»Antes de romper, Tom me acusó de estar enamorada de Nic. Entonces fue cuando admití que lo estaba, pero también le dije que Nic estaba guardando luto y que probablemente nunca volvería a verlo.
La mirada de Piper se posó en los ojos del señor Robles. En ellos se apreciaba un brillo extraño y Piper no sabía si se debía a la ira o al dolor. Probablemente fuera una combinación de ambos, ya que acababa de darse cuenta de que su deseo de que las dos familias se unieran se había ido al traste.
– Cuando apareció Nic y supe que su período de duelo había terminado, me sentí tan feliz que temo que fue evidente que descubriera lo que sentía por él. Nic cambió mi mundo cuando me pidió que me casara con él. Yo temía que estuviéramos viviendo un sueño que fuera a desvanecerse, así que llamé al mejor amigo de mi padre y lo arreglamos todo para poder casamos en su despacho. Era lo mejor que podía hacer para tener a mis padres lo más cerca posible. Ellos habrían querido a Nic de la misma forma que vosotros.
De sus ojos seguían saliendo lágrimas.
– Nic quiere tanto a vuestra familia… -espetó-. Fue él quien insistió en que fuerais los primeros en saberlo antes de que corriera la noticia.
Piper paró un momento para tomar aire.
– Créame, señor Robles, sé que Nina siempre habitará en el corazón de Nic. Sus primos siempre me han dicho que ella fue su gran amor, pero que puede tenerse más de un amor en la vida, ¿no cree? -su voz vibró-. Yo también lo quiero -dijo suavemente-, y voy a intentar hacerle tan feliz como lo hubiera hecho su hija.
Piper centró su atención en la señora Robles.
– Espero que podamos ser amigas. Soy consciente de que nunca podré ocupar el puesto de Nina. He visto fotos de ella. Era muy guapa, exactamente como tú y Camilla.
El instinto hizo que Piper tomara las manos de Inés.
– Nic me ha dicho que su padre quiere a tus hijas como si fueran sus propias hijas. Por favor, no dejes que nuestro matrimonio cambie la amistad que existe entre las dos familias.
Volviéndose hacia Camilla, dijo:
– Me gustaría poder conoceros mejor a todos. He estado muy perdida desde que mis padres murieron y mis hermanas se casaron. Voy a necesitar amigos.
Llegados a ese punto ambas madres comenzaron a sollozar. La madre de Nic le ofreció a Piper un pañuelo que ella aceptó de buen grado para secarse las lágrimas de la cara.
El silencio creó una tensión que podía cortarse con un cuchillo, pero Inés fue quien dio el primer paso. Para la alegría de Piper, Inés se acercó a besarla en ambas mejillas y después levantó sus manos hacia la cara de Nic.
– Tú y tu mujer siempre seréis bienvenidos en nuestra casa.
En los preciosos ojos de Nic brillaban las lágrimas reprimidas.
– Gracias, Inés. Nunca sabrás lo mucho que significa para mí -murmuró antes de abrazarla.
Los movimientos de Benito eran rígidos, pero finalmente se acercó a Piper.
– Enhorabuena, señora de Pastrana.
Con un gesto cortés, levantó la mano izquierda en la que Piper llevaba la perla y la besó.
– Muchas gracias, señor Robles.
Con ese gesto, Piper vio que una expresión de alivio se dibujaba en la cara del padre de Nic. Dio gracias a Dios por aquel progreso.
La mano de Nic se deslizó por su cintura antes de decir:
– ¿Vamos al comedor? Le he pedido a Paquita que nos preparara algo ligero para cenar.
Su sugerencia hizo que Camilla hiciera una mueca.
– Pensé que sólo veníamos a tomar algo. Me temo que ya había hecho otros planes para esta noche.
Cuando sus padres empezaron a protestar, Piper le sonrió.
– Estoy segura de que hay un hombre muy especial que se muere de ganas por estar contigo. Comprendo perfectamente que no quieras quedarte aquí con un puñado de gente casada. Nic estará encantado de llevar a tus padres a casa si necesitas que lo haga. Ve y diviértete. Quizá podamos quedar para comer algún día de estos. Podemos darnos un baño y charlar. Sólo sé unas diez palabras en español y necesito un montón de ayuda.
