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—Así es, pero no puede hacerla. Su gente puede conseguir las pieles que quieran, pero no pueden hacerlas suficientemente resistentes —iba a decir impermeables—. Desconocen la forma de fabricar la cola que Nick utiliza… y yo también. Está esperando a que Nick llegue aquí con el bote.

—Y entonces se lo quitará.

—Oh, no. No tiene nada contra Nick. Le dije quién es Nick. Cómo el robot robó los huevos de donde los habían dejado los antepasados de Nick para empollarlos. Creo que se asombró un poco con la idea del robot. Le dije que le enseñaría todo lo que quisiera saber y que Nick ya había aprendido mucho y le ayudaría. Nos llevamos muy bien.

El drommiano estaba muy sorprendido y lo demostró.

—¿Le sugirió todo eso el doctor Raeker?

—Oh, no; lo pensé yo sola… o casi; Mina y yo lo hicimos. Me pareció más conveniente que fuéramos amigos de los cavernícolas; puede que no fueran capaces de dañar la nave si se enfadaban con nosotros, pero no podíamos estar seguros.

—Comprendo.

Aminadabarlee estaba algo atónito. Terminó la conversación cortésmente —nunca había utilizado con Easy las maneras que eran habituales en él cuando hablaba con otros seres humanos— y regresó a la sala de observación de Raeker. Los científicos comenzaron de nuevo a interrogar a la niña antes de que él hubiera salido de la habitación.

Ese día parecía predestinado a dar malos pasos. Se encontraba en los corredores cuando Easy había dado el punto de localización del batiscafo a Raeker y a Nick; también estaba en ellos cuando regresaron los cuatro exploradores que habían descubierto el volcán y dieron su informe al profesor. Se había detenido para comer, para ser exactos, y no regresó a la sala de observación hasta que el informe había concluido. En aquel momento los cuatro nativos y el robot se encaminaban hacia el sur, respondiendo sin cesar al torrente de preguntas de los científicos, algunos de los cuales se habían contentado con usar el sistema de conexión con la sala de Racker mientras que otros habían elegido la sala de observación. El perplejo drommiano encontró el último departamento tan repleto como había estado antes la sala de comunicación, y le costó cierto tiempo enterarse de las preguntas y comentarios que flotaban a su alrededor.

—Puede ser que averigüemos la distancia por triangulación…, el viento del campamento y el del batiscafo deben dirigirse hacia el.

—Pero no conocemos nada de las direcciones en ninguno de los casos. Además el viento puede estar sufriendo una desviación por la acción de Coriolis.

—No excesiva en un planeta como Tenebra. Las tenemos por atrás, empero; la montaña ya está en los mapas. Con unos cuantos datos más podremos usar la dirección del viento para conocer la del batiscafo…

Eso fue lo que oyó el drommiano al entrar…, y quedó bastante confuso. Un poco más tarde, cuando dedujo la existencia del volcán, extrajo de ello un poco más de sentido; ahora podía comprender que una fuente de calor podía producir corrientes incluso en un entorno tan brutalmente comprimido como el de Tenebra. Pero entonces ya le perturbaba otra cuestión.

—¿Qué fuerza supone usted que tiene el viento? Si hace penetrar el mar tierra adentro todas las noches, y el mar arrastra consigo el batiscafo, ¿cuándo se acercarán esos niños al volcán?

—No creo que debamos preocuparnos por eso durante cierto tiempo. Con viento o sin él, el mar que penetra en la tierra estará compuesto en su mayor parte de agua y no les permitirá flotar mucho. Estoy seguro de que si eso continúa ni siquiera habría agua líquida en unas millas, de día o de noche.

—La diferencia de viscosidad existe.

Aminadabarlee no oyó nada más; ya tenía algo de lo que preocuparse y se encontraba bien con sus preocupaciones. Volvió a la sala de comunicación a la máxima velocidad, que en él era bastante. No quería que nada más ocurriera mientras el estuviera fuera de contacto. Trató de alcanzar su meta sin herir a nadie, pero uno o dos escaparon por los pelos mientras su enorme forma cruzaba los pasillos como un relámpago.

