Descubrió que Swift era uno de los que se encontraban en la orilla y Raeker le pasó la información a Nick; pero cuando se hicieron preguntas tales como si Swift pensaba seguir la sugerencia que se le había enviado por el ex prisionero de Nick o cómo había sido capaz de encontrar el batiscafo tan pronto, no llegó ninguna respuesta satisfactoria. Raeker no sabía si el problema se debía al incompleto dominio del lenguaje que poseía Easy, a su falta de interés por las preguntas o a una vaguedad deliberada por parte de Swift. Todo ello le resultaba irritante a quien había ejercido un adecuado control de los asuntos de Tenebra durante muchos años; en ese momento la mayoría de sus agentes estaban fuera de contacto, lo que equivalía a decir que las fuerzas de la rebelión operaban libremente, y el único ser humano del planeta despreciaba el trabajo de interlocutor. Por supuesto, su punto de vista podía ser ligeramente estrecho.
Las cosas mejoraron hacia la mitad de la tarde de Tenebra. Jim y Jane regresaron mucho antes de lo esperado y pudieron incrementar el personal constructor del bote. Informaron que habían tenido un viaje inusualmente fácil y que lo habían hecho con la mayor rapidez, por lo que alcanzaron su primer área de investigación en el primer día de viaje, la examinaron y pudieron ver la otra y regresar en la mitad de tiempo de lo esperado. No habían encontrado nada en sus áreas. Habían visto una luz al sur, pero pensando que John y Nancy cubrían ese área habían decidido ceñirse a su propio itinerario y obtener el informe esperado. Le resultaba imposible leer cualquier expresión en el robot, y Raeker trató de no demostrar sus sentimientos con la voz para que no sospecharan que su informe era en cierto modo insatisfactorio. Durante un momento Raeker jugó con el pensamiento de enviarlos de nuevo a comprobar la luz; pero luego reflexionó y comprendió que John y Nancy, como dijo Jim, ya lo habrían hecho y, además, el batiscafo ya había sido localizado y la pareja era de más utilidad consiguiendo cuero. La falta de iniciativa que habían demostrado apoyaba esa conclusión. Les habló de acuerdo con ello y cogieron en seguida sus lanzas y marcharon de caza.
—Hay una cosa que debería haberte llamado la atención, Nick —dijo Racker cuando ya se habían ido.
—¿Cuál, Fagin?
—Vieron la luz al sur de su área de investigación. Ello sugiere que la orilla de este mar se curva hacia el oeste cuando sigue hacia el sur; dado que las cuevas de Swift están en la misma dirección, es muy probable que estén mucho más cerca de la costa de lo que creíamos. Quizá por ello Swift pudo encontrar la nave tan pronto.
—Puede ser —admitió Nick.
—Pareces dudar. ¿Dónde está el fallo del razonamiento?
—Cazé con la gente de Swift durante varios días y cubrí con ello mucho territorio por los alrededores de sus cuevas sin encontrar el mar ni oír ninguna mención de él. Me parece difícil creer que las luces de tu nave perdida puedan ser vistas a cien millas, y para que fuera cierto lo que dices, habría que reconciliar ambos hechos.
—Humm, es un punto que debería haber considerado. Esa luz puede requerir más información. Bueno, ya sabremos más cuando lleguen John y Nancy.
—Lo haremos —dijo Nick—, si queda allí alguna luz que pueda verse. Voy a regresar para sujetar un flotador que acabamos de encolar en la estructura. Estoy seguro de que algo constructivo saldrá de eso —se marchó a hacer lo que dijo y Raeker se dedicó a escuchar. En ese momento no creyó sacar ningún provecho pensando.
Con dos cazadores más, la balsa progresó con más rapidez de la esperada. La zona del nuevo campamento no estaba tan esquilmada de caza como la del antiguo poblado y no se tardaba más en conseguir las pieles que en tratarlas. Una boya tras otra fueron rápidamente atadas en su lugar, poniendo una en cada esquina para conseguir el equilibrio… Nick y Betsey se mostraron muy cuidadosos con eso. Transcurrida gran parte de la tarde ya se habían atado tantas que no se trataba de averiguar cuál era la siguiente esquina sino de encontrar un lugar todavía no ocupado…; la estructura estaba virtualmente repleta de ellas. Nadie trató de calcular el resultado de su estabilidad. Si alguien pensó en ese problema, lo pospuso por ser algo más fácil de comprobar empíricamente.
