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El corazón de Piper se aceleró mientras ella intentaba recordar sus palabras exactas.

– En cuanto tu hermana te lo contó, rompiste a llorar de alegría por ella y después le dijiste que pensabas que era la mujer más afortunada del mundo.

– ¡Por supuesto que lo dije! -se defendió con voz firme-. Olivia es muy afortunada por haberse enamorado de un hombre que la quiere y que quería casarse con ella. Esa sería la única forma en la que querría tener un hijo. A estas alturas ya deberías saber que las hermanas Duchess no van por ahí acostándose con cualquiera.

Él ladeó la cabeza.

– En cierta ocasión me invitaste a echarme una siesta contigo en la hierba.

Ella le dedicó una sonrisa necia.

– Eso fue diferente. No pensaba echarme contigo en la forma que piensas. Sólo quería divertirme un poco contigo porque en realidad no creía que estuvieras guardando luto. Si ése hubiera sido el caso, nunca te habrías despojado de la banda a pesar de estar trabajando de incógnito.

Abrumada por las emociones, continuó hablando cada vez más deprisa.

– Dado que mi objetivo en Europa era conseguir una proposición de matrimonio por parte de un playboy de la Riviera y luego rechazarlo, decidí ver si podía besar a uno por el mero hecho de hacerlo. Pero, después de todo, parece ser que subestimé el amor que sentías por tu difunta prometida -se encogió de hombros-. Ahora ya nada de eso importa.

Las sombras oscurecían la preciosa cara de Nic.

– No totalmente. Desde el principio tu instinto te decía la verdad. Nunca amé a Nina Robles.

Piper no estaba segura, pero parecía que decía la verdad. Suponía que, si realmente hubiera estado enamorado de Nina, se habrían casado mucho tiempo antes.

– ¿Así que decidiste llevar una banda en señal de luto durante un año para pagar por tu pecado? -se burló ella.

– Sí -admitió violentamente.

– Oh, ya veo -ella le lanzó otra sonrisa burlona-. Como has nacido dentro de la aristocracia, te ves forzado a comprometerte sin amor y mantener la farsa. Pobre Nicolás. Para ser sincera contigo, no creo que la mayoría de los compromisos reales se hayan efectuado por amor verdadero.

– Algunos sí lo son -respondió con una suave voz-. Mi caso era complicado porque mi familia y la familia Robles están emparentadas y han tenido mucha relación a lo largo de los años. Era previsible que hubiera matrimonio entre Nina y yo. Su imprevisto fallecimiento complicó las cosas hasta el extremo de que el señor Robles espera que, según una antigua ley, me case con su otra hija, Camilla.

– A mí eso me parece algo bíblico.

– Porque lo es -murmuró-. Mi padre también se está dejando llevar en esa dirección.

– ¿Y Camilla tampoco te gusta?

– No. Estoy enamorado de otra persona pero no puedo hacer nada, porque ella no me corresponde.

El interés de Nic por otra mujer tenía que ser el secreto mejor guardado de la casa de Parma-Borbón, ya que sus hermanas no la habían informado de ello. Aquella devastadora revelación hizo que Piper se dirigiera hacia su mesa y se sentara antes de que el dolor pudiera hacer que se desintegrara delante de él. Ahora estaba tan lejos de su alcance…

Con voz seca le preguntó:

– ¿Por qué estás realmente aquí, Nic?

– El período oficial de duelo terminará en tres días. Para echar por tierra los planes que ambas familias tienen para mí, me gustaría llegar a Marbella con mi esposa.

– Una esposa, ¿eh? Bueno. No tendrás ningún problema. Debe de haber más de una docena de candidatas reales que te habrán echado el ojo desde hace años.

– Ninguna de ellas encaja para lo que tengo en mente. Tú eres la única mujer sin título nobiliario que puedo llevar a casa sin que mi familia sea capaz de rechazarte en público o forzarme a que renuncie a ti.

– ¿Quieres decir que soy aceptable porque mis hermanas se han casado con tus primos y por consiguiente yo me llevo el premio de consolación? -gritó con la cara colorada por la ira.

