… Te escucho preguntando:
– ¿Siempre tu crítica es hacia algo que tiene que ver con vos? Entonces ¡nunca me sirve lo que decís!, no me aporta nada comunicarme con vos. ¿En qué me podés ayudar, si sólo me usás como pantalla para tus cosas? Despacio…
Primero, si no sos un despiste, con seguridad me elegiste como pantalla porque soy una buena pantalla para tus cosas; de alguna manera me proyectás aquello que, con más o menos esfuerzo, me cabe. Y segundo, si tu crítica me irrita o si genera en mí una actitud defensiva (explicaciones y justificaciones), esto me da la certeza de que tus críticas contactan -también- con mis propias cosas oscuras o con mí propia crítica a mi actitud.
Admitamos que podría suceder que tu crítica sea sólo proyección y que no me quepa; entonces no siento nada, no me enojo, no me defiendo, no trato de probar tu error… Si te quiero y me importás, lo mejor que puedo hacer es sugerirte que veas que lo que me decís quizás tenga que ver también con vos.
La primera vez que me doy cuenta de que, al criticarte, en realidad me critico, es mágica.
Un camino que conduce a un mundo maravilloso se abre como por encanto y nos invita a recorrerlo. Es el mundo de las cosas que depositamos en los demás.
En el encuentro con el otro proyectamos, introyectamos, imaginamos, nos identificamos, criticamos y amamos. Sí, claro. ¿Cómo sucede que empezamos a querer a un otro? Todo empieza por el mecanismo de Identificación Proyectiva (o si te gusta más, respetando el orden de los hechos: Mecanismo de Proyección Identificativa).
De pronto Yo, así rayado como soy, me encuentro con el otro al que veo (lo sea o no) con una parte rayada así, como la mía, proyección, primer paso. Luego, ya que el otro es como yo (rayado), me identifico con él, identificativa, "él y yo somos lo mismo, como si fuéramos el mismo".
CARTA 13
YO
EL OTRO
Ahora, quiero en él esta misma parte que quiero y cuido en mí; u odio en él esta misma parte que rechazo y odio en mí.
Este camino de luz es, por suerte, un camino sin retorno.
No se descrece.
La sabia naturaleza nos puso la boca adelante y el culo atrás.
La boca, para incorporar todo lo que encontramos (cosas que sirven y cosas que no). El culo, para dejar atrás lo no aprovechable.
Metabolismo puro.
Tomamos lo asimilable, lo útil. Desechamos el resto. ¡Es genial!
Aprendamos de nuestro tubo digestivo. Aprendamos de nuestro cuerpo.
La respuesta está siempre en nosotros mismos, sólo hay que querer buscarla… para encontrarla.
Claudia:
Después que cerré el sobre y mandé la carta anterior, me quedé con toda la impresión de que había estado confuso y revuelto. Esta sensación me tuvo interrumpido hasta ahora.
Me doy cuenta de que mi sensación se relaciona con el hecho de que el asunto de las críticas y de la proyección implícita es para mí fundamental.
Me gustaría mucho que hubiera quedado claro, transparente, coherente y al mismo tiempo que escribo esto, me da bronca mí deseo de ser coherente.
– ¿Qué querés tratar de demostrar siendo coherente?- No sé. Creo que quiero que Claudia se dé cuenta de sus propios mecanismos proyectivos.
– ¿Y a vos qué te importa? ¿Quién sos vos para querer que ella se dé cuenta?
– Yo la quiero y, a partir de mi amor, quiero lo mejor para ella.
– Lo mejor para ella es su propia libertad. En todo caso, si ella lo siente confuso, puede preguntar, ella puede decir "no comprendo".
– Es cierto. -¿Entonces? -Más bien me parece que estoy intentando demostrarme cuán inteligente soy.
– Ah… es tu viejo truco de la omnipotencia.
– Sí, creo que sí. Y además, es el contacto con mis limitaciones. Definitivamente, a veces siento que no puedo transmitir las cosas, para dar lo que quiero dar.
– Tus límites, entonces, te interrumpen.
– Mis límites, cuando no los acepto, me interrumpen.
Ahora, la interrupción ha cesado.
Una vez resuelta una situación, mi campo de atención queda libre para ocuparme de otra.
Nuestra capacidad de darnos cuenta es limitada. Sobre todo la mía!!!
CARTA 14
Amorosa:
En parte tenés razón, aunque no totalmente.
Mi interlocutor en el diálogo de la carta anterior no era exactamente yo mismo. En Sueños y existencia, Fritz Perls dice:
"…Yo, este Fritz, no puedo ir a casa con ustedes. No me pueden tener como terapeuta permanente. Pero sí pueden tener su propio Fritz personalizado y llevarse ese con ustedes. Él sabe mucho más que yo porque es una creación de cada uno. Yo sólo puedo adivinar, interpretar o teorizar respecto de lo que ustedes están viviendo. Yo puedo ver el grano pero no sentir la picazón."
He leído todo lo que ha sido publicado, escrito por Fritz. He visto filmaciones de sus sesiones de trabajo. Tengo guardadas todas las transcripciones que han llegado a mis manos de sus sesiones de grupo. He devorado cuanto han escrito sobre él otros que lo han conocido. Imagino saber su manera de ser, de pensar, de sentir.
Ahora, cuando estoy atascado con una situación, cierro los ojos y me imagino a Fritz allí sentado, frente a mí.
Siempre viste una guayabera con pantalón beige muy amplio, y sandalias franciscanas. Su ropa está desaliñada, su barba recortada con desprolijidad y su poco pelo, despeinado, cae sobre su frente. Tiene un cigarrillo encendido en su mano derecha y un pañuelo en su mano izquierda. Desde su silla me mira profundamente y yo me doy cuenta de que está dispuesto a trabajar conmigo.
Ahora, cuando estoy atascado en una situación y necesito de un terapeuta, recurro a Fritz…
(Pavada de terapeuta… ¿no?)
CARTA 15
Queridísima amiga:
Me inventé un ejercicio guestáltico: Imagino que soy una cámara fotográfica.
Me cuesta describirme- Soy una cámara con forma especial; claro, soy única; hay muchas que se me parecen… pero iguales a mí, sólo yo.
Estoy totalmente equipada para cumplir mi objetivo: retratar este instante de lo que está sucediendo.
Este instante.
El instante anterior ya pasó y el próximo todavía no llega; ambos están fuera de mi alcance…
… y me gusta que sea así.
Lo importante para ser una buena cámara es conseguir una buena imagen de la realidad.
El mecanismo es el siguiente:
Primero, busco aquello que me llama la atención. Lo pongo frente a mí.
Mido la distancia que hay entre eso y yo.
Elijo una distancia útil, no siempre la distancia que elijo es la misma, a algunas cosas me acerco más, de otras me mantengo siempre bastante lejos.
Luego, con suavidad -porque mi mecanismo es muy suave-, incorporo lo exterior a mi interior.
Tengo una película muy sensible y puedo sacar muchas fotos. Si bien el rollo de película es casi interminable, mi vida útil como cámara, no. Llegará un momento en que mi existencia terminará.
Pensar en eso no me angustia, es parte de mí ser cámara.