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—¡Ya comprendo! —exclamó—. La nave está en el océano, en donde nadie podría alcanzarla, por eso nos has enseñado a viajar por el océano. Podemos alcanzar la nave con este gran cubo que nos has enseñado a hacer y empujar la nave con nosotros al otro lado, donde Swift no podrá molestarnos. Es una buena idea. Comenzaremos a fabricar el cubo tan pronto como regresen los otros; de hecho podemos empezar a recoger cuero ahora mismo…

—Espera un minuto, Nick. Cruzar océanos, aunque sean tan pequeños como probablemente serán los de Tenebra, no es algo que puedas hacer así como así. Hay otro punto a considerar. ¿Qué ocurriría si os desvanecierais en este… este cubo por la noche?

Nick lo pensó un momento.

—¿Por qué, si llevamos leña y antorchas?

—Podríais, pero no es eso lo que importa. ¿Qué le ocurre al océano por la noche?

—Sube de nivel; pero ¿no subiría el cubo con él?

—Me temo que no. Al subir, el océano decrece enormemente en densidad y me temo que bien pronto rezumaría por los lados de vuestro cubo… y ya sabéis lo que ocurrió cuanto eso se produjo aquí enfrente.

—Sí —admitió Nick pensativamente. Se quedó un rato en silencio. Luego se le renovó el entusiasmo—. Espera un minuto. El cubo se hunde porque entra líquido en él y entonces no es más ligero que el líquido que desplaza… ¿No es cierto?

—Sí, es correcto.

—Entonces supón que en lugar de un cubo tenemos una bolsa de aire. Si está fuertemente atada el mar no puede entrar por mucho que se eleve.

—Pero ¿y si el mar llega a no ser más denso que el aire?

—Por lo menos cuando el agua se evapore por la mañana la bolsa flotará de nuevo.

—Todo eso sólo es cierto si la bolsa no tiene escape. No quisiera que arriesgarais la vida permaneciendo en el mar durante la noche, aunque reconozco que tu idea de bolsas en lugar de cubos es buena. Se podría hacer una nave con varias bolsas atadas juntas, pues si alguna de ellas tuviera algún escape el resto le permitiría flotar.

—Eso está claro. Pero ¿por qué no podríamos estar en el mar por la noche? Imagina que anochezca antes de que hayamos cruzado el océano con la nave.

—No cruzaréis el océano. Trabajaréis en él durante el día y volveréis a la orilla de nuevo por la noche.

—¿Te olvidas de Swift?

—Ya me preocuparé yo de él. ¿No piensas mantener el acuerdo que le ofrecimos?

Nick lo pensó un momento.

—Supongo que sí, si él lo hace. Si quien encontró la nave anoche era uno de los suyos puede que haya decidido buscarla él solo.

—Sigo pensando que el encuentro se debió a una casualidad. Si eres tú el que tienes razón solucionaremos ese problema cuando nos enfrentemos a él. Easy dice que quiere conocer a Swift. ¿No es cierto, jovencita?

—Así es.

—¿Te gusta Swift? —preguntó Nick algo sorprendido—. No puedo olvidar que mató a dos de mis amigos.

—Nunca lo he visto —observó Easy—. Admito que no estuvo bien atacar tu poblado de esa manera, pero posiblemente no pudo encontrar otra forma de conseguir lo que quería. Si eres listo, Nick, seguro que puedes conseguir que él haga lo que tú quieres… haciéndole pensar que está siguiendo sus propias ideas.

—¡Nunca había oído algo semejante! —exclamó Nick.

—Escúchanos si Swift nos encuentra de nuevo —contestó la niña con un tono de confianza que sorprendió a su mismo padre—. Aprenderás algo.

Nick le hizo a Raeker una señal para que cortara la comunicación.

—Espero que esta farsante no se esté volviendo demasiado engreída. Admito que está tratando a Nick tal como yo la he tratado a ella toda su vida; sólo espero que esté a la altura de las circunstancias si la ocasión se presenta. Swift no es humano ni drommiano.

