Tal vez porque ahora, debido en parte al hecho de que hemos cambiado de habitación, las cosas ya no son como antes. A saber. No tengo ganas de darle muchas vueltas. Por otro lado, R. J. me apoya bastante, y eso es lo que cuenta. Entre otras cosas porque siempre ha sido él quien me ha recargado el móvil, no ella… Pero no quiero parecer demasiado interesada.
En cualquier caso, volvamos a mi programa. La otra cosa que quiero hacer como sea es ésta:
3) Los periódicos
– Buenos días, Carlo, ¿qué me das hoy?
– Pues eso, Carolina…, ¿qué te doy?
Tiene motivos para estar perplejo. Hasta hace poco, siempre que iba a un quiosco de prensa era para comprarWinx y Cioè, un par de revistas para adolescentes. Hace sólo un mes que leo la Repubblica. No pretendo darme aires de nada, pero la verdad es que al final me ha interesado de verdad. Lo encontraba en su casa y de vez en cuando me quedaba en la sala porque él Unía cosas que hacer con sus amigos. Así lite como empecé a leerlo. Al principio lo hacía sobre todo para, como se dice, darme un poco de importancia o, en cualquier caso, sentirme ocupada. En pocas palabras, para hacer ver que no estaba malgastando mi tiempo y que no dependía sólo de él y de sus decisiones. Y al final me he aficionado. Me resulta extraño porque me parece como si hubiera crecido un poco… Por ahora lo compro los martes, los jueves y los viernes, y me gusta lo que leo. Un tipo que me vuelve loca es Marco Lodoli. Aparece ahí, en un rincón, con el pelo enmarañado y diciendo siempre unas cosas que me hacen sonreír. Buscando en Google he descubierto que ha escrito también varios libros, pero por el momento no he comprado ninguno
En la agenda del colegio he escrito la lista de gastos del mes pasado, junio, y tengo que decir que entre las recargas, el cumpleaños de Clod y las dos camisetas Abercrombie me he dejado una pasta. Así que, como dice mi madre, tengo que apretarme el cinturón. Pero hoy no. Hoy es un día especial. Y me niego a ponerme límites.
– Dame laRepubblica, Il Messaggero, el Corriere dello Sport y. …
Miro las revistas que tengo delante y añado sin dudar-: Dove, quiero también el Dove.
Tiene una foto fantástica en portada, una isla de ensueño con muchas palmeras inclinadas sobre la playa, En mi opinión, esas islas las hacen por ordenador. Me cuesta creer que haya sitios tan bonitos. La saco de entre otras dos revistas y veo por el rabillo del ojo que debajo ¡hay dos euros! Se le deben de haber caído a alguien, seguramente no se habrá dado cuenta. Le paso a Carlo la revista y coge una bolsa de debajo del mostrador. Bien. Está distraído. Me agacho y menos mal que mi mano sigue delgada… Así que cojo los dos euros. Cario no se ha dado cuenta de nada. Ha sido cosa de un instante. Lo pienso por un momento y después entiendo que hoy es realmente un día especial.
– Eh, Cario, mira lo que he encontrado ahí abajo.
Me sonríe. Le tiendo la mano con los dos euros y él los deja caer en la suya.
– Gracias, Carolina.
Acto seguido, con parsimonia. Los pone debajo, donde debe de tener una cajita o algo para guardar el dinero. Y sonríe de nuevo. A saber si se había dado cuenta. Jamás lo sabré. Me recuerda un poco a Hombre de familia, esa película con Nicolás Cage, a la escena en que una chica va a un supermercado a hacer la compra y el tipo que está en la caja finge equivocarse cuando le da la vuelta para ver cómo reacciona ella. ¿Os acordáis de quién es el cajero? ¡Es Dios! O sea, un hombre de color que está ahí y que hace las veces de Dios. Con eso no quiero decir que les tenga manía a los tipos de color, pero no puedo imaginarme que… En fin, sé que estoy abordando un tema delicado, pero entiendo que un poco de color, obviamente, no puede ser lo que determine la cuestión más importante, esto es, si Él existe realmente o no.
