—No, por lo que puedo pensar de momento —dijo uno de ellos—. La nave estaba diseñada para volar y se supone que sería necesario invertir el vuelo. Los niños pueden salir despedidos un momento y caerá cualquier cosa que hayan dejado suelta, pero no se producirá ningún daño vital.
—Gracias a Dios —dijo Raeker con todo su sentimiento, y volvió a mirar las pantallas.
La balsa regresaba ahora a la orilla y Nick estaba diciéndole algo a Swift. Raeker sólo pudo captar una o dos palabras, pues estaban discutiendo en lenguaje nativo, pero pudo colegir con facilidad el tema de la discusión. Swift montó a bordo tan pronto como la balsa llegó a una profundidad que podía ser vadeada, cargándola hasta su capacidad. En el batiscafo, él y Betsey ataron las cuerdas al cilindro y comenzaron a escalarlo cuidadosamente; Nick permaneció en la balsa para mantenerla a salvo. Raeker esperaba más accidentes, pero los escaladores demostraron una sorprendente habilidad y coordinación, manteniéndose por encima de la superficie líquida cuando la nave se ladeó lentamente hacia ellos. Era una suerte que las cuerdas con nudos se extendieran por todo el casco; Raeker estaba seguro de que no habían planeado ese punto antes de iniciar las maniobras.
Un cuarto de giro puso la caliente «área de gases» en contacto con la charca y el ácido burbujeó furiosamente… o al menos era lo más parecido a un burbujeo que se podía producir bajo la presión atmosférica de Tenebra. El movimiento fue suficiente para atraer la atención de los nativos que se encontraban en la orilla sobre la nave, pero no para ser visto desde la orilla.
Dos giros completos la llevaron hasta la profundidad útil para el vadeo, y le proporcionó la suficiente fuerza ascensional para hacer necesario otro giro. Surgió una pequeña complicación cuando los escaladores cayeron y la nave empezó a girar en sentido inverso. Por primera vez, Raeker fue capaz de hacerse oír; les dio un rápido consejo sobre la forma de colocar cuñas, que Nick cumplió. Una vez estable el casco y con los niños mirando al robot desde varias yardas de distancia, Raeker pensó que ahora podría saber lo que estaba ocurriendo y utilizó el altavoz de la máquina.
—Hola, Easy. Por fin estamos juntos.
—Hola, doctor. Sí, su gente está aquí. Pensé que seríamos capaces de hacerlo sin ellos, pero están sirviendo de gran ayuda. ¿Va a quedarse para ver el resto?
La pregunta sorprendió, por decirlo suavemente, al biólogo.
—¿Quedarme? Precisamente ahora vamos a comenzar el trabajo. Llamaré a los ingenieros y los tendré a la escucha mientras les explico a Nick y a los otros los circuitos de la electrólisis; ya deberían estar aquí, yo era el único que no esperaba que la nave estuviera lista tan pronto. Encontraremos los cables que estén corroídos o desconectados y… —Easy debió de comenzar a hablar antes de que él llegara tan lejos, pero la pausa de la transmisión le impidió al biólogo oír antes la interrupción.
—Lo siento, doctor, pero no voy a dejar que Nick haga el loco con las conexiones de la nave. Yo misma no los entiendo y no veo cómo es posible que él pueda hacerlo sin cometer errores. De todas formas vamos a ascender pronto, así que, por favor, no le permita que se acerque a ninguna de esas puertas de inspección, si es que realmente están abiertas —la niña había hablado con el mismo agradable tono de siempre, pero su voz tenía un matiz de firmeza que ningún oyente humano podía malinterpretar. Raeker quedó sorprendido y luego su asombro se trastocó en indignación.
—¿Qué quieres decir con eso de que no vas a permitir que Nick haga el trabajo? ¿Quién más puede hacerlo? Si tú piensas que es un ignorante en electricidad, ¿quién lo hará por ti mejor… Swift? Este plan lleva semanas en marcha y tú no puedes…
—No me importa cuánto tiempo hace que ha sido organizado, y sí puedo —contestó la niña todavía en un tono amable—. Swift hará lo que yo le pida y Nick cumplirá las órdenes de Swift. Primero intentaremos la idea de Swift; estoy segura de que funcionará, pero si no es así quizá pensemos de nuevo en la suya.
