»Una organización clandestina (que no adquirió nombre y a la que pertenecen personajes de todos los países del mundo) fue creada por un puñado de empresarios alemanes ricos y poderosos, patriotas y expatriados por igual, consagrados a la causa del nazismo pero nunca abiertamente conocidos por ello. Con los años, la organización creció y sus miembros fueron seleccionados con métodos rigurosos.
»A1 principio, el movimiento tenía que crecer lentamente, como una pequeña corriente en el interior de la derecha alemana. La palabra clave era nacionalismo. Jamás se pronunciaron términos como Reich, ario o nazi. Nuestra tarea debía llevarse a cabo sin aspavientos y fríamente calculada, impulsada por enormes riquezas y por la influencia popular de todo el espectro de la sociedad alemana, de derecha a izquierda, desde los más viejos hasta la vibrante juventud, abarcando a empresarios e intelectuales, a marginados, analfabetos y parados. Luego, con la reunificación de Alemania, el rumor se extendería, sería más distintivo y estallaría la confusión que nacería de dicha reunificación, entre el poderío de Alemania occidental y las carencias del antiguo Este comunista. Un creciente clima de desconfianza e irritación sería alimentado por una ola masiva de inmigrantes provenientes de las ruinas del antiguo bloque soviético.
»No sólo Alemania estaba implicada. Durante todos estos años, hemos trabajado en secreto con movimientos afines en los gobiernos establecidos de la Comunidad Europea. En Francia nacerían los primeros ecos. En otros países, donde también habíamos sembrado, despertarían siguiendo nuestras instrucciones.
«Iniciamos nuestro propio y ambicioso programa tecnológico para demostrar lo que éramos capaces de lograr como líderes, primero para unirnos entre nosotros y, más tarde, en el momento preciso en que decidiéramos anunciarlo, para unir al mundo entero.
«Durante la guerra construimos las instalaciones de medicina experimental ocultas bajo la ciudad de Berlín. Estructuralmente a salvo de los bombardeos aliados, lo llamamos "El Jardín". Fue allí, en Das Garten, donde decidimos desarrollar nuestro potencial. El programa recibió el nombre secreto de Ubermorgen, "la Aurora del Nuevo Día", símbolo del día en que el Reich renacería como una potencia mundial terrible y dominante. Esta vez, nuestro poderío sería económico y sólo usaríamos el poder militar como una fuerza de vigilancia policial.
De pronto, Osborn detuvo la cinta. El corazón le latía con fuerza. Se sentía mareado, como si estuviera a punto de desmayarse. Empezó a respirar profundamente, luego se levantó y caminó por la habitación. Se dio la vuelta y miró el televisor, como si el aparato le estuviera gastando una especie de broma. Pero sólo vio la pantalla gris y la luz roja de la señal del vídeo.
Ubermorgen! «¡La Aurora del Nuevo Día!»
Las palabras de Salettl quedaron suspendidas como humo ácido en un pensamiento fugaz. ¡No era posible! ¡No podía ser posible! Tenía que haberlo entendido mal. Salettl tenía que referirse a otra cuestión. Volvió a sentarse y cogió el mando a distancia. Lo orientó hacia el vídeo y pulsó «rewind». La máquina zumbó y Osborn pulsó casi inmediatamente el «stop». Respiró hondo y apretó «play».
– … das Garten donde decidimos desarrollar nuestro potencial -repitió Salettl, revivido-. El programa recibió el nombre secreto de Übermorgen, «la Aurora del Nuevo Día».
Osborn deslizó el dedo y la imagen se congeló.
Volvió a pensar en el Jungfrau. Vio a Von Holden por encima de él, con la pistola automática. Se oyó a sí mismo preguntando por la causa de la muerte de su padre. Recordó la respuesta de Von Holden.
– Übermorgen! ¡La Aurora del Nuevo Día!