Los científicos, atareados con la nueva atracción, habían abandonado a Easy y la pantalla correspondiente al batiscafo estaba vacía. Aminadabarlee no se detuvo a preguntar si los niños estaban durmiendo o hablando con los cavernícolas; tampoco se detuvo a preguntarse si la cuestión que tenía en mente debía ser mencionada en presencia de ellos. Habría censurado a Raeker por una cosa así; pero, por supuesto, este caso era diferente.

—¡Miss Rich! ¡Mina! —gritó poco ceremoniosamente ante el micrófono. No hubo respuesta durante un minuto y repitió la llamada con un tono en el que otro miembro de su raza habría reconocido la impaciencia. Pocos seres humanos, sin embargo, habrían podido captar una diferencia con un tono normal. Esta vez Easy apareció ante la pantalla frotándose unos ojos somnolientos, gesto que le pasó desapercibido o que prefirió ignorar.

—¿Dónde está mi hijo? —preguntó.

—Durmiendo —Easy no hubiera sido normalmente tan breve.

—Imagino que usted también. ¿Se enteró de que han descubierto la causa del viento?

—Sí; entendí que se trataba de un volcán. Me fui a dormir después de recibir la información. ¿Alguien ha obtenido alguna nueva noticia?

—No exactamente noticias. Ocurre que algunos de estos predictores de la fortuna humanos dicen que vuestra nave puede ser impulsada por el viento cada noche un poco más hasta que os encontréis en serio peligro. ¿Qué piensa vuestro amigo Swift de eso? Se supone que es capaz de predecir lo que va a ocurrir en ese planeta y parece que os ha encontrado todas las mañanas más lejos.

—Bueno, no podemos llegar hasta allí en varios días; ni siquiera podernos ver la luz del volcán desde aquí.

—Querrá decir que no puede; lo que cuenta es lo que los nativos pueden ver y lo que piensan de ello. ¿Le ha preguntado a Swift?

—No. Hasta hace un momento no supe nada al respecto. De todas formas no me preocupa; si hubieran visto la luz la habrían mencionado…; habrían pensado que era el robot. Posiblemente no podremos encontrar el robot sino tras varios días tenebrinos…; no mañana, por supuesto.

—¿Quién se preocupa de mañana? Cómo los seres humanos habéis alcanzado ese grado de civilización me parece ahora un misterio. La gente inteligente planea de antemano.

—La gente inteligente tampoco saca conclusiones precipitadas —le espetó Easy en la primera exhibición de mal humor que mostró desde el accidente—. No me preocupa lo que esté más allá de mañana porque al terminar este día estaremos fuera de aquí. Por favor, dígale a mister Sakiiro que tenga la nave auxiliar preparada para encontrarnos —se dio la vuelta y caminó, con pasos dignos, hasta que se salió del campo de visión. Aminadabarlee quedó tan confuso que ni siquiera se sintió afectado por la descortesía.

Capítulo 12 — Capitulación; operación; elevación.

Easy estaba de nuevo despierta cuando Nick llegó al batiscafo. No había tenido ningún problema en encontrarlo, pues el resplandor de sus luces era muy visible desde la costa. El viento soplaba en línea recta hacia la luz, pero Nick y sus amigos no sabían nada del volcán y no se preocuparon de averiguar si caminaban hacia la luz correcta. Llegaron a la orilla, pusieron la balsa sobre sus hombros y se dirigieron hacia su faro.

Fagin y el resto de los pupilos habían llegado antes; el viajar a pie era más rápido para el robot, incluso, que para la desmañada balsa. Swift parecía muy tolerante. En realidad no recibió a los recién llegados efusivamente, pero estaba hablador. Había dado como hecho que eran su pueblo… Pueblo que se había extraviado algo y que no siempre sabía cómo comportarse, pero del que cabía esperar que aprendiera convenientemente si se les daba tiempo. En tanto en cuanto le trataran como jefe, no habría problemas.