Exagerando: si desde mi fondo, infinitas situaciones Pugnan por ser resueltas, no podré abocarme a ninguna figura y mi capacidad de conexión con el aquí y ahora será nula.
Hace pocas semanas, un día viernes, alrededor de las cuatro de la tarde, tuve un fuerte dolor abdominal, me sentí mareado y con un repentino cansancio. (Un médico hubiera dicho que era una indigestión.)
El caso es que no me sentí en condiciones de atender a mis pacientes citados, en especial por mi falta de ganas de atenderlos. Escribí una nota que decía: "Hoy no voy a atender por el resto del día. Siento no haber podido avisar antes".
… Y dejé la nota pinchada en la puerta, antes de irme a casa.
Algunos de mis pacientes no preguntaron, otros preguntaron y les dije que no estaba en las condiciones en que a mí me gusta atender, dado que había cosas que me estaban interrumpiendo. Ema, una de mis pacientes, al recibir esa respuesta se levantó, se acercó, me dio un beso y me dijo:
– ¡Gracias! Yo me sorprendí. Ella volvió a su asiento y me dijo: -Doctor, esto me confirma todavía más que cuando usted está, está!
Cada conjunto de una figura y un fondo es una Gestalt. Cuando una situación se hace figura, es para reclamar una solución. Cuando postergo ésta (como el ejemplo del pis), tengo presente que en algún momento la resolveré y que si no lo hago, aquella situación no resuelta se me impondrá cada vez, interrumpiendo el natural devenir de los hechos en ese momento.
En cambio, si consigo resolver cada figura cuando aparece, si consigo cerrar esa Gestalt que estaba abierta en la figura que reclamaba resolución, si consigo ocuparme de instante en instante de la figura, entonces, en ese momento en que la figura se resuelve y antes de que otra figura (desde el fondo) ocupe el lugar… en ese momento, consigo la armonía total… la absoluta paz interior… el estado de Satori.
En nosotros, los occidentales, este estado dura un instante, porque al instante siguiente, algo del fondo se hace figura y el proceso recomienza.
Algunos orientales consiguen ese estado por días o por semanas.
Hasta que lleguemos a esa posibilidad (cosa que dudo), tratemos de resolver cada vez más situaciones cuando surjan y recuperar una y otra vez la armonía entre afuera-adentro y entre yo y yo mismo.
No te interrumpas… date permiso… date tiempo… date lugar… date todo…
Finalmente, vos sos, para vos, el centro del mundo en que vivís, así como yo soy para mí el centro del mundo en que yo vivo.
CARTA 17
¡Y sí! Suena egocéntrico. Lo es. ¡Lo es!
Es que, ¿en qué mundo vivimos?
¿Vivimos acaso en un mundo constituido por las cosas de afuera? ¿Un mundo hecho de aquello que perciben mis sentidos allá en el exterior?
Aparentemente es así. Sin embargo… si yo muriera hoy, ¿que pasaría con esas cosas de afuera, estas cosas del mundo?
Es evidente que no seguirían siendo "las mismas cosas": mis zapatos ya no serían mis zapatos, mi cuerpo no seguiría siendo mi cuerpo, estas cartas cambiarían de significado, mis hijos serían diferentes… En resumen: mi mundo desaparecería si yo desapareciera.
¡Atención!: No EL mundo, MI mundo.
Vuelvo pues a mi pregunta: ¿vivimos en el mundo de las cosas de afuera o vivimos en el limitado y grandioso mundo de mis cosas, MI MUNDO?
¿Cómo no sentirme el centro de este universo en el que vivo, si toda su existencia depende de la mía? ¿Cómo sentir diferente si todas las líneas pasan por mi centro? ¿Cómo podría ser de otra manera, si todos los hechos me incluyen de alguna manera?
No será bueno que te confundieras, esto no significa creerse el centro de EL mundo. Sería terrible para ambos que Cuando nos encontremos, yo pretendiera ser el centro de tu mundo o peor aún, te cediera el lugar de ser el centro del mío… ¡AH, NO!
Cuando vos y yo nos encontremos Seremos dos mundos que se encuentran Seremos dos universos en contacto.
Vos, un universo con centro en vos Y yo, un universo con centro en mí ¡Será maravilloso!
Cuando vos y yo nos encontremos…
CARTA 18
Claudia:
Son aproximadamente… las tres de la madrugada…
Acabo de despertarme: mi hija se quejó y me levanté a atenderla.
Al volver a mi cama, "el sueño" se había ido. Di dos o tres vueltas hasta confirmar que no iba a volver a dormirme y luego recordé: que es el sueño el que trae el cerrar los ojos. Y no el cerrar los ojos el que trae el sueño".
Así que me levanté.
Estoy en la cocina de nuestra casa de veraneo. Escucho el rumor del mar… Salgo a la puerta. Es noche cerrada todavía. Estoy a escasos cien metros de la playa…
Hacia mi derecha está el Faro: imponente, majestuoso, alto, soberbio… permanentemente regala dos haces de luz que bañan el frente de la casa, mi pequeño jardín, las casas de enfrente y se pierden después en el mar…
… Entro. Caliento agua; quiero tomar mate… Acerco el grabador, lo conecto, está puesto el cassette de música barroca…
… Vivaldi. El mate. Vos. Ahora el Adagio de Albinoni. Otro mate. Yo conmigo. Quiero fumar menos. No quiero dejar de fumar; sólo fumar menos; ¿menos que qué? ¿menos que quién? Menos que yo hace un mes.
Hasta mis vacaciones, fumaba entre cuarenta y cincuenta cigarrillos diarios y me hacía daño. Ahora, fumo menos de veinte y me siento mejor. Quiero fumar menos, quizás cinco o seis cigarrillos por día.
Dirás: “¿Y a mí qué me importa?"
Diré: "¿Y a mí qué me importa lo que a vos te importe,” Dirás: "¿Por qué contestás una pregunta con otra pregunta.”
Diré: "¿Y por qué no está…? (Chiste viejo, demasiado viejo)…
Son ahora las seis. Finalmente, decidí seguir con el mate en la playa y ver el amanecer sentado allí.
Fue muy hermoso… MUY hermoso.
Hacía muchos años que no veía un amanecer en la playa. El sol surgiendo desde el mar y miles de gaviotas sobrevolando la orilla
y yo, formando parte de todo el paisaje.
Me sentí yo también hermoso, pleno, iluminado. Me sentí yo también cálido, silencioso, bello.
CARTA 19
Claudia:
¡Cuánto tiempo sin escribirte! No tenía ganas…
¡¡Y me niego a escribirte sin ganas!!
Casi siempre puedo elegir entre cantidad y calidad. cantidad la encuentro relacionada con el esfuerzo. Cuando trato, cuando intento, cuando me presiono, cuando me obligo, cuando me impongo… entonces, te doy más, quizás mucho más, pero no te doy mejor.
Lo mejor de mí,
Lo más bello de mí,
Lo más constructivo de mí… es lo que quiero darte,
Lo que me surge sin esfuerzo.
Porque la calidad está en relación con el deseo.
Por alguna trampa de nuestra educación, tendemos a creer que la cantidad se transformará en calidad.