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– Espero que no. Tengo un negocio del que ocuparme en Nueva York. ¿Por qué no te das prisa y te metes en la cama para que podamos hablar sobre cuál es la mejor manera de acercarme a Camilla?

– No estoy seguro de saber cuál es. Esta noche me pilló desprevenido.

El corazón de Piper dio un brinco.

– ¿En qué sentido?

– Estaré contigo en un minuto y te lo contaré.

Aquello no presagiaba nada bueno.

Desconcertada, Piper se metió bajo las sábanas. Cuando Nic apagó las luces y se metió en el otro lado de la cama, ella se cercioró de que le estaba dando la espalda.

Al no empezar a hablar inmediatamente, Piper empezó a pincharlo para que le diera una explicación.

– Si quieres saber la verdad, Camilla dijo lo último que esperaba oír.

Olvidando la proximidad que había entre ambos, Piper se volvió hacia el otro lado para poder ver su cara. El impulso casi la hizo echarse encima de él. Con un leve gemido, reculó y se sentó.

– ¿Qué fue lo que te dijo?

Nic estaba tumbado de espaldas con una camiseta y unos pantalones de chándal, con las manos apoyadas detrás de la cabeza. Estaba demasiado cerca para que ella pudiera mantener el equilibrio.

– Después de invitarla a asistir a nuestra ceremonia mañana por la tarde junto con sus padres, dijo que le encantaría venir. Después me besó en la mejilla y me dio las gracias por haberla sacado del atolladero frente a sus padres.

Piper frunció la boca.

– Eso sí que es una sorpresa. No estoy segura de creerla. Con lo orgullosa que es puede que haya sido la primera cosa que se la haya ocurrido para dar la cara.

– Quizá sí o quizá no.

– ¿Estás diciendo que Camilla ha estado actuando frente a las dos familias durante todo este año?

– Sinceramente, no lo sé.

Los pensamientos de Piper se tambaleaban.

– ¿Crees que es el tipo de mujer que fingiría doblegarse a las expectativas de sus padres? ¿Será que, al igual que tú, tiene un gran sentido del honor?

– No era algo honorable -chirrió su voz-. Mi compromiso con Nina fue una mentira de principio a fin.

– En cualquier caso, era una mentira honorable. Si lo de Camilla es cierto, entonces la noticia de nuestro matrimonio la ha liberado. Habría sido horrible para ella si hubiera estado enamorada de ti sabiendo que no la amabas, pero tener que casarse contigo sabiendo que habías estado locamente enamorado de su hermana… no puedo ni siquiera imaginarlo.

El hizo un sonido con su garganta.

– Eso nunca habría ocurrido.

– Si realmente quiso darte a eso a entender, ¿crees que la situación la hará ser más o menos agradable conmigo?

– Lo descubriremos cuando empieces el retrato que mi padre te ha encargado. La semana que viene telefonearé a Benito para concretarlo todo.

– ¿La semana que viene? ¿Por qué no antes?

– Porque ambas familias asumen que queremos estar a solas el mayor tiempo posible. Se quedarían extraña dos si permitiéramos que el mundo se entrometiera entre nosotros durante al menos una semana.

El razonamiento de Nic no podía ser refutado. No tenía más remedio que aceptarlo así.

Nic se movió hacia el lado de ella, casi embriagándola con su potente aura masculina.

– Fue muy astuto de tu parte el sugerir utilizar su casa como telón de fondo.

Su proximidad hacía que el corazón de Piper latiera muy deprisa. Ella volvió a retomar su posición anterior, separándose de él.

– La mayoría de la gente se siente más cómoda si son retratados en sus propias casas. Quizá podría sugerirles que Camilla apareciera en el retrato con ellos.

– Excelente idea, esposa mía.

Su esposa. Menuda broma.

– Ya veremos. Aunque se niegue a formar parte de él, puede que se deje caer por allí para echar un vistazo. De todas formas no tengo muchas esperanzas de que sea agradable conmigo.

– Quizá eso sea pedirle demasiado, pero cuento con que la curiosidad que siente por ti te sea útil para obtener lo mejor de ella.

