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– Me encantaría.

Nic ni siquiera se daría cuenta de cuánto tiempo había estado fuera, ya que estaría hablando por teléfono con sus primos y signore Barnizzi sobre el desarrollo de los acontecimientos de la pasada noche.

Llegaron al puerto. Con las montañas como telón de fondo, el puerto estaba lleno de yates blancos mirando hacia el océano. Olivia señaló a lo lejos uno de ellos llamado Juan Carlos.

– Ese es el yate de los Pastrana. Es fabuloso.

Naturalmente, todo lo relacionado con Nic o sus primos rozaba lo surrealista.

Olivia parecía tener un radar para saber dónde encontrar aparcamiento en las zonas más conflictivas alrededor de la playa. Aparcaron y Olivia apagó el motor. Mientras Piper alcanzaba el manillar de la puerta vio algo que la impactó tanto que gritó.

– ¡Chicas! ¡No bajéis del coche todavía!

Ambas la miraron aturdidas.

– Mirad a la pareja abrazada en el embarcadero al lado del yate llamado Britannia. ¡Son Camilla y Lars! Nic me enseñó fotografías de él. Por la altura y el color de pelo no me cabe duda de que es él.

– ¡Oh Dios mío! -Olivia dejó escapar un grito ahogado.

– ¿Qué? -dijeron Greer y Piper al mismo tiempo.

– ¡Es el mismo hombre que intentó llevarme a una discoteca el pasado agosto en Monterosso! Lo recuerdo ahora. ¡Se llamaba Lars!

– ¿Estás segura? -gritó Piper.

– Estaba con un grupo de chicos alemanes y croatas -se puso pálida-. Estuve jugando con ellos al frisbee. Lo hice para que Luc se pusiera celoso pero, al darme cuenta de que Lars intentaba ligar conmigo, nadé de vuelta al Gabianno. Él vino detrás de mí y me agarró de una pierna mientras subía las escaleras. Luc fue quien lo ahuyentó.

Greer frunció el ceño.

– ¿Crees que podrían haberos estado siguiendo a Luc y a ti?

– No. El estaba en la playa y no tenía forma de saber dónde estábamos. Fui yo quien, en el último momento, pidió a Nic que llevara el barco en aquella dirección.

– Apuesto a que Monterosso es un sitio muy frecuentado por esa panda de asesinos -especuló Piper-. No está lejos de Colorno, de donde fue robada la colección.

– Chicas, Lars está subiendo a bordo del Britannia. Camilla está empezando a andar hacia el aparcamiento. ¡Agachad las cabezas! -les advirtió Greer.

Unos segundos después Piper levantó la cabeza para ver hacia dónde se dirigía la otra mujer. Al instante vio como Camilla se marchaba en un coche de color azul oscuro.

– Vale. Se ha ido.

Sus hermanas se levantaron. Piper las miró.

– Tengo que llamar a Nic y contarle lo que he visto, pero no quiero que sepa que lo sabéis todo. Él insistió en que guardara el secreto.

– No hay problema -exclamó Olivia-. Tenemos guardaespaldas que nos protegen mientras hablamos. ¿verdad?

– Sí. Dejadme hablar con él antes de marcharnos para que crea que estoy sola.

Ellas asintieron.

Piper sacó su nuevo teléfono móvil y pulsó el primer dígito.

– Hemos puesto velas en las hornacinas. Todo está listo para la ceremonia, señor de Pastrana.

Nic apretó la mano al florista.

– Agradezco su ayuda. A mi novia le gustan mucho las rosas y las begoñas. Estará encantada con la forma en la que lo han decorado todo.

– Gracias.

– Los hombres se subieron a la furgoneta y se marcharon. Él cerró las puertas de la capilla. Después de montarse en su coche deportivo, se percató de que su teléfono móvil, que había dejado en el asiento del coche, estaba sonando. Comprobó la identificación de llamada. Era su mujer.

– ¿Piper? ¿Ya estáis de vuelta?

– Nic, escúchame -le susurró.

Él apenas podía oírla.

– Las chicas creen que estoy teniendo una conversación privada con mi marido porque no puedo soportar estar separada de ti.

Mientras que Nic reaccionaba al dolor que le infligía aquel comentario, la seguía escuchando.

