Había un informe de una entrevista con una antigua novia. La mujer le dijo al agente entrevistador que Backus le exigía que se duchara con frecuencia y a conciencia, particularmente antes y después de hacer el amor. Explicó que cuando buscaban casa antes de la boda, Backus le dijo que él quería disponer de su propio dormitorio y cuarto de baño. Ella renunció a los planes de boda y puso fin a la relación cuando en una ocasión Backus la llamó cerda porque se había quitado los zapatos de tacón de una patada en su propia sala de estar.
Los informes eran meros atisbos de una psique maltrecha. De hecho, no eran ningún tipo de pista. Por extraños que fueran los hábitos de Backus, no explicaban por qué empezó a matar gente. Miles de personas sufren formas benignas o severas de trastornos obsesivo-compulsivos, pero no añaden el asesinato a la lista de sus tics. Miles de personas sufrieron abusos de niños y eso no los convierte a todos ellos en mal tratadores.
McCaleb había recopilado muchos menos informes sobre la reaparición cuatro años después del Poeta -Backus- en Ámsterdam. Todo lo que contenía la carpeta era un informe resumen de nueve páginas en el que se relataban las particularidades de los asesinatos y los hallazgos forenses. Había mirado por encima este informe, pero esta vez lo leí con atención y encontré aspectos que encajaban con la teoría que estaba formulando sobre la población de Clear.
En Ámsterdam, las cinco víctimas conocidas eran turistas varones que viajaban solos. Eso los colocaba en el mismo perfil que las víctimas de las que se sabía que habían sido enterradas en Zzyzx, con la excepción de un hombre que se encontraba en Las Vegas con su mujer, pero que se separó de ella cuando ésta pasó el día en el balneario del hotel.
En Ámsterdam, los hombres fueron vistos por última vez en el Rosse Buurt de la ciudad, donde la prostitución legalizada se lleva a cabo en pequeñas habitaciones, detrás de ventanas con marco de neón donde las mujeres vestidas con ropa provocativa se ofrecen a los paseantes. En dos de los incidentes los investigadores holandeses localizaron a prostitutas que informaron de que habían estado con las víctimas la noche anterior a que éstas aparecieran flotando en el vecino río Amstel.
Aunque los cadáveres fueron hallados en distintos puntos del río, según los informes se creía que las cinco víctimas habían sido arrojadas al agua en torno a la casa Six. Esta localización era propiedad de una importante familia de la historia de Ámsterdam. Encontré este hecho interesante, en parte porque Six y Zzyzx me sonaban parecido. Pero también por la cuestión de si el asesino había escogido la casa de Jan Six al azar o en un intento de alardear de sus crímenes ante la autoridad al elegir una estructura que la simbolizaba.
Los detectives holandeses no llegaron mucho más lejos en la investigación. Nunca descubrieron los mecanismos mediante los cuales el asesino establecía contacto con los hombres, los controlaba y los mataba. Backus ni siquiera habría aparecido en su radar si él mismo no lo hubiera querido así. El mandó las notas a la policía y preguntó por Rachel Walling y condujo a su identidad. Las notas, según el informe resumen, contenían información acerca de las víctimas y los crímenes que aparentemente sólo el asesino podía conocer. Una nota incluía el pasaporte de la última víctima.
Para mí la conexión entre Rosse Buurt, en Ámsterdam, y Clear, Nevada, era obvia. Ambos eran lugares donde el sexo se intercambiaba por dinero de manera legal. Y lo que era más importante, eran lugares donde los hombres iban sin decírselo a nadie, donde incluso podrían tomar medidas para evitar dejar pistas. En cierto modo, eso los convertía en objetivos perfectos para un asesino y en víctimas perfectas. Añadía un grado adicional de seguridad para el asesino.
Finalicé mi revisión del expediente de McCaleb sobre el Poeta y empecé por el principio una vez más, con la esperanza de que me hubiera dejado algo, quizás un simple detalle que pusiera toda la imagen en foco. A veces ocurre así: un pormenor que se ha pasado por alto o se ha entendido mal se convierte en la clave del rompecabezas.
Pero no encontré ese pormenor en la segunda pasada y enseguida los informes empezaron a resultarme repetitivos y tediosos. Me cansé y de alguna manera terminé pensando en ese niño esposado en la ducha. Seguí imaginando esa escena y me sentí mal por el chico y furioso con el padre que le hizo eso y con la madre que nunca se preocupó por saberlo.
¿Significaba eso que sentía compasión por un asesino? No lo creía así. Backus había transformado sus propias torturas y las había convertido en otra cosa y después se había tornado contra el mundo. Entendía el proceso y sentía compasión por el niño que había sido, pero no sentía nada por Backus el hombre, salvo la fría resolución de darle caza y hacerle pagar por lo que había hecho.
28
El sitio apestaba, pero Backus sabía que podía soportarlo. Lo que más asco le daba eran las moscas. Estaban por todas partes, vivas y muertas. Transportando gérmenes, enfermedad y suciedad. Acurrucado bajo la manta, con las rodillas levantadas, podía oírlas zumbar en la oscuridad, volando a ciegas, golpeándose con los mosquiteros y las paredes. Estaban fuera, en todas partes. Se dio cuenta de que tendría que haber sabido que vendrían, que eran parte del plan.
Trató de aislarse de sus sonidos. Trató de pensar y concentrarse en el plan. Era su último día allí. Hora de moverse. Hora de mostrarse. Deseaba poder quedarse a observar, ser testigo del evento, pero sabía que tenía mucho trabajo por delante.
Dejó de respirar. Ahora podía sentirlas. Las moscas lo habían descubierto y estaban reptando por la manta, buscando una vía de entrada, una forma de llegar a él. El les había dado vida, pero ahora ellas querían alcanzarlo y devorarlo. Su risa sonó con fuerza desde debajo de la manta y las moscas que se habían posado en ella se dispersaron. Se dio cuenta de que no era distinto de las moscas. El también se había vuelto contra el dador de vida. Se rió otra vez y sintió algo en su garganta.
– ¡Aaaag!
Le entraron arcadas. Tosió. Trató de expulsarla. Una mosca. Se había tragado una mosca.
Backus dio un salto y casi tropezó al salir. Corrió a la puerta y se internó en la noche. Se metió un dedo en la garganta hasta vomitarlo todo. Se hincó de rodillas, se provocó arcadas y lo escupió todo. Después sacó la linterna del bolsillo y examinó su vertido con el foco. Vio la mosca en la bilis verde amarillenta. Todavía estaba viva, y sus alas y patas trataban de moverse en el pantano de desecho humano.
Backus se levantó. Pisó la mosca y asintió para sí. Se limpió la suela del zapato en la tierra roja. Miró la silueta del afloramiento rocoso que se alzaba treinta metros por encima de él. En ese momento bloqueaba la visión de la luna. Pero no importaba, así las estrellas brillaban más.
29
Puse la gruesa carpeta a un lado y estudié el rostro de mi hija. Me pregunté con qué estaría soñando. Había tenido muy pocas experiencias en su vida, ¿qué inspiraba sus sueños? Estaba seguro de que sólo había cosas buenas esperándola en ese mundo secreto y deseé que pudiera ser siempre así.