—No es fácil —contestó Raeker—. Al cabo de unos años te das cuenta de que hay diferencias en la disposición de sus escamas y espinas, algo así como las diferencias en los rostros humanos. ¿Podrías decirme lo que lleva puesto? Eso será mucho más fácil de describir.
—De acuerdo. Lleva una especie de saco colgado sobre lo que sería la cadera, si tuviera caderas; está sostenido por una cinta que rodea el otro lado de su cuerpo, sobre los brazos de la izquierda. De la parte frontal del saco cuelga un cuchillo y creo que hay otro en una especie de cinta complejamente colocada en el otro lado, pero no estoy muy segura porque viene hacia nosotros en un ángulo que no nos permite una buena visión de ese lado. Lleva cuatro lanzas que se parecen a las que llevaban Nick y los suyos. Cuanto más le veo más se parece a ellos.
—¿No tiene un hacha o algo parecido? —preguntó Raeker.
—Si la tiene, cuelga de la cinta del lado izquierdo, el que no puedo ver muy bien.
—Entonces me temo que vas a tener que comprobar tu afirmación de que te llevarías muy bien con la gente de Swift. Los míos sólo llevan dos espadas y los grupos de búsqueda llevaban sus hachas con ellos. Si fuera uno de nuestros exploradores llevaría un hacha en una de sus manos izquierdas. Eso significa que tenemos que cambiar nuestros planes un poco; esperábamos que nuestros amigos te encontrarían primero. Supongo que será algún cazador de Swift. Aunque hubieran decidido organizar una búsqueda por su cuenta no habrían tenido tiempo para organizarla.
—¿Va a pasar mucho tiempo antes de que tus grupos de búsqueda regresen al campamento? —preguntó Easy tras pensar unos segundos.
—Me temo que así sea; una semana de las nuestras —pero la respuesta de Swift a Nick llegará antes.
—Espero que no tarden más en este condenado mundo de cuatro días por uno. ¿No le oí decir que aprendió un poco del lenguaje de Swift durante el tiempo que estuvo el robot en las cuevas?
—Así es, pero no mucho; es extremadamente difícil para un ser humano pronunciarlo. Registramos gran parte de él. Podemos darte los sonidos y todo lo que podamos del significado si piensas que te puede servir de ayuda. De todas formas será una ayuda para pasar el tiempo.
El rostro de Easy, con una expresión traviesa, apareció en la pantalla.
—Estoy segura de que será útil. ¿No es cierto, papá?
Hasta Rich estaba sonriendo.
—Lo será hija. Ella aprenderá cualquier lenguaje que pueda pronunciar con tanta rapidez como se lo enseñe, doctor.
—¿Es cierto eso? Nunca le oí hablar otra cosa que el inglés a su hija.
—¿Qué ser humano puede pronunciar el drommiano? sin embargo, lo entiende tan bien como yo.
—Pero apostaría a que no puede pronunciar el tenebrino. Es una especie de gramática con elevaciones que funcionan como declinaciones, y gran parte de la elevación está por encima de la gama vocálica humana. Por supuesto, es joven y hembra, pero estoy seguro de que no pasa de entenderlo.
—Puede que tenga razón. ¿No sería mejor volver a lo que estábamos haciendo? ¿Qué está haciendo ahora el nativo, hija?
—Está rodeando el batiscafo a treinta o cuarenta yardas de distancia, inspeccionándolo supongo. Si nos ha visto a través de las ventanas no ha mostrado ningún signo de ello. Todavía está solo…; sospecho que tenía razón, doctor Raeker; recuerdo que envió a su gente por pares, y si algo le hubiera ocurrido a uno de ellos el otro habría regresado al campo para informarlo antes de proseguir con la búsqueda.
—No estoy seguro de lo que estás diciendo, pero sí de que es uno de los hombres de Swift —contestó Raeker—. Si hace algo nuevo dínoslo enseguida.
—Está desapareciendo por el mismo lugar que vino. No lleva hacha; le hemos visto por todos los lados. Se está haciendo más difícil verlo; desaparece por entre los arbustos y sale fuera de la capacidad de iluminación de nuestras luces. Ahora se ha ido.
Raeker miró al reloj e hizo un rápido cálculo mental.
