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– No es por eso por lo que te sientes mal. Vamos. Cuéntanos la verdad. Sabemos que no estás embarazada. También sabemos que tú y Nic estáis locos el uno por el otro. Así que, ¿por qué no estás loca de contenta?

Ella tragó saliva intentado evitar sus inquisitivos ojos.

– No veo la necesidad de tener que casarnos otra vez.

– Pero queremos veros decir vuestros votos -explicó Olivia.

– ¡Ya los dijimos!

– Pero no en la iglesia.

Greer no se fiaba de nada. Frunció el ceño.

– ¿Por qué te asusta tanto la idea de casarte por la iglesia?

– ¿He dicho yo eso? -arremetió Piper.

– ¿Es eso cierto? -preguntó Olivia-. ¿Te preocupa que tu matrimonio no vaya a durar?

– ¡Eso es! -asintió Greer-. ¿Qué es lo que te hace pensar que no estarás con Nic para siempre? ¿Tiene Camilla algo que ver con esto?

– ¡No!

– Eso ha sido un no muy rotundo. ¿Te ha amenazado de alguna manera?

– No. No es lo que pensáis.

– Entonces, cuéntanoslo. No saldrás de este probador hasta que nos hayas contado toda la verdad.

Piper levantó la cabeza. No podía mantener su secreto por más tiempo. Con lágrimas en las mejillas, les dijo:

– Es horrible, chicas. Me siento mucho peor de lo que podéis imaginar.

Sus hermanas la creyeron.

– No podemos hablar aquí. Mancharás el vestido. Vamos. Le diremos a la dependienta que lo prepare todo y volveremos más tarde por ello.

Mientras que Greer le quitaba la mantilla, Olivia empezó a desabrochar el vestido. Piper se puso el traje de color crema con el ribete aguamarina que llevaba antes y se apresuró hacia el sedán negro de Nic.

Para cuando sus hermanas se reunieron con ella, Piper ya se había relajado lo suficiente como para contarles todo.

Con cada una de las impactantes revelaciones, sus expresiones se entristecieron hasta el punto de llegar a ser casi irreconocibles.

– Todos podían haber sido asesinados en aquel accidente -dijo Olivia con voz afligida-. Y ahora tú estás en peligro.

– No te preocupes. Nic ha contratado guardias de seguridad para protegemos a todos durante las veinticuatro horas.

– ¿Qué quieres decir con todos? ¿Nosotras también estamos siendo vigiladas? -preguntó Greer.

– Sí.

– ¿Ahora mismo?

– Sí.

Greer agitó la cabeza.

– Nic no tenía ningún derecho a pedirte esto. No cuando la policía ha confirmado que Lars mató a Nina. Ahora que eres su mujer, ese monstruo podría ir por ti.

– Nic no me puso una pistola en la cabeza para que lo hiciera.

– En cierta manera sí lo hizo -murmuró Greer fríamente-. Sabía que acudirías en nuestro rescate. No puedo creer que nuestros maridos nos hayan ocultado todo esto.

– Eso es porque os aman tanto que no quieren que os preocupéis por nada. Piénsalo durante un minuto. ¿Si hubierais estado en mi lugar no habríais hecho lo mismo?

Las tres se miraron durante un buen rato sin decir nada, porque todas sabían la respuesta a esa pregunta.

– No os enfadéis con ellos ni con Nic. Él no puede evitar estar enamorado de otra persona. Al principio no lo creía pero ahora, al mirar hacia atrás, pienso que si realmente me quisiera habría hecho algo el mismo día que os casasteis o en nuestra noche de bodas. Es por eso por lo que temo una boda en la iglesia. Signore Barnizzi, el jefe de la investigación, insiste en que es necesario. Cuando digamos nuestros votos frente al sacerdote, sé que todo lo que dirá Nic serán mentiras. Tan pronto como Lars y sus cómplices sean arrestados, obtendremos la anulación de nuestro matrimonio.

– ¿En serio que no ha intentado hacerte el amor? ¿Ni siquiera anoche? -Greer la miraba con los ojos llenos de dolor.

– No, y eso que le he dado un montón de oportunidades. Todo lo que tenía que hacer era acercarse a mí tan sólo unos centímetros en la oscuridad y yo habría ardido en llamas. Ahora supongo que la pregunta es: ¿me perdonará Dios el aceptar unos votos sabiendo que para Nic, no tienen ningún sentido?

