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– De acuerdo, señor, muchas gracias por su llamada. Pero ahora estoy muy ocupada y he de…

Hinton colgó antes de terminar su propia frase. Sonreí. Pensé que estaba a salvo y me sentía particularmente orgulloso de mi creatividad. Me estiré al asiento del pasajero para coger la carpeta. La abrí y miré la cronología. Terry había anotado la conversación con Hinton el 2 de febrero. El artículo probablemente se publicó uno o dos días después. En cuanto llegara a una biblioteca con ordenador podría conocer la fecha exacta y leer lo que se había escrito en referencia a McCaleb en el artículo.

Provisionalmente lo anoté en la cronología en el 3 de febrero. Estudié lo que tenía durante un momento y empecé a dar forma a mi teoría sobre el caso.

McCaleb ve el 7 de enero el artículo del Los Angeles Times sobre los hombres desaparecidos. Se interesa. Descubre en el relato algo que tal vez los detectives han pasado por alto o han interpretado mal. Elabora una teoría, pone en orden sus ideas y dos días después llama a Ritz a la policía metropolitana. Ritz le hace el vacío, pero resulta que menciona la llamada a Hinton cuando ella hace un seguimiento. Al fin y al cabo, a Ritz le sirve para mantener la historia circulando en la prensa y añadir el nombre de un investigador que es una «celebridad» podría ayudar.

El artículo de seguimiento de Hinton con la mención de McCaleb sale en el Sun la primera semana de febrero. Menos de dos semanas después -el 13 de febrero- McCaleb está solo en su barco cuando Jordán Shandy aparece en un taxi acuático y le pide una excursión de medio día. McCaleb cada vez sospecha más del hombre mientras están pescando y le saca fotos a escondidas. Una semana después, Shandy está en el centro comercial Promenade vigilando a la familia de McCaleb y sacándole fotos de incógnito, lo mismo que McCaleb había hecho con él. Esa misma noche alguien se lleva el dispositivo GPS del Following Sea y posiblemente manipula los medicamentos de McCaleb.

El 27 de febrero McCaleb ha recibido las fotos de su familia en el centro comercial. El origen o método de entrega de las fotos se desconoce, pero la fecha está documentada por la creación de la carpeta en su ordenador. Sólo dos días después de poner las fotos en su ordenador se va de Catalina al continente.

Su destino se desconoce, pero su coche es devuelto sucio, como si hubiera estado haciendo conducción de rallys. También hay registro de que tenía números de teléfono de un hospital de Las Vegas y del Mandalay Bay, la última localización conocida de uno de los seis hombres desaparecidos.

Abundaban las posibilidades y las interpretaciones. Yo apostaba a que todo giraba en torno a las fotos. Creía que fue la visión de esas fotos lo que llevó a McCaleb a viajar al continente. Creía que su coche había vuelto sucio después de tres días porque se había metido en el desierto, por Zzyzx Road. Había mordido el anzuelo, conscientemente o no, y había ido al desierto.

Miré de nuevo mi cronología y concluí que la mención de McCaleb en el artículo de seguimiento del Sun había suscitado una respuesta. Shandy estaba de algún modo implicado en las desapariciones. En ese caso, probablemente habría mantenido un ojo en los medios en busca de actualizaciones referidas a la investigación. Cuando vio el nombre de McCaleb en el periódico, fue a Catalina para asegurarse.

Esa mañana, durante la excursión de pesca, podría haber visto que McCaleb se tomaba sus medicamentos, podría haber visto las cápsulas y concebido un plan para eliminar la amenaza.

Eso dejaba la cuestión del GPS y por qué lo habían robado del barco el 21 de febrero. Pensaba que simplemente se lo habían llevado como tapadera. Shandy no podía estar seguro de que su entrada en el barco para cambiar las medicinas de Terry había pasado inadvertida, de manera que se llevó el dispositivo para que McCaleb no siguiera preguntándose por las intenciones del intruso si descubría que se había producido un asalto.