– Te llamo desde el aparcamiento del restaurante Pedro’s Beach, donde vamos a almorzar. Como está muy lleno hemos cambiado de opinión. ¿Nic? Lars está en Puerto Banus.

Aquella noticia casi hizo que Nic soltara el teléfono.

– Camilla está con él. Ambos estaban al lado de un yate de tamaño medio llamado Britannia y actuaban como si fueran amantes. Ahora él ha subido a bordo y ella se ha marchado en un coche.

Al oír aquellas palabras, Nic sintió una ráfaga de adrenalina.

– ¿Crees que han podido verte?

– No. Hay mucha gente alrededor.

– Gracias a Dios. Salid de ahí y venid directamente a casa. Nos veremos en cuanto llegues.

Después de telefonear a signore Barnizzi para contarle las últimas noticias, Nic se dirigió hacia la villa donde Max y Luc estaban haciendo largos en la piscina.

– Las chicas llegarán en cualquier momento. No tenemos mucho tiempo -les explicó Nic-. En mi opinión Lars utilizó a Nina para robar la colección de joyas de María-Luisa. Creo que ella era inocente. Cuando no pudo obtener más información de ella sobre los diamantes de los Pastrana, se deshizo de ella y puso los ojos en Camilla.

Las arrugas hacían surcos en la frente de Max.

– Cuando ya no le sirva de ayuda, ella también será prescindible.

Luc lanzó sobre una silla la toalla que había estado utilizando.

– Si Camilla cree que Lars está enamorado de ella, probablemente haya corrido en su busca para contarle que ya es libre para poder casarse con él.

– La visita de Camilla significaría que Lars sabe que Piper y yo vamos a casarnos en una ceremonia privada esta misma tarde.

Max asintió.

– Si ha estado tumbado en el Britannia esperando para robar las joyas, esta noche se le presenta la ocasión perfecta. Todos estaremos reunidos en la capilla.

– Sí -dijo Nic con una sonrisa diabólica-. Mientras la boda se celebra tal y como está planeado, habrá un comité de bienvenida para recibir a Lars en el palacio. Si no viene, la policía lo estará vigilando en el yate. Antes de que lleguen las chicas vayamos a la biblioteca para hacer las llamadas pertinentes y poner el plan en acción.

Entre otras cosas Nic tenía que ultimar con Luc los detalles de su luna de miel. No iba a haber ninguna anulación del matrimonio.

Unos minutos más tarde escuchó voces en el vestíbulo que le advertían de que las chicas estaban en casa. Nic fue a ayudar a Piper a llevar el vestido de novia a su dormitorio.

Una vez que hubo cerrado la puerta, se lo entregó y ella lo colgó en el armario.

– ¿Crees que la policía habrá puesto ya a Lars bajo arresto? Si es así, podemos cancelar la boda.

Él tomó aire.

– Eso es algo que no podemos hacer, mi amor, ya que tú has sido la que les ha proporcionado la primera pista real en el caso. Ahora están organizándolo todo para poner en marcha una nueva operación esta misma noche.

Estás bromeando!

– No. Mientras nuestra ceremonia se desarrolla según lo planeado con todo el mundo reunido y a salvo en la capilla, signore Barnizzi espera atrapar a Lars y a su banda de matones en el robo de los diamantes de la familia Pastrana que papá guarda en un lugar secreto del palacio.

– ¿Y qué pasará si no viene?

– El yate ha sido puesto bajo vigilancia. De un modo u otro, van a atraparlos. Serás reconocida como la heroína de la operación no sólo por la familia, sino por los departamentos de justicia internacionales.

– No soy ninguna heroína. Yo sólo quiero volver a Nueva York.

– Bueno, pues eso no sucederá esta noche.

Ella se esforzó por evitar sus ojos.

– Obviamente no.

Él la vio buscar algo en su bolso.

– Aquí tienes. Ya que va a haber ceremonia tendremos que ver si te vale para que no haga el ridículo al intentar meterlo en tu dedo.

Nic agarró la cajita que ella le entregaba y la abrió para descubrir una alianza de hombre diferente a todas las que había visto anteriormente. Piper había escogido un anillo de filigrana de oro similar al de ella.