Carlo mete los periódicos en una bolsa.
– Uno, dos, tres… Son siete con cincuenta.
A estas alturas me he acostumbrado, ¡es mi precio fijo! Con los dos euros que le he devuelto me hubiera salido por cinco con cincuenta, pero, bueno, hoy tengo que estar por encima de estas cosas, todo debe ser positivo, no hay lugar para ofensas o errores porque quiero recordarlo siempre como un día perfecto: el día en que hice el amor por primera vez.
Está bien., lo sé… Tengo casi catorce años y medio y alguien podría objetar que es un poco pronto. Ni que decir tiene que no lo he comentado en casa y, menos aún con mi hermano. Tampoco con mi hermana, quien de todas formas, y en caso de que os pueda interesar, lo hizo a los quince, según descubrí espiándola mientras hablaba por teléfono con Giovanna. Todavía lo recuerdo. La mayor parte de las chicas de mi colegio lo han hecho aproximadamente a esa edad o, al menos, eso es lo que dicen. En fin, he mirado también en internet, he leído varios artículos, he buscado aquí y allá y os aseguro que estoyin target. Bueno, quizá me falta un mes para ser precisos, como diría Gibbo, mi amigo matemático del colegio, pero cuando existe el amor, cuando todo es perfecto, cuando incluso los planetas se alinean (yo acuario, él escorpio, hasta eso he verificado), cuando incluso Jamiro, -su verdadero nombre es Pasquale, pero desde que echa las cartas en la piazza Navona se hace llamar así-, dice que todo sigue en curso, que no se debe ir contra los astros, ¿no te digo?, los astros… Así pues, ¿quién soy yo para negarme al amor? Por eso estoy preparando este supermegadesayuno… Porque es para él, para mi amor. Dentro de nada estaré en su casa. Sus padres se marcharon ayer a la playa, y él„ como no podía ser menos, salió hasta tarde con sus amigos, de forma que quedamos en que yo lo despertaría esta mañana.
– Antes de las once no, te lo ruego, tesoro… Mañana puedo dormir.
No es posible… Esa palabra. «Tesoro.» La palabra más dulce, más; importante, más delicada, más… más… «planetaria», sí, la que abarca a todos los planetas además de la Tierra, naturalmente, dicha por él y de esa forma, ha borrado cualquier sombra de duda. Lo hago, me dije anoche después de su llamada. Y, claro está, no he pegado ojo. ¡Esta, mañana he salido de casa a las ocho! Algo que no me sucedía ni siquiera cuando iba al colegio y debía copiar antes los deberes.
Pero quiero contaros mejor lo que me ha sucedido a lo largo de este año escolar y de vida para que entendáis que mi decisión de hoyes fruto de una larga y ardua reflexión, que hace que ahora me sienta segura, serena y, sobre todo, enamorada. ¡Qué raro! Consigo pronunciar esa palabra. Antes no era capaz. Pero, como dice Rusty James, todo requiere su tiempo, y para pronunciar esa palabra he necesitado tres largos meses. Para decidirme a hacer el amor, casi un año. No obstante, quiero contaros con más detalle cuál ha sido mi trayectoria. En pocas palabras, da la impresión de que la vida te pasa por delante como en una película. ¡Como si se tratase de una serie de momentos, de situaciones, de fases, de cambios que te llevan inevitablemente a hacer el amor! Dicen que, por lo general, cuando ves pasar la vida por delante es porque te estás muriendo. Y yo me estoy muriendo… ¡pero de ganas de estar con él! Y dado que son… Miro el reloj, ¡un precioso IVC de esos transparentes con abalorios que me regaló precisamente él! Son las nuevey diez, tengo tiempo de sobra para hacer un repaso del año pasado.
Septiembre