La pregunta más amplia era por qué McCaleb era visto como una amenaza si su teoría del triángulo no había sido revelada en el artículo del Sun. No lo sabía. Creía que había una posibilidad de que no fuera visto en absoluto como una amenaza, que simplemente fuera para Shandy una celebridad a la que le gustaría asesinar. Era uno de los datos desconocidos.

También era una de las contradicciones. Mi teoría ciertamente tenía contradicciones. Si los seis primeros hombres desaparecieron sin dejar rastro, ¿por qué a McCaleb lo mataron de forma que hubo testigos y un cadáver que posiblemente podía revelar la verdad? Era incongruente. Mi única respuesta era que si McCaleb simplemente hubiera desaparecido, habría suscitado una investigación y tal vez una segunda mirada a su hipótesis y teoría acerca del caso de los hombres desaparecidos.

Y Shandy no podía permitirlo, por eso eliminó a McCaleb de manera que con un poco de fortuna podría parecer una muerte natural o accidental fuera de toda sospecha.

Mi teoría estaba construida sobre la especulación y eso me hacía sentir incómodo. Cuando llevaba placa, fiarse de la especulación era como echar arena en tu depósito de gasolina. Era el camino a la ruina.

Me sentía incómodo ante la facilidad con la que había caído en la construcción de teorías basadas en la interpretación y la especulación en lugar de cimentadas sólidamente en los hechos.

Decidí dejar de lado las teorías y volver a concentrar-

me en los hechos. Sabía que Zzyzx Road y el desierto eran parte real en la cadena de acontecimientos.

Tenía las fotos para demostrarlo. No sabía si Terry McCaleb había ido realmente allí o qué había encontrado si lo había hecho.

Lo que sí sabía sin ninguna duda era que yo iba a ir allí. Y eso también era un hecho.

15

Buddy Lockridge me estaba esperando en el aparcamiento del puerto deportivo de Cabrillo cuando yo llegué. Lo había llamado para decirle que estaba en camino y tenía prisa. Mi plan de conectar con él para seguir hablando iba a tener que esperar. Le dije que sólo quería revisar rápidamente el Cherokee de McCaleb antes de seguir adelante. Sabía cuál era mi destino, tanto si encontraba algo en el coche que me señalara al desierto y Las Vegas como si no.

– ¿Por qué tanta prisa? -me preguntó cuando aparqué y salí del coche.

– Velocidad -le dije-. En una investigación es fundamental mantener la velocidad alta. Si frenas, te paras. Y no voy a parar.

Antes de devolverle las llaves del barco a Graciela, había quitado del llavero las que correspondían al Cherokee. Abrí la puerta del conductor, me incliné y empecé una observación general del coche antes de meterme dentro.

– ¿Adónde va? -me preguntó Lockridge desde detrás.

– A San Francisco -mentí, sólo para ver si conseguía una reacción.

– ¿San Francisco? ¿Qué pasa en San Francisco?

– No lo sé, pero creo que Terry fue allí en su último viaje.

– Debió de ir por el camino polvoriento.

– Puede ser.

No había nada inmediatamente perceptible en el Cherokee que me hiciera cambiar de opinión. El coche estaba limpio. Se percibía un olor levemente acre. Olía como si hubieran dejado las ventanillas bajadas durante una tormenta.

Abrí el compartimento entre los dos asientos delanteros y encontré dos pares de gafas de sol, un paquete de chicles y un muñequito de plástico. Se lo pasé a Lockridge a través de la puerta que tenía detrás.

– Se dejó aquí a su superhéroe, Buddy.

No lo cogió.

– Muy gracioso. Es del McDonald's. En la isla no hay ninguno, así que lo primero que hacen cuando vienen aquí es llevar a los chicos a un Mickey D's. Es como el crack, tío. Enganchan a los niños a esas patatas fritas y esa mierda antes de que estén enganchados a la vida.

– Hay cosas peores.