado todo el circo que se ha montado en el aeropuerto. No voy a permitir que Eve vuelva a pasar por ello.

– No va a ser necesario -respondió Trevor-. Habrá al menos una rueda de prensa más, pero será pasado mañana. En general, prefiero que ella permanezca al margen siempre que sea posible.

Joe le miró.

– Estoy de acuerdo.

– ¿Cuándo se supone que empezaré a trabajar en la reconstrucción? -preguntó Eve-. Me gustaría tener algo más de información. Esta tarde he tenido que hacer filigranas para responder a todas las preguntas de esos reporteros.

– Pero lo has hecho de maravilla. -Trevor sonrió-. Me he quedado impresionado.

– No necesito que te quedes impresionado -dijo Eve-. Necesito que seas inteligente, eficiente y que nos ayudes a terminar con este horror lo antes posible. -Miró a Jane-. Y que no hagas nada que dé a Aldo la oportunidad de llegar hasta ella. Aceptamos venir hasta aquí porque era una forma de acabar antes con esta pesadilla. No estoy dispuesta a bajar la marcha ahora que estamos aquí. Tu trabajo consistía en preparar un escenario donde pudiéramos atrapar a Aldo. Nos dijiste que ya lo habías hecho. ¿Éste es el lugar?

Trevor asintió con la cabeza.

– ¿Por qué es tan especial?

– Por el túnel.

– ¿Qué?

– Hay un túnel hecho por los ladrones debajo de esta villa que conecta con la red de túneles arqueológicos que entrecruzan la excavación del teatro. Nadie sabe realmente cuántos túneles han excavado los ladrones con el paso de los siglos. Sontag descubrió éste hace varios años y decidió mantener en secreto su localización a fin de utilizarlo para sus propios fines.

– ¿Crees sinceramente que Aldo intentará acceder a la villa a través del túnel? -preguntó Joe-. Sabrá que le estamos esperando. Puede estar tarado, pero es astuto como un zorro.

– Tienes razón -dijo Trevor-. No intentará entrar en la villa. Por eso hemos de intentar atraerle hacia el túnel y perseguirle. Los túneles de la Via Spagnola tienen tantos ramales y giros como el túnel de Precebio.

– Has dicho que Aldo conocía los túneles como la palma de su mano cuando era pequeño -dijo Jane.

Trevor movió la cabeza afirmativamente.

– La única ventaja que tenemos es que Sontag es el único que ha hecho mapas de esta red de túneles en concreto. Aldo no está familiarizado con ella.

– Eso espero -dijo Joe-. Y si el túnel es tan complicado puede que nosotros también nos perdamos.

– Tengo los mapas de Sontag y he estado recorriendo el túnel cada noche desde que me enteré de la existencia de esta villa. Además, si tenemos suerte, no será necesario que conozcamos muchos metros del túnel. Prepararemos la trampa y dejaremos que Aldo acuda a ella.

– Y supongo que ya lo habrás hecho -dijo Eve con un tono seco.

– Está pendiente de vuestra aprobación. -Tomó una libretita de notas de su bolsillo trasero y la abrió-. Sólo hay un lugar donde se pueda realizar una emboscada. -Puso la libretita sobre la mesa-. Ya sé que parece un garabato, pero éste es el túnel que conduce a los túneles arqueológicos. En este punto se toma el desvío que conduce a la salida. -Trazó una línea de intersección-. Este ramal conduce al vomitorio, pero aproximadamente a mitad de camino entras en otro que hace una circunvalación y regresa por otro ángulo. A unos nueve metros de altura hay una cornisa que te da un buen ángulo de tiro, Quinn.

– ¿Cubierta?

Trevor asintió.

– No tendrás ningún problema. La fachada parece sólida y tiene sólo un pequeño orificio en el saliente.

– Vomitorio -repitió Eve-. ¿Es lo que parece?

– Sí y no -respondió Trevor-. Es el nombre que se daba a las salidas de los lugares públicos. Durante años los guías han explicado a los turistas crédulos que los romanos se atiborraban y luego vomitaban para volver a engullir.

– Maravilloso. ¿Y este vomitorio era una salida del teatro?

– Puede que lo fuera. El túnel de la Via Spagnola es tan sinuoso que podía haber sido la salida de algún otro edificio público o residencia. De cualquier modo, es muy conveniente para nuestros planes. -Miró a Joe-. Y hay tres túneles que arrancan de ese vomitorio. Probablemente, Aldo se ocultará en uno de ellos si podemos tenderle una trampa.

– ¿Y el vomitorio es nuestro objetivo? -preguntó Joe-. ¿Dónde está exactamente?

– Un poco más adelante. Cuando sobrepasas el ramal que tú vas a tomar, se llega a una zona más amplia que evidentemente era donde estaba el tesoro que buscaban los ladrones cuando hicieron el túnel. El vomitorio guardaba varias estatuas grandes que fueron robadas. Ahora sólo quedan los pedestales.

– ¿Cuánta luz hay?

– Es mejor llevar un objetivo con infrarrojos. Pondré cuatro antorchas en las paredes cercanas a la zona. Eso es lo único que puedo prometerte. Es tan importante que él no pueda verte como que tú puedas verle a él.

– ¿Y qué es lo que le atraerá a la sala?

– Jane. -Su mirada se dirigió a ella-. Y Cira.

Joe movió la cabeza.

– ¿Vas a enviarle una invitación escrita para el evento?

– Espero que no tengamos que hacerlo. Si llama a Jane como hizo en Georgia, ella puede tenderle la trampa. Es muy probable que suceda.

– ¿Y si no sucede?

– Tenemos otra opción -prosiguió-. Anunciaremos que el ataúd que contiene los restos se trasladará pasado mañana desde el túnel donde se descubrió, hasta el laboratorio que hay aquí en la villa para su autopsia y reconstrucción. He elegido dos forenses muy conocidos que no tienen la reputación de ser unos cabrones como Sontag y daré sus nombres a la prensa para que los comprueben.

– ¿Cómo?

– Eso es cosa tuya Quinn. No me importa si les persuades o les intimidas. Consigue que mientan y que no salgan a la luz durante los días que se supone que han de estar aquí.

– ¿Vamos a dejar que Aldo nos siga a la villa?

– Exactamente; nos va a seguir a través del túnel del teatro hasta el túnel de los ladrones que conduce a la villa.

– ¿Qué?

– Es el tipo de espectáculo sensacionalista que a Sontag le gustaría. Revelar misteriosamente a la prensa el lugar del hallazgo y luego conducirlos a través de la oscuridad al lugar donde se descubrirá la identidad de Cira. O más bien al punto donde tendremos la barricada de policía local en el túnel para evitar que los medios de comunicación lleguen más lejos y conozcan nuestra salida.