Выбрать главу

– Creo y espero que se trate de alguien que está siendo demasiado listo… y en su opinión gracioso. Cabría esperar que el mensaje llegara a mi casa, pues es muy posible que mi mujer haya revelado a sus captores quién es y quién soy yo. Que eligieran la casa del inspector Burden nos ha cogido desprevenidos, tal como querían los secuestradores. Debemos intentar evitar que nos vuelvan a coger desprevenidos. Pero a lo mejor se ha pasado de listo. ¿Cómo conocía la existencia de Mike Burden? Tal vez porque Mike había tratado con él en circunstancias no precisamente… amigables… -hizo una pausa mientras los presentes reían-. Debemos averiguar un detalle. Sin duda alguna. Planeta Sagrado encontró el número de teléfono del inspector en la guía, pero debemos descubrir cómo sabía qué buscar.

»Los rehenes fueron secuestrados al azar, eso lo sabemos. Por ello, no tiene mucho sentido investigar sus historiales, porque eso no nos ayudará a localizarlos ni a descubrir quién los retiene. Tenemos que empezar por el otro lado, por Planeta Sagrado. Ése es nuestro punto de partida, y debemos poner manos a la obra cuanto antes. Ello significa ponerse en contacto con todos los grupos de presión que protestan contra la construcción de la carretera de circunvalación.

»Casi todos ellos (hace un par de días habría dicho todos) son grupos legítimos de personas honestas que protestan pacíficamente contra lo que consideran una aberración. Pero en estas situaciones siempre aparecen otros elementos, los que participan por el placer de causar disturbios, como por ejemplo, los gamberros que un sábado por la noche, hace un mes, invadieron Kingsmarkham; muchos de ellos, tal vez al igual que los secuestradores, iban enmascarados, por lo que en apariencia resulta imposible identificarlos.

»Algún miembro de Especies o KCCCV podrá ayudamos. Incluso es posible que alguien del Comité pro Fauna de Sussex o Amigos de la Tierra, dos organizaciones legítimas y muy comprometidas, haya entrado en contacto con toda clase de elementos en otras protestas. Hay que hablar con estas personas y seguir con toda rapidez cualquier pista que surja. También debemos hablar con los de los campamentos; pueden convertirse en nuestras fuentes de información más valiosas.

»He dicho que los historiales de los rehenes carecen de importancia en apariencia, pero, por otro lado, querría que prestaran atención a una posible conexión entre Tanya Paine, la recepcionista de Contemporary Cars, y la rehén Roxane Masood. Por lo visto, la señorita Masood y la señorita Paine eran conocidas, si no buenas amigas. En cualquier caso, se conocían, razón principal por la que la señorita Masood llamó a esa empresa de taxis en particular. Puede que eso no signifique nada, que no sea más que pura coincidencia, pero es una pista que no debemos pasar por alto.

»En estos momentos, el jefe de policía está reunido con representantes de la Oficina de la Red Viaria. No sé qué resultado arrojará ese encuentro, pero sí sé con toda la certeza posible en nuestra profesión que el gobierno no va a decir: «Bueno, de acuerdo, olvidemos la carretera, salvemos la vida de los rehenes y construyámosla en otra parte». Ni hablar. Eso no significa que no pueda llegarse a algún acuerdo provisional. Debemos esperar y ver qué nos dice cuando vuelva de la reunión.

»Entretanto, puesto que el tiempo es un factor de suma importancia, todos debemos poner manos a la obra, sobre todo para averiguar qué es Planeta Sagrado, quiénes son sus miembros y quiénes sus dirigentes. También debemos aguardar el mensaje que, según nos han dicho, llegará antes del anochecer. ¿Alguna pregunta?

Nicola Weaver se levantó.

– ¿Debemos calificar este asunto de incidente terrorista?

– No lo creo, al menos de momento -repuso Wexford-. Por lo que sabemos. Planeta Sagrado no está intentando derrocar al gobierno por la fuerza.

– ¿No había una persona o un grupo que se dedicaba a poner bombas en solares a punto de edificar? ¿Para disuadir a los constructores? -preguntó de nuevo la inspectora Weaver-. Me inclino a pensar que es una posibilidad.

