La historia de Alis no me ha dado buena espina y no me gusta saber que tuve que soportar las cosquillas por pura ignorancia. Quiero saber, documentarme, entender. Y. además, no sé si Lore y yo somos, novios, si estamos juntos, en fin, eso… Sé que el beso me gustó muchísimo, al igual que lo del cinturón y el pantalón, sí, también todo el resto… Y conservo la botellita con la arena y la concha para no olvidar nuestra cita. Pero no quiero volver a presentarme sin estar debidamente preparada.
– Perdone, ¿dónde está la sección de ciencias?
– También aquí… -Ah.
Miro alrededor. Hay un poco de todo. El tipo con la tarjetita donde puede leerse «Sandro» y debajo «Feltrinelli» me mira con curiosidad.
– ¿Qué buscas?
Esto… La verdad es que no sé muy bien qué responderle, ¿qué le digo? Socorro. ¡No puedo pedirle un libro que me lo explique todo, no vaya a ser que luego, cuando Lore me toque ahí, ya no sienta cosquillas! Me imagino su cara. Trato de mostrarme lo más seria posible.
– Un libro sobre educación sexual.
El dependiente me indica con gran profesionalidad una zona
– Mira, encontrarás todo lo que tenemos ahí.
De forma que respiro profundamente y me dirijo hacía esa sección. Vaya, hay un montón de libros. ¡No sabía que las cosas que uno debe saber eran tantas!
Educación sexual (10-13 años), Educación como prevención. Nuevos modelos para la familia, la escuela y los servicios. La sexología del 2000 y la educación al amor.
Y además…La madriguera del conejo. Consejos y sugerencias para la educación sexual de los adolescentes. Con fichas operativas. ¡La madriguera del conejo! De modo que, según ese libro…, ¿yo soy una especie de conejita? Algo así como las que vi una vez en las revistas de R. J., ¡una conejita de Playboy! ¡¡¡Socorro!!!
Empiezo a hojear uno. En las primeras páginas hay una infinidad de explicaciones técnicas y terminológicas. Eyaculación precoz. Frigidez. Orgasmo.Petting. Punto G. Punto K y punto C. Punto L. Vaginismo. Y unos dibujos que resultan impresionantes si se los compara con el que nos esbozó Alis. Abro el libro por la mitad. «La adolescencia, con sus cambios físicos (pubertad), requiere también de ciertos conocimientos que nos permitan entender mejor qué le está sucediendo a nuestro cuerpo y cuáles son las novedades más importantes de nuestro "crecimiento" y de nuestra diversidad sexual como chicos y chicas.» Hasta aquí… Sigo hojeando. «Consideradlo como un juego. Es sólo cuestión de práctica, y después se experimentará igualmente un intenso placer con la máxima seguridad…» Entiendo el significado y poco me falta para enrojecer. Lo cierro de golpe y miro de inmediato alrededor, esperando que no haya nadie conocido. Sólo me faltaba encontrarme con un pariente o, peor aún, con un profesor. Una como la profesora Boi, por ejemplo, se lo largaría todo a mi madre. Bueno, por lo menos no es como lo de aquella revista que sacaron los Ratas en esa fiesta.
