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– Aldo se volverá loco en medio de esa masa de reporteros.

– No estará entre ellos. Estará en alguna parte de la red de túneles observando lo que sucede -dijo Trevor-. Y regresará para explorar el túnel. No se lo pondremos muy difícil para que encuentre el túnel de la Via Spagnola -añadió-. ¿Te has asegurado de que el túnel donde se ha encontrado el esqueleto ha sido precintado por la policía y está vigilado veinticuatro horas al día?

– Por supuesto, era de cajón. Sólo sugerí que lo lógico sería proteger la zona de los ladrones que podrían contaminar el yacimiento. Se les veía con muy buena disposición para ayudar. Hay mucho dinero americano en este agujero de la tierra.

– Bueno, ¿qué es lo que le va a atraer hacia el vomitorio si la reconstrucción se está realizando en la villa?

Trevor sonrió.

– Haremos creer a Aldo que Sontag dará una rueda de prensa allí abajo para el acontecimiento de desvelar la reconstrucción.

– ¡Dios mío! -exclamó Jane.

– Una vez más, es el tipo de sensacionalismo que le gusta a Sontag. Guiar a los reporteros a través de la oscuridad hacia un destino misterioso: el vomitorio.

– Y nosotros atraeremos a Aldo allí abajo. Él querrá destruir la reconstrucción antes de que llegue a los medios de comunicación -dijo Jane lentamente-. ¿Cómo vamos a evitarlo?

– Tú le desafiarás, le provocarás, le harás creer que piensas enfrentarte a él a solas. Aparte de estar trastornado, es un gran egoista. Has de encontrar la forma de explotar su debilidad.

Jane frunció el ceño.

– Puede que funcione.

– Más te vale. -Trevor miró a Eve-. ¿Todo bien?

Pensó un poco en el plan.

– No. ¿Cómo va a enterarse Aldo de la existencia del vomitorio?

– Cuando descubra el túnel de la Via Spagnola, reconocerá la zona, y el vomitorio es bastante fácil de encontrar para alguien que está acostumbrado a rondar por estos túneles. Cuando lo encuentre, no irá más lejos.

– ¿Por qué no?

– Porque sabrá que ha llegado al lugar. Ya lo he preparado. He puesto lámparas, baterías y equipos fotográficos por toda la zona. No podrá evitar enterarse de lo que está sucediendo.

– ¿Cómo puedes estar tan seguro de que lo encontrará? Hay un montón de cosas que suponer.

– Tienes razón. Por esta razón he instalado una videocámara en el saliente donde Joe estará esperando. Está enfocada directamente al vomitorio. Si Aldo explora por allí, lo sabremos. Confiad en mí.

– No confío en nadie cuando se trata de la seguridad de Jane. Y detesto la idea de utilizarla de cebo.

– Eve, sabías que iba a ser la única forma de hacerlo -dijo Jane en voz baja-. Joe estará allí para protegerme.

– Y yo también -dijo Trevor-. Esa noche yo la llevaré al vomitorio. Tú irás por delante, Quinn. Yo registraré el túnel antes de llevarla abajo y estaré con ella hasta el ramal antes de reunirme contigo en el saliente. Puedo garantizar que estará a salvo hasta que llegue al vomitorio. Después dependerá de todos garantizar su seguridad.

– ¿Por qué no podemos llevar equipos de seguridad allí abajo?

– En cuanto les vea, huirá. Siempre y cuando no dejemos que se acerque a Jane, estará a salvo. Nunca utiliza armas de fuego. Le gusta el ritual. Es importante para él. A nosotros eso nos importa una mierda; una bala de un rifle nos sirve igual.

– Vale más que funcione Trevor -dijo Eve con tono grave.

– ¡Señor!, ¿qué más puedo hacer? Estoy abierto a sugerencias.

– Las tendrás si vemos algún signo de que este jodido plan se va a desintegrar. -Se dio la vuelta y se dirigió hacia la entrada que daba al pasillo-. De momento, me voy a dormir. Estoy rendida. ¿Vienes, Joe?

– Iré enseguida. -Joe se terminó su café-. Voy a hablar con los muchachos de seguridad para ver si han visto algo extraño.

– Es demasiado pronto -dijo Trevor-. Aldo todavía no va a dar ningún paso.