– ¿Qué hay del tipo que hacía erizos de hormigón y los dejaba en las autopistas? -terció el agente Hennessy-. Su intención era vengar a los erizos aplastados y al mismo tiempo provocar accidentes de tráfico.

– Cualquier persona de estas características puede constituir una pista -aseguró Wexford.

– Tengo entendido que la esposa del inspector Burden da clases en la escuela local -comentó Damon Slesar con el ceño ligeramente fruncido después de que Karen Malahyde le susurrara algo al oído-. ¿Podría ser que uno de los miembros de Planeta Sagrado hubiera sido alumno suyo o fuera padre de uno de sus alumnos?

– Buena idea -alabó Wexford-. Eso explicaría cómo sabía de quién era esposa.

Al pronunciar aquellas palabras le cruzó por la mente la imagen de su esposa. Parpadeó un par de veces antes de proseguir.

– Otra pista que investigar en cuanto salgan de esta habitación. Hablen con el inspector Burden y averigüen dónde dio clase su mujer hasta hace cinco años y dónde ha empezado a trabajar ahora. Muy bien, eso es todo. Espero que no les importe trabajar hasta las tantas esta noche.

Sólo eran las cuatro de la tarde. Antes del anochecer, se repitió Wexford. Antes del anochecer llegaría el tercer mensaje. A principios de septiembre no caía la noche hasta las ocho, si es que por caída de la noche se entendía el período tras la puesta de sol y el inicio del crepúsculo. En las próximas cuatro horas, casi cualquier persona podía recibir el famoso mensaje. Tenían ante sí las mismas opciones que antes, y con el segundo mensaje se habían equivocado.

Con encomiable presencia de ánimo, Jenny había marcado de inmediato el 1471 para que la voz grabada le indicara de dónde procedía la última llamada recibida; pero antes de llamar, el secuestrador había marcado el número que anula dicho procedimiento, por lo que no obtuvo resultado alguno. En la actualidad, podía localizarse cualquier llamada si se conocía el número de teléfono, pero con toda seguridad, los secuestradores habrían llamado desde una cabina telefónica y volverían a hacerlo, aunque desde otra. ¿Se hallaban en las inmediaciones?, se preguntó. ¿O tal vez a cientos de kilómetros de distancia? ¿Estaban los rehenes juntos o separados?

A sabiendas de que más le convenía desterrar de su mente la idea, se preguntó a quién matarían primero. Si las cosas no salían tal como esperaban, y a buen seguro así sería… ¿quién sería el primero?

La única llamada que se recibió en la hora siguiente en relación con los rehenes fue la de Andrew Struther, hijo de Owen y Kitty Struther, de Savesbury House, Framhurst.

Burden quedó sorprendido al oír la voz de un hombre razonable que hablaba en tono razonable, casi de disculpa.

– Lo siento, me temo que me he comportado de un modo harto descortés. Lo cierto es que la historia de que mis padres habían desaparecido se me antojó completamente increíble. Sin embargo…, he llamado al Excelsior de Florencia, y no están allí. Nunca han estado allí. No es que esté preocupado…

– Tal vez debería estarlo, señor Struther…

– Lo siento, pero me parece que no le entiendo… ¿No se trata sencillamente de un error?

– Creo que no. Lo mejor sería que viniera para que podamos ponerle en antecedentes de lo que sabemos. Lo habría hecho esta mañana pero no se ha mostrado usted demasiado… -Burden se esforzó por no perder la educación- receptivo.

Struther prometió ir. No sabía dónde estaba la comisaría de Kingsmarkham, de modo que Burden hizo que alguien se lo explicara. «Cruce Framhurst, deje atrás el cruce, continúe recto y siga las señales de Kingsmarkham…»

Los agentes Hennessy y Fancourt habían ido a la obra para interrogar a varios activistas en los campamentos de Elder Ditches y Savesbury, donde Burden se reuniría con ellos. La inspectora Weaver había ido a ver a los líderes de KCCCV mientras Karen Malahyde y Archbold investigaban en el cuartel general de Especies cuántos miembros tenían en todo el país, a qué se dedicaba la organización y si alguna vez se había visto involucrada en actividades delictivas.