Recuerdo el día de la confirmación de Matt, nos había invitado a su casa por la tarde. Acudimos todos y la verdad es que no estuvo nada mal. Por las ventanas entraba un sol agradable y habían preparado un bufet de ésos tan ricos, donde hay sandwiches como es debido que no están secos y el pan es alto y blando, de esos sabrosos, vaya, y para todos los gustos. Basta apartar el de arriba en caso de que no te apetezca y seguir buscando por debajo hasta que encuentras el justo. El justo…, ¡aunque luego resulta que no hay ninguno justo! Sería mejor decir el que te gusta; yo qué sé, por ejemplo, yo buscaba el de caviar… ¡Que luego, Clod, que lo sabe todo sobre estas cosas, me explicó que en realidad son huevas de lumpo! O también me habría parecido bien uno de ésos de huevo y salami que me pirran, pero que nunca como, aunque sólo sea por la remota posibilidad de tener que besar a alguien, cosa que, por aquel entonces, todavía no había ocurrido. Suponed que un chico se acerca por fin, quizá abre la boca y… le basta con sentir el aliento a huevo y salami para caerse de espaldas. De forma que no me planteaba ni remotamente la posibilidad… Pues bien, que en cualquier caso era un bufet impresionante, había incluso pizzas pequeñas rojas, de las que venden en Cutini, en la via Stresa, frescas y rebosantes de tomate, una autentica rareza. Por lo general, están secas y tienen poco tomate, no sé por qué, no creo que sea por la diferencia de precio. Bah…
Clod estaba allí, prácticamente echada sobre el bufet, feliz como unas pascuas, como dice siempre la abuela Luci. Y yo no acabo de entender a qué se refiere. Vamos a ver, ¿es que uno en Pascua debe sentirse a la fuerza feliz? Recuerdo que, por ejemplo, Ale, mi hermana, rompió con su novio precisamente en Pascua. ¡Y esos días fueron dramáticos para ella! Había comprado un huevo con sorpresa dentro y permaneció todo el día sentada a una mesa sin dejar de mirarlo y, a buen seguro, no se sentía en absoluto feliz, ¡al contrario! Entonces, en ese caso, ¿cómo se dice? ¿Triste como una Navidad? Aunque tal vez Pascua esté bien. Bueno, será mejor que lo deje porque, de todas formas, al final Ale rompió el huevo y, antes de que hubiera acabado de comerse el chocolate, ya estaba saliendo con otro, pero ésa es otra historia.
En esa fiesta, sin embargo, lo más extraño era el comportamiento de Clod. Quiero decir que, mientras devoraba todos aquellos sándwiches y pizzas, colocaba a la vez algunos en el plato, ¡como si tuviese miedo de que se pudiesen acabar! Deberíais haberla visto, parecía un pulpambre, es decir, un pulpo del hambre. No sé si existe un animal semejante, sólo sé que Clod movía las manos como si tuviese mil en lugar de dos. Con una comía, con la otra cogía un sándwich y lo ponía en el plato, con la otra cogía de nuevo una pizza y se la llevaba a la boca o dejaba una en el plato, en pocas palabras, ¡parecía una máquina de guerra o, mejor dicho, una máquina de hambre!
Yo, en cambio, estaba un poco a dieta, de forma que deambulaba por la sala, como cuando no tienes nada que hacer y te aburres y entonces miras las fotografías y tratas de conocer un poco más a esa familia: la fotografía de los padres jóvenes el día de la boda, y después la de los padres de los padres cuando se casaron, y luego cuando nació alguien, las primeras fotografías de Matt cuando era niño, que son casi idénticas a las mías…; quiero decir que cuando somos pequeños todos nos parecemos, abrimos los ojos desmesuradamente delante de la cámara fotográfica y, desde luego, no podemos ni imaginar lo que sucederá en el futuro.
Pues bien, llegado un punto, miro alrededor y me doy cuenta de que, sin saber por qué, casi todos los chicos que estaban en la sala han desaparecido. Me acerco a Silvio Bertolini. Un tipo simpático, Bueno, quizá simpático sea una palabra exagerada. En fin, que de vez en cuando te hace reír, ¡El problema es que no lo hace voluntariamente! Lleva unas gafas enormes y corrector dental, y su madre, una tal María Luisa, esta siempre encima de él. Apenas lo ve salir del colegio, le acomoda la bufanda y a continuación la gorra, después le abrocha el abrigo; en pocas palabras lo somete, y él tropieza, cae, se golpea, le ocurre de todo, vaya. ¡Yo creo que es culpa de su madre! En cualquier caso, nosotros lo llamamos Silvietto.
– Pero ¿adónde han ido todos?
Se vuelve sobresaltada. Tiene un extraño canapé en las manos y trata por todos los medios de quitar la mayonesa porque no le gusta. La unta en el mantel que cubre la mesa. Cuando lo llamo da un brinco tan grande que el canapé sale volando, gira sobre sí misino y aterriza precisamente sobre el mantel, mezclándose con la mayonesa y dando al traste con el trabajo que ha realizado hasta ese momento.