– Así que sentirá curiosidad por mí. Sin duda ella y Nina eran confidentes. Nina no habría sido capaz de mantener en secreto su romance con Lars. Las mujeres tienen que hablar, especialmente si son hermanas con poca diferencia de edad.

– Eso lo he aprendido desde que conozco a las indomables trillizas Duchess -dijo Nic arrastrando las palabras-. Ahora que has vuelto al continente europeo, mis primos tendrán que compartir a sus mujeres otra vez.

– Eso es cierto. Las mujeres charlan y los hombres actúan.

Él se rió.

– No creo que ese eslógan esté en ninguno de los calendarios que he visto.

– No lo está.

– ¿Y eso?

– Porque me lo acabo de inventar. Ahora entenderás por qué era Greer quien se encargaba de los eslóganes.

– ¿Por qué dejabas que ella estuviera siempre al frente de todo?

– Porque hace tiempo que Olivia y yo aprendimos que Greer siempre tiene razón.

Su risa se hizo más potente.

– Ríete todo lo que quieras. Eres hijo único, así que nunca has tenido que preocuparte por tu posición dentro de la familia. Ser trillizas lo complica todo aún más.

– Ser hijo único también tiene sus complicaciones. El tener que colmar todos lo deseos de tu padre también tiene un precio.

A Piper le picaron los ojos cuando se dio cuenta de su responsabilidad.

– ¡Touché! He decidido hacerte un favor y dejar de hablar. Incluso la raya más inquieta necesita algo de tranquilidad. Buenas noches, Nic.

– ¡Ése es!

Las hermanas de Piper parecían tan decididas que supo que su búsqueda había llegado a su fin.

Rodeada por espejos de cuerpo entero, Piper volvió a mirarse otra vez. El vestido era sin mangas y cuello redondo. Era todo de seda y hacía vuelo a partir de la cintura. La cola no era muy larga y estaba bordada en encaje y perlas. Piper parecía una princesa, pero nunca se habría sentido tan lejos de ser una.

– ¡Es del mismo color que tu perla!

– ¿Qué voy a llevar como velo?

– El vestido es italiano, así que necesitas algo español. Ya sé -Olivia estaba emocionada-. Vuelvo enseguida.

– ¿Cómo es que estás tan nerviosa? -le preguntó Greer una vez que estuvieron solas.

– No lo estoy.

– Sí lo estás. Estás exaltada y tensa. ¿Estás segura de que te casaste en Nueva York?

– Greer…

– Sólo estaba bromeando. Pero tienes que admitir que estás actuando como si éste fuera realmente el día de tu boda. Ya sabes a lo que me refiero.

– Eso es ridículo. Hace ya tres días que soy una señora casada.

– Entonces ¿cómo es que no os habéis marchado de luna de miel? Podríais haber disfrutado de una antes de venir a enfrentaros a todo el mundo.

Piper se apartó de su hermana.

– Ya sabes lo correcto que es Nic.

– No cuando se trata de conseguir lo que realmente quiere. Él te quería y, una semana antes de que formalmente finalizara su período de duelo, decidió ir por ti. Así que, ¿qué ha sucedido?

– No ha pasado nada.

– Te olvidas de que puedo ver tu cara en el espejo. Estás mintiendo entre dientes. Somos tus hermanas. Puedes contárnoslo todo.

– Por favor, dinos qué sucede -suplicó Olivia.

Olivia había regresado al probador con una mantilla de encaje.

– Llevas nerviosa toda la mañana. Eso no es propio de ti.

– Lo siento.

Olivia se acercó a Greer. Ambas colocaron la mantilla sobre la cabeza de Piper, asegurándose de que caía hasta el suelo por ambos lados.

– A Nic le va a dar un infarto cuando te vea.

Una boda por la iglesia. No podía seguir adelante con ello.

– ¿Qué te pasa, Piper? -ambas la sujetaron.

– Acabas de ponerte blanca como cuando tengo náuseas por las mañanas -murmuró Olivia compasiva.

– No he desayunado.

Greer agitó la cabeza.