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Ninguno de los seres humanos presentes podía decir cómo reaccionaria Aminadabarlee ante esto; pero Rich no le dio tiempo a decir nada.

—Doctor Raeker, se está olvidando de su trabajo —dijo agudamente—. Si el canciller Aminadabarlee tiene a bien acompañarme discutiré con él cualquier cosa valiosa que pueda estar oculta en sus palabras, así como la valiosa sugerencia que ha hecho. Si usted tiene algún otro pensamiento cortés que decir, dígamelo a mí. Por favor, señor, venga conmigo —los diplomáticos salieron y el oficial de vigilancia miró con inquietud a Raeker.

—No debe hablar al drommiano de esa forma —se atrevió a decir al fin.

—Lo sé —contestó Raeker—. Rich me lo acababa de decir hace unos momentos. No me gusta hacerlo, pero me pareció que Rich necesitaba que algo le distrajese su atención de su hija.

—Ha sido muy arriesgado. Podría convertir fácilmente a toda su raza en tan antiterrestre que todo ser humano que fuera comerciante fuera del sistema solar tendría que abandonar sus negocios.

—Todo el mundo parece sentir eso —contestó el biólogo con cierta inquietud—. No puedo creer que las cosas sean realmente tan críticas. Puede ser que yo fuera un poco desagradable. De cualquier forma, Rich y el drommiano estarán ocupados durante un rato; vamos a concentrarnos en sacar a esos niños del apuro. Después mantendré mi nariz fuera de los asuntos interraciales.

—Francamente, eso me alivia. ¿Qué hay de la sugerencia de construir un nuevo batiscafo?

—No soy ingeniero —replicó Racker—, pero aun así sé cuanto se puede tardar a pesar de que nos ayude la experiencia del primero. Soy biólogo, y mi opinión es que esos jóvenes habrán muerto antes de que se pueda tener preparado otro batiscafo. Si Rich y el drommiano quieren intentarlo, no les descorazonaré; la nueva máquina será útil de todas formas y, además, yo puedo estar equivocado en mis cálculos. Sin embargo, creo seriamente que tendremos que enfrentarnos a ese rescate según las líneas ya planeadas.

—¿Y el drommiano está en lo cierto al decir eso?

—¿Se refiere al plan de que la gente de Nick efectúe la reparación? Sí, no es tan ridículo como Aminadabarlee quiere hacerlo parecer. Ha estado educando a esa gente durante casi dieciséis años; son tan inteligentes como los seres humanos, a juzgar por su velocidad de aprendizaje, y pueden empalmar perfectamente unos hilos.

El oficial le miró dudoso.

—Siempre que empalmen los hilos correctos —murmuró—. ¿Qué usarán como aislamiento?

—Fabrican una cola, yo les enseñé, tras unos experimentos, con escamas de animales. Tendremos que asegurarnos que no es conductor, pero eso no me preocupa demasiado.

—¿A pesar de que piensa que hay ácido sulfúrico?

—Dije no demasiado —admitió Raeker—. El principal problema que tenernos ahora es que los dos grupos se encuentren. ¿Está seguro que no puede trazarme una coordenada más exacta del robot y el batiscafo?

—Así es. Lanzan distintas longitudes de ondas y no tengo medios para encontrar el factor de dispersión de la atmósfera del planeta en esa parte del espectro, no digamos el conseguir la profundidad precisa de la atmósfera o acabar con las incertidumbres inherentes a las mediciones direccionales de la radio. Tal como le dije, las posibilidades son cincuenta a cincuenta de que están a unas cuarenta millas uno del otro, y de nueve sobre diez de que no están a más de cien millas. No puedo hacerlo mejor sin las radiaciones que ninguna de la máquina puede transmitir.

—De acuerdo. Obtendré alguna información de Easy y trataré de armonizarla con los mapas de Nick. Por lo menos no tendrán que seguir muy de cerca nuestras orientaciones, pues Nick será capaz de ver las luces del batiscafo desde millas.