Raeker se encogió de hombros.

—Yo espero que no tenga que intentarlo. Entre tanto, prefiero estimular su confianza que asustarla sin motivo.

—Creo que tiene razón.

Rich miró a la pantalla, en donde la expresión de confianza de su hija persistía, mientras se alargaba sobre el tema ante el sorprendido y todavía dudoso Nick. Raeker, algo divertido, la escuchó un rato. pero luego le sugirió diplomáticamente que le dijera algo sobre construcción de botes; Nick sabía menos de eso que de diplomacia y posiblemente necesitaría más esa información. A Easy no le importaba cambiar de tema siempre que pudiera seguir hablando.

En ese momento Mina, que se había mantenido en su deber de vigilante en una de las ventanas, le dijo que qué pasaba que podía ver la superficie.

Easy dejó de hablar y abandonó la sala de control precipitadamente, regresando al momento para decir que su amigo parecía tener razón. Cuando una observación por las ventanas superiores del batiscafo demostró que éste había emergido, Raeker recordó algo; había perdido la oportunidad de comprobar la misteriosa vida marina de la que había hablado Nick. Aminadorneldo no había mencionado a ninguna criatura durante su periodo de vigilancia, pero Raeker no conocía lo suficiente al joven drommiano para estar seguro de que las habría mencionado si no se le habían dado instrucciones especiales para ello. Pero no era el momento de preguntarlo, ya que la impaciente lengua de Easy estaba ocupada con informes más actuales.

—Estamos más metidos en el mar de lo que usted pensaba, doctor Racker. Apenas puedo ver la orilla con el límite de nuestras luces más potentes. No puedo dar ningún detalle, pero creo que hay algunos puntos, que podrían ser islas, que se interponen entre nosotros y la orilla.

—¿No puede ver Mina algo más?

—Dice que no —respondió Easy tras una breve pausa—. He notado que no puede ver tan bien como yo.

—Comprendo. Supongo que no podrás decir si os estáis moviendo o no.

—El océano está perfectamente liso y no hay olas a nuestro alrededor. No hay nada que lo indique. Sólo pueden verse esas grandes medusas que flotan en el aire. Se mueven lentamente en diferentes direcciones, creo que la mayor parte de ellas en dirección a la costa. Espere que las observe un momento —tardó mucho más de un minuto en regresar y decir que su primera impresión era acertada. Pero aun así admitió que ello no era evidencia de movimiento del batiscafo.

—De acuerdo —dijo Raeker una vez establecido aquello—. De vez en cuando observa el océano para asegurarte de que nada ha ocurrido. Continúa informando a Nick mientras él esté a la escucha. El y Betsey harán lo que puedan, pero no será mucho, hasta que regresen los otros. Probablemente estarán fuera hasta mañana por la noche, me refiero al tiempo de Tenebra… cinco o seis días por tu reloj.

—De acuerdo, doctor. Será más divertido que mirar a esas medusas voladoras.

Raeker cortó la comunicación y se arrellanó pensativamente en su sillón con cierta satisfacción. Todo parecía marchar adecuadamente; quizá con más lentitud de la que le hubiera gustado, pero con toda la rapidez que se podía razonablemente esperar. Su rostro debió mostrar esa sensación, pues sus pensamientos fueron leídos con precisión.

—Le encuentro contento consigo mismo, —el hablante no necesitaba introducirse. Raeker trató de controlar sus gestos y sus sentimientos con escaso éxito.

—No exactamente, canciller…

—¿Por qué no exactamente? —chilló Aminadabarlee—. ¿Por qué tenía que sentir el más remoto signo de satisfacción? ¿Acaso ha conseguido algo?

—Eso creo —respondió Raeker algo sorprendido—. Conocemos con bastante precisión dónde se encuentra su hijo y tendremos allí el equipo de rescate en ocho o diez días…