– Debe ser maravilloso tener una bola de cristal -dijo Joe sarcásticamente mientras abría la puerta de la cocina-. Personalmente, siempre he comprobado que es mejor esperar lo inesperado.

– Yo también -murmuró Trevor cuando Joe cerró la puerta tras de sí-. Generalmente, pero Aldo es diferente… Siento como si supiera lo que está pensando; es diferente. -Recogió las tazas y los platos y los llevó al fregadero-. Y quizás esté equivocado y Quinn tenga razón. Tener dos puntos de vista diferentes es más seguro para ti. -Se giró para mirarla-. Has estado muy callada mientras explicaba mi «plan magistral». ¿No crees que funcione?

– No tengo ni idea. Me cuesta imaginármelo… -Se humedeció los labios-. ¿Has dicho que el túnel está justo debajo de esta casa?

– Sí. -Trevor la miró fijamente-. ¿Te pone nerviosa?

Jane movió la cabeza.

– No, nerviosa no. -Miró a la ventana-. Está anocheciendo. En el túnel será todavía más oscuro, ¿verdad?

– Sí. ¿En qué estás pensando?

Se detuvo para mirarle.

– Quiero que me guíes por el túnel. Quiero ir a ese vomitorio y ver con mis propios ojos dónde ha puesto Sontag la barricada en la antesala donde se supone que ha encontrado a Cira.

– No podremos acercarnos. Quinn tiene el túnel vigilado. Además, ya lo verás mañana por la noche.

Ella sacudió la cabeza en un gesto de impaciencia.

– No quiero verlo con un montón de periodistas pisándonos los talones. Quiero verlo esta noche.

– ¿Por qué quieres cerciorarte de que no me equivoco?

– Quiero ver esos túneles. No me importa lo cerca o lo lejos que he de estar. Has dicho que no creías que Aldo estuviera a una distancia de ataque.

– También he dicho que podía estar equivocado.

– Pero no conoce la existencia del túnel de la Via Spagnola. Entonces estaremos a salvo. ¿Qué me dices de los túneles cercanos al teatro?

– Si no tiene un móvil, no tiene por qué estar allí. El sitio es bastante asqueroso y esos túneles están iluminados con luz eléctrica y vigilados por la policía.

– ¿Nos dirán algo si nos los encontramos?

– Creo que podré convencerles.

– ¿Otro engaño?

– ¿No es eso la vida? -La miró estudiándola-. ¿Por qué es tan importante para ti? -No respondió-. Me dijiste que habías estado soñando con túneles. ¿Crees que los reconocerías?

– Claro que no. Eso sería muy extraño.

Se calló un momento.

– Probablemente Quinn me matará.

¡Iba a hacerlo!

– ¿Cuándo?

– Dentro de una hora. He de llamar a Sontag e instruirle para la rueda de prensa de mañana. -Hizo una pausa-. ¿Se lo vas a decir a Eve?

Pensó un momento en ello.

– No, pensarán que tienen que venir con nosotros y no quiero arrastrarles hacia esos túneles. Has dicho que no eran muy agradables.

– Viscosos -añadió-, pero, seguro que querrían venir.

– Le dejaré una nota a Eve por si se despierta y descubre que no estamos. No quiero que se preocupe.

– Pero tú no quieres que vengan. ¿Por qué?

– Me observarán -dijo desafiante-. Analizarán el qué y el por qué de lo que haga y se preguntarán si han de dejarme ir. Las personas que te quieren hacen esas cosas. Pero a ti no te importa. Si me miras, será porque sientes curiosidad. Estaré a salvo si vienes conmigo porque tú no quieres dejar escapar a Aldo, pero no te vas a estar mordiendo las uñas y preocupándote.

– No suelo preocuparme. -Sonrió con malicia-. Y sí, siento curiosidad respecto a todo lo que tenga relación contigo. -Se dio la vuelta-. Te veré dentro de una hora. Ponte un suéter.

– Espera un momento. ¿Cómo se accede al túnel? ¿Dónde está la entrada? -le preguntó ella cuando volvió a mirarla.

– Estás sentada encima. -Con la cabeza le señaló la alfombra que cubría la losa que había debajo de su silla-. Es una trampilla de dos metros que evidentemente dejaba pasar los objetos más grandes del botín de Sontag. Y hay una escalera de hierro que baja algo más de cuatro metros. No te entusiasmes y me dejes atrás, ¿de acuerdo?