El oficial asintió y los dos permanecieron en silencio mirando a la pantalla. Nada podía verse en ella; si Easy estaba despierta, tal como ella misma dijo, no estaba en la sala de control. Ocasionalmente podían oír alguna raspadura o choque; posiblemente la nave seguía siendo arrastrada por la corriente, pues ningún paisaje había atraído lo suficiente la atención de la niña como para ser digno de ser informado.

Raeker acabó por dormirse en su silla. El oficial permaneció despierto, pero sólo recibió el mensaje de que Easy se iba a dormir y Aminadorneldo ocupaba su puesto. Nada le sobresaltó, pues el altavoz permaneció en silencio desde que la niña se despidió.

Hora tras hora el batiscafo continuó chocando. A veces se detenía un momento, a veces varios minutos; pero siempre reasumía el viaje, pues las variaciones de la corriente deshacían la barrera interpuesta en su camino. Easy despertó y atendió al problema del desayuno. Luego preparó una poco apetitosa comida, según dijo ella misma. Aminadorneldo se mostró cortés, acusando a los sintetizadores como culpables de las deficiencias. No se puede hacer mucho con aminoácidos, grasas y dextrosa, aunque se utilicen polvos vitamínicos para sazonarlos. La larga noche de Tenebra continuaba y Raeker echó otra ojeada a la sala de control del robot, cuando Nick y Fagin estaban en un punto que creía muy cercano al del resto del grupo. Una sola noche en un planeta que tarda casi cien horas en rotar puede ser muy aburrida… aunque no tenía por qué serlo, pensó Raeker con ironía al recordar la del ataque de Swift.

Las cosas cambiaron al amanecer…, desafortunadamente para Raeker, que se estaba durmiendo de nuevo. Nick acabó por reconocer la tierra por la que habían pasado y pensó que se encontraría con sus amigos en unas dos horas; llegó el relevo de Raeker y se le dio un resumen extremadamente detallado; de la sala de comunicaciones llegó un mensaje que decía que el batiscafo parecía haberse detenido.

—Por favor. ¿Puede preguntarle al teniente Wallenbach si puede establecer una comunicación visual entre su despacho y esta habitación? —preguntó Raeker al mensajero que trajo la información—. Creo que en un futuro próximo tendré que hablar con el batiscafo y con mis pupilos simultáneamente.

—Por supuesto, señor —replicó el mensajero—. Estoy seguro de que no habrá ninguna dificultad.

—De acuerdo, voy a la sala de comunicaciones a oír el informe de Easy; regresaré aquí cuando se haya establecido la comunicación.

—¿No cree que debería dormir algo, doctor? —preguntó su relevo.

—Así es, pero no puedo hacerlo de momento. Permanezca aquí hasta que regrese y deténgame si comienzo a hacer alguna tontería.

—Muy bien.

El graduado se encogió de hombros. Raeker sabía que no estaba siendo sensato, pero no podía abandonar el curso de los acontecimientos en ese momento. Se dirigió a toda prisa a la sala de comunicaciones.

Allí estaban Rich y Aminadabarlee. El diplomático humano parecía haber calmado a su colega drommiano, pues la entrada de Raeker no produjo efecto especial. Easy estaba hablando cuando entró el biólogo y éste no dijo nada hasta que ella terminó.

—…minutos desde que nos movimos por última vez. No hay más luz en el exterior, pero no parece que nos golpeemos con tanta fuerza; creo que la corriente es más débil. Si he estado guardando adecuadamente el control del tiempo hace poco que debe haber amanecido, por lo que sospecho que el agua debe estar desapareciendo —se detuvo y Raeker dio a conocer su presencia.

—Imagino, Easy, que ni Mina ni tú habéis visto ninguna criatura viviente en el agua mientras erais arrastrados.

—Sólo plantas, o lo que yo creo que son plantas.

—¿Y ahora?

—Todavía nada.

—Entonces tengo la sospecha de que habéis llegado al océano. De acuerdo con lo que dijo Nick debe haber animales allí, aunque supongo que se habrán asustado por vuestras luces. ¿Podrías apagarlas por cinco minutos y luego encenderlas de golpe para ver si algo se había aproximado?