Si eso había sido un sueño, una alucinación, ¿cómo era posible que conociera la palabra? Según reconocía Salettl, era un término «top secret», sólo sabido por, la Organización y celosamente guardado. La respuesta era, por lo tanto, que no podía reconocer aquella palabra. A menos que Von Holden se lo hubiera dicho. Y para que hubiera sucedido eso, Osborn tendría que haber vivido una especie de viaje astral.
Remmer contaba que lo habían encontrado los perros. Y él había visto a Vera en la estación después de que lo rescataran. Y, sin embargo, en sueño o en realidad, estaba seguro de que Vera había estado en la montaña. ¿Era posible que hubiese salido y regresado antes de que llegara la policía? Y aunque así fuera, ¿cómo habría encontrado a Von Holden? Osborn tenía la cabeza hecha un lío. ¿Era posible? Pulsó el «replay» y volvió a ver a Salettl, y otra vez, y otra. Übermorgen era el secreto más celosamente guardado de la Organización y lo había sido durante cincuenta años. ¿Cómo podía saberlo él si Von Holden no se lo había dicho?
Cuanto más lo pensaba, más reales se volvían los recuerdos y más lejos quedaba el sueño.
Descorazonado, Osborn miró la pantalla. Pulsó «play» y Salettl volvió a su discurso.
– Nos propusimos simbolizar el renacimiento del Reich mediante nuestra propia manipulación de los procesos vitales -continuaba-. Hacía años que existían técnicas de trasplantes de órganos humanos. Pero nadie había trasplantado una cabeza humana. Nos propusimos llevarlo a cabo y finalmente lo logramos.
»El momento crítico ocurrió en 1963. Seleccionamos a dieciocho varones de un total de mil, que habían sido estudiados sin que ellos mismos lo supieran. El criterio era que su constitución genética se pareciera lo más posible a la de Adolf Hitler -en cuanto a rasgos de personalidad, constitución física y psíquica, etc. -. Ninguno de ellos sabía lo que le estaba sucediendo. A algunos se les permitió surgir, como pasó con Hitler, desde la sombra al poder, y a otros se les dejó desarrollarse por sus propios medios, lo cual nos permitía observar su crecimiento en un esquema natural. Había diferencias de edades de hasta diez años que nos permitió experimentar y, si fallábamos, corregir. Diez días después de que los sujetos cumplieran cincuenta y seis años, se les inyectaba un poderoso sedante. Se les cortaba la cabeza y se congelaba a bajas temperaturas. El cuerpo era incinerado. Poco después, su familia… -Salettl titubeó presa de su propio dolor, pero se recuperó y siguió su discurso- su familia y todo aquel que estuviera estrechamente relacionado con él moría en un accidente o simplemente desaparecía, lo cual eliminaba todo rastro de su pasado.
»Como he dicho, muchos experimentos fallaron. Por fin tuvimos éxito con el hombre que ustedes conocen como Elton Lybarger. La celebración de Charlottenburg, esta noche, es una demostración. Y los fieles del partido, los que ocupan los más altos puestos, los más comprometidos, todos aquellos que conocen perfectamente la historia del proyecto, estarán presentes.
»Hemos tardado cincuenta años en llegar a este momento cumbre. Durante ese período, mucha gente inocente que colaboró sin saberlo fue ejecutada jorque no queríamos dejar huella alguna. Contratamos a asesinos profesionales para matarlos y después nuestros propios hombres liquidaron a los asesinos. Una cantidad enorme de gente normal y corriente trabajaba para nosotros. Algunos creían peregrinamente en la causa aria y a otros se les obligó a colaborar con métodos violentos. También había quienes figuraban en nóminas de empresas legítimamente constituidas y que no tenían ni idea del objeto de su trabajo. Este proceso, como he dicho, se desarrolló a lo largo de cincuenta años. Cuando por fin tuvimos éxito, había llegado el momento de la segunda fase de Übermorgen.