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— Te parece que se puede tratar de simples coincidencias?

— Mmmm… — Ivan frunciу el ceсo mientras reflexionaba la respuesta-. Y dime — dijo, seсalando otra vez el escritorio y el cajуn-: Cуmo piensas sacarte de encima el aparatito de la emperatriz?

Miles torciу la boca en una sonrisa al reparar en la diplomбtica construcciуn que Ivan habнa utilizado para la frase.

— No te lo puedo decir por el momento. — Sobre todo, porque no lo sй. No todavнa. Pero la haut Rian Degtiar tenнa que estar pensбndolo en ese mismo momento. Miles toqueteу, distraнdo, el ojo de Horus plateado, insignia de SegImp, prendido al cuello negro de su uniforme-. La reputaciуn de una dama estб en juego.

Los ojos de Ivan adquirieron una expresiуn burlona por la forma en que Miles habнa aludido a las relaciones personales de su primo.

— A la mierda con eso. En serio estбs haciendo algo secreto para Simуn Illyan?

— Si fuera asн, no podrнa decнrtelo, no te parece?

— No tengo la menor idea. Mierda. — Ivan lo mirу, frustrado, durante otro momento y luego se encogiу de hombros-. De todos modos, es tu funeral, no el mнo…

5

— Pare ahн — dijo miles al conductor del auto de superficie. El vehнculo girу con suavidad hacia el costado de la calle y se apoyу en el pavimento con un silbido de los ventiladores. Miles espiу el aspecto de la burguesa mansiуn de lord Yenaro en el crepъsculo creciente y comparу mentalmente la realidad de lo que veнa con el mapa que habнa estudiado en la embajada de Barrayar.

Las vallas que rodeaban la propiedad, las paredes curvadas del jardнn, que escondнan el paisaje, eran visuales y simbуlicas, no efectivas. Ese lugar estaba diseсado como una fortaleza de privilegio. A travйs de los бrboles, se veнan brillar algunos sectores de la casa pero el foco de las luces parecнa estar dentro y no en el exterior.

— Control de comus, milores? — pidiу el conductor. Miles e Ivan sacaron los aparatos del bolsillo y repasaron los cуdigos-. Muy bien, milores.

— Quй apoyo tenemos? — preguntу Miles.

— Tengo tres unidades dentro del бrea de llamada.

— Espero que haya un tecnomed incluido.

— En el vueloliviano. Con equipo completo. Puedo ponerlo dentro del patio de lord Yenaro en cuarenta y cinco segundos.

— Me parece suficiente, no espero un ataque frontal. Pero no me sorprenderнa que sufriйramos otro pequeсo incidente… de la clase que fuera. Creo que vamos a ir caminando. Quiero formarme una idea general del lugar.

— Sн, milord. — El conductor abriу el auto. Miles e Ivan lo dejaron solo en su puesto.

— A esto le llaman pobreza entre las clases altas? — preguntу Ivan, mirando a su alrededor mientras caminaban a travйs de portones abiertos, sin guardias, y subнan por el caminito hacia la casa de Yenaro.

Ah, sн. Tal vez el estilo era diferente, pero el olor a decadencia aristocrбtica es universal e inconfundible. Habнa pequeсas seсales de descuido en todas partes: puertas sin arreglar, paredes algo desconchadas, plantas sin podar, tres cuartas partes de la mansiуn a oscuras con todas las aberturas clausuradas.

— Vorob'yev pidiу un control especial de Yenaro a la oficina de SegImp — dijo Miles-. Su abuelo, el ghemgeneral derrotado, le dejу la casa, pero no los medios para mantenerla: dilapidу todo el capital de la familia en su vejez extensa y seguramente amargada. Yenaro es el ъnico dueсo desde hace cuatro aсos. Siempre anda con un grupito seudoartнstico de ghemlores jуvenes sin empleo fijo. Hasta ahн, todo concuerda con lo que nos dijo йl mismo. Pero esa cosa del vestнbulo de la embajada marilacana es la primera escultura que se le conoce. Curiosamente avanzada para un primer intento, no te parece?

— Si estбs tan convencido de que fue una trampa, por quй metes la mano para que te pillen de nuevo?

— El que no arriesga no gana, Ivan.

— Y quй esperas ganar?

— La verdad. Algo de belleza. Quiйn sabe? Seguridad de la embajada tambiйn estб investigando a los obreros que la instalaron. Espero que la investigaciуn nos revele algo.

Por lo menos podнa usar la maquinaria de SegImp para resolver esos problemas laterales. Miles tenнa una enorme curiosidad con respecto al cilindro que llevaba escondido en el bolsillo interno de la tъnica. Habнa tenido la Gran Llave encima todo el dнa, durante una visita guiada a la ciudad y un interminable espectбculo de bailarines clбsicos cetagandanos. Eso ъltimo era un decreto imperial, un espectбculo especial para los enviados galбcticos al funeral. Pero hasta el momento, la haut Rian Degtiar no habнa hecho ningъn movimiento para ver a Miles. Si no sabнa nada de su hautlady hasta el dнa siguiente… En cierto aspecto, Miles lamentaba muchнsimo no haber confiado en los subordinados locales de SegImp desde el primer dнa. Pero claro, si lo hubiera hecho, ya le hubiesen quitado de encima el problemita: las decisiones habrнan pasado a niveles mбs altos y йl ya no habrнa podido controlarlas. El hielo es muy delgado. En este momento, no quiero que haya nadie mбs pesado que yo en el rнo.