—Faltan cuatro horas para la lluvia. Easy, ¿dijiste si llevaba antorcha encendida o cualquier otra forma de fuego?
—Seguro que no. Podía llevar cerillas o cualquier aparato para encender fuego en su bolsa.
—La gente de Swift no los conoce. El grupo de Nick sabe hacer fuego mediante fricción, pero estoy seguro de que los otros no han aprendido ese truco todavía. Por lo menos no ayer, es decir, tres o cuatro días de los de la nave. Lo que estoy sospechando es que si el que tú viste no llevaba fuego encendido es porque se encuentra a unas cuatro horas de camino como máximo del grupo principal de Swift; ya debían estar en sus cuevas o cerca de la línea entre esas cuevas y el punto en que Nick y el robot pasaron el río la última noche. Incluso podrían estar más cerca. Será mejor que mantengas los ojos abiertos y nos hagas saber inmediatamente si aparece el grupo principal. Eso nos permitirá hacer un cálculo más exacto.
—Entiendo. Observaremos —contestó Easy—. Pero ¿no podría escuchar mientras hablamos esas cintas de las que me hablaste? Cuanto antes comencemos a oírlas mejor será.
Raeker se mostró de acuerdo con ello, y las siguiente horas pasaron sin ningún incidente. La caída de la noche y de la lluvia llegó sin ningún nuevo signo de nativos; cuando las gotas se hicieron más claras, los niños dejaron de mirarlas. Comieron, durmieron y pasaron la mayor parte del resto del tiempo aprendiendo lo poco que Raeker había grabado del lenguaje de Swift. Easy aprendía muy bien, pero no era la maravilla que su padre afirmaba.
Por la tarde se manifestó una complicación que nadie había previsto, aunque de nada hubiera servido haberlo hecho. El batiscafo comenzó a moverse de nuevo mientras a su alrededor se formaba un río y aumentaba la profundidad. Los niños eran incapaces de sospechar la velocidad, aunque podían ver plantas y otras cosas del paisaje ante el resplandor de sus luces. La velocidad era muy irregular. Aunque hubieran podido informar de algo más preciso que un «a veces una marcha rápida, a veces un deslizamiento, a veces nada de nada», no hubieran estado seguros de que el movimiento había comenzado. Habían puesto su atención en un golpe singularmente duro, y cuando volvieron a mirar al exterior lo que se podía ver ya no era familiar. Podían haber sido arrastrados un minuto o media hora.
A Raeker le alegró el incidente, aunque Easy estuvo a punto de llorar al principio.
—Esto nos da nuevas posibilidades de que os encuentre nuestra gente antes que la de Swift —señaló—. Los cavernícolas tendrán que localizaros de nuevo, mientras que nosotros nos acercamos cada vez más.
—¿Cómo es eso? —preguntó Easy con una voz cada vez más insegura—. No sabía dónde estábamos antes de que comenzáramos a movernos, no sabemos hacia dónde nos movemos, a qué velocidad, ni cuándo empezamos. Diría que sabemos menos que la noche anterior si no fuera porque usted no puede saber menos de nada.
—No sabemos —concedió Raeker—, pero podemos hacer una conjetura bastante inteligente. Pensamos que estabais a unas cuantas horas de marcha —digamos veinte o treinta millas—, de la línea entre las cuevas de Swift y el campamento de los nuestros. Estamos bastante seguros, aunque no hayamos hecho un mapa de toda la región, de que de esa zona se nutre el océano que encontró Nick. Vosotros vais hacia el mar y me sorprendería mucho que no flotarais en él, si no hoy mismo, al menos en las próximas noches. Eso significa que Nick sólo tendrá que buscar de la costa hacia adentro si no alcanzas el océano esta noche, o a lo largo de la costa buscando luces si lo haces. No creo que os adentréis en el mar; el río perderá su empuje muy pronto una vez que hayáis llegado aquí, y en Tenebra no se puede hablar de viento.
Easy había brillado de alegría visiblemente mientras hablaba el biólogo. Aminadorneldo, también visible en la pantalla, no experimentó ningún cambio de expresión detectable a los observadores humanos, pero ella le había lanzado una o dos miradas y parecía satisfecha por el efecto de las palabras de Raeker sobre él. Luego, un pensamiento pareció agitarla, y en seguida hizo una pregunta.