– Por supuesto que sí, tonta -le aseguró Olivia.

– No es eso -declaró Greer-. Nic te ha utilizado para evitar cumplir con la obligación que su padre le había impuesto. Y ahora espera que hagas de espía para él.

– Yo acepté hacerlo todo porque lo quiero, Greer, así que no hablemos más de ello. Ahora que me he desahogado con vosotras me siento mucho mejor. Cuando regresemos a la villa tenéis que fingir que no sabéis nada sobre todo esto. ¿Juráis guardar silencio?

– Lo juramos -dijeron al unísono.

– Eso está bien, porque Nic os quiere mucho a las dos. Me ha prometido que no va a sucederos nada y yo le creo. A su manera, es un hombre muy noble. Como unos de esos caballeros a la antigua usanza. Cualquier otro hombre se habría aprovechado de la situación, pero Nic es fiel a su propio código de honor. La mujer por la que está locamente enamorado es la persona más afortunada del mundo.

– ¿Tienes idea de quién puede ser?

– Debe de ser una mujer casada o su editora, Consuelo Muñoz.

Por primera vez es sus vidas Greer rompió a llorar enfrente de sus hermanas.

– ¿Cómo puede Nic no quererte? Puedo perdonarle cualquier cosa menos eso. ¡Tú eres la persona más maravillosa, desinteresada y leal que existe!

Piper no podía creérselo. Su hermana mayor estaba llorando por ella. Aquello ablandó su corazón.

– No te preocupes por mí. Algún día encontraré al hombre adecuado que me quiera como Max y Luc os quieren a vosotras. Sucederá algún día. ¿No esperaríais que el «Fondo para la búsqueda de marido» fuera a funcionar para las tres, verdad?

Ahora Olivia también lloraba. Ambas intentaban sonreír, pero no podían. Extrañamente, Piper se sentía mucho mejor desde que había podido desahogarse. Ahora, era la única trilliza que tenía los ojos secos.

– Correré a buscar mi vestido de novia. Volveré en seguida.

– Vas a necesitar ayuda -después de enjuagarse los ojos, sus hermanas se reunieron con ella en la tienda de vestidos de novia.

Una vez hubieron metido todo en el coche, Greer se giró hacia Piper.

– ¿Tienes anillo para Nic?

– No. Eso haría que todo pareciera demasiado real.

– Considerando que se trata de una cuestión de vida o muerte, tienes que hacer que la ceremonia sea lo más real posible. He visto una joyería a unos dos kilómetros en esta misma calle.

– Sí, la recuerdo -Olivia arrancó el coche.

Ella siempre se había encargado de conducir puesto que de las tres, era la que mejor sentido de la orientación tenía. Piper se sentó en el asiento del copiloto y Greer en la parte de atrás. Arrancaron y se pusieron en camino.

Aparcar en el centro de Marbella era prácticamente imposible. Olivia dijo que ella daría vueltas a la manzana mientras que Piper se bajaba del coche y entraba a la joyería.

Cuando le dijo al dependiente que quería una alianza para un hombre que estuviera a la altura de la filigrana de oro de su propio anillo, éste empezó a actuar de forma muy extraña.

– ¿De dónde procede este anillo de perla?

Piper no tuvo más remedio que decirle que ella era la señora de Pastrana, la esposa de Nicolás de Pastrana.

– Nic pudo recuperar el anillo que había sido robado de la colección de joyas de María-Luisa. Ahora, para darle una sorpresa a mi marido, quiero comprarle un anillo que le haga justicia.

El joyero no pudo ponerse más contento. Trató a Piper como una reina y finalmente salió de la tienda con un anillo que era la pareja perfecta para la perla.

Cuando volvió al coche Olivia la miró de reojo.

– Greer y yo queremos invitarte a almorzar en Puerto Banus. El mes pasado Nic nos llevó a un restaurante llamado Pedro’s Beach. Hacen el mejor marisco que jamás he probado. Será una comida de despedida de soltera. ¿Qué te parece?

Piper estaba tan contenta de que sus hermanas supieran la verdad que incluso recuperó el apetito.