– Algo de cierto hay en eso -respondió suavemente-. Mis padres te conocen y te encuentran encantadora. Además saben la historia de las hermanas Duchess y son conscientes de que tú y yo hemos pasado algún tiempo juntos en varias ocasiones durante mi período de luto.

– Espera un momento -lo interrumpió.

En aquel momento estaba tan fuera de sí misma por la angustia que se levantó de nuevo, a pesar de que tuvo que agarrarse al filo de la mesa para encontrar apoyo.

– Eso que me has dicho acerca del bebé, ¿no estarás sugiriendo que pretendamos hacerles creer que nos hemos estado viendo a escondidas y que ahora estoy embarazada de ti?

– No habrá que fingir nada si nos casamos antes y disfrutamos de una pequeña luna de miel de regreso a España. Para entonces podremos decir a la familia que es probable que estemos esperando un bebé. Eso hará que mi matrimonio sea un fair accompli en el sentido estricto de la palabra.

Ella negó con la cabeza.

– De ninguna manera. El favor que me pides es imposible. Aparte del hecho de que no me gustas, tú estás enamorado de otra persona.

– ¿Acaso importa?

Que respondiera con semejante sangre fría dejó a Piper perpleja.

– Obviamente a ti no te importa, pero a mí sí. No estamos enamorados el uno del otro así que no funcionaría. Además, quisiera que mi mundo permaneciera tal y como es. Mi carrera acaba de despegar y estoy emocionada por ver hasta dónde me lleva. No veo nada más absurdo que desfilemos por ahí como marido y mujer en una unión sin amor sólo porque quieras librarte de casarte con Camilla y yo sea la marioneta que tienes más a mano.

Después de un incómodo silencio él dijo:

– Entiendo cómo te sientes.

Su benévola respuesta hizo que Piper se enfureciera aún más.

– Acepta mis disculpas por haberte pedido algo que es puro egoísmo de mi parte y que incluso puede llegar a ser peligroso. No volveré a molestarte.

Con una inapreciable aunque imperiosa reverencia que le eran innatas, se encaminó hacia la puerta.

– ¡Ah no! ¡No puedes hacer eso! -ella corrió y se interpuso en su camino para que no pudiera marcharse-. No puedes lanzar semejante bomba y marcharte así como así, dejándome pasmada.

Mientras trataba de recobrar el aliento, le pareció detectar una ligera sonrisa de satisfacción en sus labios. Ya que él siempre la había encontrado graciosa, debería estar acostumbrada a las horribles miradas condescendientes que le lanzaba. Desgraciadamente aquello sólo la ponía furiosa.

Piper apoyó las manos en sus caderas.

– Sé que tiene que haber alguna otra razón por la que has venido a verme. Explica eso de que es peligroso. ¿Para quién?

– Para ambos. Naturalmente, te proporcionaría protección para que no sufrieras ningún daño.

A Piper se le erizó el vello de la nuca.

– ¿Protección?

A pesar de su ímpetu, la repentina mirada de soslayo que le lanzó provocó en ella un sentimiento de inquietud.

– Son medidas necesarias -respondió solemnemente atrapando su mirada con aquellos ojos marrones-. Pero eso es algo que puede discutirse más tarde. Lo que está claro es que si te conviertes en mi esposa, contarás con el apoyo de toda la familia. Entonces podrás apreciar la gratitud de la casa de Parma-Borbón.

– ¡No quiero la gratitud de nadie!

Piper prácticamente escupió las palabras. Lo único que ella quería era el amor de Nic, pero eso era imposible.

– Perdóname por haberte robado tu precioso tiempo, señorita Piperre -dijo encogiéndose de hombros mientras volvía a ponerse la chaqueta-. No es necesario que me acompañes a la salida.

Al pasar por su lado para abrir la puerta sus brazos se rozaron, provocando una corriente eléctrica a través del cuerpo de Piper.

– Asegúrate de devolverle el anillo a Jan antes de salir del edificio -le advirtió con voz quebrada.