Raeker miró a su alrededor de forma suplicante; la niña se mantenía firme. No había nada en el universo que torciera su deseo. Quizá su padre… no; Rich estaba escuchando desde la sala de comunicación y la pantalla mostraba algo como una expresión de satisfacción en su rostro. El biólogo se rindió.
—De acuerdo, Easy. ¿Me dirás cuál es el plan de Swift y por qué, si no confías en mí ni en Nick, un salvaje ignorante como ese cavernícola merece tu atención?
—Sus amigos científicos lo harán —replicó Easy al punto—. Si se lo digo, el padre de Mina lo escuchará y comenzará a pensar que las cosas van mal y eso preocupará a mi padre. Simplemente mire; no tardará mucho.
—¿Y qué piensa tu joven amigo de eso de no decirle nada a su padre?
—No le importa, ¿no es cierto, Mina?
—No —contestó el joven drommiano—. Papá me dijo que hiciera lo que Easy dijera y, además, fue rudo con ella. ¡Nosotros le enseñaremos!
Ante esto, Raeker enarcó las cejas y, sin saber por que, se sintió más feliz. Si alguien iba a poner en ridículo a Aminadabarlee…
En ese momento el plan de Swift se hizo obvio. Apareció un grupo de cazadores llevando un flotador. Le habían quitado los peligrosos tentáculos —ahora se comprendía por qué cada grupo llevaba a un hombre con un hacha— y punzado varias de sus cámaras de gas para que pudiera ser sostenido el nivel del suelo; pero habían dejado algunas intactas, y su uso podía sospecharse fácilmente.
Las células de hidrógeno del batiscafo poseían ventanas igualadoras de la presión en el lado más bajo del casco. Estas ventanas se abrían al lado no útil de la membrana de plástico diseñada para que no se mezclasen el hidrógeno y el aire, mientras que el otro lado también tenía un tubo de plástico que se extendía hasta la parte inferior de la misma ventana para evitar que entrase en la célula demasiado hidrogeno electrolítico. Este tubo estaba normalmente cerrado por la presión exterior; pero era perfectamente posible introducir otro tubo en él desde el exterior para inyectar gas u otro líquido en el interior. Eso es lo que trataban de hacer los nativos; Raeker no estaba seguro de la naturaleza del tubo, pero no era sorprendente que trataran de improvisar uno. Se perdería una gran cantidad de gas en la transferencia, pero a nadie parecía importarle mucho. Había muchos flotadores.
—Ya entiendo —dijo por el robot a los pocos minutos—. Pero creo que hay un fallo.
—¿Cuál es?
Easy espetó la pregunta con tal rapidez que dio la impresión que ella misma albergaba alguna duda.
—La nave está diseñada para la elevación que puede proporcionarle el hidrógeno. ¿Cómo sabes que ese material que vais a usar os elevará lo suficiente para que funcionen vuestros cohetes, incluso en el caso de que un ingeniero suba a bordo…?
—¿Qué le hace pensar que ese gas no es oxígeno?
—¿Qué te hace pensar a ti que lo es?
—¿Cuál otro es más ligero que el agua, en estado gaseoso, y puede existir en este planeta?
—Imagino que muchos otros…; por ejemplo… no sé; no había pensado en eso —de repente tuvo un presentimiento—. ¡Has estado hablando con los ingenieros!
—Por supuesto. No quisiera parecer descortés, pero ¿quién sino podía enseñarme cosas útiles sobre esta nave? Admito que usted conoce el planeta, pero eso no era suficiente.
—Comprendo —dijo Raeker lentamente—. No pensé demasiado en la máquina; pero pregunté a los ingenieros acerca de los cables… Dime, ¿no necesitaréis mi plan? ¿Qué haréis si tenéis suficiente gas para poneros fuera de su alcance pero no para subir más? ¿No sería mejor que por lo menos tuvierais atada la nave? Será mejor que esperéis hasta que…
Unas risas le interrumpieron. No venían de Easy, que pareció impresionada de momento, sino de los científicos que se encontraban en la sala de observación. Raeker comprendió que se reían de él y de momento se puso furioso; luego comprendió que se lo había merecido. Puso la mejor cara que pudo mientras uno de ellos le explicaba cuidadosamente un poco de física elemental.