Un sirviente les recibiу en la puerta de la mansiуn cuando se acercaron y los escoltу a un vestнbulo suavemente iluminado donde les esperaba su anfitriуn. Yenaro iba vestido de negro y la ropa era parecida a la que habнa utilizado en la recepciуn de la embajada marilacana. Ivan estaba correcto en su uniforme de fajina verde. Miles habнa elegido el mбs formal uniforme negro. No estaba seguro de cуmo interpretarнa Yenaro el mensaje: como un honor, como un recordatorio — Soy el enviado oficial o como una advertencia — No te metas conmigo otra vez-. Pero estaba casi seguro de que Yenaro no lo pasarнa por alto.

Yenaro echу una mirada a las botas negras de Miles.

— Estбn mejor sus piernas, lord Vorkosigan? — preguntу, con ansiedad.

— Mucho mejor, gracias. — Miles sonriу, nervioso-. No hay duda de que voy a sobrevivir.

— Me alegro tanto… — El alto ghemlord los llevу por un pasillo con bifurcaciones y luego abajo, por una escalera, hasta una habitaciуn semicircular que rodeaba una especie de penнnsula de hierba, como si la casa estuviera sufriendo una invasiуn botбnica. La habitaciуn estaba amueblada en un estilo un poco extraсo y eclйctico, aparentemente objetos de Yenaro que no respondнan a ningъn plan previo. El efecto era agradable: la habitaciуn de un solterуn cуmodo y tranquilo. La iluminaciуn tambiйn era suave y eso disimulaba un poco el desorden y el descuido. Habнa un grupo de ghemlores y ghemladies que bebнan y charlaban. Los hombres eran mбs numerosos que las mujeres; dos de ellos tenнan la cara completamente maquillada, la mayorнa llevaba la marca de las generaciones jуvenes en las mejillas y unas pocas almas radicales se mostraban con la cara completamente descubierta, excepto por unos toques de maquillaje. Yenaro presentу a los exуticos de Barrayar. Miles no habнa oнdo nombrar a ninguno de los ghem, no habнa estudiado a ninguno en casa, aunque uno de los jуvenes decнa que un tнo abuelo suyo formaba parte de los cuarteles generales de Cetaganda.

Una barrita de incienso se quemaba sobre un cilindro junto a las puertas del jardнn y uno de los ghemhuйspedes se detuvo para inhalar de cerca.

— Muy bueno, Yenaro — le dijo a su anfitriуn-. Lo mezclaste tъ mismo?

— Sн, gracias — dijo Yenaro.

— Mбs perfumes? — preguntу Ivan.

— Perfumes y algo mбs. Esa mezcla tambiйn contiene un relajante suave que me pareciу adecuado para la ocasiуn. Quiere usted probarlo, lord Vorkosigan?

Miles sonriу, nuevamente nervioso. Hasta dуnde llegaba la experiencia de ese hombre en quнmica orgбnica? Miles recordу que la raнz de la palabra intoxicaciуn era tуxico.

— No lo creo. Pero me encantarнa ver su laboratorio.

— En serio? Pues vamos. La mayorнa de mis amigos no muestra el menor interйs en la parte tйcnica del asunto, sуlo les importan los resultados.

Muy cerca, una joven ghem escuchaba la conversaciуn. Se acercу y tocу a Yenaro en el hombro con un dedo largo cuya uсa brillaba cubierta de esmalte refulgente.

— Sн, querido Yenni, resultados. Me hiciste una promesa, te acuerdas? — No era la ghemujer mбs hermosa que Miles hubiera visto, pero era bastante atractiva con sus capas de ropa verde jade en movimiento, el pбlido cabello espeso peinado hacia atrбs bajбndole hasta los hombros en una cascada salpicada de rosado.

— Yo siempre cumplo mis promesas — dijo lord Yenaro-. Le gustarнa acompaсarnos arriba, lord Vorkosigan?

— Sin duda.

— Yo me quedo. Me gustarнa hacer nuevas amistades — dijo Ivan. Se inclinу para despedirse del grupo. Las dos mujeres mбs altas e impresionantes del grupo, una rubia de piernas largas y una pelirroja realmente increнble, estaban de pie juntas al otro de la habitaciуn. Ivan consiguiу estudiarlas a las dos en una sola mirada y ambas sonrieron en un gesto de invitaciуn. Miles enviу una corta plegaria al dios que cuida a los tontos, los amantes y los locos, y se volviу para seguir a Yenaro y a la mujer.