El trabajo no dejó de tener interrupciones. Tenían que comer, guardar el ganado y recoger fuego para la noche. El ganado ayudó en el «astillero» proveyendo de cuero sin necesidad de ir de caza, pero ello suponía a veces una lucha que era menos ventajosa. En numerosas ocasiones fueron flotadores los que atacaron al ganado.
Los atacantes eran bastante inteligentes, o al menos aprendían rápidamente a evitar las situaciones peligrosas. También eran cosas que volaban lentamente —recordaban, como dijo Easy, a las medusas de su mundo por la forma de movimiento—, de forma que al poco tiempo de estar en algún lugar determinado, cuando ya habían muerto cierto número de ellas, las supervivientes aprendían a dejar el ganado en paz. Nick y sus compañeros pensaban que esto se cumpliría en aquel campamento; pero en una hora, cuando la tarde ya estaba avanzada, los pastores se enfrentaron a cuatro de ellas. La situación era inusual y dolorosa: aunque un lancero competente podía derribar con bastante seguridad a uno de estos flotadores, era casi imposible hacerlo sin sufrir el contacto de sus tentáculos, cuya longitud y naturaleza venenosa no eran suficientemente contrarrestados por la lentitud del vuelo.
La atención de todos los miembros del grupo se dirigía a este peculiar estado de cosas y hasta se llegó a suspender el trabajo con la balsa mientras se discutía el problema. Era natural que algún flotador proveniente de otras zonas entrase en el área, pero cuatro en una hora ya era demasiada coincidencia. Las crestas de los del grupo escudriñaron el cielo en un esfuerzo por encontrar una explicación, pero la corriente hacia el suroeste era muy débil a esta distancia del volcán para poder ser sentida, y mucho menos vista. Durante el día el cielo de Tenebra carece de rasgos que puedan detectar algo como un movimiento lento y general de flotadores, y el movimiento individual de éstos no servía de ninguna ayuda para el caso. En consecuencia, la existencia de viento no se descubrió hasta la caída de la lluvia.
Cuando ello se produjo la balsa parecía terminada, por cuanto no se podía ver dónde poner más flotadores. Nadie sabía, sin embargo, cuánta gente aguantaría; se había planeado llevarla al océano cuando regresaran los otros y comprobarlo experimentalmente.
Sin embargo, al encender los fuegos vieron que la lluvia no caía directamente hacia abajo. Era el mismo fenómeno que habían observado John y Nancy la noche anterior, complicado por la falta de una causa conocida. Tras algunas discusiones, Nick decidió encender tres fuegos extras hacía el noroeste de las defensas usuales, compensando el consumo extra de combustible por el procedimiento de dejar un número igual de fuegos en el lado opuesto del anillo exterior sin encender. Un poco más tarde los puso un poco más al noroeste, pues ninguna gota venía en esa dirección ni siquiera cuando se hubieron establecido las corrientes de convección del campo. Informó de ello a Fagin.
—Lo sé —contestó el profesor—. Lo mismo está ocurriendo en donde está la nave, según Easy. Las gotas se inclinan notablemente en la zona de tierra. Me gustaría que ella tuviera algún medio de decir la dirección; podríamos saber si la costa se desliza hacia el este o si la lluvia se mueve realmente en una dirección diferente. Cualquiera que sea el hecho nos sería de utilidad conocerlo.
—Supongo que ella no podrá sentir ningún viento.
—No dentro de la nave. ¿Puedes tú?
—Un poco, ahora que el movimiento de las gotas demuestra su existencia. Lo sentí más en los alrededores de los fuegos cuando nos fuimos de las cuevas. Pero creo que se está haciendo más fuerte.