– Por supuesto -dijo Inés al ver que su hija no decía nada.
– Te veo en el coche, Camilla -se ofreció Nic.
Él sabía que la hermana de Nina había sufrido un gran shock. Si Piper hubiera estado en su lugar, también habría querido salir corriendo. ¿Quién podría culparla?
Camilla dio las buenas noches a todo el mundo y se dirigió hacia el vestíbulo en compañía de Nic.
Piper se giró hacia el resto de los asistentes.
– Probablemente quieran hablar un rato. ¿Por qué no vamos al comedor y empezamos? Nic se reunirá con nosotros enseguida.
Piper pensó que le llevaría más tiempo, pero Nic regresó antes de que la sopa de pescado hubiera sido servida a todos los invitados. Se sentó al lado de Piper y acto seguido deslizó una mano por debajo de la mesa y le agarró del muslo. Ella supuso que era su manera de darle las gracias, pero deseó que hubiera escogido otro método y apartara la mano.
El calor hizo que el deseo se desplegara por todo su cuerpo. Susceptible a los sentimientos de los Robles, Nic no había sido muy efusivo delante de ellos. Pero aquello era aún peor, porque ella no podía salir corriendo o decirle que dejara de hacer lo que estaba haciendo.
Surgió en la conversación el tema de los cuadros que Piper había traído a Europa. La madre de Nic se deshizo en elogios hacia ellos.
Nic terminó su vaso de vino.
– Piper es una brillante artista. Cuando me familiaricé con su trabajo, no tenía idea de que hiciera retratos. No hasta que entré en su apartamento en Nueva York y vi un retrato de sus padres colgado en la pared que era una obra maestra.
El señor de Pastrana habló por primera vez. Estaba mirando a Benito.
– Tu cumpleaños es el mes que viene. Lo primero que voy a pedirle a mi nuera es que os pinte a Inés y a ti. Será nuestro regalo de cumpleaños.
– Sería un honor para mí -dijo Piper suavemente-. Señor Robles, Nic dice que posee la más exquisita villa de toda Andalucía. Quizá pueda posar en una de sus habitaciones preferidas o en el jardín mientras yo hago algunos bocetos. Cualquier sitio que tenga la suficiente luz para resaltar el brillo de su pelo.
– ¿Mi pelo? -preguntó el hombre con asombro.
– Sí. Se dice que el cabello de una mujer corona su belleza, pero también puede decirse lo mismo de los hombres españoles. Con sus oscuros ojos y su maravillosa estructura ósea, los andaluces poseen el tono más bello de piel que jamás haya visto.
En ese momento las huellas de Nic ya tendrían que estar estampadas en su pierna.
– Quizá tu nuera quiera pintaros a ti y a María primero -murmuró Benito a su viejo amigo, aunque Piper sabía perfectamente que la idea le había agradado.
– Piper puede pintar a mis padres en cualquier otra ocasión -Nic se levantó y caminó hacia el aparador-. Tenemos el resto de nuestras vidas por delante, así que no hay más que hablar. ¿Todo el mundo quiere coñac?
Nic hizo los honores.
– Yo no -susurró Piper antes de que él le sirviera uno.
Las bebidas marcaban el final de la cena. Los padres de Nic se ofrecieron a llevar a sus amigos a casa. Nic los acompañó hasta el patio. Tan pronto como hubo regresado al vestíbulo y cerrado la puerta, agarró a Piper.
– Nic, bájame. ¿Qué estás haciendo?
Nic la hizo girar dando vueltas y vueltas, como si estuvieran en una pista de baile. Finalmente la levantó por encima de él. Sus ojos estaban llenos de emoción. Piper nunca lo había visto tan animado.
– ¡Lo hiciste! Mi padre y Benito no han dejado de hablarse. De hecho, tengo el presentimiento de que van a estar más unidos que nunca. Sólo una Duchess podría haber asestado un golpe maestro. Ven, mi corazón.